José M. Rodríguez Viedma nace en Granada en 1969. Su escritura sencilla se llena de matices, costumbres y tradiciones de esta tierra andaluza, vivero de poetas.
SOMBRAS
Son sombras,
solo sombras
y las sombras, sombras son.
Son sombras tus ojos,
son sombras de amor
que ilumina el balcón, las estrellas,
las eternas primaveras,
la pared, mi habitación.
Son sombras,
sombras son
lo que llevas en el alma,
sombras como te miro yo.
Sombras en nuestros besos,
sombras sin luz reflejada,
sombras tus latidos,
tanto amor compartido
a la sombra de mi cama.
COPA INOCENTE
Si hablamos de comprender,
ahora lo comprendo todo
después de tanto padecer
y de andar por la calle solo.
Quise regar mi garganta
con un chorro de manzanilla
a ver si se me estremecía el alma,
en el bar de aquella esquina
Y si hablamos de comprender,
ya no sé si comprendía
si era mirar, lo que es mirar
o ver, lo que veía.
Galante de ruiseñores
de los pies a la cabeza
aquel hombre se vestía,
El sombrero de medio "ajustao"
se encajo con su sonrisa,
la chaqueta mal "colocá"
y un chorreón en la camisa,
de salsa de bacalao
picante de noche y día.
Yo sin comprender
como él si comprendía,
en sus manos, una mujer,
en un pedazo de papel
que con dulzura sostenía.
¿Que música sonaba?
Alguna, no lo sé
para el de serafines
le pudo parecer
por los ojos que ponía,
con el alma de puntillas
mirando a esa mujer.
A mí, otra copa,
de tinto si puede ser,
yo bebo amigo,
para olvidar a ota mujer.
Le decían mis palabras
de esquina a esquina
en la barra de aquel bar,
él recordando seguía
y yo tratando de olvidar.
La luz medio "encendía,"
la persiana medio "cerrá",
ruido de los coches,
de las copas, del cristal,
de un, a mí me toca,
tu has pagado ya
Y en la esquina algunas porras
pa jugarse la convidá,
como quien a suerte la primavera
en su puño la encierra,
pa no quererse acostar.
Y que hacia yo allí,
si no bebo
mal no me sienta,
que no debo
que me pongo a llorar,
al pensar en los recuerdos
de aquello que no quiero,
que pretendo olvidar.
A mí otra copa
de tinto si puede ser,
como la sangre de mis venas
de la cabeza a los pies
y aquel hombre
llénale amigo, si puede ser
que no es malo beber a solas,
por que así beben las olas
en el puerto del querer.
Yo no había visto su cara,
la chaqueta sí,
el sombrero, la camisa
y su risa carmesí
pero no el color de sus ojos,
blancos como el jazmín,
y una mirada perdida,
pa no quererse morir,
como esa que tiene el cielo,
una mañana de abril.
Y al coger la copa en su mano
y llenársela de vino,
me regaló una sonrisa
que llenó de mar marina
la distancia de un camino,
el camino de aquel bar
y los ojos de aquel olivo,
puñales de madrugada
pa quien no sabe de cultivo.
No invite usted al tonto
me dijeron sus amigos,
atrasao de nacimiento
como si esto fuera un convento
siempre aquí metío.
Y al decir aquella frase,
comprendí sus ojos perdidos,
la mancha de su camisa,
los pantalones torcidos
y un sombrero que no se lleva
tan solo en su cabeza,
pa ser chiste de sus amigos.
¿Y la foto que lleva,
la que tiene entre sus manos,
Una artista francesa.
Me dijo el mas alto,
Recorte de una revista
que aquí estaba hecha pedazos.
Sobre la barra de aquel bar,
mi cartera en la mano
un billete, unas pesetas
y quedamos como hermanos,
yo artico de vino
y el camarero que era el amo,
con parte de mi cosecha,
con parte de mi trabajo.
Y al salir de su casa, del bar
tuve que rozar su textura,
la chaqueta, la camisa
y la mancha de la luna,
medio limpia, medio seca,
de limpiar con servilletas
lo que sabes que perdura.
Adiós amigo y en paz
Le dije yo sin mirarlo,
yo con el alma encendida
y él con su foto en la mano.
Y si hablamos de comprender,
quizá no comprenda nada
o al verlo pueda aprender,
lo que el listo no me enseñaba
puedo aprender a querer,
que era lo que a mí me faltaba.
Como pudo querer aquel hombre
aunque digan los que no quieren,
que soy tonto, de capirote.
LADRÓN
Ya no mires la luna,
y mira el cielo que no esta,
a tus pies la puse un día
en el que tu me la pedías
sin apenas respirar.
Ladrón de lunas por ti
ladrón por siempre, ladrón,
que deja el cielo vacío
pa llenarte el corazón.
¿PUEDE SER?
Quien fuera como tu,
que te escondes tras de mi ventana
quien tuviera tu luz
y tu cara y tu cruz
y tu mirada.
Si no tienes ojos,
la luna tu cara
y por todos los rincones,
sin tener nombre tu alma
toditos te buscan, te miran,
te mecen, te cantan.
Quien fuera viento, como tu
con tu furia, con tus ganas,
de zarandear al árbol, la rosa
como si nada,
sin preguntarle si quiere bailar,
al son que tu bailas.
Si amanece, tu amaneces
y si hablo, tu te callas
pero mi voz no se escucha,
donde tu silencio habla.
Porque eres viento, por eso,
paloma sin alas
lamento de Dios sobre su cama
y te llevas las nubes y las montañas
y abres puertas que están cerradas
y encarcelas de cabellos a las miradas.
Y yo, yo quiero ser como tu,
con el idioma de tus palabras
para llevarme del puerto
las velas blancas.
Para poner gaviotas,
que cuiden los mares
que cuenten las redes
de aquellas madres,
que tejen al viento sus soledades.
Yo quiero ser viento,
un viento de verdades
que se lleve lo falso, lo embustero,
el egoísmo, las vanidades,
y un abanico torpe,
que se mueve con el aire.
Yo quiero ser como tu
y tener tu estatura,
lo mismo coges del suelo
como si besas la luna,
sin empinarte si quiera,
sin que ninguna escalera,
te dé mas altura.
Por que viento hay uno,
flores muchas
por que viento uno solo,
no estrellas ni espumas.
Eres viento, caprichoso
eres pincel del cielo,
cambias a tu antojo
sol por nubes o luceros,
con dejar libres tus pulmones
y soplar como un hechicero,
cambias la mar serena
por un amargo lobo negro.
Y yo quiero ser como tu,
el idioma de tus palabras,
para llevarme del puerto
las velas blancas.
Me conformo solo con verte
sin saber a donde miro
y conmigo dejo que juegues,
sin preguntar si soy tu amigo.
Y juegas con mi pelo,
con las mangas de mi abrigo,
con las macetas de mi patio,
con los campos, con el trigo,
con la flor de la montaña,
con tu amor y con el mío,
con la arena que levantas,
para pintar los remolinos.
Llevatelo todo viento,
levanta tú el lamento
de mi camino,
y si acaso al levantarme,
que pueda sentirme mío
la fuerza con que llegaste,
a robarme mis suspiros.
Mientras mi cuerpo
robe a tu cuerpo,
un alma de escalofríos.
AMARGA DESPEDIDA
Que amarga despedida amor, cuando me fui
que larga se hace la espera,
que oscura me parece la flor del jazmín
y que sola, la soledad de quien me espera.
Que nudo amor, en mi garganta
que roto mi amor en tus pupilas,
que ahogo se siente en el alma,
que alma parece estar viva.
¿Por que tuviste que irte?
¿Por que la luna no es blanca?
¿Por que desde mi ventana,
no cantan los serafines?
¿Por qué lloran mis ojos? ¿ Por qué?
¿Por qué mis oídos están sordos?
¿Por qué no escuchan tu nombre?
¿Por qué fueron tus besos tan cortos?
Amor, ¿Por qué te fuiste?
Que larga se hace la espera,
¿ Por que envejece mi cara ante tu puerta?
Amor, ¿Por qué nunca volviste?
AMOR PROHIBIDO
Hoy vengo a verte, como siempre
con los mismos ojos que te miran,
con las mismas ganas de abrazarte
tan fuerte, tan fuerte, como el primer día.
Hoy vengo a verte, como siempre,
sobre el quicio de tu ventana
con la misma espía por luna,
con la corona del alba.
Hoy vengo hablarte,
y sin querer llorar, voy a llorarte,
por que no es menos hombre el que llora
ni el que más llora, el más cobarde.
La playa se ha cubierto de noche
y las estrellas se estremecen con el frío,
el corazón con su sonido late
y se asusta como si fuera un niño.
Mi alma de versos incansables
busca en el cielo, lo infinito
y en las paginas de un libro
el verso que ponga el final,
a este amor que nace prohibido.
El pescador ha cogido la caña,
el cielo es ya mar esclarecido
hoy, sin esperar a mañana
voy a recoger el ancla,
de mi barco del olvido.
Porque aunque quiera quererte no puedo
aunque pueda quererte siento,
que la fragancia de tu pelo
dejara de ser presente,
y que por culpa de la gente
soñara con ser recuerdo.
Esta noche será la última
que nos acompañen los luceros,
que se estremezcan las estrellas,
de las olas de mi puerto,
que el reloj marque las horas
y el amago de mi boca,
sobre tu boca digan, te quiero.
Por que aunque quiero
quererte no puedo,
aunque puedo quererte...
Por culpa de la gente,
bien sabe dios, que no debo.
Hoy vengo a hablarte
y sin querer llorar, voy a llorarte,
sobre el quicio de tu puerta
aunque del pecho, me falte el aire.
Tanto amor, para el recuerdo
para el cielo y los mares,
donde se fueron nuestros besos
cuajaditos de pesares.
TORMENTO DE SOLEDADES
Que larga la vida mía,
que amarga que tormento
que la mujer que yo quería, :
se me casa en un convento.
Con el agua de una fuente
y la merced del cielo
dicen que sobre tu frente,
se posan los luceros.
Dicen que tras de tu ventana
llora la luna, llora,
que llore por mi Granada
y que hasta la ultima mora,
deje de lado su corona
para rezarle en la cara.
De cuajo en otros días
hubiese arrancado corazones,
por unos ojos que te miran,
en una plaza, en los rincones
y robar un canto de gorriones
para alegrarte la vida.
Ahora beso tu mano y no tu cara
y soy tu hermano, tú mi hermana
y la cuna de nuestros abrazos,
son hoy manantial de pecados
que llevo dentro del alma.
Y pensar como te quise,
y saber como te quiero
si hay tierra o gloria,
dime Dios si existe cielo,
que tengo dentro de mi cuerpo,
mil espinas por corona
como la de Cristo en el madero.
Porque te pido que me ayudes
sin apenas darte un beso,
porque te pido que me perdones
y que no pienses en el recuerdo,
será porque no comprendo
o que no quiero comprender,
que mi vida es un tormento
desde que aquella mujer,
se caso en aquel convento
y rompió en mi el sentimiento,
de volver de nuevo a querer
como tanto estaba queriendo.
Lleno de fe, yo me callo
si acaso guardo silencio,
que así se pagan los ratos
del que tanto esta sufriendo.
Que malas son las lenguas
de las que tanto te mintieron,
que si yo besé a otras
pongo por testigo al cielo,
de tanta mentira traidora
que tanto pago yo ahora,
desde que ya no te tengo.
Que largas son las horas,
también mis rezos perdidos
que lentas todas mis lagrimas,
por este amor prohibido.
Que amplia la arena del mar
que largo el trozo del cielo,
que bonita la veo pasar
desde dentro de aquel convento.
INSTANTE
Entró en mi ventana
blanco aroma de puro jazmín
y acabó en mis pestañas
el recuerdo, cuando te conocí.
Te veía hermosa, no te veía
te sentí sincera, no te sentía
te sentí cerca de mí,
cuando más lejos te ibas.
Y sabes por qué,
porque sin saberlo mi corazón,
mi alma ya te quería.
Sentí el crepúsculo sobre mi ser
acabado o triste, triste
o sonámbulo,
como podría decirte,
despierto o soñando,
que el aroma que sentí
fue el recuerdo de tus labios.
ÚNICO TESTIGO
Parece que lo estoy viendo
con la mirada perdida,
fija, inalcanzable, larga,
corta, dormida,
con las manos medio abiertas
para cerrar su herida,
parece que lo estoy viendo
soñando con su vida.
El aguardiente que regaba su garganta
como un canal de fuego,
iba quemando su alma
para ir apagándola luego
Él esperaba su madrugada,
y ya estaba amaneciendo.
Aquella tarde de mayo
aquella tarde de entierro,
mientras llovía en sus cristales
y en su ventana de acero.
Él dibujaba canales
con sabor a caramelo
y pasados y presentes
y futuros con sombrero
que la gente descubría
para decirle, lo siento.
Lo siento, lo siento, lo siento
todo el mundo lo sabia
como la estaba queriendo.
Hasta yo, desde aquel día,
aquella tarde de entierro
con aquellos claveles rojos
que iban cubriendo su cuerpo,
rodeado todo de gente,
y el solo sin saberlo
con la sangre de aguardiente
y el abrigo de su pelo,
lo siento, lo siento, lo siento...
Se fue caminando como si nada,
por la calle del silencio
aquella que da a la plaza de la tortura
esquina del sufrimiento,
donde hacia tantos años,
se amaron con un beso.
Se por la calle abajo
mil los ojos llenos de lagrimas
con los ojos cerrados,
andando casi sin ganas.
Los murmullos de la gente,
sin manos, lo señalaban
y el, mirando a todos
y sin mirar a nada
iba dejando atrás,
la indiferencia de su espalda.
Parece que lo estoy viendo
preguntando a su Dios por el camino,
de aquellas manos sensibles
y al corazón, por sus latidos.
No lo busquéis,
esta hablando entre cipreses
esta cortando jazmines,
como tantas veces.
Él esta enamorado
y ha corrido a su cita e
sta en silencio, sentado
hablando con ella,
desojando margaritas
y recordando primaveras,
aquellas que nacen escritas
en los tejados, en las veletas
antes de que venga el viento
que el recuerdo se las lleva.
Esta allí, sentado,
dejando reluciente su nombre
que ni siquiera el frío, ni el relente,
con sus manos lo toquen.
Esta sembrando campanas,
y repliques y redobles
están hablando de amor,
antes de que llegue la noche...
Pero esta vez ha llegado,
después de tantos cielos
con sus nubes y sus claros
se han acabado sus celos,
sus presentes, sus pasados.
Hoy es tarde de entierro
y ni gentes ni caballos,
ni replique de campanas
ni suspiros, ni palmadas
ni silencios, ni pasos,
ni flores, ni miradas,
ni gargantas apretadas,
que se rompan con un llanto,
ni siquiera los pajarillos
se han percatado,
que se ha escapado la primavera,
por el jardín de sus párpados.
Bueno, eso sí,
una paloma blanca
tan blanca como el blanco,
colgada de aquella rama
que estaba encima de mi banco.
Alli estaba yo,
medio llorando,
medio riendo
si viene al caso.
Se acabaron sus pesares
se acabaron, se acabaron
parece que lo estoy viendo,
como si fuera un milagro,
cuando le dije adiós
la paloma se fue volando,
volando como si nada
y me dije entre el silencio,
un silencio sin ganas;
Ya tiene su corazón,
su amanecer, su madrugada,
sus besos, sus noches,
siempre abiertas y cerradas.
Se acabaron sus pesares,
se acabaron, se acabaron
aunque aquel día las gentes
seguían preguntando,
¿Que fue de aquel hombre
y del aroma de sus manos?
Yo tenía su respuesta,
su haber y su pasado
y dije que no pusieran nombre,
al blanco de su sudario
que las gentes no supieran,
que balcón el de sus labios
que no hay que molestar,
ni la puerta ni el portal
de los enamorados.
¿Que quien soy yo?
Da igual,
solo alguien que lo conoció,
que recuerda su persona,
de aquel que tanto amo
pero eso, eso es otra historia...
ÚLTIMA LECCIÓN
Por que no me enseñaste
a tallar una escalera,
que aunque no me lleve al cielo
en pensamiento me subiera.
Por verte de nuevo la cara
tan solo por volver a verla.
Me dejaste en este mundo,
tanto aplauso y grandeza
que aunque no tengo ni un duro,
tengo por primaveras,
flores al escribirlas
entre mis versos y mis poemas.
Lágrimas tengo también,
de los ojos de mis riberas
que cruzan mi pensamiento
para apagar mis hogueras.
Mas dejaste, Poeta
pluma de sentimientos
papel de purezas.
Me encontré con tus latidos,
presos de miel intensa
mientras ya contaban tus manos
las brumas y las esencias
del canal de tu pensamiento,
por bulerías y leyendas.
Ahora con tu misterio,
a la grupa de las estrellas,
me vas siguiendo los pasos,
de silla en silla
de mano en mano,
sembrando la semilla
que recitaron tus labios.
Ahora en mi recuerdo,
mas presente que pasado,
sin apenas estar despierto
siento que estoy soñando.
Mil veces a la noche
con luces de luna llena,
siempre preguntara al hombre
con su alma serena,
¿Por que no me enseñaste,
a tallar una escalera?
Que aunque no me lleve al cielo,
en pensamiento me subiera.
EL NIÑO Y LA LUNA
Él tenia un sueño
y el viento lo despertaba
dejo de echarle el aliento,
de las dos de la madrugada
mientras llamaban a unos cristales,
presos de unas ventanas
agua, lluvia, llanto,
pupilas de nubes blancas.
El tenia un sueño,
el sueño que nunca llegaba,
porque el sueño es todo sueño
y al despertar se acaba,
encontrando escondido a su lado
la colcha, el silencio, la almohada.
El niño quería la luna
porque no dejaba de mirarla,
blanca toda de blanco
como una princesa encantada,
que va repartiendo sonrisas
y sonrojando las caras
de tanto beso escondido
que dan las muchachas.
Pero no quería la luna
que la luna no habla,
que quiera verla brillar
cada noche, madrugada.
El niño quería las estrellas
que no paraba de mirarlas,
en un sin fin del espacio
iban echando sus anclas,
como quien va sembrando los campos
con fino trigo de plata,
con agua de cielo infinito,
que detienen sus pestañas.
Pero no quería las estrellas
que las estrellas no hablan,
el se entretiene con verlas
y no se cansa de contarlas.
El niño quería un lucero
que parecía que en el cielo
solitario galopaba,
con el caballo del misterio,
señorial y caballero
todo mudo de palabras,
iba repartiendo versos
y con ellos regalaba el alma.
Pero no quería lucero
que el lucero no habla
Él quiere verlo galán,
cortejando una guitarra.
Que sueño tendría el niño,
el niño sobre su cama
cuando ya besaban su frente,
las tres de la mañana
y las cuatro quisieron pasar
y las cinco y cinco pasaban,
mientras el niño en silencio,
en silencio, soñaba.
,,,Que quieres, dime?
Abre tu boca de cristal
deja que el abanico
de tu blanco palomar,
rompa a los cuatro vientos
el secreto de tus sueños,
con aires de solea.
Pañuelo para sus penas,
quiero ser, si las tuviera
y velero de alegría,
para ponerle entre sus manos,
las manos de Andalucía.
Quiero ser guitarra,
guitarra por bulerías
y noche por noche
y día para ser día,
y romperme el pecho gritando,
pero gritando de alegría
que soy hijo por siempre,
de la que ayer me dio la vida.
Quiero que sean mis sueños, cortejos
y arroparla si tiene frío
con la sinceridad de mis besos
y quiero ser sus zapatos
que no ponga los pies en el suelo
y quiero ser su pincel
aunque no pueda ser su lienzo
y quiero ser matador
del toro del sufrimiento,
con el capote de quererla tanto
y el estoque de llevarla dentro
y quiero llenarla de amor
si acaso le falta un hueco
que le dé tanto calor, Señor
tanto como le da el fuego.
Tantas y tantas cosas quiero
que por eso la noche me grita
y me recuerda un sueño,
volcán de bulerías,
sordo de pensamientos.
Yo no quiero la luna,
ni estrellas, ni luceros,
quiero dormir en sus brazos
y estaré abrazando el cielo.
El viento que lo despertó,
que dejó de echarle su aliento
quiso contarle una historia
y resulto ser un cuento.
La luna seguía en lo alto
con las estrellas en el cielo
y el niño que todo tenia,
también se quedo con su sueño.
El niño soñaba, soñaba
y el mundo dormía, dormía,
ya no sonaban guitarras
ni cantos por bulerías.
Todas se las llevo el viento
de aquella mañana fría,
pero nunca pudo llevarse,
aquello que el niño quería.
MAL PAGO
Y no sin saber me pregunto
y contestación no conozco,
¿Como en la vida y el mundo
puede existir tanto zorro
triste, flaco, mudo y sordo
que al pasar por la calle
no lo toque ni el aire,
para no dejar de ser puro?
Y al ver sonreír su cara
y no encontrarme en su mañana,
aparte con disimulo
esa sonrisa temprana.
Y es que no corre la sangre,
ni quiere correr siquiera
quien no mira una madre
del que su vientre naciera,
tanto anochecer sincero
como tanta estrellas coqueta,
donde no existe cuna de flores
con su mimo lo meciera.
Y yo sin pensar me pregunto
y no quiero hallar la respuesta,
que al verte pasar por la calle
hasta la cara te volviera,
por no besar de veras tu frente,
ni las fiebres que tuvieras.
Eres el destino cruel
de tanta persona tramposa,
que quiere engañar al Señor
con una plegaria traidora,
pues Dios fue también pesebre
con el niño de su persona.
Mira y no mires siquiera
mira, que ya ni me pregunto,
que al fin y al cabo este niño
mío y solo mío,
nunca quiso ser tuyo.
Ni tuyas las sonrisas bonitas,
ni los días, las horas, los minutos
que pueda merecer tu persona,
que algún día se puede ver sola
para desprecio de los suyos.
TE OLVIDÉ
Déjame decirte
y sin decirte te diré,
que quise decir tu nombre
y mira tu por donde,
lo olvidé.
No es mala amistad la compañía
a todas horas del día,
mala quien te da la espalda
y por detrás te desafía.
Yo soy de los que tienen
por costumbre una razón,
una oración en mis labios
y trato con el perdón,
aunque a veces me cuesta trabajo
tener por tradición,
ser para todos, buenazo
para mí, ser un ladrón.
Camino a camino
y paso a paso
de mi cansancio hago respiros
y con mi garganta una canción.
Mi vida y mi estatura,
de sobra cortas son
pero el sentir de mi poesía,
(será por eso de que es mía,
yo la hago con pasión)
y más larla y más cautiva
que la vida de un romano
enlazado a su legión.
Y, aún ahí yo me pregunto
y no concibo la razón,
como sonríes por la calle
como no te falta detalle,
faltándote el corazón.
Corazón, para mirar por tus ojos,
bonitos, pero le falta color
alma para desengañarte,
que hay mujeres cobardes
y esta dicha, a ti te toco.
Pelo, pelo azabache
pero sin noche ni luceros,
manos de seda,
pero que nunca hay manera
de que la esencia de tus dedos,
tenga la delicadeza
para ir pidiendo por tientos,
mientras te baila tu trenza
la grandeza de tus besos.
Besos embusteros,
que me robaron la poesía
esa que de niño tenia
en aquellos cuadernos,
viejos, de aquella librería,
que tanto te gustaba el librero
¿Te acuerdas? Porque yo me acuerdo
que me lo decías.
Ahora caigo en la cuenta,
en la que antes no caía
no sé que misterio,
ni lo que el librero tenia.
Pero, es que a ti te gustaba
el librero, el estanquero,
el del bar y la cafetería,
el droguero, el albañil
y como me explicas a mí
que hasta tuerto de los dos ojos
pudiera traerte loca,
y aquella fue mi derrota,
que no la pude resistir.
Por eso te digo ahora,
sin cambiar el tono de mi poesía
que yo, no tenia dinero,
yo te diré lo que tenia,
un corazón pa quererte
como nadie te querría,
loco, loco, loco de pesares
aunque me faltase la vida.
Y tú, miraste los bolsillos
y no detrás de la camisa,
ni la sangre que derramaba
mi alma que se partía.
Aún estoy llorando,
viendo como tienes que irte
solo déjame, déjame decirte
y sin decirte te diré,
que quise decir tu nombre
y mira tu por donde,
al decirlo, lo olvidé...
LA SOMBRA DE MIS PASOS
I
Saldré paseando por mis calles
y por las calles de nadie,
igual que una sombra sonámbula,
con el sonido de aquel agua,
esperare a que vengan a preguntarme,
entonces recordaré la Alhambra
y aquella foto que guardaba,
desde niño junto a mi pecho
igual que un juguete viejo
y siempre llevara mi alma.
Cobrará vida mi sombra y seré poeta
y me sumergiré en aquella cueva,
donde sonaba aquella guitarra,
donde lloraba, eso donde lloraba,
lanzaré un suspiro al cielo
y aunque sin aliento quede mi pecho
gritaré, yo soy de Granada.
La mujer morena, la mujer sultana
con olor de aceituna y uva,
cara de sol, piel de luna y Sierra Nevada.
Me recordaré subido a la Torre de la Vela,
cuando no alcanzaba a la campana
y San Pedro era un silencio,
un suspiro en la Alcazaba.
II
Recordaré mi Torres Bermejas,
que tantos cuentos me enseñaba
y llegaba cansado y llorando,
con mis poemas bajo el brazo
que me hablaban de mi Granada,
de tu Granada, la de Lorca y su prosa,
la de Falla y su guitarra
y la de aquel, que anotó sobre un papel
un suspiro y una hazaña,
una victoria sin espadas
que desde tierra extranjera,
Agustín Lara
ya llevara entre sus venas,
el embrujo de Granada
de mi Granada,
de la Granada de nadie
que se va perdiendo en el aire,
como una ciudad encantada.
Cuanto paseo por Bibrrambla,
cuanto amor en el Arco de Elvira,
cera en Semana Santa
y en una garganta,
saeta rota y compungida.
Igual que las lágrimas de mi Reina,
que derraman sus mejillas,
la Carrera de las Angustias
mar, océano, orillas.
Recordaré mi calle larga, larga
como la noche negra de un recuerdo
aquella vestidita de niña
en frente de aquel colegio.
Cuantas miradas me miraron,
que a veces dudo si existieron,
allí en la calle de aquel poeta
cuantas generaciones crecieron.
Aquel que habló de poetas,
de abogados y de maestros
y tanta ilusión plasmó
haciendo un cuento con sus nietos,
siete rosas, siete luceros,
poeta ¿Qué te daría?
Por que los vieras desde el balcón del cielo.
Aquella casa, se la llevo el viento
dejando aun esencia y aroma,
brumas y plumas de alguna paloma
para que yo siga escribiendo.
III
Recordare aquella sonrisa,
celosa con cara de niña
que tanto velo por nuestros cuerpos,
cuando de fiebre se consumían.
Recordare la calzada grande,
aquella interminable
como de niño decía
donde el niño de la Virgen María
aquel amigo que nunca falla,
tiene en mi mente aquel recuerdo
aquel que tanto me asustaba
y que aun guardo entre mi pecho.
Recordaré mi primer beso
y mi primer libro de la escuela,
en el que a trozos de barcos de vela
navegaban matemáticas, la historia y la lengua,
barquitos que se llevaba un charco
y como en un ocano lejano,
al horizonte se perdieran.
Recordare mi primer llanto
mi saludo a mi bandera
y cuando por primera vez me llene la cara,
para afeitar mi rostro aun de cera.
IV
Recordaré la primavera,
como una paloma de bronce
como un brillante de perlas,
con sus noches llenitas de lunas,
con sus lunas llenitas de estrellas.
Y entre alguna triste melodia,
aquella que hable de nuevos dias
recordare mi primer poema,
que ya de niño sentia.
Saldré paseando por mis canes
y por las calles de nadie
igualque una sombra sonámbula,
con el sonido de aquel agua,
soñaré a ser recuerdo,
a ser bordón, a ser guitarra,
a ser estela sobre una playa
que va dejando entre la arena
el orgullo de una raza.
Recordaré mi Albaicin blanco, blanco
y el jazmin que brotó de un beso,
una historia y un abrazo
dejando camino andado
y tanto andado por andar,
sobre la historia de un pasado
que apenas puedo recordar.
Aquel favor que le pedi a mi amigo
y que como un pájaro herido
sintió su vuelo fracasado,
por no esperar al futuro
y abrazar siempre al pasado.
Recordaré la primera vez
que noté sobre mi piel,
la faja y las zapatillas de esparto
y como un hombre cautivado,
me sentí costalero,
costalero de mi barrio.
Tu barrio, el barrio de nadie
donde las sonrisas se hacen canciones
y las mujeres abren sus pétalos de flores,
cuando quieren besarte
que hasta mudo y chivato se hace el aire
recorriendo todos los rincones.
V
Recordaré la primera vez,
que me subí a un escenario
y envuelto entre enigmas y rechazo,
deje mi primer poema
entre esencias, espumas y llanto.
Recordaré mi vieja casa
y mis tres hermanos
y se retorcerá mi mente de gracia
cada vez que vuelvo a contarlos
y sobre la cuna de mis brazos,
siento que ninguno me falta.
Recordaré aquellas Navidades,
aquellas que se fueron o las robo el aire
Por que nunca volvieron
y quisieron olvidarme?
Tanta algarabía,
tanta gracia del cielo
que solo faltaba la Virgen María
y su pequeño lucero,
para poner el punto y coma,
en aquella casa de recuerdo.
La lluvia, la nostalgia,
la nostalgia y el deseo,
el deseo y el egoísmo,
fue la causa de que aquel velero,
se quedara anclado sobre aquel puerto
repleto de sentimientos vivos.
Recordaré aquellos años que se marchaban,
cuando las doce campanadas
rompían con la algarabía el silencio
y una lluvia de confeti,
saltan con nuestros deseos
y en los ojos de los niños y los míos,
cristalinos, llenos de lágrimas
¿Por que lloráis niños?
Cuando alguien nos preguntaba,
por que estos cuatro numeritos,
con tantas y tantas semanas
se han montado en caballos con crines largas,
ya se han hecho viejecitos,
y hasta el mismo cielo cabalgan.
VI
Recordaré el sonido de aquella maquina
acompasado por el de sus latidos,
él, de rato en rato me recitaba
y yo le enseñaba mis escritos,
su voz ronca de madrugada
y aquel olor a periódico,
aquel manantial de Granada
y el sonido de la campanilla,
cuando salías o entrabas
en aquella calle larga, larga,
llena de flor y de escarcha.
El sueño se rompe con el día
y el recuerdo me soltó la mano
y dejé de recordar aquella vida,
para ser parte del pasado.
Ya no soy el mismo,
ni mi Granada es tu Granada,
ni la Granada de nadie
ni aquella casa es ya mi casa,
ni el poeta vuelve a recitarme.
Puedo verla desde lejos,
pero es fría inalcanzable
se va perdiendo con el aire
y con el tono de una canción
con el tiempo dejará de ser el dos
o el cuatro, o que sabe nadie
y dejara de llamarse la Rosa,
porque no existe jardin en su calle.
Mi sombra sonámbula y muda
llena de prosa y soledades,
podr si acaso regalarte
una lluvia de versos y sonrisas,
sin guitarra ni cante
que me acompañe tan solo,
un sonido sordo, interminable,
que mi garganta deje de ser garganta
en el recuerdo de mis pesares.
Desde tu Granada, la Granada de nadie un sentimiento que cruza el aire,
un suspiro que se lleva el mar
un lamento que trae el viento,
en esta fría mañana de soledad..
EL VENTANAL DEL OLVIDO
Cuanto encanto en aquella ventana,
que silencio y que ironía a la vez
cuantas canciones de dulzura me contaba,
cuantos besos y suspiros que jamas olvide.
Algún sigue hablando el jardín lleno de rosas
y canta el árbol al compás de sus hojas,
de sus ramas secas y viejas
que encanto y que hermosas
me parecen aquellas risas de niña,
que se pierden en el baúl de mis recuerdos.
Que engaño, que misterio,
llantos, suspiros, amor
tanto amor para guardarlo,
tanto amor para perderlo.
Aun sigue llorando la fuente
manantial de agua y regazo
loco beso, loco abrazo,
aun escucho aquel sainete
y aquel aroma de tus manos
gota a gota, mar y ríos,
qué mas da polvo que aire,
que mas da rosa que lirios
puente, orilla o sendero,
playa horizonte y caminos.
Perderme quisiera, perderme
y encontrarme junto aquella ventana
quiero asomarme a tus ojos,
tras de tus negras barandas
y pasearme en el azul de tus encantos,
por el silencio de mi pensamiento
y hacer de ellos un encuentro
amada y niña, soñando
y ahogarme con un beso.
¿Por que vuelves caminante,?
no me preguntes, marinero
que en el horizonte de tu playa
se me perdieron unos ojos negros.
¿Por qué vuelves caminante,
si sabes que se te perdieron?
Porque con ellos se me fue el alma
y sin alma vivir no puedo.
Llévame al puerto del soñar
con las sirenas y las estrellas,
con las perlas y el coral
que allí estarán mis ojos negros,
que allí esperándome estarán.
¿Que buscas campesino,
entre tu basto sombrero?
Voy buscando mi pelo rubio,
mi pelo rubio triguero
que se me perdió una noche de julio
a la luz de los luceros.
Cuanto encanto en aquella ventana,
a la orilla del recuerdo
yo me miro en su mirada,
como si fuera un espejo
y me peino en la mañana,
mañana de luz y reflejo
perdiéndome en la luz en calma,
navegando en mi velero
me alejo de mi jardín de infancia,
buscando mis ojos negros...
TIEMPO
Tiempo, sumérgete un poco y calla,
deja que las espumas de un sentimiento
se conviertan en palabras
y un barquito de papel en un velero,
que cruce la mar de mis lágrimas.
Deja que la escarcha de mi cuerpo frío,
invada por un momento su corazón
y sienta una tormenta de escalofríos
que se hallaban escritos en un rincón.
Ilumina tu mis palabras a medida,
que pasas oculto por mi habitación
con el tic-tac de tu sonrisa,
mira como voy muriendo yo.
Tiempo, sumérgete un poco y calla
que ella se fue aquel día
y la barca de nuestro amor quedo anclada,
muda, sorda en la orilla,
como queda una hoja descolgada
del árbol que le dio la vida o,
como una lagrima que resbala
y cae rota sobre una mejilla.
Tiempo, detente cuando llegue mayo
detente, olvida que yo existo,
conviértete en aire y espacio,
en agua o en un ser distinto.
Conviérteme en un olvido, eso en un olvido
que cuando mis ojos la miren,
sientan rabia y egoísmo
y me deje pasar como el aire,
que no sepa que estoy perdido.
Tiempo, sumérgete un poco y calla
y espera tan solo a que me vaya,
o a que bese de nuevo esa cara,
que cambie por risa mi pecho herido
y por rojos claveles mi alma.