Antonio de Mello
Puse en práctica este ejercicio después de escuchar la historia de un sacerdote que fue a visitar a un enfermo a su casa. Advirtió la presencia de un silla vacía junto a la cama y preguntó por su finalidad. El enfermo le respondió: «He colocado a Jesús en esa silla y estaba hablando con él hasta que llegó usted… difícil hacer oración hasta que un amigo me explicó que orar es hablar con Jesús. Al mismo tiempo me aconsejó que colocase una silla vacía junto a mí, que imaginara a Jesús sentado en ella e intentase hablar con él, escuchar lo que él me contestaba. Desde aquel momento no he tenido dificultades para orar».
Algunos días más tarde, continúa la historia, vino la hija del enfermo a la casa parroquial para informar al sacerdote que su padre había fallecido. Dijo: «Lo dejé solo durante un par de horas. ¡Parecía tan lleno de paz!. Cuando volví de nuevo a la habitación lo encontré muerto. Pero noté algo raro: su cabeza no reposaba sobre la almohada de su cama, sino sobre una silla colocada junto a la cama».
Te aconsejo que pongas en práctica inmediatamente este ejercicio aunque te parezca infantil:
Imagina que ves a Jesús sentado muy cerca de ti… Al hacer esto estás poniendo tu imaginación al servicio de la fe: es cierto que Jesús no está aquí, ahora, tal como tú lo imaginas en este momento, pero es cierto que está aquí, y tu imaginación te ayuda a hacerte consciente de ello.
Habla con Jesús… Si no hay nadie cerca de ti, exprésate con voz tierna…
Presta atención a lo que Jesús te responde. . . o a lo que te imaginas que dice…
Si no sabes qué decirle a Jesús, cuéntale las cosas que hiciste ayer y coméntalas con él. Aquí radica la diferencia entre pensar y orar. Cuando pensamos, generalmente hablamos con nosotros mismos. Cuando oramos, hablamos con Dios. No te ocupes en imaginar los detalles de su rostro ni su vestido, etc. Este te llevaría, quizás, a distracciones. Santa Teresa de Avila, que empleaba esta forma de oración, decía que jamás pudo imaginar el rostro del Señor… Se limitaba a sentir su proximidad como tú sientes la proximidad de alguien a quien no puedes ver en una habitación oscura, pero cuya presencia es indudable para ti.
Este método de oración es uno de los medios más sencillos para experimentar la presencia de Cristo. Imagina que Jesús está a tu lado durante cada uno de los momentos del día. Habla frecuentemente con él en medio de tus ocupaciones. En algunos momentos tu voluntad no podrá más que echarle una mirada, comunicarse con él sin palabras… Santa Teresa, defensora a ultranza de esta forma de oración, decía que no pasará mucho tiempo hasta que quien emplea esta forma de oración llegue a experimentar la unión intensa con el Señor. Algunas personas me preguntan a veces cómo pueden encontrar la presencia del Señor Resucitado en sus vidas. Siempre les sugiero este camino que acabo de mencionar.
Puse en práctica este ejercicio después de escuchar la historia de un sacerdote que fue a visitar a un enfermo a su casa. Advirtió la presencia de un silla vacía junto a la cama y preguntó por su finalidad. El enfermo le respondió: «He colocado a Jesús en esa silla y estaba hablando con él hasta que llegó usted… difícil hacer oración hasta que un amigo me explicó que orar es hablar con Jesús. Al mismo tiempo me aconsejó que colocase una silla vacía junto a mí, que imaginara a Jesús sentado en ella e intentase hablar con él, escuchar lo que él me contestaba. Desde aquel momento no he tenido dificultades para orar».
Algunos días más tarde, continúa la historia, vino la hija del enfermo a la casa parroquial para informar al sacerdote que su padre había fallecido. Dijo: «Lo dejé solo durante un par de horas. ¡Parecía tan lleno de paz!. Cuando volví de nuevo a la habitación lo encontré muerto. Pero noté algo raro: su cabeza no reposaba sobre la almohada de su cama, sino sobre una silla colocada junto a la cama».
Te aconsejo que pongas en práctica inmediatamente este ejercicio aunque te parezca infantil:
Imagina que ves a Jesús sentado muy cerca de ti… Al hacer esto estás poniendo tu imaginación al servicio de la fe: es cierto que Jesús no está aquí, ahora, tal como tú lo imaginas en este momento, pero es cierto que está aquí, y tu imaginación te ayuda a hacerte consciente de ello.
Habla con Jesús… Si no hay nadie cerca de ti, exprésate con voz tierna…
Presta atención a lo que Jesús te responde. . . o a lo que te imaginas que dice…
Si no sabes qué decirle a Jesús, cuéntale las cosas que hiciste ayer y coméntalas con él. Aquí radica la diferencia entre pensar y orar. Cuando pensamos, generalmente hablamos con nosotros mismos. Cuando oramos, hablamos con Dios. No te ocupes en imaginar los detalles de su rostro ni su vestido, etc. Este te llevaría, quizás, a distracciones. Santa Teresa de Avila, que empleaba esta forma de oración, decía que jamás pudo imaginar el rostro del Señor… Se limitaba a sentir su proximidad como tú sientes la proximidad de alguien a quien no puedes ver en una habitación oscura, pero cuya presencia es indudable para ti.
Este método de oración es uno de los medios más sencillos para experimentar la presencia de Cristo. Imagina que Jesús está a tu lado durante cada uno de los momentos del día. Habla frecuentemente con él en medio de tus ocupaciones. En algunos momentos tu voluntad no podrá más que echarle una mirada, comunicarse con él sin palabras… Santa Teresa, defensora a ultranza de esta forma de oración, decía que no pasará mucho tiempo hasta que quien emplea esta forma de oración llegue a experimentar la unión intensa con el Señor. Algunas personas me preguntan a veces cómo pueden encontrar la presencia del Señor Resucitado en sus vidas. Siempre les sugiero este camino que acabo de mencionar.