No se puede comprar todo
Un noble inmensamente rico decidió un buen día que debía contar entre su séquito con un rapsoda que compusiera y cantara himnos y alabanzas a su persona. Para ello, mandó contratar al mejor juglar que hubiera en todo el mundo.
Cuando llegó a su presencia, observó que el juglar, además de ser muy independiente, se encontraba en una situación de franca necesidad.
-Te ofrezco una bolsa llena de oro si consientes en servirme -le tentó el rico.
-Eso para ti es una limosna y yo no trabajo por limosnas -contestó el rapsoda.
-¿Y si te ofreciera el diez por ciento de mi fortuna?
-Eso sería una despropósito muy injusto, y yo no podría servir a nadie en esas condiciones de desigualdad.
El noble rico insistió:
-¿Y si te diera la mitad de mi fortuna accederías a servirme?
-Estando en igualdad de condiciones no tendría motivo para servirte.
-¿Y si te diera toda mi fortuna?
-Si yo tuviera todo ese dinero, no tendría ninguna necesidad de servir a nadie.
Ramiro Calle.
"Los 120 mejores relatos de las
tradiciones espirituales de Oriente".
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