jueves, 14 de marzo de 2013

Luis Rosales

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Luis Rosales Camacho. (Granada,31 de mayo de 1910 - Madrid, 24 de octubre de 1992). Poeta español de la Generación del 36.

Estudia Filosofía, Letras y Derecho en la Universidad de Granada. En 1930 se traslada a Madrid para continuar sus estudios y entabla allí amistad con los garcilasistas Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo y José García Nieto. Pronto se convierte en la cabeza de la Generación del 36 y en uno de los máximos exponentes de la denominada "poesía arraigada".

Publica sus primeros poemas en las revistas Los cuatro vientos, Cruz y raya, Vértice y El gallo. En Madrid publica un libro de poesía amorosa, Abril, donde se refleja la influencia de Garcilaso de la Vega en el poeta. Parte de su obra comienza a publicarse también en la revista Caballo verde, fundada por Pablo Neruda y que recoge trabajos de otros poetas como Vicente Aleixandre o Miguel Hernández.

En 1937 colabora en la revista Jerarquía y varios años más tarde, es secretario de la revista Escorial. En 1949 publica La casa encendida y en 1979 Diario de una resurrección, ambas consideradas sus obras cumbre.

Desde 1953 hasta 1965 dirige la revista Estafeta literaria, que es posteriormente continuada por Nueva estafeta (1978-1982). Durante estos años se doctora en Filosofía.
Estudioso de los manuscritos del Siglo de Oro español, pasa a formar parte de la Hispanic Society of America y en 1962 ingresa como miembro de número en la Real Academia Española. En 1982 recibe el Premio Miguel de Cervantes como reconocimiento a toda su obra. (Del Instituto Cervantes).


EL DIARIO DE UNA RESURRECCIÓN
Entre 1976 y 1978, después de la muerte de Francisco Franco, mientras España vive un proceso constituyente en busca de la democracia, el poeta Luis Rosales elabora su Diario de una resurrección (1979), un libro también constituyente, porque asume una radical transformación de la intimidad, la mirada poética y la comprensión del propio ser y de las razones de la vida.
La palabra del alma es la memoria,
La expresión unitiva y total
Sobre cuya palabra se constituye nuestro recuerdo,
Y sobre cuya raíz se constituye y verifica la esperanza nuestra,
La esperanza del hombre que quizá es tan sólo la memoria filial
Que aún tenemos de Dios.



QUIEN CAMINA DOS METROS SIN DESPERTAR SIMPATÍA, CAMINA HACIA LA TUMBA
Homenaje a Walt Whitman
Hay hombres que al andar son atraídos por la tierra,
y siempre caen del mismo lado,
parece que caminan,
parece que caminan y que sus pasos van a llevarles a algún sitio,
pero no pueden sostenerse
desde si mismos
porque se caen,
se están cayendo desde su nacimiento hasta su muerte,
desde su traje a la oficina
en la que viven almacenados,
conyugales
y pusilánimes,
pero sintiéndose seguros
como quien recupera su aparato ortopédico.
Pudieran ser ministros, definiciones, testamentos
o simplemente hombres,
o simplemente lluvia
cuya ley es caer,
seguir cayendo
desde su nacimiento hasta su toma de posesión;
y se les nota la caída
en el ceremonial de la mirada
que se adelanta un poco a ellos,
un poco nada más,
formando un bulto,
una protuberancia de ojo de rana como una hernia sobre el rostro;
que se adelanta, un poco, a ellos,
como es sabido
para reivindicar su paso mínimo, su paso ya enterrado,
mientras parece que caminan,
mientras parece que caminan y están cayendo únicamente,
y haciéndonos caer.


EL MUNDO ES NUESTRA HERENCIA
Balada de lo que siempre se difiere

Considérate vivo y ponte en cura, 
lo restante no importa.
Basta cambiar de sitio la alegría
que nadie tiene.
Ahora
ponte a hacer el amor.
La primavera
está siempre esperando,
aunque nos toca
alguna hambre del mundo en el reparto,
y una extraña congoja
hace que nuestros huesos, de repente,
entierren el amor sobre la alfombra.
Considérate vivo; es suficiente,
basta vivir como quien da limosna,
basta ponerse en marcha y que la vida
cobre su transitoria
y pujante verdad:
todo esta siendo
cuanto ha podido ser:
las mariposas
no son estrellas: vuelan
un solo día de sol y se deshojan.
No elijas tu camino: no hay caminos,
la luz es luz como la sombra es sombra,
considérate vivo y ponte en cura,
lo restante no importa.
Hay quien entierra el mundo poco a poco
y en la playa, cansado, el mar se ahoga.
No esperes un milagro que te quite
del pecho esta congoja;
no hay nada ya que preguntar, no hay nada
que responder,
hay cosas.
¿Las ves? Míralas bien, pues las palabras
son lluvia sobre el mar.
Como una copa
de vino hay que beber
la vida gota a gota,
porque la angustia embriaga como el vino,
hasta poder decir:
llegó la hora,
no sabemos de que,
no lo sabemos
ni lo hemos de saber, pero no importa
ha llegado y es todo: nos empuja;
es nuestra y nos conforta.
Considérate vivo y no preguntes
lo que tienes que hacer:
llego la hora.


DE CÓMO AL CONTEMPLAR LOS OJOS DE SU HIJO, NACIÓ UNA ESTRELLA NUEVA

Como un cendal la estrella fugitiva
se levantó en la luz de la mirada
con la extensión del agua sosegada
y el verde silencioso de la oliva.
En la dulce pupila pensativa
nació la luz y se encontró agraciada,
como crece el silencio en la nevada
y se funde en el mar la nieve viva.
Nació de aquel mirar nuestra alegría,
-el humano mirar en cuyo vuelo
el silencio de Dios buscaba al hombre -
y una estrella nació, la que aún nos guía,
la estrella de Belén que está en el cielo
como se forma en nuestra boca un nombre.


NANA...

Duérmete, niño mío,
flor de mi sangre,
lucero custodiado,
luz caminante.
Si las sombras se alargan
sobre los árboles,
detrás de cada tronco
combate un ángel.
Si las estrellas bajan
para mirarte,
detrás de cada estrella
camina un ángel.
Si la nieve descansa
sobre tu carne,
detrás de cada copo
solloza un ángel.
Sí viene el mar humilde
para besarte,
detrás de cada ola
relumbra un ángel.
¿Tendrá el sueño en tus ojos
sitio bastante?
Duerme, recién nacido,
pan de mi carne,
lucero custodiado,
luz caminante,
duerme, que calle el viento.
Dile que calle.


DE CÓMO VINO ALEGREMENTE LA PRIMAVERA

Cuando el sol va a estudiar viene en mi ayuda;
algo tiene hoy la luz interminable;
¡deja que el sol en tu silencio hable,
el sol que en primavera se desnuda!
Un viento casi escrito, una menuda
expectación que ya es irreparable
y esta visión melódica y probable
del aire, al fin, en primavera muda.
Todo empieza a vibrar en la distancia,
y hay un olor de tierra hacia la infancia,
hay tibieza de miel y establo viejo;
ya es nuestro el corazón, la sangre gira,
y en el latir del cielo Abril se mira
igual que una violeta en un espejo.


MEMORIA DE LA SANGRE

Como una ola que nos diera el nivel de tu corazón, la risa te sorprende los labios y los ojos, 
¡qué vencida hermosura de jazmín aireado!, 
¡qué transparencia viva de espuma en el sonido, qué espigas en el viento!, 
¡qué tránsito clarísimo del silencio al espacio! 
Del silencio que pierde movimiento en tus ojos oscuros, 
en tus ojos que tienen tímida la tristeza y una oscura presencia de sangre decidida, 
y una ponderación aventurada y triste por la gloria más limpia de ternura en la tierra. 
¡Ay la risa en tus labios, la ola rosa, donde las flores son novicias del silencio! 
Y ¡ay la risa en tu carne, la sorpresa del agua, la sonrisa del agua, la claridad más sola, 
y el candor en la luz, y el asombro purísimo de ver continuamente sin comprender los ojos!


AHORA Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE AMÉN

Cuando los ojos se me queden secos
como un campo de esparto, cuando no
puedan mirar pero recuerden, cuando
la imagen de tu rostro sea anterior
a haberte conocido, y en la era
el trigo haya aprendido tu color,
y la noche se quede detenida
para siempre jamas, y no haya sol,
ni haya mas luz que la que da tu cuerpo
resplandeciendo sin consumación,
entonces
¿dime tú? ,¿dime tú cuando
hemos soñado un sueño entre los dos
que por sonarlo dos fue verdadero?,
¿cuando sentí en la boca tu temblor,
y nos amamos en la playa, y hubo
una arena descalza entre tú y yo,
y el mar nos empujaba y nos unía,
y el agua se fue haciendo corazón
y comenzó a latir?
Y todo era
cierto, mas cierto aún, progenitor,
y lo vivimos juntos poco a poco
como se vive una resurrección,
una música interna, una paloma
que vuela dentro de tu cuerpo y no
puede dejar el vuelo y te tropieza,
te tropieza por dentro y se hace voz.
Esto fue cuando el mar dijo tu nombre
para aprender a hablar. Fue en Gala d'Or.


TÚ SÍ LOS LLAMARÁS
Bienaventurados los que lloran,
Porque ellos serán consolados.
A Primitivo de la Quintana

Tienen nombre, señor, son los que sufren,
las sombras semejantes,
las sombras que se quedan en los cuerpos
mientras va su vivir deletreándose
para ganar el pan. ¿Quien los sostiene?
Son los muertos que nacen
del invierno del mundo, son los muertos
que están viviendo y arden
con aceite de Dios; los sucedidos
mendigos, con la sangre
que sube por sus cuerpos como sube
la humedad en los muros de la cárcel.
Tienen nombre, señor, son los que quieren
soñar de noche y los despierta el hambre,
los que te duelen tanto que no puedes
mirarlos sin quemarles.
Tu sí los llamaras. Son los que sufren,
los semovientes náufragos que saben
que el agua ira gastando día tras día
la nieve fácil
de los muertos que viven porque nunca
se acaban de caer. ¡Tú vuelve a nombrarles!
Nadie sabe su nombre entre nosotros,
son los muertos que nacen,
son los muertos que enferman de los vivos,
los muertos naturales.


ABRAZADA A UNA LAGRIMA
A Maria Dolores Acquaroni
Como la hormiga testaruda lleva su carga sosteniéndose en ella
así te encuentro siempre abrazada a una lágrima,
a una lágrima tuya que no has llorado todavía,
que no quieres llorar,
que no puedes llorar porque es mas grande que tu cuerpo,
y no la puedes contener como el mundo no contiene su noche,
y te apoyas en ella, sin llorarla, para que siga estando junta,
y duermes a su lado vigilándola un poco,
y la sostienes en tus brazos, sin llegar a abarcarla, como el raíl sostiene el tren,
y la proteges con tu vida de la profanación
para que el mundo, pequeñito, no la pueda enjugar en su pañuelo.


EL NAUFRAGIO INTERIOR
A Juan Pedro Quiñonero
A veces se separan
los pasos que hemos dado y ves que todo
pierde su juventud:
la vida entera
cabe dentro de un odio.
Tratas de unir de nuevo
la sombra con el cuerpo y el reposo
con el cansancio de vivir:
no vives,
lo recuerdas tan solo.
No hay respuesta posible a una pregunta,
¿tuve un nudo en los ojos
que me impidió mirar?;
o bien un ciego
temblor, un transitorio
temblor de nácar, dentro
de la mirada roto,
igual que en el naufragio
se empieza a abrir el agua y ves que todo
esta hundiéndose en ella,
y sólo quieres
no tocar nunca la verdad del fondo
para seguir cayendo,
como un grito
que abandonado sigue ardiendo solo.


SIEMPRE HAY LUTO EN EL HIELO

La despedida es corta,
larga la ausencia.
Antes de que se acabe la luz de este verano
voy a decirte varias cosas que nunca pude sospechar:
en el cuerpo me han brotado hojas nuevas,
una gota de agua, vista en el microscopio, es igual que una boda,
y tú has llegado a ser mi palabra diaria,
mi lenguaje,
y enmarcas ya la vida entera dándole forma al mundo y cuerpo al sueño.
Tu acción es tan viviente
que piense lo que piense me estás constituyendo
lo mismo que el silencio separa las palabras para darles sentido.
La ausencia es como azúcar distraída
y al recordarte ahora se abre en mi un hormiguero con sus miles de hormigas cosquilleándome en la piel,
y has de saber, amiga mía,
que entre el sábado y el domingo hay un entierro rapidísimo,
y en Cercedilla las hortensias insisten en su conjugación
y «el aire ha variado» solo porque tú existes.
Si de pronto murieras en el lugar mas lejano del mundo,
si de pronto murieras, en ese mismo instante, tendría un desprendimiento de retina,
y el mundo en torno mío se irá desvaneciendo
pues ya le das sentido de tal modo
que en la acción de olvidar hay algo tuyo y no puedo olvidarte sino a través de ti,
que eres el agua originaria,
la trama de los días,
la cintura donde quedan las huellas,
como en la deshabitación de estar ausente no queda el hueco sino el rastro,
y algo así como un traje de vivir,
y una voz semejante a la tuya que ahora he vuelto a escuchar pues ya sabes que las mañanas son un poco alucinatorias,
y una envoltura de estupor,
una trasminación de piel a piel
y un beso,
casi un beso,
que estoy sintiendo ahora despertar en mis labios,
de manera inmanente,
igual que en el cristal se conserva el color de la luz como una vibración.
21 de agosto de 1977


PALABRAS PARA ALGO MÁS QUE UN DOLOR

Tal vez sólo es posible que podamos amarnos mientras que dura un beso
o si se quiere una ardentía
que, poco mas o menos, es una lastima de incendio,
quizá una lagrima de incendio,
y no puede vivir sino acabándose,
como la duración de una palabra sólo nos dice su verdad cuando está terminada
y deja su memoria en el oído.
Tal vez tengo un cansancio dirimente
y he llegado hasta ti como el naufrago si le empujan las olas puede llegar hasta la playa,
y he comenzado a andar con unos pasos tartamudos
hasta quedar extenuado,
y esto es ya como ver la espalda al día,
esto ya no es amar sino caer,
seguir cayendo sobre tu cuerpo como la noche cae en el mundo,
mientras siento crujir mis huesos y mis besos.
Tal vez es cierto y sin embargo es triste
que nuestro amor sólo puede durar mientras que dure un beso,
pero al besarte el tiempo se establece,
tu cuerpo comienza a ser una pregunta,
cada una de tus manos tiene su gesto propio,
y el mirar de tus ojos empieza a conjugarse en voz pasiva.
Así me voy llenando de música y de tiempo,
y la música es sed,
y la sed es tan corta que tiene que nacer continuamente
como nacen mis ojos cuando el vestido empieza a resbalar sobre tus caderas
y aparecen tus hombros soleados,
tu momentánea piel,
y tu cuello de miel agonizante,
y tu cintura que es de agua,
y recorro, una vez y otra vez, el corto territorio de tu vientre,
con un mirar infinitesimal,
con un encendimiento que cada vez se hace mayor
y que al fin se convierte en bautismo
sobre un pecho pequeño que cabe en un dedal
y unas rodillas fuertes y despiertísimas que alguna vez como las nubes tienden a separarse,
y las manos te nacen de repente igual que brota un manantial,
y las caricias vienen del origen del mundo,
ya que cuando se ama
todo el cuerpo termina siendo labio.
Y no puedo olvidar que esto es un premio,
amiga mía,
un premio que me han dado para identificarme con la nieve,
mientras te miro
y se borra poco a poco tu rostro como se empañan los cristales
pues estoy atendiendo a otro dialogo,
y este dialogo es una lagrima que tengo ya en el ojo,
puesta a punto
y nunca acaba de caer,
y se va convirtiendo en araña,
y siento su temblor,
su velludo temblor parpadeándome,
y es un poco de miedo
o una embolia
que toca con su hielo esta vida que es mía
y la contabiliza, hora tras hora, como se cierra un inventario.
Y esto no es doloroso,
amiga mía,
esto es así,
como una mano que te agarra por dentro
pensando en que la carne se enciende sin arder,
y la demora se convierta en culpa
y el beso que te doy deje de ser una caricia
y sea mas bien una pregunta,
esa pregunta destituyente
que no me atrevo a hacer sino en tu boca,
pues todo lo que soy depende de ella,
depende de saber que nuestro amor pudo resucitarnos
—ésta fue su misión y la ha cumplido—
pero
sólo puede durar
mientras que dure un beso.
2 de agosto de 1976





La luz que del cielo vino,

la luz que del cielo viene,

ya, junto al mar, se detiene;

quizás no sabe el camino.

Ya dentro del mar no brilla
carnal, sino reflejada,
la luz todavía habitada 
que muere junto a la orilla.



CANCIÓN DE LA NIEVE 
QUE UNIFICA AL MUNDO 



Somos hombres, Señor, y lo viviente 
ya no puede servirnos de semilla; 
entre un mar y otro mar no existe orilla; 
la misma voz con que te canto miente. 
La culpa es culpa y oscurece el bien; 
sólo queda la nieve blanca y fría, 
y andar, andar, andar hasta que un día 
lleguemos, sin saberlo, hasta Belén. 
La nieve borra los caminos; ella 
nos llevará hacia Ti que nunca duermes; 
su luz alumbrará los pies inermes, 
su resplandor nos servirá de estrella. 
Llegaremos de noche, y el helor 
de nuestra propia sangre Te daremos. 
Éste es nuestro regalo: no tenemos 
más que dolor, dolor, dolor, dolor.

DE CÓMO VINO AL MUNDO LA ORACIÓN 

De lirio en oración, de espuma herida 
por el paso del alba silenciosa; 
de carne sin pecado en la gozosa 
contemplación del niño sorprendida; 
de nieve que detiene su caída 
sobre la paja que al Señor desposa; 
de sangre en asunción junto a la rosa 
del virginal regazo desprendida; 
de mirar levantado hacia la altura 
como una fuente con el agua helada 
donde el gozo encontró recogimiento; 
de manos que juntaron su hermosura 
para calmar, en la extensión nevada, 
su angustia al hombre y su abandono al viento.


LA ÚLTIMA LUZ 

Eres de cielo hacia la tarde, tienes 
ya dorada la luz en las pupilas, 
como un poco de nieve atardeciendo 
que sabe que atardece. 
Y yo querría 
cegar del corazón, cegar de verte 
cayendo hacia ti misma 
como la tarde cae, como la noche 
ciega la luz del bosque en que camina 
de copa en copa cada vez más alta, 
hasta la rama isleña, sonreída 
por el último sol, 
¡y sé que avanzas 
porque avanza la noche! y que iluminas 
tres hojas solas en el bosque, 
y pienso 
que la sombra te hará clara y distinta, 
que todo el sol del mundo en ti descansa, 
en ti, la retrasada, la encendida 
rama del corazón en la que aún tiembla 
la luz sin sol donde se cumple el día.


MEMORIA DE TRÁNSITO

Herido de amor huido 
F. García Lorca
Abril, porque siento, creo, 
pon calma en los ojos míos, 
¿los montes, mares y ríos, 
qué son sino devaneo?; 
mirando la nieve veo 
memoria de tu hermosura, 
y cuando vi en su blancura 
tu inmediata eternidad, 
¿fuiste si no claridad, 
temblor, paciencia y dulzura? 
Tu leve paso indolente 
deja en mis ojos su aroma, 
los ojos en donde toma 
revelación permanente; 
bienaventuradamente 
nacieron para el olvido, 
tu piel de asombro encendido, 
tus ojos de limpio viento, 
y esta ternura que siento 
«herido de amor huido». 
Los sitios donde has estado 
en la memoria los llevo 
sólo para ver de nuevo 
el rastro que allí has dejado; 
la tierra que tú has pisado 
vuelvo a pisar; nada soy 
más que este sueño en que voy 
desde tu ausencia a la nada. 
me hizo vivir tu mirada: 
fiel al tránsito aquí estoy.


Y ESCRIBIR TU SILENCIO SOBRE EL AGUA

Sólo florece el agua que está queda 
MIGUEL DE UNAMUNO

No sé si es sombra en el cristal, si es sólo 
calor que empaña un brillo; nadie sabe 
si es de vuelo este pájaro o de llanto; 
nadie le oprime con su mano, nunca 
le he sentido latir, y está cayendo 
como sombra de lluvia, dentro y dulce, 
del bosque de la sangre, hasta dejarla 
casi acuñada y vegetal, tranquila. 
No sé, siempre es así, tu voz me llega 
como el aire de Marzo en un espejo, 
como el paso que mueve una cortina 
detrás de la mirada; ya me siento 
oscuro y casi andado; no sé cómo 
voy a llegar, buscándote, hasta el centro 
de nuestro corazón, y allí decirte, 
madre, que yo he de hacer en tanto viva, 
que no te quedes huérfana de hijo, 
que no te quedes sola allá en tu cielo, 
que no te falte yo como me faltas.


De "El diario de una resurrección"


LA ABSOLUCIÓN

«Si TÚ ME LO PIDIERAS»,
Si tú me lo pidieras cuando llega esa hora
en que la vida empieza a hacer preguntas sin respuesta,
como se hace un raspado de matriz
o se pone en las venas una inyección de aire;
y después,
pero inmediatamente,
oyeses algo más terminante aún:
una respuesta sin pregunta;
y el viento caminara con muletas,
y el mar dejase a nuestras plantas
sus indefensas olas de puntos suspensivos,
y todo ese mañana que hemos vivido juntos
se hiciera sibilante y disimilador
como las ruedas de un tren chirrían cuando se pone en movimiento,
y la rosa de un solo pétalo se convirtiera en una serpiente coral,
que levantara su cabeza,
lela y bamboleándola,
de tu cuerpo a mi cuerpo
como se cierra una interrogación.

ESTO PUEDE OCURRIR,
esto puede ocurrir a cualquier hora,
no me digas que no, quizá va a acontecer
mañana o esta noche
mientras las ramas y las hojas caen,
las hojas y las horas,
y se quedan suspensas en el aire como se borra en la memoria una advertencia inútil,
pues
de algún modo,
amiga mía,
ese asombro que siento junto a ti
ya no es vivir sino velar tu cuerpo.

Y SIN EMBARGO, SI TÚ ME LO PIDIERAS,
si tú me lo pidieras aunque ya fuese al despedirte,
si
yo
pudiese oírlo,
aunque fuera una sola vez,
tal vez sería posible que la carne agrietada se volviera a juntar como se juntan en el labio unas palabras de perdón,
y la vida ya no sería un gurruño,
y el cuerpo que aún me queda sonaría,
comenzaría a recuperarse como un río se evapora,
y se convierte en un temblor dialogado y concéntrico
sobre la piel tirante de tu vientre
cuando llega esa hora en que la absolución es algo más que una palabra,
cuando llega esa hora
en que despierta al fin el jardín de los pájaros,
y siento que sus alas me golpean en el rostro
buscando la salida v hallando la alegría,
y el cuerpo se hace música,
música tiritante,
una vez
y otra vez,
con su empujón de lluvia y de violetas húmedas,
hasta sentirme tuyo,
hasta nacerme,
ya
que
si tú me lo pidieras,
no se como,
pero si tú me lo pidieras,
en ese instante mismo nacería.
4 de agosto de 1976


LA ESPERA FORMA PARTE DE LA ALEGRÍA
CUANDO VUELVAS
mis ojos estarán extenuados
como si en estos meses dejativos y transeúntes
nunca hubieran dejado de andar para mirarte.
La ausencia pesa tanto que es preciso convertirla en espera, apaciguarla
igual que se hace un torniquete sobre el brazo para evitar la pérdida de sangre;
y ahora quiero decir
que en cada uno de los sitios en donde nos citamos
la esperanza de verte tiene un nivel distinto,
cada lugar tiene su profecía,
éste es el rito de la espera.
Dicen, amiga mía, «que el humo sabe adónde va»,
y por lo tanto en esta hora sólo tengo que hacer un sustraendo,
una ligera operación mental,
y recordar los ruiseñores absolutos,
las sombras disponibles.
Los membrillos,
las llagas,
y así he llegado hasta tu calle,
y ahora me encuentro ante tu puerta
para quedarme quieto, sin llamar, porque la dilación forma parte de la alegría,
y sé que el corazón hay que reunirlo poco a poco,
hay que reunirlo prematuramente
para poder tenerlo junto en el momento necesario.

LA PUERTA ES UN ESPEJO QUE SE MUEVE
y al acercarme
pesa tanto la mano que no la puedo levantar para tocar el timbre,
no llego hasta esa altura,
hay días en que la muerte está tan cerca que no se puede alzar la mano;
y a causa de ello
he iniciado el retorno
para seguir callejeando sólo un momento más,
sólo un momento,
detenido,
igual que el agua fría se bebe sorbo a sorbo,
o
también
como a veces se detiene el orgasmo,
cuando la dicha es tan intensa que no queremos que se agote,
y volver a empezar se parece a morir.


LOS AMIGOS ME DICEN QUE CUANDO ESTÁS EN LA PLAYA BAÑÁNDOTE LAS NUBES SE ADELANTAN A LAS OLAS,
y yo estoy solo ante tu casa
tratando de vivir este momento previo,
y salgo a la avenida
en donde todos los portales tienen el mismo número igual que las arterias tienen la misma sangre,
y las casas sienten de tal manera su vecindad que abandonan la acera
y tienden a acercarse como las letras de una sílaba,
y todas las ventanas comienzan a cerrarse,
todavía no, mi amor, espera un poco, hay que acabar este paseo
y demorar los pasos y los ojos hasta entrar en el cine
cumpliendo un rito de purificación,
ya
que
lo cierto es como un parto,
y al entrar en la sala te adentras en la sombra,
y en el silencio escuchas la sangre dialogada,
y sientes un calor primigenio y anónimo que te taladra con una especie de rubor corporal,
¿no has observado que al sentarte en el cine te inmovilizas y tardas mucho tiempo en atreverte a mirar hacia tus compañeros de butaca por temor a encontrarlos desnudos?
y desnudos están,
configurándose,
en la antesala del vivir,
y si entonces les tocaras los ojos tocarías la esperanza.
Esto pudiera sucederme
ahora,
si no salgo a la calle para desplacentarme,
—tengo que hacerlo pronto—
y al salir estoy viendo que los políticos de izquierdas hablan
siempre del pueblo,
y los políticos de derechas hablan siempre de España,
¡qué difícil es hablar sin mentir!
todavía no, mi amor, espera un poco, hay que alargar este paseo,
y tú estarás ahora con el cuerpo dormido bajo el sol,
mientras las casas convecinas,
las casas que tantas veces vimos juntos,
continúan acercándose y estrechando la calle,
estrechando la calle para hacerla más íntima y más tuya
igual que las paredes de la alcoba,
cuando llega la noche,
se empiezan a abrazar para darnos facilidades.


ASÍ LLEGO HASTA EL BAR QUE ESTÁ VACÍO,
pero lleno de huellas,
como queda la tierra coceada donde hubo una estampida.
Ayer quizá fue día de fiesta,
y el inmenso salón me recuerda una playa
en cuyo extremo hay un sofá de terciopelo rojo,
y en el extremo del sofá está sentada una pareja
que ha venido al café para esperar;
y ambos se esperan aunque están mirándose,
pues algo de ellos no ha llegado aún,
y ambos tienen una misma desolación
que les está neutralizando
como si se tuvieran que suicidar ahora para hacer el amor a la salida.
(Hay personas así, que tienen el amor despavorido
y el miedo no les da nunca cesantía.)
Y yo fui acostumbrándome a este bar
en donde veo dos gatos que se están generalizando
—la cafetera lagrimeante, el anaquel, la tortilla difunta—
y una mujer muy rubia que como no tiene nada que hacer deposita su rostro en el espejo,
y otra mujer muy cierta que entra ahora, se sienta junto a mí y está moreneando,
mientras que los amantes venideros,
los amantes que deshabitan el sofá se empiezan a tocar de una manera exánime,
y siento que el reloj es un goteo de sangre en la muñeca,
y el tiempo se hace un grito,
y me bebo de un sorbo el café solo,
y la sangre se mueve por mis venas con ese miedo líquido de la felicidad 
cuando salgo a la calle
todavía no, mi amor, espera un poco, hay que alargar este paseo
y siento ya bajo la lengua la miel anticipada
como un interruptor que apaga el mundo
todavía no, mi amor, espera un poco
y comienza a entreabrirse una puerta,
todavía no, mi vida,
y tú estás encuadrada en el dintel,
espera un poco
y al fin puedo mirarte para seguir creyendo en lo que veo.
5 v 6 de agosto de 1976


NADIE ES PROFETA EN SU ESPEJO

DlME, ¿SIENTES AÚN LA ANTIGUA HERIDA
cuando el amor te baña en su oleaje
y el beso es luz como el amor es traje
y el labio es sed como la noche es vida?
Dime que sí, que sí, como me dices
que no con la tristeza arrinconada
cuando ya el beso se convierte en nada
en los mártires labios aprendices.
Tú, mi instantaneidad, mi únicamente,
la lluvia que vino a vivir conmigo,
trigo es mi voz cuando te nombra, trigo,
puente es mi cuerpo al abrazarte, puente.
Tú, mi diaria eternidad primera,
la noche que se junta con el día
cuando cruje en la carne la alegría
y a la puerta del cuarto el mar espera,
y el espejo es un agua tiritando,
y el agua sube lentamente un monte,
donde tu cuerpo llena el horizonte
y veo lo mismo en lo que estoy soñando.
7 de agosto de 1976

EL ESPEJO

EL TIEMPO ES UN ESPEJO CON DISTINTAS IMÁGENES
que brillan en su fondo como una procesión de fuegos fatuos
hasta que el humo las dispersa,
y entonces
siempre ocurre lo mismo:
aparece tu rostro,
y sé que para verte tengo que hacer un gran viaje desde mis ojos a los tuyos,
y desvivir distancias, advertencias y defunciones,
pues sólo puedo verte traspasando un espejo
y se astilla el cristal cuando paso por él,
y cada esquirla es una herida,
y vivir es tan sólo un espejo sangrando,
un espejo que se vuelve a quebrar todos los días cuando paso por él para mirarte,
porque no hay solución,
no hay claveles adrede,
y al romperse el espejo se multiplican las imágenes
y apareces en todas como eres:
radiante y casual,
pero no puedo verte,
no te veo,
pues en el fondo de mis ojos queda un poco de humo.
Esto es lo que me pasa,
porque el humo me llama por mi nombre, 
habla mi propia lengua,
para hacerme saber que todo lo profundo es doloroso,
y hay que ser consecuentes con el humo,
llevarle de la mano mientras quede en el aire una vedija,
pero esto no es tan fácil, pues al hacerlo muchas veces,
puedes quedar desencarnado,
como si te estuvieras viendo en un espejo que se deshiela;
y por esta razón vivimos juntos
mientras nacen las cosas si las tocas,
y van haciéndose reales,
contributivas,
tuyas,
porque te quiero tanto
y de tal modo
que me sangran los ojos al mirarte como si todo lo que nos une fuese una despedida.



LA LUZ INTERRUMPIDA
Homenaje a Juan Ramón

NUNCA PERO CONTIGO, AUNQUE LA VIDA SEA
la luz de esa mañana que nunca viviremos, 
un tren que no esperabas y ha llegado, una hora
que empieza siendo alondra y acaba siendo espejo.
Cuántas veces he visto un columpio en tus ojos
mirando y sin mirar un ayer venidero,
viviendo y sin vivir algo que nunca llega
y a fuerza de esperarlo se va haciendo más nuestro.
Miradas con recuerdos por hacer que aún se doran
¿en qué sol amarillo o en qué tarde de invierno?
soles que ya estuvieron ardiendo en otra boca
y luego al enfriarse se convierten en besos.
Manos que poco a poco se han ido haciendo sombras
y alucinadamente te acarician durmiendo,
cenizas ¿de qué luto?, despertar ¿en qué vida?,
y esta mínima y lenta procesión de los huesos,
y este temblor de azúcar bajo la lengua cuando
te toco y no sé cómo despiertas y te veo
y tu cuerpo es un río que pasa ante mis ojos
y el amor vuelve a darnos su desmemoriamiento,
y esto quizás no vuelva a suceder, quizás
no vuelva a despertarme con los ojos abiertos,
ni sepa en qué momento de luz interrumpida
la nieve vendrá a verme cuando estemos naciendo
juntos y para siempre, ¿en qué mañana? ¿cuándo
seré sólo una lluvia de ceniza en tu cuerpo
y aún querré estar contigo y vivir una vida,
de después o de nunca, para seguir cayendo?
14 de agosto de 1976



EL PECADO
A Pedro Lorenzo
CUANDO TE DESENTIERRAS EN EL SUEÑO TODO ESTÁ SIENDO LO QUE ES,
y al despertar todo se hace impreciso,
pues ya sabes
que el recuerdo es un tacto,
y el tacto tiene a veces una forma adivinatoria
que permite palpar la oscuridad
como las manos se adelantan cuando caminas en la sombra.
Esta mañana al despertarme
la penumbra del cuarto formaba una pantalla,
y
alumbrando lo oscuro igual que brilla una luciérnaga,
vi en ella un solo ojo,
un oio solo muy castaño y muy tuyo,
que no sabía mirar,
que no podía mirar,
y se movía, por dentro, como se aclara el agua con la luz;
y el ojo estaba sobre el aire,
y yo lo estaba viendo sobre mí
creciendo y arropándome
hasta llenar la habitación y tener la estatura del miedo.
Y recuerdo,
también, que en aquel ojo recién naciendo que alumbraba la habitación
y parecía e agua incólume,
se hizo primero una tensión interna,
y luego una fisura,
y después u ocupaba el lugar que había tenido la pupila,
y aquel vacío llenaba el mundo y era el centro del ojo,
y en el centro del ojo, como se mueven unas cortinas,
fueron apareciendo unas figuras,
unas sombras que iban en busca de su cuerpo,
y
ponían
en mis ojos
sello,
el mundo de tu infancia,
el túnel de tu infancia triste y emborronada.

LO QUE PIENSAS, SUCEDE,
y
por eso,
cuando estoy a tu lado prefiero recordarte como se cuelga un cuando
un cuadro que se clava en las paredes del corazón,
para que no cambie de sitio,
ni haya en tu cuerpo o en tus ojos
alguna variante;
y no va a haberla,
amiga mía,
porque en tu rostro sólo ha quedado impreso al contraluz, algo que no se sabe bien si es una huella,
o una súplica,
o una perseverancia de procesión de pueblo en donde sólo habitan niños;
y recuerdo que el pueblo se llamaba Pilaros,
y los niños marchaban en hileras,
y cada hilera desfilaba por uno de tus ojos,
y los niños llevaban la inocencia en la mano
y andaban con los arena,
y tenían en los ojos ese chisporroteo con que las lamparillas de aceite se consumen,
y el pueblo aquel,
¿no lo recuerdas?
Tenía esa angustia de cal húmeda que hay en las casas donde han encarcelado a un inocente,
Y había junto a la era un pozo seco
Y una luz en el cielo de mirada acabándose,
Y a las mujeres no les servía el acento circunflejo para nada o para casi nada,
Y las calles se barrían únicamente con las olas,
Y el pueblo por la noche se lavaba las manos en el mar.

¿NO RECUERDAS QUE A VECES ENCONTRAMOS UNA PERSONA
cuya infancia podemos reconstruir
por una sola huella que queda en su mejilla
igual que un esqueleto puede reconstruirse por sólo un hueso suyo?
Pues bien,
del mismo modo,
cuando estoy junto a ti recuerdo o adivino
que alguna vez te he visto en el paseo,
hace ya muchos años,
y andabas en la plaza igual que si bajaras una escalera,
porque mientras vivimos hay siempre una escalera en nuestra sangre,
y es preciso bajarla,
y algunas veces los escalones se terminan,
y a pesar de ello hay que seguir bajando.
Y luego te recuerdo cuando eras niña aún
y empiezo a comprender que ya entonces querías perseverar en algo,
en algo tan humilde como olvidar las letras de tu nombre,
los años de tu vida,
las campanas,
y olvidar,
sobre todo,
la incomunicación de aquellas casas sin paredes,
de aquellas casas hechas con papel de periódico,
de aquellas casas perentorias
que sucesivamente fuiste habitando en tu niñez.
Esto es lo que subsiste
en esa huella de perseveración arrinconada que tienes en los ojos
y me hace que al mirarte
te siga viendo aún en aquel pueblo,
desnudita y cubierta con un vestido huérfano
que se acortaba más con cada paso tuyo.
Y siempre te veo así
cuando vas a la playa y hay tapias que te siguen,
y se van levantando en torno tuyo para impedirte ver el mar,
y cada uno de tus pasos tiene su propia tapia,
su propia cesantía,
y tú estás esparcida lo mismo que una concha recién pisada,
y no te puedes reunir con nadie porque nadie te ve,
pero no puedes encerrarte,
no puedes enterrarte todavía,
y pretendes salir,
y quisieras jugar pero no hay niños,
y quisieras andar pero no hay calles,
no hay árboles mirándote,
no hay más que tapias, tapias que cada vez se hacen más altas
y más impeditivas,
en los ojos que a veces tienes que recoger del suelo,
y en tus piernas de humo,
y en tus manos de juncos apretándose,
que van sobreponiéndose
hasta que ya no pueden reducirse mas,
hasta que ya no puedes reducirte más
como si el aire fuera una desilusión que hubieran hecho a tu medida.

LOS HOMBRES NECESITAN LA INOCENCIA PARA VIVIR A COSTA DE ELLA
y yo te sigo viendo
con una nube en cada hombro y una taza de caldo cada día,
y estabas desclavándote,
y las palabras que no podías decir,
que no podías decir a nadie en aquel pueblo te iban atando a una columna
y allí seguías atada al día siguiente,
una vez
y otra,
y otra
porque la infancia es una puerta que camina,
es una puerta abierta que camina y camina en la noche
hasta que llega ese momento en que hay que defenderse por sí mismo,
hasta que llega ese momento en que es preciso echar a andar,
¡sea como sea!
Tienes que recordarlo,
Amiga mía,
tienes que recordar que, al fin, dentro de ti se astilló algo
y deseaste ser culpable para no seguir sola.

 ESTO ERA LO QUE EL MUNDO ESPERABA DE TI,
y apenas lo empezaste a desear,
apenas comenzaste a sentir ese cambio como si fuera una liberación,
tus manos fueron destrabándose,
y tu cuerpo reunió sus migajas,
y tus piernas corrieron ligerísimas comenzando a sentir la firmeza del suelo.
Entonces conseguiste llegar hasta la playa
y allí,
junto a lo libre,
para que todo acabara de una vez,
para no seguir siendo una niña distinta,
una niña lacrada,
te hincaste de rodillas en la linde de la marea,
y te bañaste poco a poco,
y te bañaste lustralmente,
para lavar entre las olas
ese pecado que es más viejo que el mundo,
ese pecado que nunca echa raíces,
ese pecado virgen que consiste en no ser culpable y nadie quiere perdonar.
15 y 16 de agosto de 1976



LA OLA INMÓVIL

ES CURIOSO SABER QUE TODO EMPIEZA EN LA TRANSMIGRACIÓN DE LA SALIVA
y mis ojos dentro de poco van a cumplir dos años.
Lo cierto está tan cerca que el silencio me ha cortado los pies
y la sangre gotea sobre la alfombra
ya que no basta ver lo que se ve, es necesario adivinarlo.
Lo que se ve es un cuerpo en la penumbra,
un cuerpo que en la noche de amor tiene la plenitud de una ola inmóvil,
que está siempre en su altura de dominio.
¿Nunca has pensado, amiga mía, que el cuerpo al desnudarse está más junto?
y luego,
en el momento en que lo miras,
cobra su exactitud porque el mirar lo va configurando.
Todo consiste en la transmigración,
y hoy al verte he sabido
que el tacto es el recuerdo más antiguo que tiene el hombre,
y a veces puede aterrorizarnos
con su temblor de miel
lenta y originaria y envolvente.
El tacto es como el mar
Y el cuerpo amado es de agua despacísima que no se mueve sino hacia adentro,
desnaciéndose,
ya que la carne tiembla porque mira y al entregarse está mirándonos.
Hay zonas de tu cuerpo que en la sombra relumbran
y tienen un calor reverberante
y un temblor desciñéndose que es la memoria de su origen,
y ya sabes que a veces
el cuerpo participa de la luz
pues el que toca lo cierto muere,
y noche adentro sientes que la profundidad del mar se hace inmediata
con el roce más leve
pues lo profundo aterra: es desnacer,
y el agua de tu cuerpo está muy junta y muy temblada
ascendiendo de la sombra a la luz,
y nunca acaba su ascensión,
su encendimiento gradual,
y el pulso empieza en las estrellas,
y la creación del mundo se suspende hasta que ya en el mar sólo queda una ola,
sólo cabe una ola que al llegar a la playa queda en vilo,
sabiendo
que no puede romper sino acabándose.
21 de agosto de 1977


EN LA NOCHE FINAL DE LA AUSENCIA EL POETA PIENSA EN LA AMADA Y LA LLUVIA LOS UNE

NADA TENGO SIN TI, SÓLO UNA LENTA
comunidad de sombra en la mirada,
y esta necesidad desesperada
que crece sin vivir muerta y violenta.
Dura la sombra hasta que viene el día
y el sol entre los hombres se reparte,
¡qué color tendrá el ojo al contemplarte
si así lo enciende ya tu cercanía!

Mis ojos que en el viento están impresos
miran la noche y a crecer empieza
este quieto empujón de la tristeza
que gasta el andamiaje de mis huesos.
El alba es la inocencia de la aurora,
cuando venga la luz vendrá contigo,
la lentitud del cielo es un castigo
y una habilitación que siento ahora.
Si el sol andando a pie viene en mi ayuda,
aún le falta su luz a la mañana,
no puedo verte y la memoria es vana,
no puedo hablarte y la palabra es muda.
La ausencia tiritante y aleada
se acorta convirtiéndose en espera,
si ceniza de ayer es la ceguera,
ceniza de esperar es la mirada.
La noche que es inútil y es un ruego
va maniatando al mundo en su atadura,
y deja en el mirar la quemadura
de ti que me hace verte o me hace ciego.
Para que vuelvas tú sólo es preciso
que el lucero del alba empiece el vuelo
sobre La Golondrina, y en el cielo
haya un lento deshielo circunciso.
Tengo la sangre convertida en plomo
y la esperanza convertida en fe,
vivir para mirar sin saber qué,
mirar para temblar sin saber cómo.
Si el cielo dice que la luz vendrá
el sol está esperando todavía…
¡qué fuerza le da al hombre la alegría!,
piso tu sombra que en el suelo está.
Los ojos viven lo que están buscando
y hablo en voz alta para estar contigo; 
puedo decir: Vendrás, y si lo digo
mañana es sólo una palabra andando.
¿En la lluvia mis manos reconoces?,
tal vez nos está uniendo en sus extremos,
y en este mismo instante ya tenemos
un solo corazón que habla a dos voces.
No puedo más, no puedo más, la cita
que hace girar al cielo ya no ceja,
y vienes con la luz como se deja
una palabra en el papel escrita.
El tiempo lañador y transitivo
va dejando en el aire tu traslado;
ya nos empieza a unir y ya ha empezado
la extraña gloria de sentirme vivo.
La ausencia es una luz interrumpida;
el cielo palidece y azulea,
y el sol que nos alumbra, nos recrea;
la espera terminó; llega la vida.
22 de agosto de 1977



POR MOR
A Miguel Hernández

LOS OJOS SE ME CIERRAN Y NO PUEDO
atarme al sueño de las horas muertas.
Despertar es peor, cuando despiertas
ya estás atornillado con el miedo.
Una luz en la noche dice adiós
y en un instante el beso se hace amargo;
donde hay dos hay dolor y sin embargo
la vida sólo empieza donde hay dos.
Debo tener los ojos tan abiertos
que despierto insepulto, y es la vida
una disposición entelerida:
hay despertares que producen muertos.
Esta España de luz, mierda y aulaga,
que muere de su misma obstinación,
confunde la soberbia y la ambición
y duele siempre con la misma llaga.
Y este amontonamiento, este despiece
que nos va arrinconando en el trastero;
la vida nunca es mutua, ya prefiero
que el tiempo acabe y el silencio empiece.
La prensa con su ayer momificado
que todo lo sujeta a su dominio;
las noticias de Bolsa y su exterminio,
el odio divisor y acelerado.
Nos basta hablar para pagar tributo
y el revés de la trama vuelve a verse
cuando el tapiz empieza a destejerse
y el cuerpo vive ya su propio luto,
y sabes que el orgasmo es un autismo
que tienen el amado y el amante,
y sientes su terror participante
que te hace resbalar hacia ti mismo.
Doy todo lo que tengo y lo que soy
y de mi propia entrega desconfío,
quizás no he dado nunca nada mío,
tiempo perdido y testamento doy.
Si el alba nos renueva el nacimiento,
la noche nos confirma la agonía,
y entre un súbito olor de enfermería,
despierto, busco, sufro, callo y siento
la herida hereditaria en que me hundo,
y este sabor de sangre en el amor,
y este largo deshielo de estupor
que va llenando con su sombra el mundo.
17 de agosto de 1977 



A Jesucristo N.S., muerto en la Cruz para salvarnos

Casi en las manos sosteniendo el brío,
desprendido y yacente el cuerpo santo
deshabitado está, ¡no alzad el llanto!
Ya tiene luz la rosa y gozo el río.
La muerte confirmó su señorío
sobre la carne del Señor y, en tanto,
si es sombra sana su mortal quebranto,
ya está el tiempo parado, Cristo mío;
ya está el tiempo en el mar y está cumplida
la noche en la mirada redentora
que vio la luz mirando el firmamento.
¡y volverá el pecado con la vida,
y clavada en la cruz está la Aurora
ya inútil al abrazo y leve al viento!

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