Luis Rosales Camacho. (Granada,31 de mayo de 1910 - Madrid, 24 de octubre de 1992). Poeta español de la Generación del 36.
Estudia Filosofía, Letras y Derecho en la Universidad de Granada. En 1930 se traslada a Madrid para continuar sus estudios y entabla allí amistad con los garcilasistas Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo y José García Nieto. Pronto se convierte en la cabeza de la Generación del 36 y en uno de los máximos exponentes de la denominada "poesía arraigada".
Publica sus primeros poemas en las revistas Los cuatro vientos, Cruz y raya, Vértice y El gallo. En Madrid publica un libro de poesía amorosa, Abril, donde se refleja la influencia de Garcilaso de la Vega en el poeta. Parte de su obra comienza a publicarse también en la revista Caballo verde, fundada por Pablo Neruda y que recoge trabajos de otros poetas como Vicente Aleixandre o Miguel Hernández.
En 1937 colabora en la revista Jerarquía y varios años más tarde, es secretario de la revista Escorial. En 1949 publica La casa encendida y en 1979 Diario de una resurrección, ambas consideradas sus obras cumbre.
Desde 1953 hasta 1965 dirige la revista Estafeta literaria, que es posteriormente continuada por Nueva estafeta (1978-1982). Durante estos años se doctora en Filosofía.
Estudioso de los manuscritos del Siglo de Oro español, pasa a formar parte de la Hispanic Society of America y en 1962 ingresa como miembro de número en la Real Academia Española. En 1982 recibe el Premio Miguel de Cervantes como reconocimiento a toda su obra. (Del Instituto Cervantes).
EL DIARIO DE UNA RESURRECCIÓN
Entre 1976 y 1978, después de la muerte de Francisco Franco,
mientras España vive un proceso constituyente en busca de la democracia, el
poeta Luis Rosales elabora su Diario de una resurrección (1979), un libro
también constituyente, porque asume una radical transformación de la intimidad,
la mirada poética y la comprensión del propio ser y de las razones de la vida.
La palabra
del alma es la memoria,
La expresión
unitiva y total
Sobre cuya
palabra se constituye nuestro recuerdo,
Y sobre cuya
raíz se constituye y verifica la esperanza nuestra,
La esperanza
del hombre que quizá es tan sólo la memoria filial
Que aún
tenemos de Dios.
QUIEN CAMINA DOS METROS SIN DESPERTAR
SIMPATÍA, CAMINA HACIA LA TUMBA
Homenaje a Walt Whitman
Hay hombres que al andar son atraídos
por la tierra,
y siempre caen del mismo lado,
parece que caminan,
parece que caminan y que sus pasos van
a llevarles a algún sitio,
pero no pueden sostenerse
desde si mismos
porque se caen,
se están cayendo desde su nacimiento
hasta su muerte,
desde su traje a la oficina
en la que viven almacenados,
conyugales
y pusilánimes,
pero sintiéndose seguros
como quien recupera su aparato
ortopédico.
Pudieran ser ministros, definiciones,
testamentos
o simplemente hombres,
o simplemente lluvia
cuya ley es caer,
seguir cayendo
desde su nacimiento hasta su toma de
posesión;
y se les nota la caída
en el ceremonial de la mirada
que se adelanta un poco a ellos,
un poco nada más,
formando un bulto,
una protuberancia de ojo de rana como
una hernia sobre el rostro;
que se adelanta, un poco, a ellos,
como es sabido
para reivindicar su paso mínimo, su
paso ya enterrado,
mientras parece que caminan,
mientras parece que caminan y están
cayendo únicamente,
y haciéndonos caer.
EL MUNDO ES NUESTRA HERENCIA
Balada de lo que siempre se difiere
Considérate vivo y ponte en cura,
lo
restante no importa.
Basta cambiar de sitio la alegría
que nadie tiene.
Ahora
ponte a hacer el amor.
La primavera
está siempre esperando,
aunque nos toca
alguna hambre del mundo en el reparto,
y una extraña congoja
hace que nuestros huesos, de repente,
entierren el amor sobre la alfombra.
Considérate vivo; es suficiente,
basta vivir como quien da limosna,
basta ponerse en marcha y que la vida
cobre su transitoria
y pujante verdad:
todo esta siendo
cuanto ha podido ser:
las mariposas
no son estrellas: vuelan
un solo día de sol y se deshojan.
No elijas tu camino: no hay caminos,
la luz es luz como la sombra es sombra,
considérate vivo y ponte en cura,
lo restante no importa.
Hay quien entierra el mundo poco a poco
y en la playa, cansado, el mar se
ahoga.
No esperes un milagro que te quite
del pecho esta congoja;
no hay nada ya que preguntar, no hay
nada
que responder,
hay cosas.
¿Las ves? Míralas bien, pues las
palabras
son lluvia sobre el mar.
Como una copa
de vino hay que beber
la vida gota a gota,
porque la angustia embriaga como el
vino,
hasta poder decir:
llegó la hora,
no sabemos de que,
no lo sabemos
ni lo hemos de saber, pero no importa
ha llegado y es todo: nos empuja;
es nuestra y nos conforta.
Considérate vivo y no preguntes
lo que tienes que hacer:
llego la hora.
DE CÓMO AL CONTEMPLAR LOS OJOS DE SU
HIJO, NACIÓ UNA ESTRELLA NUEVA
Como un cendal la estrella fugitiva
se levantó en la luz de la mirada
con la extensión del agua sosegada
y el verde silencioso de la oliva.
En la dulce pupila pensativa
nació la luz y se encontró agraciada,
como crece el silencio en la nevada
y se funde en el mar la nieve viva.
Nació de aquel mirar nuestra alegría,
-el humano mirar en cuyo vuelo
el silencio de Dios buscaba al hombre -
y una estrella nació, la que aún nos
guía,
la estrella de Belén que está en el
cielo
como se forma en nuestra boca un
nombre.
NANA...
Duérmete, niño mío,
flor de mi sangre,
lucero custodiado,
luz caminante.
Si las sombras se alargan
sobre los árboles,
detrás de cada tronco
combate un ángel.
Si las estrellas bajan
para mirarte,
detrás de cada estrella
camina un ángel.
Si la nieve descansa
sobre tu carne,
detrás de cada copo
solloza un ángel.
Sí viene el mar humilde
para besarte,
detrás de cada ola
relumbra un ángel.
¿Tendrá el sueño en tus ojos
sitio bastante?
Duerme, recién nacido,
pan de mi carne,
lucero custodiado,
luz caminante,
duerme, que calle el viento.
Dile que calle.
DE CÓMO VINO ALEGREMENTE LA PRIMAVERA
Cuando el sol va a estudiar viene en mi
ayuda;
algo tiene hoy la luz interminable;
¡deja que el sol en tu silencio hable,
el sol que en primavera se desnuda!
Un viento casi escrito, una menuda
expectación que ya es irreparable
y esta visión melódica y probable
del aire, al fin, en primavera muda.
Todo empieza a vibrar en la distancia,
y hay un olor de tierra hacia la
infancia,
hay tibieza de miel y establo viejo;
ya es nuestro el corazón, la sangre
gira,
y en el latir del cielo Abril se mira
igual que una violeta en un espejo.
MEMORIA DE LA SANGRE
Como una ola que nos diera el nivel de tu corazón, la risa te sorprende los labios y los ojos,
¡qué vencida hermosura de jazmín aireado!,
¡qué transparencia viva de espuma en el sonido, qué espigas en el viento!,
¡qué tránsito clarísimo del silencio al espacio!
Del silencio que pierde movimiento en tus ojos oscuros,
en tus ojos que tienen tímida la tristeza y una oscura presencia de sangre decidida,
y una ponderación aventurada y triste por la gloria más limpia de ternura en la tierra.
¡Ay la risa en tus labios, la ola rosa, donde las flores son novicias del silencio!
Y ¡ay la risa en tu carne, la sorpresa del agua, la sonrisa del agua, la claridad más sola,
y el candor en la luz, y el asombro purísimo de ver continuamente sin comprender los ojos!
AHORA Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE
AMÉN
Cuando los ojos se me queden secos
como un campo de esparto, cuando no
puedan mirar pero recuerden, cuando
la imagen de tu rostro sea anterior
a haberte conocido, y en la era
el trigo haya aprendido tu color,
y la noche se quede detenida
para siempre jamas, y no haya sol,
ni haya mas luz que la que da tu cuerpo
resplandeciendo sin consumación,
entonces
¿dime tú? ,¿dime tú cuando
hemos soñado un sueño entre los dos
que por sonarlo dos fue verdadero?,
¿cuando sentí en la boca tu temblor,
y nos amamos en la playa, y hubo
una arena descalza entre tú y yo,
y el mar nos empujaba y nos unía,
y el agua se fue haciendo corazón
y comenzó a latir?
Y todo era
cierto, mas cierto aún, progenitor,
y lo vivimos juntos poco a poco
como se vive una resurrección,
una música interna, una paloma
que vuela dentro de tu cuerpo y no
puede dejar el vuelo y te tropieza,
te tropieza por dentro y se hace voz.
Esto fue cuando el mar dijo tu nombre
para aprender a hablar. Fue en Gala
d'Or.
TÚ SÍ LOS LLAMARÁS
Bienaventurados los que lloran,
Porque ellos serán consolados.
A Primitivo de la Quintana
Tienen nombre, señor, son los que
sufren,
las sombras semejantes,
las sombras que se quedan en los
cuerpos
mientras va su vivir deletreándose
para ganar el pan. ¿Quien los
sostiene?
Son los muertos que nacen
del invierno del mundo, son los muertos
que están viviendo y arden
con aceite de Dios; los sucedidos
mendigos, con la sangre
que sube por sus cuerpos como sube
la humedad en los muros de la cárcel.
Tienen nombre, señor, son los que
quieren
soñar de noche y los despierta el
hambre,
los que te duelen tanto que no puedes
mirarlos sin quemarles.
Tu sí los llamaras. Son los que
sufren,
los semovientes náufragos que saben
que el agua ira gastando día tras día
la nieve fácil
de los muertos que viven porque nunca
se acaban de caer. ¡Tú vuelve a
nombrarles!
Nadie sabe su nombre entre nosotros,
son los muertos que nacen,
son los muertos que enferman de los
vivos,
los muertos naturales.
ABRAZADA A UNA LAGRIMA
A Maria Dolores Acquaroni
Como la hormiga testaruda lleva su
carga sosteniéndose en ella
así te encuentro siempre abrazada a
una lágrima,
a una lágrima tuya que no has llorado
todavía,
que no quieres llorar,
que no puedes llorar porque es mas
grande que tu cuerpo,
y no la puedes contener como el mundo
no contiene su noche,
y te apoyas en ella, sin llorarla, para
que siga estando junta,
y duermes a su lado vigilándola un
poco,
y la sostienes en tus brazos, sin
llegar a abarcarla, como el raíl sostiene el tren,
y la proteges con tu vida de la
profanación
para que el mundo, pequeñito, no la
pueda enjugar en su pañuelo.
EL NAUFRAGIO INTERIOR
A Juan Pedro Quiñonero
A veces se separan
los pasos que hemos dado y ves que todo
pierde su juventud:
la vida entera
cabe dentro de un odio.
Tratas de unir de nuevo
la sombra con el cuerpo y el reposo
con el cansancio de vivir:
no vives,
lo recuerdas tan solo.
No hay respuesta posible a una
pregunta,
¿tuve un nudo en los ojos
que me impidió mirar?;
o bien un ciego
temblor, un transitorio
temblor de nácar, dentro
de la mirada roto,
igual que en el naufragio
se empieza a abrir el agua y ves que
todo
esta hundiéndose en ella,
y sólo quieres
no tocar nunca la verdad del fondo
para seguir cayendo,
como un grito
que abandonado sigue ardiendo solo.
SIEMPRE HAY LUTO EN EL HIELO
La despedida es corta,
larga la ausencia.
Antes de que se acabe la luz de este
verano
voy a decirte varias cosas que nunca
pude sospechar:
en el cuerpo me han brotado hojas
nuevas,
una gota de agua, vista en el
microscopio, es igual que una boda,
y tú has llegado a ser mi palabra
diaria,
mi lenguaje,
y enmarcas ya la vida entera dándole
forma al mundo y cuerpo al sueño.
Tu acción es tan viviente
que piense lo que piense me estás
constituyendo
lo mismo que el silencio separa las
palabras para darles sentido.
La ausencia es como azúcar distraída
y al recordarte ahora se abre en mi un
hormiguero con sus miles de hormigas cosquilleándome en la piel,
y has de saber, amiga mía,
que entre el sábado y el domingo hay un
entierro rapidísimo,
y en Cercedilla las hortensias insisten
en su conjugación
y «el aire ha variado» solo porque tú
existes.
Si de pronto murieras en el lugar mas
lejano del mundo,
si de pronto murieras, en ese mismo
instante, tendría un desprendimiento de retina,
y el mundo en torno mío se irá
desvaneciendo
pues ya le das sentido de tal modo
que en la acción de olvidar hay algo
tuyo y no puedo olvidarte sino a través de ti,
que eres el agua originaria,
la trama de los días,
la cintura donde quedan las huellas,
como en la deshabitación de estar
ausente no queda el hueco sino el rastro,
y algo así como un traje de vivir,
y una voz semejante a la tuya que ahora
he vuelto a escuchar pues ya sabes que las mañanas son un poco
alucinatorias,
y una envoltura de estupor,
una trasminación de piel a piel
y un beso,
casi un beso,
que estoy sintiendo ahora despertar en
mis labios,
de manera inmanente,
igual que en el cristal se conserva el
color de la luz como una vibración.
21 de agosto de 1977
PALABRAS PARA ALGO MÁS QUE UN DOLOR
Tal vez sólo es posible que podamos
amarnos mientras que dura un beso
o si se quiere una ardentía
que, poco mas o menos, es una lastima
de incendio,
quizá una lagrima de incendio,
y no puede vivir sino acabándose,
como la duración de una palabra sólo
nos dice su verdad cuando está terminada
y deja su memoria en el oído.
Tal vez tengo un cansancio dirimente
y he llegado hasta ti como el naufrago
si le empujan las olas puede llegar hasta la playa,
y he comenzado a andar con unos pasos
tartamudos
hasta quedar extenuado,
y esto es ya como ver la espalda al
día,
esto ya no es amar sino caer,
seguir cayendo sobre tu cuerpo como la
noche cae en el mundo,
mientras siento crujir mis huesos y mis
besos.
Tal vez es cierto y sin embargo es
triste
que nuestro amor sólo puede durar
mientras que dure un beso,
pero al besarte el tiempo se establece,
tu cuerpo comienza a ser una pregunta,
cada una de tus manos tiene su gesto
propio,
y el mirar de tus ojos empieza a
conjugarse en voz pasiva.
Así me voy llenando de música y de
tiempo,
y la música es sed,
y la sed es tan corta que tiene que
nacer continuamente
como nacen mis ojos cuando el vestido
empieza a resbalar sobre tus caderas
y aparecen tus hombros soleados,
tu momentánea piel,
y tu cuello de miel agonizante,
y tu cintura que es de agua,
y recorro, una vez y otra vez, el corto
territorio de tu vientre,
con un mirar infinitesimal,
con un encendimiento que cada vez se
hace mayor
y que al fin se convierte en bautismo
sobre un pecho pequeño que cabe en un
dedal
y unas rodillas fuertes y
despiertísimas que alguna vez como las nubes tienden a separarse,
y las manos te nacen de repente igual
que brota un manantial,
y las caricias vienen del origen del
mundo,
ya que cuando se ama
todo el cuerpo termina siendo labio.
Y no puedo olvidar que esto es un
premio,
amiga mía,
un premio que me han dado para
identificarme con la nieve,
mientras te miro
y se borra poco a poco tu rostro como
se empañan los cristales
pues estoy atendiendo a otro dialogo,
y este dialogo es una lagrima que tengo
ya en el ojo,
puesta a punto
y nunca acaba de caer,
y se va convirtiendo en araña,
y siento su temblor,
su velludo temblor parpadeándome,
y es un poco de miedo
o una embolia
que toca con su hielo esta vida que es
mía
y la contabiliza, hora tras hora, como
se cierra un inventario.
Y esto no es doloroso,
amiga mía,
esto es así,
como una mano que te agarra por dentro
pensando en que la carne se enciende
sin arder,
y la demora se convierta en culpa
y el beso que te doy deje de ser una
caricia
y sea mas bien una pregunta,
esa pregunta destituyente
que no me atrevo a hacer sino en tu
boca,
pues todo lo que soy depende de ella,
depende de saber que nuestro amor pudo
resucitarnos
—ésta fue su misión y la ha
cumplido—
pero
sólo puede durar
mientras que dure un beso.
2 de agosto de 1976
La luz que del cielo vino,
la luz que del cielo viene,
ya, junto al mar, se detiene;
quizás no sabe el camino.
Ya dentro del mar no brilla
carnal, sino reflejada,
la luz todavía habitada
que muere junto a la orilla.
CANCIÓN DE LA NIEVE
QUE UNIFICA AL MUNDO
Somos hombres, Señor, y lo viviente
ya no puede servirnos de semilla;
entre un mar y otro mar no existe orilla;
la misma voz con que te canto miente.
La culpa es culpa y oscurece el bien;
sólo queda la nieve blanca y fría,
y andar, andar, andar hasta que un día
lleguemos, sin saberlo, hasta Belén.
La nieve borra los caminos; ella
nos llevará hacia Ti que nunca duermes;
su luz alumbrará los pies inermes,
su resplandor nos servirá de estrella.
Llegaremos de noche, y el helor
de nuestra propia sangre Te daremos.
Éste es nuestro regalo: no tenemos
más que dolor, dolor, dolor, dolor.
DE CÓMO VINO AL MUNDO LA ORACIÓN
De lirio en oración, de espuma herida
por el paso del alba silenciosa;
de carne sin pecado en la gozosa
contemplación del niño sorprendida;
de nieve que detiene su caída
sobre la paja que al Señor desposa;
de sangre en asunción junto a la rosa
del virginal regazo desprendida;
de mirar levantado hacia la altura
como una fuente con el agua helada
donde el gozo encontró recogimiento;
de manos que juntaron su hermosura
para calmar, en la extensión nevada,
su angustia al hombre y su abandono al viento.
LA ÚLTIMA LUZ
Eres de cielo hacia la tarde, tienes
ya dorada la luz en las pupilas,
como un poco de nieve atardeciendo
que sabe que atardece.
Y yo querría
cegar del corazón, cegar de verte
cayendo hacia ti misma
como la tarde cae, como la noche
ciega la luz del bosque en que camina
de copa en copa cada vez más alta,
hasta la rama isleña, sonreída
por el último sol,
¡y sé que avanzas
porque avanza la noche! y que iluminas
tres hojas solas en el bosque,
y pienso
que la sombra te hará clara y distinta,
que todo el sol del mundo en ti descansa,
en ti, la retrasada, la encendida
rama del corazón en la que aún tiembla
la luz sin sol donde se cumple el día.
MEMORIA DE TRÁNSITO
Herido de amor huido
F. García Lorca
Abril, porque siento, creo,
pon calma en los ojos míos,
¿los montes, mares y ríos,
qué son sino devaneo?;
mirando la nieve veo
memoria de tu hermosura,
y cuando vi en su blancura
tu inmediata eternidad,
¿fuiste si no claridad,
temblor, paciencia y dulzura?
Tu leve paso indolente
deja en mis ojos su aroma,
los ojos en donde toma
revelación permanente;
bienaventuradamente
nacieron para el olvido,
tu piel de asombro encendido,
tus ojos de limpio viento,
y esta ternura que siento
«herido de amor huido».
Los sitios donde has estado
en la memoria los llevo
sólo para ver de nuevo
el rastro que allí has dejado;
la tierra que tú has pisado
vuelvo a pisar; nada soy
más que este sueño en que voy
desde tu ausencia a la nada.
me hizo vivir tu mirada:
fiel al tránsito aquí estoy.
Y ESCRIBIR TU SILENCIO SOBRE EL AGUA
Sólo florece el agua que está queda
MIGUEL DE UNAMUNO
No sé si es sombra en el cristal, si es sólo
calor que empaña un brillo; nadie sabe
si es de vuelo este pájaro o de llanto;
nadie le oprime con su mano, nunca
le he sentido latir, y está cayendo
como sombra de lluvia, dentro y dulce,
del bosque de la sangre, hasta dejarla
casi acuñada y vegetal, tranquila.
No sé, siempre es así, tu voz me llega
como el aire de Marzo en un espejo,
como el paso que mueve una cortina
detrás de la mirada; ya me siento
oscuro y casi andado; no sé cómo
voy a llegar, buscándote, hasta el centro
de nuestro corazón, y allí decirte,
madre, que yo he de hacer en tanto viva,
que no te quedes huérfana de hijo,
que no te quedes sola allá en tu cielo,
que no te falte yo como me faltas.
A Jesucristo N.S., muerto en la Cruz para salvarnos
Casi en las manos sosteniendo el brío,
desprendido y yacente el cuerpo santo
deshabitado está, ¡no alzad el llanto!
Ya tiene luz la rosa y gozo el río.
La muerte confirmó su señorío
sobre la carne del Señor y, en tanto,
si es sombra sana su mortal quebranto,
ya está el tiempo parado, Cristo mío;
ya está el tiempo en el mar y está cumplida
la noche en la mirada redentora
que vio la luz mirando el firmamento.
¡y volverá el pecado con la vida,
y clavada en la cruz está la Aurora
ya inútil al abrazo y leve al viento!
De "El diario de una resurrección"
LA
ABSOLUCIÓN
«Si TÚ ME LO
PIDIERAS»,
Si tú me lo
pidieras cuando llega esa hora
en que la
vida empieza a hacer preguntas sin respuesta,
como se hace
un raspado de matriz
o se pone en
las venas una inyección de aire;
y después,
pero
inmediatamente,
oyeses algo
más terminante aún:
una
respuesta sin pregunta;
y el viento
caminara con muletas,
y el mar
dejase a nuestras plantas
sus
indefensas olas de puntos suspensivos,
y todo ese
mañana que hemos vivido juntos
se hiciera
sibilante y disimilador
como las
ruedas de un tren chirrían cuando se pone en movimiento,
y la rosa de
un solo pétalo se convirtiera en una serpiente coral,
que
levantara su cabeza,
lela y
bamboleándola,
de tu cuerpo
a mi cuerpo
como se
cierra una interrogación.
ESTO PUEDE
OCURRIR,
esto puede
ocurrir a cualquier hora,
no me digas
que no, quizá va a acontecer
mañana o
esta noche
mientras las
ramas y las hojas caen,
las hojas y
las horas,
y se quedan
suspensas en el aire como se borra en la memoria una advertencia inútil,
pues
de algún
modo,
amiga mía,
ese asombro
que siento junto a ti
ya no es
vivir sino velar tu cuerpo.
Y SIN
EMBARGO, SI TÚ ME LO PIDIERAS,
si tú me lo
pidieras aunque ya fuese al despedirte,
si
yo
pudiese oírlo,
aunque fuera
una sola vez,
tal vez
sería posible que la carne agrietada se volviera a juntar como se juntan en el
labio unas palabras de perdón,
y la vida ya
no sería un gurruño,
y el cuerpo
que aún me queda sonaría,
comenzaría a
recuperarse como un río se evapora,
y se
convierte en un temblor dialogado y concéntrico
sobre la
piel tirante de tu vientre
cuando llega
esa hora en que la absolución es algo más que una palabra,
cuando llega
esa hora
en que
despierta al fin el jardín de los pájaros,
y siento que
sus alas me golpean en el rostro
buscando la
salida v hallando la alegría,
y el cuerpo
se hace música,
música
tiritante,
una vez
y otra vez,
con su
empujón de lluvia y de violetas húmedas,
hasta
sentirme tuyo,
hasta
nacerme,
ya
que
si tú me lo
pidieras,
no se como,
pero si tú
me lo pidieras,
en ese
instante mismo nacería.
4 de agosto de
1976
LA ESPERA
FORMA PARTE DE LA ALEGRÍA
CUANDO
VUELVAS
mis ojos
estarán extenuados
como si en
estos meses dejativos y transeúntes
nunca
hubieran dejado de andar para mirarte.
La ausencia
pesa tanto que es preciso convertirla en espera, apaciguarla
igual que se
hace un torniquete sobre el brazo para evitar la pérdida de sangre;
y ahora
quiero decir
que en cada
uno de los sitios en donde nos citamos
la esperanza
de verte tiene un nivel distinto,
cada lugar
tiene su profecía,
éste es el
rito de la espera.
Dicen, amiga
mía, «que el humo sabe adónde va»,
y por lo
tanto en esta hora sólo tengo que hacer un sustraendo,
una ligera
operación mental,
y recordar
los ruiseñores absolutos,
las sombras
disponibles.
Los
membrillos,
las llagas,
y así he
llegado hasta tu calle,
y ahora me
encuentro ante tu puerta
para
quedarme quieto, sin llamar, porque la dilación forma parte de la alegría,
y sé que el
corazón hay que reunirlo poco a poco,
hay que
reunirlo prematuramente
para poder tenerlo
junto en el momento necesario.
LA PUERTA ES
UN ESPEJO QUE SE MUEVE
y al
acercarme
pesa tanto
la mano que no la puedo levantar para tocar el timbre,
no llego
hasta esa altura,
hay días en
que la muerte está tan cerca que no se puede alzar la mano;
y a causa de
ello
he iniciado
el retorno
para seguir
callejeando sólo un momento más,
sólo un
momento,
detenido,
igual que el
agua fría se bebe sorbo a sorbo,
o
también
como a veces
se detiene el orgasmo,
cuando la
dicha es tan intensa que no queremos que se agote,
y volver a
empezar se parece a morir.
LOS AMIGOS
ME DICEN QUE CUANDO ESTÁS EN LA PLAYA BAÑÁNDOTE LAS NUBES SE ADELANTAN A LAS
OLAS,
y yo estoy
solo ante tu casa
tratando de
vivir este momento previo,
y salgo a la
avenida
en donde
todos los portales tienen el mismo número igual que las arterias tienen la
misma sangre,
y las casas
sienten de tal manera su vecindad que abandonan la acera
y tienden a
acercarse como las letras de una sílaba,
y todas las
ventanas comienzan a cerrarse,
todavía no, mi amor, espera un poco, hay que
acabar este paseo
y demorar
los pasos y los ojos hasta entrar en el cine
cumpliendo
un rito de purificación,
ya
que
lo cierto es
como un parto,
y al entrar
en la sala te adentras en la sombra,
y en el
silencio escuchas la sangre dialogada,
y sientes un
calor primigenio y anónimo que te taladra con una especie de rubor corporal,
¿no has
observado que al sentarte en el cine te inmovilizas y tardas mucho tiempo en
atreverte a mirar hacia tus compañeros de butaca por temor a encontrarlos
desnudos?
y desnudos
están,
configurándose,
en la
antesala del vivir,
y si
entonces les tocaras los ojos tocarías la esperanza.
Esto pudiera
sucederme
ahora,
si no salgo
a la calle para desplacentarme,
—tengo que
hacerlo pronto—
y al salir
estoy viendo que los políticos de izquierdas hablan
siempre del
pueblo,
y los
políticos de derechas hablan siempre de España,
¡qué difícil
es hablar sin mentir!
todavía no, mi amor, espera un poco, hay que
alargar este paseo,
y tú estarás
ahora con el cuerpo dormido bajo el sol,
mientras las
casas convecinas,
las casas
que tantas veces vimos juntos,
continúan
acercándose y estrechando la calle,
estrechando
la calle para hacerla más íntima y más tuya
igual que
las paredes de la alcoba,
cuando llega
la noche,
se empiezan
a abrazar para darnos facilidades.
ASÍ LLEGO
HASTA EL BAR QUE ESTÁ VACÍO,
pero lleno
de huellas,
como queda
la tierra coceada donde hubo una estampida.
Ayer quizá
fue día de fiesta,
y el inmenso
salón me recuerda una playa
en cuyo
extremo hay un sofá de terciopelo rojo,
y en el
extremo del sofá está sentada una pareja
que ha
venido al café para esperar;
y ambos se
esperan aunque están mirándose,
pues algo de
ellos no ha llegado aún,
y ambos
tienen una misma desolación
que les está
neutralizando
como si se
tuvieran que suicidar ahora para hacer el amor a la salida.
(Hay
personas así, que tienen el amor despavorido
y el miedo
no les da nunca cesantía.)
Y yo fui
acostumbrándome a este bar
en donde veo
dos gatos que se están generalizando
—la cafetera
lagrimeante, el anaquel, la tortilla difunta—
y una mujer
muy rubia que como no tiene nada que hacer deposita su rostro en el espejo,
y otra mujer
muy cierta que entra ahora, se sienta junto a mí y está moreneando,
mientras que
los amantes venideros,
los amantes
que deshabitan el sofá se empiezan a tocar de una manera exánime,
y siento que
el reloj es un goteo de sangre en la muñeca,
y el tiempo
se hace un grito,
y me bebo de
un sorbo el café solo,
y la sangre
se mueve por mis venas con ese miedo líquido de la felicidad
cuando salgo
a la calle
todavía no, mi amor, espera un poco, hay que
alargar este paseo
y siento ya
bajo la lengua la miel anticipada
como un
interruptor que apaga el mundo
todavía no, mi amor, espera un poco
y comienza a
entreabrirse una puerta,
todavía no, mi vida,
y tú estás
encuadrada en el dintel,
espera un poco
y al fin
puedo mirarte para seguir creyendo en lo que veo.
5 v 6 de
agosto de 1976
NADIE ES PROFETA
EN SU ESPEJO
DlME,
¿SIENTES AÚN LA ANTIGUA HERIDA
cuando el
amor te baña en su oleaje
y el beso es
luz como el amor es traje
y el labio
es sed como la noche es vida?
Dime que sí,
que sí, como me dices
que no con
la tristeza arrinconada
cuando ya el
beso se convierte en nada
en los
mártires labios aprendices.
Tú, mi
instantaneidad, mi únicamente,
la lluvia
que vino a vivir conmigo,
trigo es mi
voz cuando te nombra, trigo,
puente es mi
cuerpo al abrazarte, puente.
Tú, mi
diaria eternidad primera,
la noche que
se junta con el día
cuando cruje
en la carne la alegría
y a la
puerta del cuarto el mar espera,
y el espejo
es un agua tiritando,
y el agua
sube lentamente un monte,
donde tu
cuerpo llena el horizonte
y veo lo
mismo en lo que estoy soñando.
7 de agosto
de 1976
EL ESPEJO
EL TIEMPO ES
UN ESPEJO CON DISTINTAS IMÁGENES
que brillan
en su fondo como una procesión de fuegos fatuos
hasta que el
humo las dispersa,
y entonces
siempre
ocurre lo mismo:
aparece tu
rostro,
y sé que
para verte tengo que hacer un gran viaje desde mis ojos a los tuyos,
y desvivir
distancias, advertencias y defunciones,
pues sólo
puedo verte traspasando un espejo
y se astilla
el cristal cuando paso por él,
y cada
esquirla es una herida,
y vivir es tan
sólo un espejo sangrando,
un espejo
que se vuelve a quebrar todos los días cuando paso por él para mirarte,
porque no
hay solución,
no hay
claveles adrede,
y al
romperse el espejo se multiplican las imágenes
y apareces
en todas como eres:
radiante y
casual,
pero no
puedo verte,
no te veo,
pues en el
fondo de mis ojos queda un poco de humo.
Esto es lo
que me pasa,
porque el
humo me llama por mi nombre,
habla mi
propia lengua,
para hacerme
saber que todo lo profundo es doloroso,
y hay que ser
consecuentes con el humo,
llevarle de
la mano mientras quede en el aire una vedija,
pero esto no
es tan fácil, pues al hacerlo muchas veces,
puedes
quedar desencarnado,
como si te
estuvieras viendo en un espejo que se deshiela;
y por esta
razón vivimos juntos
mientras
nacen las cosas si las tocas,
y van
haciéndose reales,
contributivas,
tuyas,
porque te
quiero tanto
y de tal
modo
que me
sangran los ojos al mirarte como si todo lo que nos une fuese una despedida.
LA LUZ
INTERRUMPIDA
Homenaje a
Juan Ramón
NUNCA PERO
CONTIGO, AUNQUE LA VIDA SEA
la luz de
esa mañana que nunca viviremos,
un tren que
no esperabas y ha llegado, una hora
que empieza
siendo alondra y acaba siendo espejo.
Cuántas
veces he visto un columpio en tus ojos
mirando y
sin mirar un ayer venidero,
viviendo y
sin vivir algo que nunca llega
y a fuerza
de esperarlo se va haciendo más nuestro.
Miradas con
recuerdos por hacer que aún se doran
¿en qué sol
amarillo o en qué tarde de invierno?
soles que ya
estuvieron ardiendo en otra boca
y luego al
enfriarse se convierten en besos.
Manos que
poco a poco se han ido haciendo sombras
y
alucinadamente te acarician durmiendo,
cenizas ¿de
qué luto?, despertar ¿en qué vida?,
y esta
mínima y lenta procesión de los huesos,
y este
temblor de azúcar bajo la lengua cuando
te toco y no
sé cómo despiertas y te veo
y tu cuerpo
es un río que pasa ante mis ojos
y el amor
vuelve a darnos su desmemoriamiento,
y esto
quizás no vuelva a suceder, quizás
no vuelva a
despertarme con los ojos abiertos,
ni sepa en
qué momento de luz interrumpida
la nieve
vendrá a verme cuando estemos naciendo
juntos y
para siempre, ¿en qué mañana? ¿cuándo
seré sólo
una lluvia de ceniza en tu cuerpo
y aún querré
estar contigo y vivir una vida,
de después o
de nunca, para seguir cayendo?
14 de agosto de
1976
EL PECADO
A Pedro Lorenzo
CUANDO TE
DESENTIERRAS EN EL SUEÑO TODO ESTÁ SIENDO LO QUE ES,
y al
despertar todo se hace impreciso,
pues ya
sabes
que el
recuerdo es un tacto,
y el tacto
tiene a veces una forma adivinatoria
que permite
palpar la oscuridad
como las
manos se adelantan cuando caminas en la sombra.
Esta mañana
al despertarme
la penumbra
del cuarto formaba una pantalla,
y
alumbrando
lo oscuro igual que brilla una luciérnaga,
vi en ella
un solo ojo,
un oio solo
muy castaño y muy tuyo,
que no sabía
mirar,
que no podía
mirar,
y se movía,
por dentro, como se aclara el agua con la luz;
y el ojo
estaba sobre el aire,
y yo lo
estaba viendo sobre mí
creciendo y
arropándome
hasta llenar
la habitación y tener la estatura del miedo.
Y recuerdo,
también, que
en aquel ojo recién naciendo que alumbraba la habitación
y parecía e
agua incólume,
se hizo
primero una tensión interna,
y luego una
fisura,
y después u
ocupaba el lugar que había tenido la pupila,
y aquel
vacío llenaba el mundo y era el centro del ojo,
y en el
centro del ojo, como se mueven unas cortinas,
fueron
apareciendo unas figuras,
unas sombras
que iban en busca de su cuerpo,
y
ponían
en mis ojos
sello,
el mundo de
tu infancia,
el túnel de
tu infancia triste y emborronada.
LO QUE
PIENSAS, SUCEDE,
y
por eso,
cuando estoy
a tu lado prefiero recordarte como se cuelga un cuando
un cuadro
que se clava en las paredes del corazón,
para que no
cambie de sitio,
ni haya en
tu cuerpo o en tus ojos
alguna variante;
y no va a
haberla,
amiga mía,
porque en tu
rostro sólo ha quedado impreso al contraluz, algo que no se sabe bien si es una
huella,
o una
súplica,
o una
perseverancia de procesión de pueblo en donde sólo habitan niños;
y recuerdo
que el pueblo se llamaba Pilaros,
y los niños
marchaban en hileras,
y cada
hilera desfilaba por uno de tus ojos,
y los niños
llevaban la inocencia en la mano
y andaban
con los arena,
y tenían en
los ojos ese chisporroteo con que las lamparillas de aceite se consumen,
y el pueblo
aquel,
¿no lo
recuerdas?
Tenía esa
angustia de cal húmeda que hay en las casas donde han encarcelado a un
inocente,
Y había
junto a la era un pozo seco
Y una luz en
el cielo de mirada acabándose,
Y a las
mujeres no les servía el acento circunflejo para nada o para casi nada,
Y las calles
se barrían únicamente con las olas,
Y el pueblo
por la noche se lavaba las manos en el mar.
¿NO
RECUERDAS QUE A VECES ENCONTRAMOS UNA PERSONA
cuya infancia
podemos reconstruir
por una sola
huella que queda en su mejilla
igual que un
esqueleto puede reconstruirse por sólo un hueso suyo?
Pues bien,
del mismo
modo,
cuando estoy
junto a ti recuerdo o adivino
que alguna
vez te he visto en el paseo,
hace ya
muchos años,
y andabas en
la plaza igual que si bajaras una escalera,
porque
mientras vivimos hay siempre una escalera en nuestra sangre,
y es preciso
bajarla,
y algunas
veces los escalones se terminan,
y a pesar de
ello hay que seguir bajando.
Y luego te
recuerdo cuando eras niña aún
y empiezo a
comprender que ya entonces querías perseverar en algo,
en algo tan
humilde como olvidar las letras de tu nombre,
los años de
tu vida,
las
campanas,
y olvidar,
sobre todo,
la
incomunicación de aquellas casas sin paredes,
de aquellas
casas hechas con papel de periódico,
de aquellas
casas perentorias
que
sucesivamente fuiste habitando en tu niñez.
Esto es lo
que subsiste
en esa
huella de perseveración arrinconada que tienes en los ojos
y me hace
que al mirarte
te siga
viendo aún en aquel pueblo,
desnudita y
cubierta con un vestido huérfano
que se
acortaba más con cada paso tuyo.
Y siempre te
veo así
cuando vas a
la playa y hay tapias que te siguen,
y se van
levantando en torno tuyo para impedirte ver el mar,
y cada uno
de tus pasos tiene su propia tapia,
su propia
cesantía,
y tú estás
esparcida lo mismo que una concha recién pisada,
y no te
puedes reunir con nadie porque nadie te ve,
pero no
puedes encerrarte,
no puedes
enterrarte todavía,
y pretendes
salir,
y quisieras
jugar pero no hay niños,
y quisieras
andar pero no hay calles,
no hay
árboles mirándote,
no hay más
que tapias, tapias que cada vez se hacen más altas
y más
impeditivas,
en los ojos
que a veces tienes que recoger del suelo,
y en tus
piernas de humo,
y en tus
manos de juncos apretándose,
que van
sobreponiéndose
hasta que ya
no pueden reducirse mas,
hasta que ya
no puedes reducirte más
como si el
aire fuera una desilusión que hubieran hecho a tu medida.
LOS HOMBRES
NECESITAN LA INOCENCIA PARA VIVIR A COSTA DE ELLA
y yo te sigo
viendo
con una nube
en cada hombro y una taza de caldo cada día,
y estabas
desclavándote,
y las
palabras que no podías decir,
que no
podías decir a nadie en aquel pueblo te iban atando a una columna
y allí
seguías atada al día siguiente,
una vez
y otra,
y otra
porque la
infancia es una puerta que camina,
es una
puerta abierta que camina y camina en la noche
hasta que
llega ese momento en que hay que defenderse por sí mismo,
hasta que
llega ese momento en que es preciso echar a andar,
¡sea como
sea!
Tienes que
recordarlo,
Amiga mía,
tienes que
recordar que, al fin, dentro de ti se astilló algo
y deseaste
ser culpable para no seguir sola.
ESTO ERA LO QUE EL MUNDO ESPERABA DE TI,
y apenas lo
empezaste a desear,
apenas
comenzaste a sentir ese cambio como si fuera una liberación,
tus manos
fueron destrabándose,
y tu cuerpo
reunió sus migajas,
y tus
piernas corrieron ligerísimas comenzando a sentir la firmeza del suelo.
Entonces
conseguiste llegar hasta la playa
y allí,
junto a lo
libre,
para que
todo acabara de una vez,
para no
seguir siendo una niña distinta,
una niña
lacrada,
te hincaste
de rodillas en la linde de la marea,
y te bañaste
poco a poco,
y te bañaste
lustralmente,
para lavar
entre las olas
ese pecado
que es más viejo que el mundo,
ese pecado
que nunca echa raíces,
ese pecado
virgen que consiste en no ser culpable y nadie quiere perdonar.
15 y 16 de
agosto de 1976
LA OLA
INMÓVIL
ES CURIOSO
SABER QUE TODO EMPIEZA EN LA TRANSMIGRACIÓN DE LA SALIVA
y mis ojos
dentro de poco van a cumplir dos años.
Lo cierto
está tan cerca que el silencio me ha cortado los pies
y la sangre
gotea sobre la alfombra
ya que no
basta ver lo que se ve, es necesario adivinarlo.
Lo que se ve
es un cuerpo en la penumbra,
un cuerpo
que en la noche de amor tiene la plenitud de una ola inmóvil,
que está
siempre en su altura de dominio.
¿Nunca has
pensado, amiga mía, que el cuerpo al desnudarse está más junto?
y luego,
en el
momento en que lo miras,
cobra su
exactitud porque el mirar lo va configurando.
Todo
consiste en la transmigración,
y hoy al
verte he sabido
que el tacto
es el recuerdo más antiguo que tiene el hombre,
y a veces
puede aterrorizarnos
con su temblor
de miel
lenta y
originaria y envolvente.
El tacto es
como el mar
Y el cuerpo
amado es de agua despacísima que no se mueve sino hacia adentro,
desnaciéndose,
ya que la
carne tiembla porque mira y al entregarse está mirándonos.
Hay zonas de
tu cuerpo que en la sombra relumbran
y tienen un
calor reverberante
y un temblor
desciñéndose que es la memoria de su origen,
y ya sabes
que a veces
el cuerpo
participa de la luz
pues el que
toca lo cierto muere,
y noche
adentro sientes que la profundidad del mar se hace inmediata
con el roce
más leve
pues lo
profundo aterra: es desnacer,
y el agua de
tu cuerpo está muy junta y muy temblada
ascendiendo
de la sombra a la luz,
y nunca
acaba su ascensión,
su
encendimiento gradual,
y el pulso
empieza en las estrellas,
y la
creación del mundo se suspende hasta que ya en el mar sólo queda una ola,
sólo cabe
una ola que al llegar a la playa queda en vilo,
sabiendo
que no puede
romper sino acabándose.
21 de agosto
de 1977
EN LA NOCHE
FINAL DE LA AUSENCIA EL POETA PIENSA EN LA AMADA Y LA LLUVIA LOS UNE
NADA TENGO
SIN TI, SÓLO UNA LENTA
comunidad de
sombra en la mirada,
y esta
necesidad desesperada
que crece
sin vivir muerta y violenta.
Dura la
sombra hasta que viene el día
y el sol
entre los hombres se reparte,
¡qué color
tendrá el ojo al contemplarte
si así lo
enciende ya tu cercanía!
Mis ojos que
en el viento están impresos
miran la
noche y a crecer empieza
este quieto
empujón de la tristeza
que gasta el
andamiaje de mis huesos.
El alba es
la inocencia de la aurora,
cuando venga
la luz vendrá contigo,
la lentitud
del cielo es un castigo
y una
habilitación que siento ahora.
Si el sol
andando a pie viene en mi ayuda,
aún le falta
su luz a la mañana,
no puedo
verte y la memoria es vana,
no puedo
hablarte y la palabra es muda.
La ausencia
tiritante y aleada
se acorta
convirtiéndose en espera,
si ceniza de
ayer es la ceguera,
ceniza de
esperar es la mirada.
La noche que
es inútil y es un ruego
va
maniatando al mundo en su atadura,
y deja en el
mirar la quemadura
de ti que me
hace verte o me hace ciego.
Para que
vuelvas tú sólo es preciso
que el
lucero del alba empiece el vuelo
sobre La
Golondrina, y en el cielo
haya un
lento deshielo circunciso.
Tengo la
sangre convertida en plomo
y la
esperanza convertida en fe,
vivir para
mirar sin saber qué,
mirar para
temblar sin saber cómo.
Si el cielo
dice que la luz vendrá
el sol está
esperando todavía…
¡qué fuerza
le da al hombre la alegría!,
piso tu
sombra que en el suelo está.
Los ojos
viven lo que están buscando
y hablo en
voz alta para estar contigo;
puedo decir:
Vendrás, y si lo digo
mañana es
sólo una palabra andando.
¿En la
lluvia mis manos reconoces?,
tal vez nos
está uniendo en sus extremos,
y en este
mismo instante ya tenemos
un solo
corazón que habla a dos voces.
No puedo
más, no puedo más, la cita
que hace
girar al cielo ya no ceja,
y vienes con
la luz como se deja
una palabra
en el papel escrita.
El tiempo
lañador y transitivo
va dejando
en el aire tu traslado;
ya nos
empieza a unir y ya ha empezado
la extraña
gloria de sentirme vivo.
La ausencia
es una luz interrumpida;
el cielo
palidece y azulea,
y el sol que
nos alumbra, nos recrea;
la espera
terminó; llega la vida.
22 de agosto
de 1977
POR MOR
A Miguel
Hernández
LOS OJOS SE
ME CIERRAN Y NO PUEDO
atarme al
sueño de las horas muertas.
Despertar es
peor, cuando despiertas
ya estás
atornillado con el miedo.
Una luz en
la noche dice adiós
y en un
instante el beso se hace amargo;
donde hay dos
hay dolor y sin embargo
la vida sólo
empieza donde hay dos.
Debo tener
los ojos tan abiertos
que
despierto insepulto, y es la vida
una
disposición entelerida:
hay
despertares que producen muertos.
Esta España
de luz, mierda y aulaga,
que muere de
su misma obstinación,
confunde la
soberbia y la ambición
y duele
siempre con la misma llaga.
Y este
amontonamiento, este despiece
que nos va
arrinconando en el trastero;
la vida
nunca es mutua, ya prefiero
que el
tiempo acabe y el silencio empiece.
La prensa
con su ayer momificado
que todo lo
sujeta a su dominio;
las noticias
de Bolsa y su exterminio,
el odio
divisor y acelerado.
Nos basta
hablar para pagar tributo
y el revés
de la trama vuelve a verse
cuando el
tapiz empieza a destejerse
y el cuerpo
vive ya su propio luto,
y sabes que
el orgasmo es un autismo
que tienen
el amado y el amante,
y sientes su
terror participante
que te hace
resbalar hacia ti mismo.
Doy todo lo
que tengo y lo que soy
y de mi
propia entrega desconfío,
quizás no he
dado nunca nada mío,
tiempo
perdido y testamento doy.
Si el alba
nos renueva el nacimiento,
la noche nos
confirma la agonía,
y entre un
súbito olor de enfermería,
despierto,
busco, sufro, callo y siento
la herida
hereditaria en que me hundo,
y este sabor
de sangre en el amor,
y este largo
deshielo de estupor
que va
llenando con su sombra el mundo.
17 de agosto
de 1977
A Jesucristo N.S., muerto en la Cruz para salvarnos
Casi en las manos sosteniendo el brío,
desprendido y yacente el cuerpo santo
deshabitado está, ¡no alzad el llanto!
Ya tiene luz la rosa y gozo el río.
La muerte confirmó su señorío
sobre la carne del Señor y, en tanto,
si es sombra sana su mortal quebranto,
ya está el tiempo parado, Cristo mío;
ya está el tiempo en el mar y está cumplida
la noche en la mirada redentora
que vio la luz mirando el firmamento.
¡y volverá el pecado con la vida,
y clavada en la cruz está la Aurora
ya inútil al abrazo y leve al viento!
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