Este árbol vivía hace 250 millones de años. Es una reliquia que se ha mantenido casi sin variaciones. El análisis de los estomas que se aprecian en hojas fósiles de este árbol ha permitido inducir la abundancia extraordinaria de dióxido de carbono que existió en aquella época y que, junto a otras causas, dio lugar a la extinción masiva de seres vivos del Pérmico.
Es resistente a condiciones de elevada polución atmosférica por lo que modernamente se utiliza como árboles de adorno en las ciudades.
Se utilizan las hojas.
Principios activos: Compuestos flavónicos (rutósido, quercetol, kampferol, isoramnetol, derivados del quercetol, del epicatecol), biflavonas derivadas del apigenol (ginkgetol, isoginkgetol); leucoantocianinas; lactonas terpénicas (ginkgólidos).
Acción farmacológica: Vasodilatador cerebral y periférico, protector capilar, antivaricoso, antihemorroidal, diurético.
Indicaciones: Varices, hemorroides, insuficiencia circulatoria cerebral crónica, cefaleas vasculares, insuficiencia vertebro-basilar, pérdida de memoria, reducción del rendimiento intelectual, vértigo y acúfenos de origen vascular, mal de altura, fragilidad capilar, flebitis, tromboflebitis, hipertensión arterial, retinopatías, claudicación intermitente, demencia senil, demencia vascular. Prevención de la arteriosclerosis y tromboembolismos. En infusión se toman, antes de las comidas, 2 tazas al día realizadas con una cucharita de hojas secas por taza.
Elena
Martín Vivaldi.
Jardín
Botánico UGR. Noviembre 1996.
Un
árbol. Bien. Amarillo
de
otoño. Y esplendoroso
se
abre al cielo codicioso
de
más luz. Grita su brillo
hacia
el jardín. Y sencillo,
libre,
su color derrama
frente
al azul. Como llama
crece,
arde, se ilumina
su
sangre antigua. Domina
todo
el aire, rama a rama.
Todo
el aire, rama a rama,
se
enciende por la amarilla
plenitud
del árbol. Brilla
lo
que, sólo azul, se inflama
de un
fuego de oro. Oriflama.
No
bandera. Alegre fuente
de
color: clava ascendente
su
áureo mástil hacia el cielo.
De
tantos siglos su anhelo
nos
alcanza. Luz de oriente.
Amarillo.
Aún no imagina
el
viento, la desbandada
de
sus hojas. Ya apagada
su
claridad. Se avecina
la
tarde gris. Ni adivina
su
soledad, esa tristeza
de
sus ramas. Fue certeza,
alegría
– otoño –. Faro
de
abierta luz. Desamparo
después,
¿dónde tu belleza?.