TOMÁS SEGOVIA (1943-1997)
(Valencia, España, 21 de mayo de 1927 - México, 7 de
noviembre de 2011) fue un escritor, poeta y ensayista nacido en España y
nacionalizado mexicano.
Realizó sus primeros estudios en el Liceo Francés de Madrid,
después en Francia y en Marruecos (Certificat d'Études Primaires, Casablanca,
1939). Emigrado a México en tiempos de la guerra civil española, realizó el
bachillerato en este país hasta 1944 y posteriormente estudió en la Facultad de
Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Letras
Españolas y profesorado de francés en el programa de la Sorbona en México.
Obtuvo la beca Guggenheim en 1950. Entre 1948 y 1954 trabajó de profesor en el
Intitut Français d' Amérique Latine y eventualmente también en la Alianza
Francesa.
De Wikipedia
Primeros poemas
País del cielo [1943-1946]
TRISTEZA
No sé por qué esquinas de sombra
se me ha mojado el alma,
no sé pero se apaga todo,
mi vida no es de mi tamaño,
su camino sobre el agua
se desvanece en silencio.
Pero por qué esquinas de sombra
mi alma se habrá mojado,
no lo sé…
[14.9.44]
CAMPANAS
Altas campanas.
Abajo,
agua de luna;
arriba,
altas campanas.
(Esta pena
quisiera dejármela
en el aire.)
Altas campanas,
tan altas
tan lejanas.
(Abajo,
la luna muerta.)
NAVEGANTE
Yo soy mar y navegante
al mismo tiempo
y no puedo conocer
todas mis aguas.
Por más que busco el rompiente
de mis olas, estoy siempre
más allá de mi horizonte;
mi espuma siempre alcanzando
más allá de lo que alcanza.
Más vale que lo sepáis:
nunca conoceré
todas mis aguas.
[3.46]
UN NARCISO
Todo mi cuerpo está latiendo
como un solo corazón;
latiendo a golpes oscuros.
Masco en mi boca mi aliento
como una espuma sabor de angustia.
Estoy loco de deseo por el viento
estoy loco de deseo por el agua,
estoy loco de deseo
por la tierra y por la flor.
Siento esta locura que me sube
del vientre como un calor,
me enciende todo el pecho
como una sola herida,
me endurece después
las venas de la garganta,
alcanza luego mis ojos
y los abrasa por dentro.
Todo mi cuerpo está latiendo
como un solo corazón.
Mis muslos presienten ya
la dura curva de su brinco.
Ya rompe mi locura
entreabriéndome los labios.
Ya me lanzo, me abalanzo
sobre el viento y el agua
y la tierra y la flor.
Sobre el viento
que huele a mi claro sueño,
sobre el agua
que sabe a mi pensamiento,
sobre la flor
que tiene forma de mis gestos,
sobre la tierra
hermosa y fecunda
como mi propio cuerpo.
Y enciendo y piso y desgarro
y muerdo y rompo y me aferro
y voy ahuyentándolo todo
con el trémulo espanto de mi locura.
Estoy loco de deseo
por todo lo que es bello como mi cuerpo,
o triste como mi pensamiento,
o fecundo como mi sangre,
o puro como mi frente.
Y es la posesión feroz
del viento detrás de un muro,
del agua entre aquellas piedras,
de la tierra donde haga oscuro,
de la flor en cualquier parte.
Estoy loco de deseo,
latiendo a golpes sombríos.
´´´´
Mi cuerpo sigue latiendo;
siento bajar mi calor.
Un momento mi locura
cede tregua
no se sabe si a mí o a mi cuerpo.
Me está llegando, lejano,
un canto de hermoso acento.
Oh dicha, es mi eco,
el eco mío de mi voz.
Dulce es a mi oído
como la brisa que acaricia fresca
la oreja que encendió el deseo.
Y se me cierran los ojos
de un sueño como un borroso olvido
que un instante
dará reposo a mi pensamiento.
¡Quién se lo diera a mi sangre!
1946
REFLEJOS
Esto que el agua refleja
en sus perspectivas puras
no son las ramas oscuras
ni el vago azul que se aleja.
Lo que el bosque en ella deja
ahogada es su alma desnuda:
la que sueña esta ansia aguda,
tan fiel, que si no la halla,
lo que la hermosura calla
basta a su plegaria muda.
ESPALDA
La espalda tan lisa (playa
de la carne pensativa
que en extensiones se explaya),
y ya casi inexpresiva
a fuerza de ser discreta,
su contextura secreta
si la acaricio me entrega,
para que sienta mi tacto
debajo de lo compacto
latir el mar que la riega.
[26.12.53]
Luz de aquí [1951-1955]
ENCARNACIONES
I
La tarde incierta crece. La penumbra
dócilmente resbala
y deja apenas en el aire grave
una tenue caricia que consiente.
Hundidos en un fondo de gratitud carnal
ciegamente descifran el lenguaje
conmovedor de la violencia.
y ganan
Finalmente el encuentro, sorprendidos
de verse verdaderos, y de no poder nada
contra su propia ternura apiadada.
Y caída a sus pies como un manto
se miran largamente. Y aman
tanta flaqueza expuesta sin amparo
ante la muda sombra compasiva.
[17.4.52]
VI
En la fina penumbra, resplandece
tu cuerpo apenas, arrogante casi
y casi arrepentido de sus dones.
Tu desnudez es como un poco de agua
que reposa en el cauce de lo oscuro,
gravedad transparente, ausencia casi.
Vagos volúmenes se empapan, flotan
en el fondo continuo del espacio;
el silencio respira, el aire late
y es desnuda la carne un pensamiento,
materia ardiente de expresión, respuesta.
Oh desnudez, belleza desarmada,
sumisión al espacio, soledad
que transparenta la hermosura eterna
como blancos guijarros
en el fondo del agua.
[7.12.53]
EPITALAMIO
A R. G. y L. C.
Dos avanzan absortos, recortados
sus dos perfiles contra el cielo lívido,
inmenso y vertical,
y crean sonriendo la milenaria Ley.
Y se alzan en la comba
de la ola turbia hecha
de gestos y de voces y miradas
voraces como bandadas de pájaros.
Y comprenden de pronto cuáles eran sus rostros
y por qué un día sonrieron,
y otro día qué buscaban y qué hallaron.
Y todo se sitúa si inclinan las cabezas.
Sonreíd: el amor es meditabundo.
Vuestro aliento mezclado es el aire profundo
que alimenta la llama única.
La gran noche indecisa toma rumbo
y sigue vuestros pasos.
[14.3.52]
FRÍO
La ciudad con el frío se ha quedado campestre,
desnuda, estricta y simple: aristocrática.
Su poco de verdor discretamente triunfa.
Una luz gris de plata noblemente oxidada
le quita todo exceso de color y volumen.
Huele a orilla de río y a dura yerba fría.
Hoy las cosas del mundo son para no tocadas;
todo está en las distancias,
en vagas lejanías, esfumados, atmósferas.
La realidad parece
que se ha ido detrás de un velo
en gracia de la línea, de la forma y del gesto.
Hoy se nos ha marchado el mundo lejos;
se ha quitado de sí lo carnal incitante,
lo jugoso que llama al apetito,
lo palpable que imanta;
y ha quedado incoloro,
reducido a su sombra vaga y fría,
por mostrar a los ojos indolentes del alma
que es hermoso su orden aun sin nuestro deseo.
[11.2.55]
ROSA EN LO OSCURO
La rosa entre lo oscuro tiene sed,
tiene sed su frescura: sed de sombras.
Su carne luminosa absorbe la penumbra;
su pura luz de apretado granizo
bebe silencio interminablemente.
La rosa entre lo oscuro, reclinada
lánguidamente en el silencio quieto,
llena de leve claridad la alcoba,
y silenciosa en sus sedientos poros
circula la quietud oscura,
fresca savia sombría
de un sordo corazón iluminante,
rosa en la rosa, rosa de carne oculta
de la rosa de luz sin servidumbre.
[22.1.54]
ADIÓS EN LA ESTACIÓN
La gran mole pulida,
sorda de tanto peso,
suave a fuerza de fuerza se alejaba,
resbalando sobre la helada
lisura de sus ruedas.
Los quietos, abajo, quedábamos
inmóviles terriblemente,
como de pie sobre una tierra hueca
de cuyo barro el tiempo se hubiera retirado.
Lento, lento, su movimiento
le daba fondo al aire;
desde aquí para allá era todo el espacio,
nosotros nos quedábamos lisos contra lo plano.
Todo el aire era suyo,
el tiempo iba a su zaga,
desalado y puntual, entre árboles y valles;
nosotros nos mirábamos sin conocernos,
vacíos e insensatos, sin día ni distancia.
De pronto inexplicable se desplomó a mis pies
mi vida desprendida de mis huesos.
y eran incomprensiblemente inútiles
las cosas y su orden.
Envueltos en su aire ellos se iban,
viendo correr el tiempo por detrás de sus ojos;
las cosas les hablaban, la luz los acogía.
Quedé solo en un mundo en el que esta locura
a nada corresponde,
al que no me parezco,
en el que nada tiene ese sentido
y del que ella me obliga a desertar,
hollando con pisadas extranjeras
la tierra sin calor donde el agua no corre
y se endurece la esperanza.
Y ahora, aunque me vaya, aunque pise otros suelos,
aunque encuentre otras cosas,
aunque el día me guíe, sé que en este lugar
queda abierto en el aire un gran boquete
que sin cesar les sorbe
su medular fluidez a mis horas sin peso
que seca y duramente se desgranan.
[19.5.54]
EN LAS NOCHES DE ESTÍO
En las noches de estío, cuando un poco de viento
estremece la inerte materia del calor,
el silencio viviente se agita en su honda entraña.
Bocanadas de aroma, de rumor, de tibieza,
son el soplo apagado de palabras opacas,
el jadeo confuso de un exhausto mensaje
que en sílabas expira.
Una fuerza monótona de fatigado mar
empuja al grávido universo.
La oscuridad y el aire son alimento y savia
para la piel sedienta que bebe con el viento
un sombrío y cruel conocimiento.
Secretos se incorporan a la carne
que ignoramos nosotros,
y el peso abandonado
de los miembros que yacen en la hartura
es en medio del húmedo desorden
de la noche indolente
una forma mortal de la sabiduría.
[4.3.55]
EN LOS OJOS DEL DÍA
Hoy de pronto nos hemos despertado
En el centro del día, en los ojos del día.
Aquí todo es comienzo y la luz no termina;
todo lo que en el mundo creímos acabado
aquí se continúa sin fin como la luz.
Hundidos en los anchos, claros ojos del día,
somos nosotros sin escapatoria,
sin nada en otro sitio,
enteros en la luz donde todo prosigue
igual y diferente,
donde todo es lo que es pero más que es.
Lo que en la luz sucede en la luz queda ardiendo
y no deja cenizas al olvido o la muerte.
Hoy le hemos entregado a la luz todo,
nada nuestro ponemos a salvo en la mentira
y nos hacemos libres en lo libre diciendo
todo puede ser nuestro y como lo queramos:
todo será como lo quiera el día.»
[3.12.54]
El sol y su eco [1955-1959]
ABRIR LOS OJOS
Los mismos ojos que cerré cansados
cuando la noche me acostó en su fondo
son éstos que abro ahora
en un espacio azul y de frescura.
Ya estaba abierto el día.
Y la carne aún no era más que un peso
de negrura y silencio.
Todo esto ha sucedido
mientras caída en un oscuro tiempo
duraba muerta la mirada,
como si alguno silenciosamente
preparase una ofrenda de alegría.
Como quien iza la desnuda vela,
despliego ahora la vista al viento nuevo.
[27.2.59]
IDEA VESPERTINA
Se está velando ya la luz del día
cuando apenas el tiempo madura su abundancia.
Y toda esta riqueza con los ojos aún turbios
que retardó su hora y amanece muriendo
quedará abandonada como las playas solas
que en las noches musitan sin objeto.
¿Cómo en la luz saber cuál será nuestro dueño
en las horas nocturnas en que ofusca
su limpidez el aire?
Lo que el día no cumple la sombra lo rechaza;
tal vez mañana el tiempo
no correrá por esta misma orilla
donde hoy nos interrumpe…
Y el corazón así no podrá saber nunca
si hubiera preferido a un yo que es otro;
ese yo que se queda en la otra orilla
desde donde le llama con voces fantasmales…
y que sigue tal vez su propio curso.
[20.4.55]
CREPUSCULAR
Ya cerca de morir desborda el día,
lleno al fin de sí mismo.
En el último instante abre los ojos
como uno que ha dormido alejado de sí
y cuyas horas no eran suyas.
Este poco de fiebre final que nos corona
nuestra dulce fatiga transfigura
en hermoso desorden consentido.
Nada ha pasado en vano,
todo lo cumple al fin la fiebre alada,
los tranquilos excesos
de una gran libertad desmesurada
que instaura su nobleza sin destino.
Oh tesoro azaroso,
riesgo salvado, hermosura.
En su aliento final todo lo entrega el día
al que es por fin su dueño
porque no ha de expirar sin conocerse.
[14.2.56]
PALABRAS AL TIEMPO
2
Tiempo, elusiva burla,
cuerpo que tras su propia sombra corre.
Con el trapo engañoso del después.
Después, después,
escurres el bulto escondido
de la cobarde eternidad.
5
Un día más sin peso expira
en los labios del tiempo
como algo que intentáramos decir
y nos escapa el nombre.
¿Cuándo, deshabitada hora,
en este medio mundo opaco
empezará la vida?
¿Cuándo por fin encarnará
este río vacío,
ilusorio presente?
Cuando termine esta cerrada espera,
que multiplica siempre
un mismo instante desolado,
corazón ya vivido, este día tuyo
no habrá una huella en que lo reconozcas.
Y sé que esta precisa hora
que en este instante pasa,
pues que no tiene rostro,
no renacerá nunca…
[27.4.57]
TRISTEZA
Hoy que acepto razones de estar triste.
sin luz y sin imperio y sin virtud,
en la tristeza misma que me inunda y despoja
respiro una razón de amor inolvidable,
final identidad del devastado
que entre escombros se pierde.
Acuérdate, memoria última,
oculto hilo de agua que en secreto palpita:
no duermas tú, tú no te olvides.
Este frío que todo lo detiene,
oscuridad conclusa
en donde la pobreza de pronto ya no es
es la tristeza ante la cual ser fiel.
No duermas tú, fidelidad oscura.
semilla sepultada
en un fondo de olvido devorante:
tú no te olvides entre lo innombrado,
pues hijo soy de una memoria frágil,
nido de un lugar claro que nada rompe o turba
frente al espacio opaco ocasión de la luz.
Sólo tú, cuando todo
vuelve a ser sólo sombra brutal y sin sentido,
sólo tú no traicionas y sostienes el tiempo;
tú que en la oscura inundación
de la tristeza estás en pie
nutrida del olvido y sin negar el mundo;
tú que después de todo
te acuerdas de haber sido por el amor creada
y enmudeces mas sigues contemplando
para enseñarme una y otra vez mas
que no soy sino un humo sin cesar disipado
salvo por este fondo amoroso que mira;
tú que en plena tristeza
haces fidelidad de la tristeza,
sólo tú fundas todo
cuando todo sucumbe
en torno del oficio de amor de la mirada,
oh mi memoria fiel continuada.
[24.7.55]
ÁNGEL NATURAL
Desde un centro armonioso
de libre soledad sin artificio hallada
en ola natural vendrías tú
sin llamas, sin espada, sin amargas palabras,
sino de luz mayor, de más luz sólo.
(Relumbrarías contra aquel blancor
de cal sedienta,
pureza abrasadora que anima un agua viva
con un reflejo móvil y mojado,
entre el mar incesante y el fijo mediodía.
O dormirías con las verdes piedras
bajo el cielo de un gris humano
allí donde el espacio anida
entre el follaje y los rotundos troncos.)
Todo lo llenarías pero sin turbarlo.
No serías lo nuevo sino su movimiento:
la virtud que da un rostro
al tiempo de lisura indescifrable.
Y serenados en tu resplandor
sabríamos por fin quién hablaba en nosotros,
qué fue lo que fue nuestro y qué fue nuestro dueño
y adonde nos llevaba todo esto
que nos llevaba a ti:
toda esta búsqueda de ti que eras la búsqueda,
que no eras el después ni el antes ni el jamás:
que eras la búsqueda.
[7.9.55]
EL VIENTO EN LA CIUDAD
La ciudad cierra los ojos
desnuda bajo el viento
cúbrete ovíllate oh ciudad sin secreto
esconde algo incuba algún designio
no puedo estar así con la memoria a la intemperie
no te dejes palpar de arriba abajo
por el gran viento necio de glaciales dedos
haz algo endurécete llora muere
o entrégate del todo
o encendamos un fuego ven
abrasa algo
consúmete por algún punto
te nacerán entrañas y ámame ámame
pero tú te estás quieta y aterida
sin proferir palabra
dejando al descubierto los delicados flancos
para el interminable abuso de las ráfagas
y el terco viento de la desposesión te tiene siempre
sin descanso te barre
erosiona los rasgos de tu rostro
hace volar de pronto de tus manos lo que quieras guardar
por qué no salvas algo
por qué no arrancas tu riqueza a este torrente
que te lo estraga y te lo arrastra todo hacia el olvido
por qué no grabas bajo el viento en tu figura un gesto
que puedas sonreír a alguno
o bien si no déjame a mí también gritando y en harapos
embestir al vendaval luchemos.
[Montevideo, 19.8.64]
LA MÚSICA
A Alicia Urreta
No se ve por ningún lado la fuente de silencio
el estanque de sombra la secreta semilla de tiempo
de donde ella ha debido levantarse
sigilosa descalza alada
mujer blanca y desnuda con un antifaz negro
en su danza, de suspiros jugando con el fuego
música silencio viviente tesoro de irónicas monedas puras
chorro de enigmas deslumbrantes surtidor de inquietud
música boca sellada diosa que nada dice
por qué me clavas en el alma este imposible
de qué me estás hablando
qué atávica locura quieres hacerme confesar
qué serpiente dormida quisieras despertarme
adonde me arrastras por este túnel en que has convertido el tiempo
no te rías no huyas deja de socavar la tierra bajo mis pies
adonde quieres precipitarme
música abismo luminoso insidioso amor
música vibración de la ausencia lluvia de heridas
lluvia de claros venenos
lluvia de mudas preguntas sin respuesta
por qué me encadenas así al latido del tiempo
ah insensata avasalladora soy tu esclavo sonámbulo
espérame déjame tocarte enloquezco de libertad
dónde tenía yo estas oscuras entrañas que me acaricias
dónde estaba mi pureza límpida como el rayo
y que recibo ahora de tus manos de agua
música radiante de confusión
mina de luz lenguaje que gravita y gira
lenguaje astral silencio al fin solar
lenguaje movedizo bandada de señas y de risas
sigue durando no te acabes vive
sigue sigue fundando este imperio de éter
no te mueras fuera de ti apenas toque el mundo
va a disiparse este bloque de bondad que ha hecho de mí tu amor
espera llama helada no te vayas
acaba de decir la última sílaba termina esa palabra
materialízate detente formula ya el enigma
qué dices qué decías
ah no me arrebates ya tan fugitivo este blanquísimo dolor…
[17.7.61]
DIME MUJER
Dime mujer dónde escondes tu misterio
mujer agua pesada volumen transparente
más secreta cuanto más te desnudas
cuál es la fuerza de tu esplendor inerme
tu deslumbrante armadura de belleza
dime no puedo ya con tantas armas
mujer sentada acostada abandonada
enséñame el reposo el sueño y el olvido
enséñame la lentitud del tiempo
mujer tu que convives con tu ominosa carne
como junto a un animal bueno y tranquilo
mujer desnuda frente al hombre armado
quita de mi cabeza este casco de ira
cálmame cúrame tiéndeme sobre la fresca tierra
quítame este ropaje de fiebre que me asfixia
húndeme y debilítame envenena mi perezosa sangre
mujer roca de la tribu desbandada
descíñeme estas mallas y cinturones de rigidez y miedo
con que me aterro y te aterro y nos separo
mujer oscura y húmeda pantano edénico
quiero tu ancha olorosa robusta sabiduría
quiero volver a la tierra y sus zumos nutricios
que corren por tu vientre y tus pechos y que riegan tu carne
quiero recuperar el peso y la rotundidad
quiero que me humedezcas me ablandes me afemines
para entender la feminidad la blandura húmeda del mundo
quiero apoyada la frente en tu regazo materno
traicionar al acerado ejército de los hombres
mujer cómplice única terrible hermana
dame la mano volvamos a inventar el mundo los dos solos
quiero no apartar nunca de ti los ojos
mujer estatua hecha de frutas paloma crecida
déjame siempre ver tu misteriosa presencia
tu mirada de ala y de seda y de lago negro
tu cuerpo tenebroso y radiante plasmado de una vez sin titubeos
tu cuerpo infinitamente más tuyo que para mí el mío
y que entregas de una vez sin titubeos sin guardar nada
tu cuerno pleno y uno todo iluminado de generosidad
mujer mendiga pródiga puerto del loco Ulises
no me dejes olvidar nunca tu voz de ave memoriosa
tu palabra imantada que en tu interior pronuncias siempre desnuda
tu palabra certera de fulgurante ignorancia
la salvaje pureza de tu amor insensato
desvariado sin freno brutalizado enviciado
el gemido limpísimo de la ternura
la pensativa mirada de prostitución
la clara verdad cruda
del amor que sorbe y devora y se alimenta
el invisible zarpazo de la adivinación
la aceptación la comprensión la sabiduría sin caminos
la esponjosa maternidad terreno de raíces
mujer casa del doloroso vagabundo
dame a morder la fruta de la vida
la firme fruta de luz de tu cuerpo habitado
déjame recostar mi frente aciaga
en tu grave regazo de paraíso boscoso ti
desnúdame apacíguame cúrame de esta culpa acida
de no ser siempre armado sino sólo yo mismo.
CANCIÓN DE LA IGNORANCIA
Entre raudales de sol blanco
despertaba.
En la profunda limpidez hervía
fría la mar
y el silencio anchuroso
llenaba el horizonte, abierto,
verde, blanco, azul lisos,
mundo esencial bajo una luz autoritaria
Luego la luz mudaba,
otro sabor humedecía el alma:
bajo un cielo nefasto de tormenta,
el fulgor acosado
de la ingenua mimosa y su olor mártir.
Y llevaba la lluvia con suspiros
consintiendo una pausa
de mojada indolencia.
El día entero era la sucesión amada
de esas oscuras artes persuasivas,
cascada de centellas
cayendo sin descanso fascinada
de una en otra secreta rendición.
¿Lo recuerdas,
viuda memoria?
Por aquella ignorancia vivo desde entonces.
LUGAR PÚBLICO
También hay un lugar bajo este techo
hacia el que sube una efusión dichosa
de dispares lenguajes hasta el rubor frotados
para el callado solo
gustador de migajas de diálogo.
Su artesonado aunque fraguado en paz no ignora
al vigilante invierno en cuyo golfo aloja
sus festivos racimos luminosos
y vé cuan necesario, enfrentados en torno
de abrasadoras tazas, les es tener el fueeo
diluido, devorable, en medio.
Así también al fin habrá comido
aquél para quien nada aquí fue dicho,
por una combustión cordial dorada
como un pan común blanco la palabra.
Y cuando otra vez salga a sostener a solas
la insaciable mirada vacía de las sombras,
como un amor secreto, como un lazo de chispas,
como la alegre cota de mallas de sonrisas
de la fidelidad, una tibieza
lo hará inmune al amor fatal de la tiniebla.
Lejos terriblemente de su nombre,
por las glaciales playas desiertas de la noche
llevará una bandera.
Y atendiendo a las voces que susurran
en la noche remota de su sangre oscura
oirá el coro cabal cantar de las estrellas.
[París, 9.10.65]
ANTI-YO
No soy el que yo digo
Soy el que dices tú
Me traiciono por ése
Mi doble que el amor y la impiedad figuran
Dinamito mi suelo alegremente
Con tu risa me río de mi gloria
Pulverizamos la complicidad
con que me miro sin tus ojos
Me salgo de mis pieles
Me abalanzo a habitar en el abismo
un lugar inasible
Me confundo con una catarata
Reivindico su vértigo
Mi vida canta afuera
Desbocada y narrada en un idioma
que nunca aprenderé del todo
De mi verdad recojo chispas ciegas
En lo que sabes tú de mí
En lo que ignoras en lo que deformas
acepto mi falsía
Renuncio a hacer el gesto de cubrirme
Contra tu juego indescifrable
de ponerme al desnudo
Soy ese que podría disiparse
Borracho de invención y de peligro
Navegante de un sueño temerario
del que tal vez un soñador desista
Me apuesto en tu jugada jugadora
No me pierdas
Mi luz está tramada de tus reglas
Nuestro coloquio de ignorarlas.
[20.8.68]
IX
Contra mi tacto evocador me afano.
Con los más duros y ásperos pertrechos
he trabajado hasta dejar deshechos
por el hierro los dedos de esta mano.
Los quiero embrutecer, pero es en vano:
en sus fibras más íntimas, maltrechos,
aún guardan la memoria de tus pechos,
su tibia paz, su peso soberano.
Ni violencias ni cóleras impiden
que fieles y calladas a porfía
mis manos sueñen siempre en su querencia,
ni mil heridas lograrán que olviden
que acariciaron largamente un día
la piel del esplendor y su opulencia.
XII
Y sin embargo, a veces, todavía,
así, de pronto, cuando te estoy viendo,
vuelvo a verte como antes, y me enciendo
del mismo fuego inútil que solía.
Y me pongo a soñar en pleno día,
y reprocho al destino, corrigiendo,
como los locos, lo que fue; y no entiendo
cómo no pude nunca hacerte mía.
E imagino que anoche me colmaste
de placeres sin nombre, y que esa chispa
perversa y de ternura en tu mirada
prueba que lo otro es nada —que gozaste,
que a ti también este limbo te crispa,
¡que al fin te di el orgasmo!— y lo otro es nada.
PARTIDA
Al llegar vi que había una mujer
Dormía dándome la espalda
Dormía con violencia
No quiso ver que yo pisé su lecho
Es ya la hora de la despedida
Cuando al fin se rebulle
Abre casi los ojos va a mirar en su torno
Con la misma mirada
Con que su hija miraría
Me voy libre de peso
Contento de no ir a ningún lado
De no ser el ausente en ningún lado
De que no me haya visto
Ligero de pensar que desde lejos
Sabré que está despierta de su sueño
No del mío.
TIERRA DE SOMBRA
A Antonio Serna
En el sabor metálico
de una mirada fuerte
la tierra se nos muestra alguna vez
sin retención
la tierra fatigada de ordenarse a su distancia
frente a los ojos del hombre
se da indolente y promiscua
tierra tirada sin arbitrio en tierra
de puro ausente se exhibe
nos descuida
mira bien entonces habitante
y aún más que mirar huele palpa
en esa grávida visión se ve el hueso de una estirpe
la tierra de impudicia pone a descubierto
que nuestra sustancia es de su sustancia
si somos barro polvo limo
es que hay febricidades carnales en la tierra
mírala desollada y sin gemido
mira sus tajos sus verdugones sus mataduras
la afónica explosión de polvo de sus terrones aplastados
la llaga de sus nimios cráteres
sólo por esas costras sabemos que es un lujo
no se estremece no clama la tierra trabajada
arañada pisada desplazada
sólo un suelo de carne sin tortura
pudo nunca ser lodo para nidos
así nos pone en su desolación la rica tierra
donde demos la cara a la visión sesgada
la visión de impudicia donde es carne el agua
es carne el aire es dramático rictus de la carne el fuego
es carne el tiempo en su carozo que inscribe nuestras voces
y arde a su lento modo la tierra incombustible
su materia apagada sin palpito sin hálito
su reseco espesor sin brillos sin zumos sin aceites
su macilenta tez sin halo
su sorda esencia de desmoronada
se hacen allí blandísima extensión para las huellas
sensible superficie modelable
pasta masa arcilla piel apretable
viva delicadeza hollable oprimible imprimible
y empieza allí el difuso latido de la tierra
su nebuloso pulso enormemente sepultado
su calor sus fiebres
su existencia de carne
como desinervada carne blanda nuestra
su entrada en el tiempo de los cauces
al abrirnos el mundo de la impronta
al compartir su grave vida de custodiadora
en la que hay que ir a buscar nuestro calor guardado
nuestra memoria sembradora de incisiones
la expansiva costura sin fin de nuestros rastros
ves allí la construcción de las capas los planos las entrañas
y comprendes entonces habitante
que sólo por ella has sido si lo has sido habitante
en esa entraña en que te miras de antemano sepultado
te ves punzantemente vivo y sólo allí te verías
todo tu trabajo es labranza de tierra y sólo en tierra vive
sólo trazada la voz dice el fondo de su ritmo
y en la tierra sin sangre
siempre apenas alzada transitoriamente
sobre el estéril polvo de su origen
encuentras finalmente todo el calor de hombre
todo su olor incluso todo el latir que pierdes
y comprendes acaso
que tú que has de buscar tu dentro siempre fuera
para no disiparte en tiempo sin retorno
en el pétreo vacío de espacios sin entraña
habrás de escarbar siempre.
RETORNO DE AGRA
Todavía en el polvo el pie del hombre
Se mueve acariciado
Polvo roto sin fin de los caminos
Que van a los verdores
Viejo polvo caduco que aún conversa en su lengua
Con los lodos los humus las vastas hojarascas
Todavía abrazados a la tierra
Cabalgamos su empuje
Y es cierto que es amarga
La espalda del humano que aún no dejó de ser
Compañero de ruta del torrente
Que procura su rumbo sacudido
Sobre inseguras jibas por un trote rejego
El viejo domador violento
De una altivez que nace sólo indómita
Y no se reproduce en cautiverio
Es cierto que la estirpe bulliciosa
Monta en el mundo ensangrentándole la boca
Y que esa estirpe tiene las ingles desgarradas
Pero en sus bien plantadas pausas
Cuando apacigua sus callosas manos
Y se abre en su mirada una ilusión enteca
Su gesto abraza entonces
La más viva cintura de las tierras nupciales
Color de tierra él mismo
De la áspera textura de las lianas
Se envuelve de colores evidentes
Como un pueril regalo empapelado
Jovial y abiertamente se señala
Para reír mirado por su mundo
Alzado en medio de su bien
En el que sigue viendo
La sustancia y la fibra que domeñó su mano
El bello garabato de sus signos
Hace hablar allá enfrente
En su nacer nunca violado
Al robusto balido nativo de la tierra
EN TREN
Inmensidad ligera de los horizontes que amplía en toda sencillez el viaje, hasta su tamaño inconsumible aunque finito de pecera suficiente, tranquilamente irisada, donde vive esponjada y veloz la inquietísima confianza nuestra en las vicisitudes de la tierra. Esta dicha sin peso y que ama su sobresalto lleva también un leve moretón de pesadumbre, como en la piel una pequeña mancha de fiebre, que refresca como un agua de torrente la agilidad del tiempo. Y luego, las hierbas tristes entre los rieles abandonados que corren un momento con nosotros en una cercanía inalcanzable, como una sal de nostalgia que recupera el mundo.
BAÑO DE AIRE
Se están bañando los árboles, hunden alegremente la cabeza en el ancho soplo refrescante, bracean chorreando limpia brisa, estas regocijadas ondulaciones son sus saltos de jóvenes cuerpos frenados por el denso abrazado fluido de las aguas. Los chopos sacan por encima del verdor arremolinado la mitad de su pecho de rumorosa pelambre, lanzan a todo el horizonte agudas luces como rientes voces claras. Es todo un muchachil bullicio de destellos cuyo eco cristalino se ve desde muy lejos.
Allá, en la austera distancia donde mascullan sus manías los cetrinos cerros, el extenso suspiro mueve también su apagado pelaje de gato garduño, llevando hasta aquel silencio testarudo leves hebras de estas risas. Los reacios hierbajos y las ásperas matas ondulan también allá delicadamente, no es la gracia del mundo lo que su seriedad ignora aunque no piensen en su premió, pero no levantan la cabeza, no se dejan distraer en su empeño de atiborrar de raicillas esa tierra basal, están allí para hacer que el tiempo enrede sus raíces con las suyas y no dejarlo nunca romper amarras y soltarse a flotar por la locura.
ABANICOS
II
Un rato sacas la cara
Fogosa pero insumisa
A la salvadora brisa
Que la mano te depara
Como si por fin la alzara
Náufraga en aire y sedienta
Con su piadosa tormenta
Sobre el ahogo estival
El mínimo vendaval
Que tu abanico le inventa.
VI
La carne que un soplo exalta
En plena beatitud ora
Por su salvación, y añora
La redención de su falta,
Pues bajo el borbotón tibio
Que el abanico le vierte
A latidos, se convierte
A la fe de un fresco alivio;
Y también su parte alada
-La piel, presa del estío,
De un rostro con albedrío
Por el que será juzgada—
Sueña encontrar la salida
Hacia un más allá que invierte
El sofoco de la muerte
En eterna fresca vida.
MODESTO DESAHOGO
Estoy más triste que un zapato ahogado
estoy más triste que el polvo bajo los petates
estoy más triste que el sudor de los enfermos
estoy triste como un niño de visita
como una puta desmaquillada
como el primer autobús al alba
como los calzoncillos de los notarios
triste triste triste de sonreír como un bobo desde los rincones
de ver tallar las cartas en redondo saltándome siempre a mí
de todo lo que se dicen y se dan y se mordisquean en mis narices
estoy harto de quedarme con el saludo en la boca
de salir bien dibujado entre la muchedumbre
para que me borre siempre el estropajo de su roce
de no estar nunca en foco para ningunos ojos
de tener tan desdentada la mirada
de navegar tras la línea del horizonte
con mis banderitas cómicamente izadas
no puedo más de no ser nunca nadie
de que no me dejen jamás probarme otra careta que la de ninguno
de no irrumpir de no alterar el oleaje
de no curvar jamás un tren de ondas
de no desviar a mis corrales una palabra suelta
de que nunca me caiga a mí la lotería de un vuelco visceral
De no poblar ni el más vago sueño ocioso
De saber que ningún mal pensamiento tendrá ya más mi rostro
Ni ninguna sobrecogedora luz mi nombre
Estoy hasta aquí de la avaricia de los privilegiados
De que quieran para ellos solos toda la juventud
Todos los influjos en las cosas del mundo
Todo el favoritismo de la puta alegría
Toda la iniciativa de renuevo y capricho
De que se apropien sin escrúpulos la plusvalía de calor y encuentros
Todo el capital de risa y de coloquio
Que repartido con justicia
Alcanzaría de sobra para alimentarnos a todos
A todos los hambrientos de carne de comunión
Y sedientos de vino de comunión
A todos los que están tristes
Como faldones arrugados que les cuelgan a los otros
En fin en fin estoy jibosamente desolado
De haber envejecido sin seguro de vida
Sin seguro de nombre
Sin cavar mi guarida en el espeso ahorro
De no haber cobrado el billete cuando la vida se asomaba a mirarme
De haber tirado siempre las deudas al cesto sin mirarlas
Y lo que quiero decir es que estoy a fin de cuentas
Terriblemente triste de que no me hayáis perdonado
Conmemorables
(Nuevos sonetos votivos)
II
Abrazarte al salir junto a la puerta,
en camisón, descalza, despeinada,
blanda y mimosa de haber sido amada,
tibia de sábanas y mal despierta.
Y respirar en tu pechera abierta
la leve y tenebrosa bocanada
que sube de tu sexo caldeada
oliendo a pozo y algas y agua muerta;
oliendo a hongos metálicos, a fosa,
a sombra macerada, a exangüe yodo,
a fiebre en pena, a fósiles humores,
a exhaustos émbolos y a cal mucosa
y añorar todo el día de este modo
una perversa Ítaca de olores.
IX
¿De dónde partió el dardo virulento
que me ha punzado en la memoria lerda
un vivaz nervio ciego que recuerda
gimiendo y agitado en el tormento?
Algo, una línea, un ritmo, un movimiento,
no sé, me ha herido una preciosa cuerda,
y de pronto ante mí tu nalga izquierda
surge rotunda en un sensual portento.
La nostalgia me arrastra en su riada;
perdido para el mundo, no soy nada
sino la intensidad con que, obsesivo,
logro alzar de la sombra el tacto vivo
de ese regio volumen, y en la palma
sentir temblar su masa como un alma.
XII
Todo el calor que por tu piel ondea
hacia el valle central de ti gravita,
cálida orografía que transita
la mano que en tus vegas se pasea
y en la tórrida cuenca al fin fondea,
copa de fiebre cuyo fondo habita
la cifra de un misterio que palpita
para que ella palpándolo lo lea.
Tanto riego de ardor en tu represa
presta a un secreto el clima que lo expresa
en ese lugar raro donde eres
a la vez más hirsuta y recia —y tierna;
savia exquisita y viva carne interna:
ese arcano crisol de las mujeres.
RUEGO DEL NAVEGANTE
Qué otro ruego ferviente
Sino el de contar siempre con la espera segura
De un lugar animoso de descarga y de tregua
No un bastión no un refugio
No otro domicilio
Que el designado en pleno aire mudable
Por el amor de la mirada
Tibio lugar de espera no porque nadie
No porque clame la impaciencia
Lugar de espera porque en él entramos
Con el rostro de paz del esperado
Como el barco acogido
Sin proclama en el puerto atareado
Y contra un firme espacio
Atracando en el tiempo en movimiento
En una hora de escala
Hecha suelo de lentos desembarcos
Y fondeadero azul de la memoria
Entre los pocos hace mucho acostumbrados
A conocer de lejos nuestras velas
Y a ver mecerse nuestro casco ocioso
En la pereza de esos muelles
Y sino el de volver a veces
A ese revuelco límpido de afanosa carnada
Trayendo de muy lejos hasta su centro mismo
Alguna pura lumbre en la mirada
Que allá en su soledad
Ha sostenido a solas la de las sirenas.
LO INMORTAL
Salir de casa una mañana fresca
Y navegando con el rostro al aire
Como una alegre proa levantada
Que azota la marea más despierta
Saber de pronto que surcamos
La verdad desarmante
La limpia herida rauda de la dicha
Y no es que hayamos desgarrado
Con ademán grandioso
Las tercas ligaduras de las ropas
Sino que sólo ahora recordamos
Que bajo ese espesor vamos siempre desnudos
Esto hemos aprendido
De los volubles e incansables climas
Y sus sanos rigores
Arropando aprensivos nuestro frágil calor
No es que hayamos matado la inmortal inclemencia
Nuestro desnudo que bajo sus corazas
Cierra los tiernos ojos defendiéndose
Hasta el final sigue siendo más suyo
Que de ese mismo abrigo que con razón le opone
Luchamos siempre así justificados
Con todo lo inmortal que ulula afuera
Y que el vivo deseo de nuestra vida misma
Sostendrá siempre en vida.
CAFÉ
En este gran redil sonoro
Que es el café cada noche de viernes
Infatigablemente se arraciman
Cientos de mis queridos coespecímenes
Cómo decir mi asombro insuperable
De la inmortal viveza de su sublime cháchara
De dónde sacan pues la certidumbre
De que eso que se dicen que se muestran que se son
Ha de seguir teniendo algún sentido
Visto a unos palmos de distancia
Con qué candente grano se enfebrecen
E hinchan las leves pompas de pasión
Sobre las que gravita su molécula enana
Ellos tan inclinados a dudar
De que sea legítima toda onda que emane
De molécula extraña
Y que en el fondo saben que es falso el parentesco
Con el enjambre afásico de las abejas
Que nunca quiso decir nada
En el enjambre de ellas
Sino sólo en el nuestro
Y que a la vez jamás creyeron seriamente
Que Alguien más allá sepa qué queremos decir
A ellos tan ahítos de opinión
Y tan ayunos de verdad
Concededles clementes dioses
La antena cóncava de vuestro oído
Cuya danza se apoya frágilmente
Titubeando al borde del abismo
Sobre esa irresistible confianza suya
EL VIEJO POETA
Llueve en mi mundo
Llueve sin prisa sin rencor sin saña
El día entero hemos andado juntos
Esta lluvia que vino a visitarme y yo
A ratos recorriendo lado a lado
Puesto a mi paso el son de su música plana
Los viejos territorios sembrados de la historia
De nuestra húmeda amistad de siempre
Y a ratos en su casa cada uno
Pero juntos también en nuestro gusto
Ella en su gran palacio de palidez y vaho
Yo en mi silencio tras de la vidriera
Con las manos ociosas pero siempre vivas
Descansando esta vez en el regazo
Todo el día cayó la lluvia convencida
Y era en mi mundo donde así llovía
Hace toda una vida que empecé a soñarlo
Como ahora lo vive mi obediencia
Hace toda una vida que he estado haciendo mío
Un mundo que por eso me era dado
Hace toda una vida que hago mía mi vida
No como algún pequeño dios
De risibles poderes
Sino siempre rindiéndome
Enamorado siempre sin defensa
De la evidencia de ojos de relámpago
No enarbolando nunca mi fútil banderola
Para tapar su desnudez de trueno
Sino entregado siempre a aquello que se entrega
Llevo toda una vida recorriendo la vida
Con todas mis palabras boquiabiertas
Dispuestas a prestarse calladamente a todo
Renunciando a ser habla para ser resonancia
Atentas siempre a no decir lo suyo
Cada vez que se topan en la puerta con algo
Que pide la palabra
Toda una vida llevo aprendiendo un lenguaje
Vulnerable y sin párpados como una oreja
Mil lugares así me confiaron su voz
Y oigo ahora a la vida en todas partes
Hablarme en mis palabras
El mundo entero ahora es mío
Como no lo es de nadie
Así como tampoco nadie es más de este mundo
Que el fiel recolector de intactos episodios
En que se abren los ojos de su cruda presencia
Todos los sitios donde un día supe
Tapar la boca a tiempo a mis certezas
Y dejarme anegar desnudo por la ola
Siguen mecidos para siempre
En su viva marea
Por todas partes voy reconociendo
Lo que dijo un lugar en un momento
En todas partes tengo algún amor
Del que supe el secreto
Y que será por eso para siempre mi cómplice
Vamos la lluvia y yo por nuestro mundo
También soy yo una lluvia
Van lloviendo en la tierra mis miradas
Que la empapan también y la fecundan
También yo como ella lluevo sobre mojado
Chapoteo en los charcos que ya sorbió mi sed
Cruzo sobre la tierra un vaho mío
Escurro por caminos que enlodaron mis pasos
Ahora cuando salgo a errar como la lluvia
Me topo a cada rato con sitios y momentos
De los que bien conozco la mirada
Aquí cumplí un solsticio
Allá le vi los pechos febriles a la noche
Esta arboleda un día me consoló de todo
Y otro día fui yo para otro parque
Aquel es el limar
Aquel es el lugar donde luché un invierno
Con la hosca soledad de empantanados ojos
Y derribé por tierra
Su gran cuerpo empañado y la seduje
Y ese otro a aquél
Donde la Muerte me miró a los ojos
Y aceptó mi verdad
En ese otro lugar vencí a la guerra
Y vi que era legítima la espada que me hería
Y en uno más la nieve herética
Fraternizó con mi acosado idioma
En mil sitios mil veces
Una verdad errante me tomó la palabra
Se desposó con ella y le puso su nombre
Nunca mi boca ha bautizado nada
Siempre ha sido mi lengua bautizada
Tampoco digo ahora que esta lluvia es bautismo
Es el bautismo el que se dice
Con las mismas palabras que la lluvia
Me arranca de los labios chorreantes
Pues son muchos los golfos señalados
Que en mi memoria llevan como su nombre mismo
Una enigmática señal de lluvia
Bajo una lluvia turbia una mañana astrosa
Mi oído estaba al sol bajo el silbo del mirlo
Una lluvia me habló de la alianza
De las purezas y de los diluvios
Y otra me hizo entender la palabra «descalzo»
Y una más me enseñó que el frescor siempre danza
Y otro día la lluvia me buscó las palabras
Para decirme el nombre pluvial de los caminos
Lo que llueve en el mundo en mi memoria llueve
Mi memoria es ahora el mundo mismo
Que es mío todo entero y yo solo lo pueblo
Como toda una tribu y su prolija historia
Desde el comienzo mi lenguaje dijo
Hágase tu verdad
Desde el comienzo renuncié a mi nombre
Y me he llamado siempre Mundo
En todas partes busqué siempre ser vencido
No fui lacayo nunca de la odiosa Victoria
Y su mortífera eficacia
Sólo fui victorioso indoblegablemente
Cuando fue necesario resistir
En espera del centro al que rendirlo todo
Al fin por todas partes bajo todas las lluvias
Reconozco los sitios imborrables
De todas las amadas derrotas de mi idioma
Eso fue ser poeta
Desarmarle a mi idioma todos sus parapetos
Y no para reinar en las palabras
No para liberarlas
Para firmar como el relapso oculto
El supremo armisticio con lo que ellas acosan
Nada terrestre me es ajeno
He sembrado de huellas todo mi territorio
Igual que todo hombre que ha vivido
Pero yo solo al fin las oigo hablar conmigo
Sólo mi idioma absorto
No tuvo nunca nada que decirles
Sólo él fue el escucha
Y envuelto en mi lenguaje voy envuelto en el mundo
Tengo por fin toda mi vida afuera
De lo que el día hacía hice siempre mi historia
Y ahora en todas partes los sitios me la cuentan
Todo se acuerda de mi vida
Todo es tan mío como mi memoria
Toda una vida me ha llevado
Cuando hablo todo yo hablar sin mí
Y tras toda una vida soy ahora
Aquel para quien llueve cuando llueve en su mundo
A quien busca la voz en todos los rincones
Con quien quiere tener el tiempo su aventura
El que en el aire henchido
De este día de lluvia compañera
Respira el nombre entero de su vida
Con el que el mundo cada día se hace suyo.
[1997]
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