NABIZA. Ediciones Generales Anaya.
Según Bruno
Bettelheim y M.R.Cox es el cuento más completo de la historia, es decir, el que
ha tenido más importancia durante todas las generaciones, el más conocido, el
preferido por la mayoría de gente y el que prevalecerá por más tiempo. Esto es demostrable,
al ser uno de los cuentos favoritos entre los niños actuales. Stith Thompson ha
hecho el análisis más exhausto de este cuento.
ORIGEN DEL
CUENTO
“Nuestro
cuento de La Cenicienta es una versión alemana de una adaptación italiana de
una traducción española de una versión latina de una traducción hebrea de una traducción
arábiga de un original hindú” (Hermanos Grimm) El mito ancestral del sur de
China sobre Yexian es el antecedente más antiguo que se conoce. Pero fue
escrito por primera vez en el año 860, en el mismo país. La zapatilla echa de
un material precioso y el diminuto tamaño del pie, son símbolos que apuntan
hacia un origen oriental, ya sea chino o egipcio, que también tenían estas tradiciones.
La mayoría
de la multitud de versiones de Europa occidental se escribieron en los siglos
XIX y XX, la primera de las cuales fue “La Gata Cenicienta” de Basile (1634). Pero
la versión más conocida procede de Cuentos de mamá Oca (1697), colección de
cuentos recogidos por Charles Perrault, quien situó la historia en la corte
francesa de su época e introdujo elementos que sólo aparecen en su versión.
TEMÁTICA
El tema
principal es la rivalidad fraterna, los celos y el Complejo de Edipo. Pero
detrás de su sencilla apariencia, se esconden multitud de aspectos como la
realización de deseos, del triunfo del humilde, el reconocimiento del mérito,
la virtud recompensada y el castigo del
malvado; es
por eso una historia íntegra.
DIFERENTES
VERSIONES:
M.R.Cox,
experta en este cuento, lo divide en dos grandes grupos, dependiendo de la causa
de la degradación de la protagonista:
- El
desmesurado amor del padre es la causa de las desgracias de la protagonista o
- El odio de
la madrastra y hermanastras (Complejo de Edipo y rivalidad fraterna).
VERSIONES
ANTIGUAS
Versión de
GIAMBATTISTA BASILE
“La Gatta
Cenerentola”, sexto relato del Pentamerone (o El cuento de los cuentos), publicado en
1634.
Argumento
Un príncipe
viudo que quiere mucho a su hija Zezolla, se casa con una malvada mujer que la
odia. La hija le dice a su nodriza que la hubiera preferido a ella como madre y
esta le recomienda que mate a la madrastra. La niña así lo hace (dejando caer
la tapa de un baúl sobre su cabeza) y el padre es convencido para casarse con
la nodriza, que se descubre que tiene seis hijas secretas. Zezolla es rebajada
a sirvienta y olvidada por su familia, así que cambia su nombre por el de “Gata
Cenicienta”. Un día que el padre marcha de viaje, sus hijastras piden como
regalos objetos valiosos mientras que Zezolla pide una palmera que, después de
cultivarla se convierte en un hada mágica que le concede el deseo de abandonar
la casa sin que se enteren sus hermanastras.
Al
celebrarse una fiesta, acuden las hermanastras y Zezolla vestida “como una
reina” gracias al árbol, por lo que el rey se enamora y para saber quien es,
manda a un criado a que la siga. Zezolla lo esquiva dos veces consecutivas
hasta que a la tercera pierde su espléndida chinela (típico zapato femenino de
la época en Nápoles). Para poder encontrar a la muchacha, el rey ordena a todas
las mujeres del reino a probársela y al ajustarse al pie de la protagonista, el
rey se casa con ella y las hermanastras se mueren de envidia.
Características
En este
relato aparecen elementos nuevos en el género infantil como la aparición de seis
hermanastras, el hecho de que no se menciona a la verdadera madre para nada,
una representación simbólica (palmera) de esta, la culpabilidad de la
protagonista de su destino (mata a su madrastra, hecho poco frecuento en los
cuentos) y un hada mágica.
El periodo
edípico ocupa el tema central del relato: El rechazo edípico de una madre por
otra o la unión simbólica de las dos madres en una misma persona en distintos periodos
del desarrollo. El asesinato de la segunda se debe a fantasías edípicas; es por
eso que Zezolla no recibe castigo alguno. Al superar la edad edípica, la
protagonista vuelve a tener una buena relación con la madre, en este caso
representada en forma de hada. Por el contrario, la rivalidad fraterna no es
muy importante. El castigo de la protagonista por asesinato consiste en realizar
difíciles tareas domesticas vestida con harapos. Las hermanas no son castigadas
ya que no la maltratan severamente, sienten envidia natural.
VERSIONES
CONTEMPORÁNEAS
Actualmente
reconocemos el relato por las versiones de Perrault y los hermanos Grimm. Las
nuevas elaboraciones fueron modificadas hasta tal puesto de no recordar la versión
original, fuente de motivación de dicho autores. Algunos de los cambios son:
- Los deseos
edípicos del padre aparecen reprimidos y el príncipe lo substituye,
- El deseo
de eliminar a la madre se reprime y se sustituye por una madrastra,
- Es la
madrastra (ayudada por las hermanastras) quien quiere arrebatar el lugar a la
hija
- La rivalidad fraterna, ahora tema central, sustituye al complejo de Edipo que ha sido reprimido: Relata lo que significa ser degradado, pero no la culpabilidad.
- La rivalidad fraterna, ahora tema central, sustituye al complejo de Edipo que ha sido reprimido: Relata lo que significa ser degradado, pero no la culpabilidad.
Versión de
PERRAULT
“La
Cenicienta o la Zapatilla enana”, cuento publicado en el libro Cuentos del
pasado, en 1697. Perrault
fue el primero en inventarse la zapatilla de cristal (polémicas afirman que confundió
vair –piel jaspeada en francés- por verre
–cristal en francés-), la calabaza convertida en carroza y la condición de la
media noche:
“El hada
madrina le ordenó a Cenicienta antes de ir a la fiesta recoger una calabaza del
jardín, seis ratones y seis lagartijas. Posteriormente, convirtió todo esto en
una flamante carroza con sus respectivos lacayos” Por el contrario, eliminó el árbol
que representaba a la madre buena y lo sustituyó por un hada madrina,
eliminando muchos valores transmitidos en el episodio. Su Cenicienta es demasiado
buena y carece de iniciativa, ya que admite su papel cuando no está
justificado. Esto lo podemos contraponer a la versión de Grimm: Cenicienta tiene
que acostarse junto a las cenizas y está obligada a peinar a sus hermanastras
antes del baile, todo lo contrario a la de Perrault, que lo hace por voluntad
propia. El príncipe no busca a la protagonista, sino sus criados, que le hacen
probar la zapatilla. Por otro lado, el hada madrina viste elegantemente a Cenicienta
antes de reunirse con él. Esto hace que se pierda el valor de que al príncipe no
le importe el aspecto humilde de Cenicienta (como aparece en la versión Grimm).
No hay gran diferencia
entre la maldad y la virtud: Las hermanas abusan de la protagonista pero en
cambio al final todos se abrazan y las malvadas son alojadas en la corte
casadas con grandes señores. De esta manera, el niño no entenderá bien la diferencia
y le costará identificarse con al bondad. Con todo esto vemos los cambios que
modificaron el significado original del relato, ya que como solía hacer, el
autor adecuaba sus cuentos a la corte francesa y no para niños e incluso se
burlaba de la historia (decía que si Cenicienta podía convertirse en hermosa,
también lo podían hacer los ratones). Con todo ridiculizó los valores de la
historia, como la transformación interna o el esfuerzo, de manera que convierte
el relato en una bonita fantasía con la que es difícil identificarse.
Perrault
concluyó el relato con dos moralejas (la segunda es más irónica):
1ª: “Preciso
es convenir en que la belleza es un precioso don que el cielo concede a las criaturas;
pero la bondad es un tesoro de mayor precio: aquella admira y seduce; esta inspira
y mantiene siempre vivió el amor, el más hermoso de todos los sentimientos”.
2ª: “Aunque
sea beneficioso poseer inteligencia, valor y otras buenas cualidades, éstas no
sirven de mucho si no se tienen padrinos o madrinas que las hagan prevalecer”.
Versión de
los HERMANOS GRIMM
“Aschenputtel”
(en alemán, fregona sucia y humilde que estaba al cuidado de las cenizas del
fogón), cuento publicado entre 1812 y 1815 en uno de sus volúmenes Cuentos para
la infancia y el hogar.
Argumento
Una muchacha
es maltratada y condenada por la segunda esposa (la primera murió) de su padre
y sus hijas a realizar arduas tareas y a vivir entre las cenizas sin motivo.
Después de plantar y regar con sus lágrimas sobre la tumba de su madre una
ramita de avellano que le regaló el padre, crece un árbol (símbolo de la madre
transformada) y una paloma blanca posada encima de él le concede deseos. Cenicienta
consigue ir a la fiesta celebrada para elegir a la esposa del futuro rey,
después de rogar y realizar, gracias a la ayuda de los pájaros, la inútil tarea
que se le han ordenado: recoger lentejas esparcidas encima de las cenizas. En
el baile, vestida de oro y plata, el príncipe se enamora de ella que, huye tres
veces de él al perseguirle (denota la voluntad propia y actitud no pasiva):
Primero
buscando refugio en un palomar (representa la ayuda de las palomas), después en
un peral (el árbol que creció en la tumba de la madre) que el padre destruye
con un hacha (simboliza la afirmativa de entregar su hija al príncipe) pero en
la tercera, al tenderle una trampa el príncipe pintando las escaleras, se queda
enganchada una zapatilla, que posteriormente ayuda a encontrar a la
protagonista. Las hermanastras se mutilan (cortándose los tobillos) para ser
aceptadas, pero son delatadas por los pájaros (cantaron que había sangre dentro
del zapato), quines les arrancan sus ojos. Hay un desenlace feliz, con la boda
de Cenicienta y el príncipe y el castigo de los malvados.
Características
Vemos que en
esta versión se conservan más elementos de la original y en mi opinión, algunos
se han modificado para una mejor aportación. El vínculo que tiene la
protagonista con su madre muerta es muy espiritual. Se puede decir que el
recuerdo de la madre idealizada de la infancia o la formación de una representación
interna de lo que se ha perdido en la realidad, nos puede ayudar en las adversidades
de la vida. En otras versiones, éste simbolismo está representado por la asociación
de la madre buena en un animal benefactor, como en un pez (variante china). Este
cuento no tiene moraleja pero nos sugiere que, por muy miserable que sea una persona
en un determinado momento, si se vence la tristeza y el dolor encontrando un motivo
para seguir, los problemas se pueden superar.
El cuento de los Grimm:
El cuento de los Grimm:
Érase una mujer, casada con un hombre muy rico, que enfermó, y, presintiendo su próximo fin, llamó a su única hijita y le dijo: "Hija mía, sigue siendo siempre buena y piadosa, y el buen Dios no te abandonará. Yo velaré por ti desde el cielo, y me tendrás siempre a tu lado." Y, cerrando los ojos, murió. La muchachita iba todos los días a la tumba de su madre a llorar, y siguió siendo buena y piadosa. Al llegar el invierno, la nieve cubrió de un blanco manto la sepultura, y cuando el sol de primavera la hubo derretido, el padre de la niña contrajo nuevo matrimonio.
La segunda mujer llevó a casa dos hijas, de rostro bello y blanca tez, pero negras y malvadas de corazón. Vinieron entonces días muy duros para la pobrecita huérfana. "¿Esta estúpida tiene que estar en la sala con nosotras?" decían las recién llegadas. "Si quiere comer pan, que se lo gane. ¡Fuera, a la cocina!" Le quitaron sus hermosos vestidos,le pusieron una blusa vieja y le dieron un par de zuecos para calzado: "¡Mira la orgullosa princesa, qué compuesta!" Y, burlándose de ella, la llevaron a la cocina. Allí tenía que pasar el día entero ocupada en duros trabajos. Se levantaba de madrugada, iba por agua, encendía el fuego, preparaba la comida, lavaba la ropa. Y, por añadidura, sus hermanastras la sometían a todas las mortificaciones imaginables; se burlaban de ella, le esparcían, entre la ceniza, los guisantes y las lentejas, para que tuviera que pasarse horas recogiéndolas. A la noche, rendida como estaba de tanto trabajar, en vez de acostarse en una cama tenía que hacerlo en las cenizas del hogar. Y como por este motivo iba siempre polvorienta y sucia, la llamaban Cenicienta.
Un día en que el padre se disponía a ir a la feria, preguntó a sus dos hijastras qué deseaban que les trajese. "Hermosos vestidos," respondió una de ellas. "Perlas y piedras preciosas," dijo la otra. "¿Y tú, Cenicienta," preguntó, "qué quieres?" - "Padre, corta la primera ramita que toque el sombrero, cuando regreses, y traemela." Compró el hombre para sus hijastras magníficos vestidos, perlas y piedras preciosas; de vuelta, al atravesar un bosquecillo, un brote de avellano le hizo caer el sombrero, y él lo cortó y se lo llevó consigo. Llegado a casa, dio a sus hijastras lo que habían pedido, y a Cenicienta, el brote de avellano. La muchacha le dio las gracias, y se fue con la rama a la tumba de su madre, allí la plantó, regándola con sus lágrimas, y el brote creció, convirtiéndose en un hermoso árbol. Cenicienta iba allí tres veces al día, a llorar y rezar, y siempre encontraba un pajarillo blanco posado en una rama; un pajarillo que, cuando la niña le pedía algo, se lo echaba desde arriba.
Sucedió que el Rey organizó unas fiestas, que debían durar tres días, y a las que fueron invitadas todas las doncellas bonitas del país, para que el príncipe heredero eligiese entre ellas una esposa. Al enterarse las dos hermanastras que también ellas figuraban en la lista, se pusieron muy contentas. Llamaron a Cenicienta, y le dijeron: "Péinanos, cepíllanos bien los zapatos y abróchanos las hebillas; vamos a la fiesta de palacio." Cenicienta obedeció, aunque llorando, pues también ella hubiera querido ir al baile, y, así, rogó a su madrastra que se lo permitiese. "¿Tú, la Cenicienta, cubierta de polvo y porquería, pretendes ir a la fiesta? No tienes vestido ni zapatos, ¿y quieres bailar?" Pero al insistir la muchacha en sus súplicas, la mujer le dijo, finalmente: "Te he echado un plato de lentejas en la ceniza, si las recoges en dos horas, te dejaré ir." La muchachita, saliendo por la puerta trasera, se fue al jardín y exclamó: "¡Palomitas mansas, tortolillas y avecillas todas del cielo, vengan a ayudarme a recoger lentejas!:
Las buenas, en el pucherito;
las malas, en el buchecito."
Y acudieron a la ventana de la cocina dos palomitas blancas, luego las tortolillas y, finalmente, comparecieron, bulliciosas y presurosas, todas las avecillas del cielo y se posaron en la ceniza. Y las palomitas, bajando las cabecitas, empezaron: pic, pic, pic, pic; y luego todas las demás las imitaron: pic, pic, pic, pic, y en un santiamén todos los granos buenos estuvieron en la fuente. No había transcurrido ni una hora cuando, terminado el trabajo, echaron a volar y desaparecieron. La muchacha llevó la fuente a su madrastra, contenta porque creía que la permitirían ir a la fiesta, pero la vieja le dijo: "No, Cenicienta, no tienes vestidos y no puedes bailar. Todos se burlarían de ti." Y como la pobre rompiera a llorar: "Si en una hora eres capaz de limpiar dos fuentes llenas de lentejas que echaré en la ceniza, te permitiré que vayas." Y pensaba: "Jamás podrá hacerlo." Pero cuando las lentejas estuvieron en la ceniza, la doncella salió al jardín por la puerta trasera y gritó: "¡Palomitas mansas, tortolillas y avecillas todas del cielo, vengan a ayudarme a limpiar lentejas!:
Las buenas, en el pucherito;
las malas, en el buchecito."
Y enseguida acudieron a la ventana de la cocina dos palomitas blancas y luego las tortolillas, y, finalmente, comparecieron, bulliciosas y presurosas, todas las avecillas del cielo y se posaron en la ceniza. Y las palomitas, bajando las cabecitas, empezaron: pic, pic, pic, pic; y luego todas las demás las imitaron: pic, pic, pic, pic, echando todos los granos buenos en las fuentes. No había transcurrido aún media hora cuando, terminada ya su tarea, emprendieron todas el vuelo. La muchacha llevó las fuentes a su madrastra, pensando que aquella vez le permitiría ir a la fiesta. Pero la mujer le dijo: "Todo es inútil; no vendrás, pues no tienes vestidos ni sabes bailar. Serías nuestra vergüenza." Y, volviéndole la espalda, partió apresuradamente con sus dos orgullosas hijas.
No habiendo ya nadie en casa, Cenicienta se encaminó a la tumba de su madre, bajo el avellano, y suplicó:
"¡Arbolito, sacude tus ramas frondosas,
y échame oro y plata y más cosas!"
Y he aquí que el pájaro le echó un vestido bordado en plata y oro, y unas zapatillas con adornos de seda y plata. Se vistió a toda prisa y corrió a palacio, donde su madrastra y hermanastras no la reconocieron, y, al verla tan ricamente ataviada, la tomaron por una princesa extranjera. Ni por un momento se les ocurrió pensar en Cenicienta, a quien creían en su cocina, sucia y buscando lentejas en la ceniza. El príncipe salió a recibirla, y tomándola de la mano, bailó con ella. Y es el caso que no quiso bailar con ninguna otra ni la soltó de la mano, y cada vez que se acercaba otra muchacha a invitarlo, se negaba diciendo: "Ésta es mi pareja."
Al anochecer, Cenicienta quiso volver a su casa, y el príncipe le dijo: "Te acompañaré," deseoso de saber de dónde era la bella muchacha. Pero ella se le escapó, y se encaramó de un salto al palomar. El príncipe aguardó a que llegase su padre, y le dijo que la doncella forastera se había escondido en el palomar. Entonces pensó el viejo: ¿Será la Cenicienta? Y, pidiendo que le trajesen un hacha y un pico, se puso a derribar el palomar. Pero en su interior no había nadie. Y cuando todos llegaron a casa, encontraron a Cenicienta entre la ceniza, cubierta con sus sucias ropas, mientras un candil de aceite ardía en la chimenea; pues la muchacha se había dado buena maña en saltar por detrás del palomar y correr hasta el avellano; allí se quitó sus hermosos vestidos, y los depositó sobre la tumba, donde el pajarillo se encargó de recogerlos. Y enseguida se volvió a la cocina, vestida con su sucia batita.
Al día siguiente, a la hora de volver a empezar la fiesta, cuando los padres y las hermanastras se hubieron marchado, la muchacha se dirigió al avellano y le dijo:
"¡Arbolito, sacude tus ramas frondosas,
y échame oro y plata y, más cosas!"
El pajarillo le envió un vestido mucho más espléndido aún que el de la víspera; y al presentarse ella en palacio tan magníficamente ataviada, todos los presentes se pasmaron ante su belleza. El hijo del Rey, que la había estado aguardando, la tomó nmediatamente de la mano y sólo bailó con ella. A las demás que fueron a solicitarlo, les respondía: "Ésta es mi pareja." Al anochecer, cuando la muchacha quiso retirarse, el príncipe la siguió, para ver a qué casa se dirigía; pero ella desapareció de un brinco en el jardín de detrás de la suya. Crecía en él un grande y hermoso peral, del que colgaban peras magníficas. Se subió ella a la copa con la ligereza de una ardilla, saltando entre las ramas, y el príncipe la perdió de vista. El joven aguardó la llegada del padre, y le dijo: "La joven forastera se me ha escapado; creo que se subió al peral." Pensó el padre: ¿Será la Cenicienta? Y, tomando un hacha, derribó el árbol, pero nadie apareció en la copa. Y cuando entraron en la cocina, allí estaba Cenicienta entre las cenizas, como tenía por costumbre, pues había saltado al suelo por el lado opuesto del árbol, y, después de devolver los hermosos vestidos al pájaro del avellano, volvió a ponerse su batita gris.
El tercer día, en cuanto se hubieron marchado los demás, volvió Cenicienta a la tumba de su madre y suplicó al arbolillo:
"¡Arbolito, sacude tus ramas frondosas,
y échame oro y plata y más cosas!"
Y el pájaro le echó un vestido soberbio y brillante como jamás se viera otro en el mundo, con unos zapatitos de oro puro. Cuando se presentó a la fiesta, todos los concurrentes se quedaron boquiabiertos de admiración. El hijo del Rey bailó exclusivamente con ella, y a todas las que iban a solicitarlo les respondía: "Ésta es mi pareja."
Al anochecer se despidió Cenicienta. El hijo del Rey quiso acompañarla; pero ella se escapó con tanta rapidez, que su admirador no pudo darle alcance. Pero esta vez recurrió a una trampa: mandó embadurnar con pez las escaleras de palacio, por lo cual, al saltar la muchacha los peldaños, se le quedó la zapatilla izquierda adherida a uno de ellos. Recogió el príncipe la zapatilla, y observó que era diminuta, graciosa, y toda ella de oro. A la mañana siguiente presentóse en casa del hombre y le dijo: "Mi esposa será aquella cuyo pie se ajuste a este zapato." Las dos hermanastras se alegraron, pues ambas tenían los pies muy lindos. La mayor fue a su cuarto para probarse la zapatilla, acompañada de su madre. Pero no había modo de introducir el dedo gordo; y al ver que la zapatilla era demasiado pequeña, la madre, alargándole un cuchillo, le dijo: "¡Córtate el dedo! Cuando seas reina, no tendrás necesidad de andar a pie." Lo hizo así la muchacha; forzó el pie en el zapato y, reprimiendo el dolor, se presentó al príncipe. Él la hizo montar en su caballo y se marchó con ella. Pero hubieron de pasar por delante de la tumba, y dos palomitas que estaban posadas en el avellano gritaron:
"Ruke di guk, ruke di guk;
sangre hay en el zapato.
El zapato no le va,
La novia verdadera en casa está."
Miró el príncipe el pie y vio que de él fluía sangre. Hizo dar media vuelta al caballo y devolvió la muchacha a su madre, diciendo que no era aquella la que buscaba, y que la otra hermana tenía que probarse el zapato. Subió ésta a su habitación y, aunque los dedos le entraron holgadamente, en cambio no había manera de meter el talón. Le dijo la madre, alargándole un cuchillo: "Córtate un pedazo del talón. Cuando seas reina no tendrás necesidad de andar a pie." Cortóse la muchacha un trozo del talón, metió a la fuerza el pie en el zapato y, reprimiendo el dolor, se presentó al hijo del Rey. Montó éste en su caballo y se marchó con ella. Pero al pasar por delante del avellano, las dos palomitas posadas en una de sus ramas gritaron:
"Ruke di guk, ruke di guk;
sangre hay en el zapato.
El zapato no le va,
La novia verdadera en casa está."
Miró el príncipe el pie de la muchacha y vio que la sangre manaba del zapato y había enrojecido la blanca media. Volvió grupas y llevó a su casa a la falsa novia. "Tampoco es ésta la verdadera," dijo. "¿No tienen otra hija?" - "No," respondió el hombre. Sólo de mi esposa difunta queda una Cenicienta pringosa; pero es imposible que sea la novia." Mandó el príncipe que la llamasen; pero la madrastra replicó: "¡Oh, no! ¡Va demasiado sucia! No me atrevo a presentarla." Pero como el hijo del Rey insistiera, no hubo más remedio que llamar a Cenicienta. Lavóse ella primero las manos y la cara y, entrando en la habitación, saludó al príncipe con una reverencia, y él tendió el zapato de oro. Se sentó la muchacha en un escalón, se quitó el pesado zueco y se calzó la chinela: le venía como pintada. Y cuando, al levantarse, el príncipe le miró el rostro, reconoció en el acto a la hermosa doncella que había bailado con él, y exclamó: "¡Ésta sí que es mi verdadera novia!" La madrastra y sus dos hijas palidecieron de rabia; pero el príncipe ayudó a Cenicienta a montar a caballo y marchó con ella. Y al pasar por delante del avellano, gritaron las dos palomitas blancas:
"Ruke di guk, ruke di guk;
no tiene sangre el zapato.
Y pequeño no le está;
Es la novia verdadera con la que va."
Y, dicho esto, bajaron volando las dos palomitas y se posaron una en cada hombro de Cenicienta.
Al llegar el día de la boda, se presentaron las traidoras hermanas, muy zalameras, deseosas de congraciarse con Cenicienta y participar de su dicha. Pero al encaminarse el cortejo a la iglesia, yendo la mayor a la derecha de la novia y la menor a su izquierda, las palomas, de sendos picotazos, les sacaron un ojo a cada una. Luego, al salir, yendo la mayor a la izquierda y la menor a la derecha, las mismas aves les sacaron el otro ojo. Y de este modo quedaron castigadas por su maldad, condenadas a la ceguera para todos los días de su vida.
La segunda mujer llevó a casa dos hijas, de rostro bello y blanca tez, pero negras y malvadas de corazón. Vinieron entonces días muy duros para la pobrecita huérfana. "¿Esta estúpida tiene que estar en la sala con nosotras?" decían las recién llegadas. "Si quiere comer pan, que se lo gane. ¡Fuera, a la cocina!" Le quitaron sus hermosos vestidos,le pusieron una blusa vieja y le dieron un par de zuecos para calzado: "¡Mira la orgullosa princesa, qué compuesta!" Y, burlándose de ella, la llevaron a la cocina. Allí tenía que pasar el día entero ocupada en duros trabajos. Se levantaba de madrugada, iba por agua, encendía el fuego, preparaba la comida, lavaba la ropa. Y, por añadidura, sus hermanastras la sometían a todas las mortificaciones imaginables; se burlaban de ella, le esparcían, entre la ceniza, los guisantes y las lentejas, para que tuviera que pasarse horas recogiéndolas. A la noche, rendida como estaba de tanto trabajar, en vez de acostarse en una cama tenía que hacerlo en las cenizas del hogar. Y como por este motivo iba siempre polvorienta y sucia, la llamaban Cenicienta.
Un día en que el padre se disponía a ir a la feria, preguntó a sus dos hijastras qué deseaban que les trajese. "Hermosos vestidos," respondió una de ellas. "Perlas y piedras preciosas," dijo la otra. "¿Y tú, Cenicienta," preguntó, "qué quieres?" - "Padre, corta la primera ramita que toque el sombrero, cuando regreses, y traemela." Compró el hombre para sus hijastras magníficos vestidos, perlas y piedras preciosas; de vuelta, al atravesar un bosquecillo, un brote de avellano le hizo caer el sombrero, y él lo cortó y se lo llevó consigo. Llegado a casa, dio a sus hijastras lo que habían pedido, y a Cenicienta, el brote de avellano. La muchacha le dio las gracias, y se fue con la rama a la tumba de su madre, allí la plantó, regándola con sus lágrimas, y el brote creció, convirtiéndose en un hermoso árbol. Cenicienta iba allí tres veces al día, a llorar y rezar, y siempre encontraba un pajarillo blanco posado en una rama; un pajarillo que, cuando la niña le pedía algo, se lo echaba desde arriba.
Sucedió que el Rey organizó unas fiestas, que debían durar tres días, y a las que fueron invitadas todas las doncellas bonitas del país, para que el príncipe heredero eligiese entre ellas una esposa. Al enterarse las dos hermanastras que también ellas figuraban en la lista, se pusieron muy contentas. Llamaron a Cenicienta, y le dijeron: "Péinanos, cepíllanos bien los zapatos y abróchanos las hebillas; vamos a la fiesta de palacio." Cenicienta obedeció, aunque llorando, pues también ella hubiera querido ir al baile, y, así, rogó a su madrastra que se lo permitiese. "¿Tú, la Cenicienta, cubierta de polvo y porquería, pretendes ir a la fiesta? No tienes vestido ni zapatos, ¿y quieres bailar?" Pero al insistir la muchacha en sus súplicas, la mujer le dijo, finalmente: "Te he echado un plato de lentejas en la ceniza, si las recoges en dos horas, te dejaré ir." La muchachita, saliendo por la puerta trasera, se fue al jardín y exclamó: "¡Palomitas mansas, tortolillas y avecillas todas del cielo, vengan a ayudarme a recoger lentejas!:
Las buenas, en el pucherito;
las malas, en el buchecito."
Y acudieron a la ventana de la cocina dos palomitas blancas, luego las tortolillas y, finalmente, comparecieron, bulliciosas y presurosas, todas las avecillas del cielo y se posaron en la ceniza. Y las palomitas, bajando las cabecitas, empezaron: pic, pic, pic, pic; y luego todas las demás las imitaron: pic, pic, pic, pic, y en un santiamén todos los granos buenos estuvieron en la fuente. No había transcurrido ni una hora cuando, terminado el trabajo, echaron a volar y desaparecieron. La muchacha llevó la fuente a su madrastra, contenta porque creía que la permitirían ir a la fiesta, pero la vieja le dijo: "No, Cenicienta, no tienes vestidos y no puedes bailar. Todos se burlarían de ti." Y como la pobre rompiera a llorar: "Si en una hora eres capaz de limpiar dos fuentes llenas de lentejas que echaré en la ceniza, te permitiré que vayas." Y pensaba: "Jamás podrá hacerlo." Pero cuando las lentejas estuvieron en la ceniza, la doncella salió al jardín por la puerta trasera y gritó: "¡Palomitas mansas, tortolillas y avecillas todas del cielo, vengan a ayudarme a limpiar lentejas!:
Las buenas, en el pucherito;
las malas, en el buchecito."
Y enseguida acudieron a la ventana de la cocina dos palomitas blancas y luego las tortolillas, y, finalmente, comparecieron, bulliciosas y presurosas, todas las avecillas del cielo y se posaron en la ceniza. Y las palomitas, bajando las cabecitas, empezaron: pic, pic, pic, pic; y luego todas las demás las imitaron: pic, pic, pic, pic, echando todos los granos buenos en las fuentes. No había transcurrido aún media hora cuando, terminada ya su tarea, emprendieron todas el vuelo. La muchacha llevó las fuentes a su madrastra, pensando que aquella vez le permitiría ir a la fiesta. Pero la mujer le dijo: "Todo es inútil; no vendrás, pues no tienes vestidos ni sabes bailar. Serías nuestra vergüenza." Y, volviéndole la espalda, partió apresuradamente con sus dos orgullosas hijas.
No habiendo ya nadie en casa, Cenicienta se encaminó a la tumba de su madre, bajo el avellano, y suplicó:
"¡Arbolito, sacude tus ramas frondosas,
y échame oro y plata y más cosas!"
Y he aquí que el pájaro le echó un vestido bordado en plata y oro, y unas zapatillas con adornos de seda y plata. Se vistió a toda prisa y corrió a palacio, donde su madrastra y hermanastras no la reconocieron, y, al verla tan ricamente ataviada, la tomaron por una princesa extranjera. Ni por un momento se les ocurrió pensar en Cenicienta, a quien creían en su cocina, sucia y buscando lentejas en la ceniza. El príncipe salió a recibirla, y tomándola de la mano, bailó con ella. Y es el caso que no quiso bailar con ninguna otra ni la soltó de la mano, y cada vez que se acercaba otra muchacha a invitarlo, se negaba diciendo: "Ésta es mi pareja."
Al anochecer, Cenicienta quiso volver a su casa, y el príncipe le dijo: "Te acompañaré," deseoso de saber de dónde era la bella muchacha. Pero ella se le escapó, y se encaramó de un salto al palomar. El príncipe aguardó a que llegase su padre, y le dijo que la doncella forastera se había escondido en el palomar. Entonces pensó el viejo: ¿Será la Cenicienta? Y, pidiendo que le trajesen un hacha y un pico, se puso a derribar el palomar. Pero en su interior no había nadie. Y cuando todos llegaron a casa, encontraron a Cenicienta entre la ceniza, cubierta con sus sucias ropas, mientras un candil de aceite ardía en la chimenea; pues la muchacha se había dado buena maña en saltar por detrás del palomar y correr hasta el avellano; allí se quitó sus hermosos vestidos, y los depositó sobre la tumba, donde el pajarillo se encargó de recogerlos. Y enseguida se volvió a la cocina, vestida con su sucia batita.
Al día siguiente, a la hora de volver a empezar la fiesta, cuando los padres y las hermanastras se hubieron marchado, la muchacha se dirigió al avellano y le dijo:
"¡Arbolito, sacude tus ramas frondosas,
y échame oro y plata y, más cosas!"
El pajarillo le envió un vestido mucho más espléndido aún que el de la víspera; y al presentarse ella en palacio tan magníficamente ataviada, todos los presentes se pasmaron ante su belleza. El hijo del Rey, que la había estado aguardando, la tomó nmediatamente de la mano y sólo bailó con ella. A las demás que fueron a solicitarlo, les respondía: "Ésta es mi pareja." Al anochecer, cuando la muchacha quiso retirarse, el príncipe la siguió, para ver a qué casa se dirigía; pero ella desapareció de un brinco en el jardín de detrás de la suya. Crecía en él un grande y hermoso peral, del que colgaban peras magníficas. Se subió ella a la copa con la ligereza de una ardilla, saltando entre las ramas, y el príncipe la perdió de vista. El joven aguardó la llegada del padre, y le dijo: "La joven forastera se me ha escapado; creo que se subió al peral." Pensó el padre: ¿Será la Cenicienta? Y, tomando un hacha, derribó el árbol, pero nadie apareció en la copa. Y cuando entraron en la cocina, allí estaba Cenicienta entre las cenizas, como tenía por costumbre, pues había saltado al suelo por el lado opuesto del árbol, y, después de devolver los hermosos vestidos al pájaro del avellano, volvió a ponerse su batita gris.
El tercer día, en cuanto se hubieron marchado los demás, volvió Cenicienta a la tumba de su madre y suplicó al arbolillo:
"¡Arbolito, sacude tus ramas frondosas,
y échame oro y plata y más cosas!"
Y el pájaro le echó un vestido soberbio y brillante como jamás se viera otro en el mundo, con unos zapatitos de oro puro. Cuando se presentó a la fiesta, todos los concurrentes se quedaron boquiabiertos de admiración. El hijo del Rey bailó exclusivamente con ella, y a todas las que iban a solicitarlo les respondía: "Ésta es mi pareja."
Al anochecer se despidió Cenicienta. El hijo del Rey quiso acompañarla; pero ella se escapó con tanta rapidez, que su admirador no pudo darle alcance. Pero esta vez recurrió a una trampa: mandó embadurnar con pez las escaleras de palacio, por lo cual, al saltar la muchacha los peldaños, se le quedó la zapatilla izquierda adherida a uno de ellos. Recogió el príncipe la zapatilla, y observó que era diminuta, graciosa, y toda ella de oro. A la mañana siguiente presentóse en casa del hombre y le dijo: "Mi esposa será aquella cuyo pie se ajuste a este zapato." Las dos hermanastras se alegraron, pues ambas tenían los pies muy lindos. La mayor fue a su cuarto para probarse la zapatilla, acompañada de su madre. Pero no había modo de introducir el dedo gordo; y al ver que la zapatilla era demasiado pequeña, la madre, alargándole un cuchillo, le dijo: "¡Córtate el dedo! Cuando seas reina, no tendrás necesidad de andar a pie." Lo hizo así la muchacha; forzó el pie en el zapato y, reprimiendo el dolor, se presentó al príncipe. Él la hizo montar en su caballo y se marchó con ella. Pero hubieron de pasar por delante de la tumba, y dos palomitas que estaban posadas en el avellano gritaron:
"Ruke di guk, ruke di guk;
sangre hay en el zapato.
El zapato no le va,
La novia verdadera en casa está."
Miró el príncipe el pie y vio que de él fluía sangre. Hizo dar media vuelta al caballo y devolvió la muchacha a su madre, diciendo que no era aquella la que buscaba, y que la otra hermana tenía que probarse el zapato. Subió ésta a su habitación y, aunque los dedos le entraron holgadamente, en cambio no había manera de meter el talón. Le dijo la madre, alargándole un cuchillo: "Córtate un pedazo del talón. Cuando seas reina no tendrás necesidad de andar a pie." Cortóse la muchacha un trozo del talón, metió a la fuerza el pie en el zapato y, reprimiendo el dolor, se presentó al hijo del Rey. Montó éste en su caballo y se marchó con ella. Pero al pasar por delante del avellano, las dos palomitas posadas en una de sus ramas gritaron:
"Ruke di guk, ruke di guk;
sangre hay en el zapato.
El zapato no le va,
La novia verdadera en casa está."
Miró el príncipe el pie de la muchacha y vio que la sangre manaba del zapato y había enrojecido la blanca media. Volvió grupas y llevó a su casa a la falsa novia. "Tampoco es ésta la verdadera," dijo. "¿No tienen otra hija?" - "No," respondió el hombre. Sólo de mi esposa difunta queda una Cenicienta pringosa; pero es imposible que sea la novia." Mandó el príncipe que la llamasen; pero la madrastra replicó: "¡Oh, no! ¡Va demasiado sucia! No me atrevo a presentarla." Pero como el hijo del Rey insistiera, no hubo más remedio que llamar a Cenicienta. Lavóse ella primero las manos y la cara y, entrando en la habitación, saludó al príncipe con una reverencia, y él tendió el zapato de oro. Se sentó la muchacha en un escalón, se quitó el pesado zueco y se calzó la chinela: le venía como pintada. Y cuando, al levantarse, el príncipe le miró el rostro, reconoció en el acto a la hermosa doncella que había bailado con él, y exclamó: "¡Ésta sí que es mi verdadera novia!" La madrastra y sus dos hijas palidecieron de rabia; pero el príncipe ayudó a Cenicienta a montar a caballo y marchó con ella. Y al pasar por delante del avellano, gritaron las dos palomitas blancas:
"Ruke di guk, ruke di guk;
no tiene sangre el zapato.
Y pequeño no le está;
Es la novia verdadera con la que va."
Y, dicho esto, bajaron volando las dos palomitas y se posaron una en cada hombro de Cenicienta.
Al llegar el día de la boda, se presentaron las traidoras hermanas, muy zalameras, deseosas de congraciarse con Cenicienta y participar de su dicha. Pero al encaminarse el cortejo a la iglesia, yendo la mayor a la derecha de la novia y la menor a su izquierda, las palomas, de sendos picotazos, les sacaron un ojo a cada una. Luego, al salir, yendo la mayor a la izquierda y la menor a la derecha, las mismas aves les sacaron el otro ojo. Y de este modo quedaron castigadas por su maldad, condenadas a la ceguera para todos los días de su vida.
Versión
actual: DISNEY
Actualmente,
la mayoría de personas conocen la versión del cuento gracias a las películas o
libritos editados por Walt Disney, multinacional que se basó el la versión de Perrault
para realizar la producción en 1950, convirtiéndola en la versión estándar.
Argumento
Al morir su
primera esposa, un padre se casó con una malvada mujer para que su hija no
estuviera sola. El padre murió y la madrastra (que se casó por dinero) y sus
dos hijas no tardaron en hacer criada a Cenicienta, cuyo nombre venia de poner
en invierno los pies sobre las cenizas. Centra mucho la atención en las
aventuras de los animalitos que jugaban con la protagonista (pájaros y
ratones).
Se celebró
un baile para escoger la futura esposa del príncipe, ya que el rey estaba muy preocupado
de no tener nietos, en el que estaban invitadas “las señoritas de alta alcurnia
en edad casadera”. Después de terminar sus faenas y de que los animalitos le confeccionen
un vestido, Cenicienta puede ir al baile, pero sus hermanastras le destrozan el
vestido por envidia. Una estrella acude en su desgracia, convirtiéndose en hada
y proporcionándole una carroza (a partir de una calabaza que pide a los
ratones), caballos (a partir de los ratones) y un espléndido vestido para la
protagonista, con la condición de volver a medianoche. En el baile, el príncipe
se enamora de ella y bailan un vals, pero la protagonista huye antes de la medianoche,
cayéndosele una zapatilla, el único objeto que no volvió a su forma original.
Cuando el criado ordenado por el príncipe a probar la zapatilla a todas las
jóvenes del reino, está en casa de Cenicienta, esta es encerrada en su cuarto,
pero consigue salir gracias a los animales, probarse la zapatilla que tiene
guardada (la otra la rompió una hermanastra con su gran pie) y demostrar su
verdadera identidad. El príncipe se casa con ella y de las invitaciones para la
boda, las únicas que no obtuvieron respuesta fueron las de las hermanastras y
madrastra, fruto de sus celos.
Características
Encontramos
referencias semejantes a la versión de Perrault: El hada, la calabaza, el hecho
de que sea un criado quien pruebe la zapatilla a la protagonista, el castigo
nulo de los malvados, etc. Un hecho curioso y nuevo de esta versión es que,
después de concederle el magnifico vestido y los zapatos, Cenicienta le pregunta
al hada si los zapatos son de cristal a lo que esta última responde “No seas
presumida hijita, son simplemente de vidrio”. Esta avispada pregunta demuestra
que la protagonista es curiosa y que está muy contenta por la ayuda recibida. Al
salir del cine, las niñas únicamente quieren ser tan guapas como la princesa y
los niños tan poderosos como el rey, al eliminar los aspectos violentos, como
el castigo de las hermanastras y la multitud de valores originales.
SÍMBOLOS
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SÍMBOLO
DEL CUENTO SIMBOLISMO
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Zapatilla
pequeña de cristal
(el único
objeto que no vuelve a su forma original
después de la media noche, sirviendo de
pista al príncipe
para buscar a
su enamorada)
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Pérdida de la
virginidad (algo frágil que se ajusta) y la
huida: Protección de ella. Pequeñez:
feminidad.
Material: De cristal
(Perrault) o de oro (Grimm) es inelástica,
para que no se adapte a cualquier
pie.
Príncipe calce
pie: Ceremonia nupcial y aceptación de ambos tal y como son.
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Cenizas
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Antiguamente era
un símbolo de dolor, ya que evocan la perdida de alguien (muerte).
Vivir entre ellas:
Inferioridad respecto a los hermanos, abuso y humillación
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Vestir harapos
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Síntoma de tristeza
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Fogón
(parte
central casa)
Estar
a su cuidado es una tradición antigua
(Vírgenes Vestales de Roma)
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Madre.
Vivir
cerca de él: esfuerzos por mantener la buena relación con la madre
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Suciedad
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Para
los niños, la libertad. Paradójicamente, todos sentimos pena ante esta imagen
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Árbol
mágico o
ayuda del animal bondadoso
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Encarnación
y representación externa de la confianza de la madre en el primer año de
vida.
Salvación
ante los peligros (la madre muerta deja el objeto a la hija)
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Árbol
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Diferentes
sentimientos de la persona y proceso de crecimiento externo e interno
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Separación
de lentejas buenas y malas
Ayuda pájaros a separar
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Diferencias
y elección entre bien /mal.
Impulsos
inconscientes útiles
(señalan un camino)
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Tres veces que Cenicienta acude al baile
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Voluntad y
miedo de quererse realizar uno mismo, personal y sexualmente
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Mutilación
de las hermanastras
para poderse calzar la zapatilla
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Inconscientemente,
el complejo de castración de las mujeres
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Sangre que
fluye de la zapatilla de las hermanastras
(ayuda al príncipe en su búsqueda)
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Menstruación
impura
(Cenicienta es
pura y virgen puesto que todavía no la tiene debido a su juventud)
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Ceguera de las hermanastras
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El
pensar que se puede sobresalir rebajando a los demás y confiando en la
apariencia externa
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VALORES Y
ENSEÑANZAS
_ Las
apariencias superficiales no nos muestran en absoluto el valor interno de la
persona,
_ Para
conseguir algunos objetivos, es inevitable pasar por trances negativos,
_ La
rivalidad fraterna es un hecho corriente; el niño no debe temer si le ocurre,
_ La virtud
será recompensada y el mal castigado,
_ Para
desarrollar la propia personalidad hay que trabajar duro y saber distinguir
entre el bien y el mal (lentejas),
_ Se pueden
obtener cosas de gran valor de algo miserable (cenizas),
_ Tiene
mucha importancia mantenerse fiel a lo que en el pasado fue satisfactorio y
conservar viva la confianza básica de la madre,
_ La
protagonista triunfa al final sin magia, gracias a su personalidad, a su esfuerzo,
a la sinceridad consigo misma y a su verdadera identidad (no le importa que el
príncipe la vea con harapos),
_ Es normal
la transformación de padres buenos al principio y “padrastros” durante el crecimiento,
necesario para poder llegar a ser independiente y
_ El
considerarse sucio al principio (cenizas _ poco control de los esfínteres) es
una situación temporal.
El cuento es
“real” frente a los ojos del niño, puesto que se identifica con la inocencia de
la protagonista, su suciedad y sobretodo, con el maltrato de la heroína
respecto a los hermanos. Por si solo, el niño es incapaz de ver que con el paso
del tiempo igualará a sus hermanos; por eso necesita la fantasía para darle
esperanzas respecto al futuro y un alivio en el presente. La historia le indica
lo afortunado que es en comparación con Cenicienta y
cómo podrían empeorar las cosas.
Estos
relatos describen perfectamente lo que según Ericsson seria el ciclo de la vida
humano o “crisis psicosociales especificas” que al superarlas, ya se está
preparado para mantener una relación intima con otra persona:
1. Confianza
básica: Representada por la madre buena original,
2.
Autonomía: Cenicienta acepta su papel y lo desempeña lo mejor que sabe,
3.
Iniciativa: Cuando se planta la ramita y la cultiva ella misma,
4.
Laboriosidad: Representada por las difíciles tareas
5.
Identidad: Cenicienta escapa del baile para que el príncipe la acepte como es.
Para
terminar, una reflexión:
¿Ama realmente
la protagonista al príncipe? Nunca sabremos los verdaderos sentimientos de la
protagonista hacia el príncipe, ya que no se han especificado en ninguna
versión. Está preparada para el matrimonio pero, ¿se casa por amor o simplemente
por pasividad ante el poder de un futuro rey que le maravilló en un baile?