Su voz lírica presenta un carácter
órfico, asumiendo —con todos los riesgos posibles- el aliento demiúrgico del pueblo gitano. "Estaríamos en el instante en que el poeta se instala en el
fenómeno de transformación del Yo al Nosotros: Nosotros y Nos-Otros. Éste es el
hito fundamental de la conciencia del poeta: siempre la imagen del Otro. La
otredad como raíz básica del discurso. Pero el principio de Otredad se encuentra
en el concepto básico de la dignidad, algo que la historia parece haber
sustraído tan aviesamente al pueblo gitano". (FIDEL VILLAR RIBOT)
Nicolás Guillen, Miguel Hernández, Blas de Otero, Gabriel
Celaya y José Hierro, son manantiales en los que sacia su sed lírica. Descubre la obra de Leopoldo de Luis, Poesía
social. Antología (1939-1968) en su segunda edición convirtiéndolo desde el
principio en uno de sus libros de cabecera.
Seguidor de José Hierro en el que la poesía jamás se podrá
convertir en un simulacro. Heredia es conforme a lo que afirmó Hierro en el Prólogo de sus Poesías
Completas: «No creo en los versos de belleza aislada. Supedito todo el efecto
del poema. Pienso que éste ha de ser arquitectura firmemente organizada y que
cada verso prepara el siguiente y recoge algo del anterior. Si la poesía es
arte en el tiempo, no del espacio, este orden temporal ha de ser cuidadosamente
regido. De ahí las reiteraciones, que van teniendo distinto sentido conforme el
poema avanza».
POEMA EN
RITMO MENOR
DE «SONES SOLO»
Ah tierra
pon tu cuerpo a tierra
tierra tierra
gitano tierra comba
paraíso
gitano luna siembra
siembra
siembra gitano siembra sombra
Ah tierra
pon tu cuerpo a tierra muerta
muerta gitano
la esperanza muerta
gitano la
esperanza muerta muerta
y la
esperanza muerta muerta muerta
Ah pon tu
cuerpo a tierra tierra tierra
y siembra
siembra siembra siembra siembra-
te en el
cuenco del ojo tierra tierra
en la
limosna de las manos tierra
en la lengua
el escupitajo ¡escúpeles
con asco el
asco de tu tierra! MUERTA
Se tiene la
edad
del sufrimiento
que se vive.
E MAURIAC
Aunque sea
reciente mi carnet
yo nací hace
milenios:
cuando
despacio al paso de la bestia
el horizonte
se horadaba.
Cuando la
muerte
era un signo
de Dios omnipotente
y no un
signo de Dios exterminando
(es posible
que no existiera Dios
todavía en
la mente de los hombres).
Cuando los
niños
jugaban con
la luna
y todos con
la misma se acostaban.
Cuando decir
yo espiga
o Federico
era lo mismo.
Cuando el
mar y su canto era la miel
de todo oído
y paladar bien hechos.
Cuando
Ulises y Sancho no existían.
Cuando la
Tierra era una estrella
y no un
soporte
de mendigos
de muertos
de famélicas
madres de animales terribles
y no un
soporte digo
de negros de
amarillos y de blancos
y dentro de
los blancos
moros indios
y gitanos entre otros.
Cuando las
cosas eran más de Dios
y más de
todos.
Cuando yo
nací ya hace milenios
aunque sea
reciente mi carnet
todo era
mucho más hermoso
pero aquello
duró
lo que un
relámpago
o tal vez
menos.
Después vino
no el destierro
hégida desde
siempre
por todos los
caminos
proscrito
apátrida
de todas las
coronas
acosado
por toda la
jauría
vejado
fustigado
por decretos
cincelados a
punta de desprecio.
Sembrada al
paso de tu fusta
funiforme feroz
furiosa furibunda
quedó
visible
desde la
India acaso
una larga
cadena de horizontes.
¿Quién
aceptó la calentura la pasión
de una moral
extraña convertida en
borrico
bronce
vara
cante
escarnio
sobre todo?
Ni Dios
mantuvo su postura entonces
ni ese
católico ademán de católicos reyes españoles y de papas
que fingen
desde pulpitos sus secuaces todavía
sirvió para
empapar este sudor
de pasos
milenariamente sembrados de injusticia.
Yo no
recuerdo tan siquiera el leve
apretón de
otra mano fatigada.
Sólo el
látigo
oh la espuma
entre los belfos
pretendiendo
enseñarme extraños ritmos.
(Pero
cortemos ¡cercenen! esta escena
al público
le importan problemas trascendentes).
Cuando en un
universo de caminos
me siento
jadeante, sin salida;
amoratado el
cuerpo; anochecida
el ansia,
con impulsos asesinos.
Señor, qué
sed; qué duros estos vinos;
qué sórdida
indigencia en la embestida;
y qué
cuerno, en la muerte de la vida,
desgarrando
cristales y destinos.
¡En pedazos
de lágrima y de lumbre
Mi soledad
inmune a lo marchito!
marcado de
dolor y mansedumbre,
incandescente
el lecho en el que habito,
mi
condición, de reo y de herrumbre
desde una
vejación de siglos, grito.
Con el sueño
perdido por un sueño
y en el
mirar el ansia de una fuente.
Con la
frente esculpida en otra frente
y la muerte
atajándome el empeño.
Con acoso de
siglos en el ceño
y turgencias
de amor inconsecuente,
gitano al
fin, oh Dios, rabiosamente
tu justicia
de látigo reseño.
Tu justicia
brutal, enloquecida,
con túrdigas
de sangre en la memoria,
madura el
paroxismo de la vida.
Y ya es una
blasfemia toda historia
porque es
toda la Historia tu castigo.
Oh Dios, oh
Dios, no soy ningún mendigo.
SONETO POR
MIRABRÁS
A Vicente
Aleixandre
Llegó la
tarde en sombra y campanada
y el
arcángel, cansado del sendero,
suave,
dulce, posóse en el alero
con cálido
rumor de ala plegada.
Y todo fue
silencio, apenas nada
sino blondo
plumaje, aquel reguero,
predio de
luz y aroma y ventisquero
de lirios en
la sangre enamorada.
Aréola y
pezón, cumbre del beso,
amarilla
tristeza fue posible
envidiada
del más festero trance.
Qué pámpano
de tierna brisa el peso
del asta de
tu ausencia, irrepetible
entre verdes
magnolias a mi alcance.
NEGLIGENCIA
El arcángel
del llanto no venía
para regar
el huerto y la azucena
y ensombrar
con sus alas a la arena
del circo en
el dolor del mediodía.
Sabemos que
el arcángel poseía
una amante
andaluza, tan morena,
ojos grandes,
la boca, donde entrena
su odio
mortal el dios de la alegría.
El arcángel
borracho por la calle,
los hombres
esperando su llegada,
y tú, con la
ternura por el talle,
azul prendida,
dejas la sonrisa
que ascienda
como pájaro o mirada
a las dulces
mansiones de la brisa.
DE TANTA
NOCHE PRESUMIDA Y SOLA
Nido frutal
tu risa si ofreciera
como cálido
mar de transparencia
grises barcos
cargados con la herencia
fugaz del
ave en sombra, sueño y cera.
Oué
noctámbula flor de primavera
la fiesta
que viviste con mi ausencia
en soledad
convierte la querencia
que le tiene
tu amor a la quimera.
Hermoso
arcángel, bello de tan triste,
de tanta
noche presumida y sola,
de tan
tierno repudio a la amapola,
qué tránsito
de amor, qué verde tallo
ofreces en
la brisa y se resiste
a este
momento azul en que me callo.
ARCÁNGELES
HUMANOS
A Juan
Béjary Mari Carmen,
Después de
una visita a su estudio
Llega el
dolor o la ternura
por estas,
nuestras cosas idas.
por el dulce
camino de los grises
vuelve el
pincel del reino, vuelve
donde el
amor o la tristeza vencen
y se
hermanan con el estar simétrico
de dos
muñecas como dos palomas
delicadas heridas
en el vuelo,
torcaces en
el vuelo heridas.
Y están y
estamos pendientes
y abocados
al sepia último que les dieras.
Como una
piedra cayera una manzana
vence la
gravedad y los colores
de la
izquierda jardín quisiera ser
para Giocondas
consumadas desde
una inmensa
alcazaba donde habita
—perenne
alféizar
para la
levedad de un bucle—
la humana
soledad que se comparte.
Qué hermoso
arcángel, bello como triste,
recorriera envidiando
ya la luz,
ya el paisaje de estos lienzos
con un
abrazo enorme que rodea
al anillo
exterior del universo.
FINAL O ALGO
COMO UN PUNTO
Hablar de
ti, no verte arcángel mío
es la guasa
de dios, la fea cara
del destino
feroz, estar majara
casi tonto,
atontao, entontencío.
No dicen en
el pueblo mi apellío
que nombran
a la luna, enseñan vara
de almendro
las vecinas, nadie amara
a este vaina
de Heredia aborreció.
Hablar de
ángeles güele a cachondeo,
me llaman
decadente y poco seno,
no les
gusta, señor, mi canturreo.
Diera la
vida, arcángel, por tenerte,
tanto,
señor, me gusta el beaterío,
que no se
lleve ahora es mala suerte.
SEGURO
SEGUÍA GUIANDO EL CARROMATO
Feliz aquel
a quien la vida amable
concedió que
a los dioses recordara.
Fernando
PESSOA
Hoy he
perdido un carro que pasaba,
estuve a
punto de subir en el estribo,
un no sé qué
caliente en
la garganta
un instante
me retuvo,
momento ése
en que pasaba,
un carro
esta mañana, un perro,
rabo alzado,
y un tronco
de asno un
tanto enfermo pero alegre si es posible.
Seguro un
chaval guiaba esta carroza,
conocedor perfecto
del horizonte que horadaba
y quise
subir
pero algo
un instante
me retuvo
y el tren he
cogido equivocado esta mañana.
Por eso me
siento molesto en este vagón sin desayuno,
como si
fuera cobarde
cuando es
verdad
que no lo
soy
aunque haya
perdido el carro de mi vida, estuve
a punto de
subir esta mañana a su pescante, clara prueba
de mi valor
y orgullo, pero
un no sé qué
caliente en
la garganta
un instante
me retuvo.
-Sacáronme vísceras
y entrañas
de inertes
materiales las rellenan—
yo era
entonces una momia de mi abuelo que, conocedor
perfecto del
horizonte que horadaba,
seguro seguía
guiando el carromato.
VAN SACIANDO
SU SED EN ESTA HISTORIA
Dijera basta
y el amor me
persiguiera
arrebatadamente,
escarnecidamente
hostil,
perro famélico. Hostil, perro famélico.
Otoñece el
dolor,
de orín
cansado el mar se enturbia
y digo basta
pero la
misma sombra que encubre el paisaje,
colmillo de
lobezno,
como el amor
me persiguiera,
como me
persigo yo mismo con otra dentadura.
Dijera basta
y el caballo
de la furia,
el trueno
del mordisco, el mirlo de la rabia
ante mí se
sorprendieran
insaciados.
Como yugo aprietan.
Qué bárbaro
el amor,
qué bárbara
la sombra,
qué indómito
el paisaje.
Vienen a mí,
les digo basta
y obsesos me
persiguen
como una
pesadilla de la infancia.
Todos vienen
y se van
pero ellos
vinieron
y se quedan,
aprietan y se quedan.
Vertiginosamente
y sin sentido
van saciando
su sed
en esta
historia.
Si tanto te
complace
ame, déjame,
déjame,
lobo de
penumbra, la voz
al descampado
pero no canceles
la cuenta de
luz de tu ventana
pon, si
quieres, un ronco río
de rabia y
lentas caracolas de sangre
entre el
armazón de alas que te busca
y el
ecuestre vaivén de tu sonrisa,
pero no me
ofrezcas el pestilente repliegue del olvido.
Cómete mi
corazón como una mora,
que al menos
deje manchas de carmín entre tus labios.
LÚMBRICA
LLAMA QUE BAILA
Lúmbrica
llama que baila y llena de palmas de plata
el tropel de
la prisa por prados de plácido alerce.
En sigilo a
regiones de infancia y de fiesta,
con corros
tranquilos de carros que cantan lumbrosos
regresan felices
el vuelo y su norte.
No hay rosa
más grande que la plaza del canto.
No hay
estrella fugaz sino el rayo que baila.
El asombro
es clavel en los ojos que miran.
Y las alas
del alcohol en la noche
una luna de
vino en los labios del beso.
¿Quién
adornara de seda el misterio
como si
harapos fueran aréolas,
pezones puntiagudos,
abruptos cálices convexos?
Y fue posible
el jardín en el suburbio.
ESTE VINO
QUE HOY BEBEMOS
Este vino
que hoy bebemos
es tan sólo
un don de la pobreza,
un canto
retráctil de moneda en suburbios,
un cálido
amasijo heñido con puños de miseria candeal,
un pan
cocido en horno crepitante de fatuos alcoholes.
Este vino
que hoy bebemos, miércoles de otoño,
es un vino
pobre de saliva y dentellada,
persiguiendo
furioso al perro salvaje
callejero doméstico
con pústulas sangrantes: cuánto
miedo en
este vino que hoy bebemos
porque el
mísero carro de la vida perdió su más querida rueda.
Corre el
vino que bebemos como un indeseable
ante el
misterio gozoso de la fiesta en círculos concéntricos de águila y paloma.
No más nadie
que yo,
ni iracundo
este vino que bebemos
como si el
don de la pobreza
sólo fuera
este sollozo del crepúsculo que llama a cirujanos
eléctricos,
como si el cuchillo del gozo no fuera posible en el volcánico terror de la
noche despierta.
LA MATERIA
GRIS DEL UNIVERSO
La materia
gris de Universo,
la espina
dorsal de todo cuanto llora
es este niño
perdido entre las tetas
de su madre
a la que ya tan sólo queda
la enorme
testuz del desamparo como único alimento,
como único
tazón de desayuno, como único marjal a la cebolla
o cuadra
donde kikirikí cante el gallo y la tormenta del hambre a medianoche.
Entonces uno
va
y ordena,
tirano taciturno,
quebrar el
vuelo a las palomas que adornan todas las imágenes
y exige
silencio al tren que pasa por el campo,
despavorido campo
que corre, nadie sabe /hacia qué monte,
quebrada o
cordillera, enajenado como un loco,
y además,
impositiva la coherencia,
arrojamos al
mar las llaves de todas las iglesias.
CHAROL
Ya no
entiendo cómo viste zapato en esta calle,
de altos
tacones en estos pantanales
y lunares en
la falda de la luna lleva.
Y lunares en
la raída de la luna
que un
amante le trajera de Marruecos.
No comprendo
cómo se casa y tiene hijos y los hijos
le apiñan
junto al vientre y son felices si famélicos.
No sé qué
extraño, maléfico,
rito le
acelera las arrugas,
de llanto le
inundara los surcos de la cara
y el Gólgota
final del pensamiento
y llegan
nietos a casa de la abuela
sin cocina
y los abreva
en la bifurca fuente del odio y la ternura
y perpetúa
el doble sollozo
que con la
muerte les dejó la hija.
Ella no
quiere,
se niega a
acusar a verdugos
por si mata
de una vez a la esperanza
que conduce
al final de cada vida
cuando regresa
su nieta
por esos
pantanales en alto zapato de charol.
CON LA VOZ
DE TERREMOTO DE JEREZ
(Siguirilla)
Pudo ser o
no ser, no da lo mismo
un hombre
atrás, sin horizonte, mano
sobre mano,
putrificado, quise
decir y sin
cintura, inmóvil, quieto,
quizás hasta
profundo porque muerto,
u otro
enfrente, dolido el gesto, fiero
el gesto y
la mirada, en pie, de fiera.
La mirada
solar de cicatrices,
mirada ignívomo
lobaro Semper.
Pudo ser y
se fue que se rebelo
un hombre,
un dios para entendernos, solo
como un
siglo milenio tras milenio,
pero llegara
el mar que no viajero,
que como
ritmo en olas y empellones,
veraz y
eterno como un pueblo, como
un pueblo
que respira, como un pueblo
ignívomo lobaro
santo Semper.
Ignívomo el
dolor, el pueblo late,
volcánico el
latido, el pueblo avanza.
Semper
lobaro el grito avanza el pueblo,
orillando de
aromas el recuerdo,
avanza caudaloso
como un río
ignívomo lobaro
unido Samper
entre espinos
que arrasa con su espuma.
¿QUÉ QUEDA?
¿Qué queda
si el amor
desaparece tras
la loma
como emigrante
que regresa
al libre
territorio
y hermosa
patria de sus sueños?
¿Qué queda,
sí, qué queda si el amor
toma el
remonte del olvido,
cruza calles,
veredas, mares
y enraiza
donde quiere, justo?
¿Qué nos
deja el amor cuando nos pasa?
¿Qué nos
deja, sí, qué nos deja?
¿Nos deja
una costumbre interrumpida,
la traición
de los afectos
y una sábana
blanca sin indicios?
¿El
emigrante nunca deja huellas
en la boca
segura del que queda?
¿Qué queda
si el amor remonta lomas
y señala las
puertas del infierno?
¿Sí, qué nos
deja que nos deja
y vuela y se
apresura libre,
como el amor
que al fin
da media
vuelta y deja en el juzgado
un gesto
ausente?.
Amigo, dime,
qué se fue.
Almería, 5
de diciembre de 1995
EN FIN
Para Sultana
Wannon, admirado.
Modificas la
estética del cuerpo,
devuelves a
la usura de las almas
la generosidad
de las ideas,
sitúas las
ideas en su sitio
¡a veces
cumplen, ríen, floran, viven!—
y te vas y
compruebas, azorado
quizá,que el
corazón no nace lejos
pero sí más
allá de donde uno
estaba sin
quererlo. El corazón
de la
familia hermana y además
judío de
injusticia y alegría.
¡Buscad el
corazón! Está en los pueblos
donde el
dolor y la costumbre viven.
Modificas la
estética del gesto,
las drogas
ideales, las ideas
se guardan
lejos de la linde leve
de la vida,
pues ciego el odio
cabalga sin
conjura en contra.
Y entonces
hay cabritos derramados
y fábulas
que explican la barbarie
y tambores
que obstruyen los oídos
y tocan sólo
al corazón del miedo.
Son muchas
cosas
las que
explican el tono
amargo del
poema.
Luego
también tenemos la tristeza.
Granada, 8
de octubre de 1995
CINCUENTA
AÑOS DESPUÉS DE EUROPA
Para Julio
Iglesias de Ussel, fiel y sólido amigo
Europa ha
sido muerte y la costumbre
de matar no
resulta ya rentable.
;Qué rito,
pues, se cumple cuando mata?
Günter
Grass, el germánico escritor,
cuando matan
con un tiro
encapuchados
nietos de filósofos,
pregunta si
controlan los virus de las guerras
los pueblos
poderosos. Los acusa
y apenas si
toleran sus sarcasmos.
Si Europa
mató y mata sin desdoro
tonal de los
violines de Salzburgo,
¿es un juego
menstrual de loca música?
¡mata,
acecha, en la noche las muñecas
y la unión
de los brazos y las manos!
y las manos
de omóplatos terrícolas
frías van
con sudores de la muerte
y tocan
angustiadas las aldabas,
ponen al
norte el sur de las señales,
enseñan las
encías como esclavos,
las manos,
ya se sabe, y sus muñecas
son culpables,
sin más. Lo firma enfermo
el corazón
del hombre en nuestra Europa.
Herida piel
de Europa pueblo,
no apuntes
con el odio cierto, apunta
con el arco
del puente y de la música,
no apuntes y
les des a los amigos
en el centro
del corro de la fiesta.
Hay tonos de
la música de Europa
disonantes y
armónicos del grito.
Lo proclaman
los ojos de una niña
asesinada y
seria, igual que ríe,
cogida de la
mano, su muñeca.
Granada, 9
de octubre de 1995
ROCK AND
ROLL DE LAS OCTAVAS IMPOSIBLES
Para Miguel
Ríos, mi cercano Ulises
¿Quién no
tiene un sentido de la música
en los ojos?
Los dedos y la piel
cercana, con
los labios cantan,
al ritmo en
que plañían las vecinas
melodías estrechas
de cintura.
El olfato es
música en la Alhambra
donde se
afinan rosa y jazmines
-¡como
dejaron dicho los románticos!—
y construyes
el reino de la dicha.
La música te
invade el paladar
si comes
lentamente lo que amas.
(No siempre está la amada bien dispuesta
al cálido
bolero de los senos.
A la
sinfónica comida de los labios,
al postre de
tu pie como una fuga,
al sabor de
los dedos que señalan
el exacto
lugar del tono puro.)
¿Quién no
tiene un sentido de la música
corpóreo? En
octavas de armonía
los dos
guardaban íntimos secretos.
Granada, 8
de noviembre de 1995
HAY QUE
ESTAR ALEGRE
Para Carlos
Santos, sobrino mío
y para
Fernando Palacios, que enseña música
Ves a los
hijos defender al padre,
van y
vienen, trajinan como pueden
-¡qué
miseria tenemos en España!
el viejo
odio fiscal… y la justicia
es chata,
prevarica, es su costumbre
y privilegio,
su poder, su madre
mala.
Recuerdo que la Biblia, el libro
de Dios para
el judío hermano, tiene
pasajes que
denuncian lo que digo.
Y ves a los
amigos cómo sufren
por el odio
de un hombre contra ti.
—Los de
siempre, no, nada dicen, miran,
como antes a
otro lado—
la familia
también sufre lo suyo:
la madre
nada sabe —nunca fue
a la
escuela— y el padre herido llora
cuanto puede
–tampoco es muy letrado
yo sé que
cuenta historias tristes este
amigo de la
infancia al que repito
siempre:
«¡Tú, nunca llegarás a nada!».
Almería, 9
de diciembre de 1995
TANGOS DE LA
ANDALUCÍA LABRIEGA
La Andalucía
que canto
no está en
zambras ni está en fiestas,
ni la
admiran los extraños
ni la cantan
los poetas.
Es labriega
de cortijo,
es mocita
aceitunera
con mirar de
calentura;
desengaño y
hambre enseña.
Convivid en
los cortijos
con esclavos
de mi tierra;
con mujeres
que en tinaos
paren lo
mismo que bestias.
Con gañanes
enfermizos
que viven
bajo las cuevas;
con los
niños harapientos
y sin
maestro en la escuela.
Nunca
durmieron en cama,
nunca comieron
en mesa,
ni estrenaron
nunca un traje
en un
domingo de fiesta.
La Andalucía
que canto
es la
flamenca de veras,
que está
llorando por dentro
y se rebela
por fuera.
Tiene del
roce el cuerpo electrizado
perdida la
mirada, deja impreso
un no sé qué
en el aire, deja un eso
en la
atmósfera activo, el viento alado.
La soledad
se habita en el tejado,
sobre tormentas
quietas. Sin el beso
de mordiscos,
la forma de tu peso,
los soles de
tu encuentro: enajenado.
Al suceso
del tiempo en el presente
ni las leyes
se atienen ni los pactos
porque nada
es igual eternamente.
Oh, piel de
mis entrañas, dulce mía,
señora del
planeta de los tactos
imposibles.
¡Qué bien con tu alegría!
De PENAR
OCONO
Al corazón
la pena me lo arrastra
tres leguas
más allá donde me hallo.
una
herrumbre de siglos configura
el gesto que
me pongo a cada paso
este cielo
que estreno a cada hora
este mísero
grito que me nace
con rumor de
palomos por la sangre.
Me
decepciona
el alborozo
que me achacan
(yo nací
hace milenios ya lo dije
y mi cuerpo
es de noche herida
por el único
rayo de la luna).
Los pies no
se me salen del camino.
Me rompo las
camisas hacia el llanto.
Se ocasiona
el inculto
con sólo que
te midan con la vara
no florida
que engendra el apellido.
Y porque
tantas cosas te han vedado
las lindes
de mi reino
el reino
donde el ritmo es rama verdecida
y el mar
menos viajero que mi raza.