NOPAL. CHUMBERA. HIGO DE LA INDIA.
Los antiguos indígenas mejicanos usaban las palas del nopal o tuna como cataplasmas para curar heridas y
contusiones. Los colonizadores lo llevaron a España desde donde se extendió rápidamente por todo el Mediterráneo, pues tiene un crecimiento lento pero son de fácil propagación, pues basta enterrar una pala e incluso dejarla en el suelo con una piedra encima para que arraigue. Es aconsejable mantenerla antes una semana o poco más a la sombra hasta que se marchite y entonces prende mejor. Los frutos son astringentes y son buenos para cortar las diarreas veraniegas lo que parece deberse a su contenido en flavonoides de acción antiespasmódica. Debido a sus duras y abundantes semillas, en persona sana, pueden provocar un fuerte estreñimiento. Las flores son diuréticas y antiespasmódicas usándose en el caso de oliguria (escasa producción de orina) y de cistitis. Las palas contienen abundante mucílago y celulosa lo que les hace emolientes. Se usan en cataplasmas para sanar heridas, contusiones e irritaciones de la piel.
Los frutos deben pelarse con precaución por las múltiples espinas fáciles de clavar y difíciles de quitar. Se pueden tomar frescos o en jarabe. El jarabe se prepara cortando los frutos a rodajas y cubriéndolos con azúcar moreno. Unas diez horas después se extrae el jarabe (líquido resultante) pasándolo por un colador para apartar las semillas. Se toma caliente a cucharadas.
Se usan las palas como cataplasmas dado que al cortarlas a la mitad proveen de un jugo mucilaginoso muy viscoso y baboso; se calienta un poco al horno, y se aplican directamente sobre la zona afectada actuando como emoliente. Para infusión se usan 20 a 30 gramos de flores por litro de agua tomándose 3 a 4 tazas diarias.
Los frutos y palas se han usado troceados como alimento para el ganado en forma de piensos. Con la pulpa de los frutos se obtiene alcohol por fermentación.
Los chumbos son ricos en pigmentos de color rojo (carotenoides, betaxantinas) por lo que se emplearon antiguamente como colorantes y a veces dan grandes sustos al teñir de rojo la orina. Sobre las chumberas se criaba la cochinilla, con la que se teñían de rojo sedas y lanas, pero ha sido totalmente desplazada por los colorantes sintéticos.
contusiones. Los colonizadores lo llevaron a España desde donde se extendió rápidamente por todo el Mediterráneo, pues tiene un crecimiento lento pero son de fácil propagación, pues basta enterrar una pala e incluso dejarla en el suelo con una piedra encima para que arraigue. Es aconsejable mantenerla antes una semana o poco más a la sombra hasta que se marchite y entonces prende mejor. Los frutos son astringentes y son buenos para cortar las diarreas veraniegas lo que parece deberse a su contenido en flavonoides de acción antiespasmódica. Debido a sus duras y abundantes semillas, en persona sana, pueden provocar un fuerte estreñimiento. Las flores son diuréticas y antiespasmódicas usándose en el caso de oliguria (escasa producción de orina) y de cistitis. Las palas contienen abundante mucílago y celulosa lo que les hace emolientes. Se usan en cataplasmas para sanar heridas, contusiones e irritaciones de la piel.
Los frutos deben pelarse con precaución por las múltiples espinas fáciles de clavar y difíciles de quitar. Se pueden tomar frescos o en jarabe. El jarabe se prepara cortando los frutos a rodajas y cubriéndolos con azúcar moreno. Unas diez horas después se extrae el jarabe (líquido resultante) pasándolo por un colador para apartar las semillas. Se toma caliente a cucharadas.
Se usan las palas como cataplasmas dado que al cortarlas a la mitad proveen de un jugo mucilaginoso muy viscoso y baboso; se calienta un poco al horno, y se aplican directamente sobre la zona afectada actuando como emoliente. Para infusión se usan 20 a 30 gramos de flores por litro de agua tomándose 3 a 4 tazas diarias.
Los frutos y palas se han usado troceados como alimento para el ganado en forma de piensos. Con la pulpa de los frutos se obtiene alcohol por fermentación.
Los chumbos son ricos en pigmentos de color rojo (carotenoides, betaxantinas) por lo que se emplearon antiguamente como colorantes y a veces dan grandes sustos al teñir de rojo la orina. Sobre las chumberas se criaba la cochinilla, con la que se teñían de rojo sedas y lanas, pero ha sido totalmente desplazada por los colorantes sintéticos.