miércoles, 8 de abril de 2015

Valentín Graña Pérez

Valentín Graña Pérez
(1957-1985)
ESTÍO/LIBROS


“HUELLAS DE LUZ' (1957)

AUSENCIA

Te he buscado por los valles y llanuras,
te he buscado por la tierra y el mar.
He cruzado de mil montes la espesura,
y no te pude hallar.
Te he buscado en el cáliz de las flores
y en las aguas transparentes y lozanas
que arrulla el manantial...
Te he buscado en los limpios resplandores
de los rayos refulgentes del alba matinal...
Te he buscado en la luz de los luceros.
Te he buscado en el brillo de las rosas,
te he buscado... y no te pude hallar.







CARMEN 

Tienes nombre de gitana, y eres bella. 
Son tus ojos azules como el mar. 
Y alma y vida han tejido una querrella 
porque saben que tus labios 
no saben besar. 
Morena... 
Tienes nombre de virgen y no eres cual ella 
pues te faltan virtud y pureza sin par, 
y no eres el faro que gracia destella... 
Qué pena... 
morena, 
que seas tan bella y no sepas amar. 






“SUEÑO EN EL MAR” (1957)



A MI MADRE 
En el regio santuario de mi frente dolorosa,
tienes, madre, un altar bello donde ora mi orfandad; 
suntuoso mausoleo elevado a tu memoria, 
con la gloria del poeta que te quise a ti brindar. 
Son sus flores el deseo de morir entre tus brazos, 
arrulladas mis pupilas con tus besos de ilusión. 
Y las riego cada noche con el llanto de mis ojos, 
de estos ojos que han perdido, por llorarte, su fulgor. 
Es nostálgica plegaria la que aflora de mis labios, 
de estos labios ya resecos, sin tersura ni color; 
de estos labios, madre mía, que al rezarte sólo buscan 
aplacar la sed ardiente de mi joven corazón. 
Desgranar las notas quiero 
de esta gloria que han logrado 
los impulsos ambiciosos que me diste tú al morir... 
Y brindarte en homenaje, con el ansia compartida, 
todo el brillo suntuoso de un florido porvenir. 
Yo seguiré el camino marcado por la historia.
Mis triunfos y laureles,
hasta ti han de llegar,
y seguiré buscando otras dulces ambiciones, 
para, al morir el día, traerlas a tu altar. 




POEMA DEL RENUNCIAMIENTO

Tendré que renunciar, y no quisiera,
a seguir contemplándote en mi mente, 
rompiendo la ilusión que, noblemente, 
en el alma bien quise que naciera. 
Tendré que traicionar la fe sincera 
que ha brotado en el pecho ciegamente, 
sabiendo que tú has sido, solamente, 
una simple ambición que nadie espera. 
Ilusión, realidad, o lo que fuere, 
de una virgen yo sé que ido en pos, 
llevado por razón que nunca muere. 
Fuiste un sueño que ansié para los dos, 
fantástica ambición cuando se quiere, 
y en la cual, por mirarte, vi a Dios.





'MADRE ETERNA' (1962)


PRIMER VERSO

A veces quisiera 
trazar con mi lira 
eterna melodía 
que hablara de ti. 
Mas, mi torpe mano 
jamás ha podido 
pulsar esas cuerdas 
que suenan así.
A veces quisiera 
modelar el mármol 
y en fina escultura 
tu nombre eternizar; 
mas la pobre arcilla 
que tocan mis manos, 
no sabe que el arte 
se pueda modelar. 
A veces quisiera 
que el pálido verso, 
nacido en mi alma 
para hablar de ti, 
fuera, en tus manos,
plegaria sencilla 
que hasta Dios subiera 
a cantarle así. 
Soy rudo y no puedo 
dar ingenio al arpa. 
Tampoco mis manos 
pueden coronar... 
Y el verso es tan pobre 
que nace desnudo 
de gala y belleza 
en mi soledad. 
Las frases se agolpan 
como agua rebelde, 
que lucha embravecida 
por abrazar el mar. 
Dentro de mi pecho 
el ingenio vibra, 
y tu dulce nombre 
repite al compás.
Conoces mi pobreza. 
Cuanto soy y puedo. 
Cuanto en este verso 
te quiero ofrendar... 
Cuanto sufro y lloro 
herido en tu ausencia, 
eso, madre mía, 
¿también lo sabrás? 



POEMA FINAL 

Quiero morir cuando decline el día. 
Cuando el cielo se cubra de oro y grana. 
Que al desplegar su canto la campana, 
como un ave se eleve el alma mía. 
Quiero morir sabiendo que he logrado, 
-como en brindis a tu ambición suprema-,
por la dulce plegaria de un poema
tu corazón de madre eternizado. 
No quiero compartir en mi agonía 
ni la duda ni el porvenir incierto... 
Saber que voy a Dios y, una vez muerto,
tú cerrarás mis ojos, madre mía. 




“DEL CORAZÓN AL VIENTO' (1967) 

SOY POETA 

No aspiro a modelar, en su tersura, 
la ruda sencillez de mi palabra, 
ni quiero enaltecer más hermosura 
que esa luz que se oculta en la oscura 
existencia vertebrada de mi alma. 
Igual que el sembrador la tierra labra 
y sepulta su grano en las entrañas
de la tierra, poeta y sembrador 
voy esparciendo mi verso, 
confiando en la cosecha del mañana. 
Y espero que algún día las crecidas 
mieses de mis versos me reporten 
la ganancia bendita y florecida, 
-esperanza hecha verdad y realizada-, 
del amor multiplicado en mi garganta. 


VIRGEN DEL CAMINO 

Orgullo de la tierra castellana, 
-atalaya que orienta al peregrino-, 
elevas a la Virgen del Camino 
en pedestal de luz, en la mañana. 
Y llego ante tu altura soberana 
trayendo en mi horizonte vespertino, 
las huellas del cansancio. Pan y vino 
de eternas singladuras. La humana 
voz de mi garganta se hace paje,
y en la ofrenda que viste a la canción 
del amor, como único equipaje. 
Y al sublime trasluz de la emoción 
presiento me arrebatas el lenguaje 
por la breve y dulcísima oración... 


“ORENSE CANCIÓN' (1973) 

ORENSE

Hay un Cristo que es carne de leyenda.
La quejumbre de un verso, tras la Puente,
y el hervor de una copla que, en la fuente,
aguarda al visitante que la aprenda.
Tres ritmos de emoción hay en Orense.
Tres nombres de renglón para una agenda.
Tres vocablos que llenan una ofrenda
para ensalzar al pueblo eternamente.
Tres cosas hay aquí -y alguna más-,
que rinden pleitesía a tal grandeza:
las sendas de la historia y la verdad.
Tres cosas hay aquí que son belleza,
-que un día fueron sueño, hoy realidad-,
y han sido la ilusión de mi pobreza.






LAS BURGAS

Porque el agua y el fuego, en maridaje,
hicieron excepción a su porfía,
en tu piedra tallaron un tatuaje
a fuerza de abrasarse cada día.
Vasconia me aceptó, sin más bagaje
que el saber que en mis manos traería
el calor de las Burgas y el paisaje
de la tierra de donde procedía.
Vasconia me aceptó. Y con largueza,
trabajo e ilusión se cobijaron,
buscando solamente la grandeza
del pueblo en el hombre... y completaron,
con orgullo y la fe, como riqueza,
el ser útil a quienes me ayudaron. 


PLAZUELA DE LA AMARGURA

Plazuela de Amargura, silenciosa,
donde nace la sombra de la calma,
y florece el amor, como esa rosa,
al borde de la ermita y de mi alma.
Plazuela de Amargura, en donde cesa
el rumor de cristal de aquella fuente
que en dulce canción, también expresa,
al pie de tu crucero, lo que siente.
Aquí mi juventud se hizo añoranza,
sueño y fantasía y ambición.
Sonrisa, incertidumbre y esperanza.
Los años han frenado mi emoción,
al no hacer realidad aquellas cosas
que el niño sujetaba al corazón. 





ANTE EL CRISTO DE ORENSE

Sostienes mi fervor con tu mirada
cuando apenas contemplo tu figura,
y el recuerdo es plegaria que se apura,
oh Cristo del dolor y la lanzada.
Hoy vuelvo con fervor a la callada
celosía de tu templo... frescura
absorta del ayer de mi amargura,
ya trocada en amor de esposa hallada.
No traigo más ofrendas, Cristo mío,
que el recuerdo de aquella despedida,
forjada en el amor y la esperanza.
Esperanza y amor que es lo que ansío
al volver otra vez y sin medida
al pueblo que me dio su confianza.



CANTO A ORENSE

Orense es al amor lo que es al río
la orilla sideral de su ribera.
Recuerdo y emoción. Voz sin frontera
que vuelve a resonar en mi albedrío.
Orense es la razón del canto mío.
Imagen semejante a la bandera,
que al verla, solamente, la quimera
se torna realidad. Es el navío
en el que vuelvo a Dios por otro cauce...
Orense es el blasón de la pobreza
que forman mi existencia y mi esperanza.
Orense es a mi voz como ese sauce
que besa la corriente con largueza,
y al ruido del agua da confianza.






“ATARDECER” (1981) 

EN EL AULA VIEJA 

La lluvia que acaricia
los cristales de las rojas vidrieras de la escuela,
a la música de antaño
me recuerda su compás.
Y vuelven los sueños forjados
al susurro monótono
de tanta algarabía...
Tardes de zinc sobre
la ruda pared del aula llena..
Mil y una
tiernas ilusiones
que nunca llegaron,
se esconden en la mirada
de los surcos vacíos del tintero
y el pupitre... ajado por el tiempo.
No volverán jamás
aquellas horas
de ingenua aspiración
y garabatos sin rumbo...
El encerado, muerto, caído,
me recuerda mi mano con la tiza
y el borrador... 
y el sueño de hacerme hombre:
el hombre que ahora soy.




SONETO PARA CERRAR ESTE LIBRO

Saberse portador de la belleza,
cumpliendo una ambición, tal vez un sueño,
tú llegaste al final de lo que empeño
al crear el poema con largueza.
No me juzgues, lector, con ligereza
si fallé, como autor, en el diseño...
Siempre queda el cumplido más pequeño
de aceptar de mis versos la parqueza.
Puse más corazón que voz e ingenio
al decirte mis cuitas más plurales,
y en forma de metáfora sencilla.
Heno y grano conforman la gavilla,
-luz y sombras de aciertos magistrales-,
de este fruto en sazón que da el ingenio.






'POEMAS' (1981) 

AUTORRETRATO 

Hijo soy del amor y del desprecio, 
y heredé de mi madre tal dulzura, 
que, al ser hombre, me basta la ternura 
para dar al amor más alto precio. 
Me adoró una mujer, y fui tan necio, 
que cambié mi razón por la cordura... 
Hoy no puedo olvidar tal singladura, 
y al barco donde voy, no guardo aprecio. 
Creo en Dios y en el hombre por derecho. 
La amistad incentiva la nobleza, 
y el verso me aprisiona con frecuencia. 
Amante y soñador, que está al acecho. 
Para hacer de la vida y su grandeza 
un pedestal de luz a mi conciencia. 

ANA MARÍA 

Mi vida va sujeta a la amargura, 
soportando el terrible sufrimiento 
de amarga soledad... y ya presiento
que nunca he de mirarme en tu estatura. 
Preferí la razón a la ternura 
y en dolor se me ahoga el sentimiento. 
Hoy marcho por la vida más sediento, 
cuanto más ambiciono tu dulzura. 
La vida, que es así de traicionera, 
sonríe para ti mientras me hallo
hundido en el dolor y la tristeza. 
Y sé que he de morirme en la ribera 
del afán que me lleva a tu belleza, 
pues renuncié a ser dios y soy vasallo. 


“SONETOS DE AZUL” (1982) 

SONETOS DE AZUL 

Los sonetos de azul contemplativo 
que, gozosa, mi alma te dedica, 
son la puerta del mundo en que yo vivo, 
la nostalgia que, así, me mortifica. 
De tus ojos azules soy cautivo. 
-Recuerdo del ayer que justifica 
el hoy y el ayer, y que predica 
que nunca leerás lo que te escribo-
Y tu cuerpo, gitana, me doblega. 
Soy náufrago de amor que nunca llega 
a la dulce ribera de la playa...
El poeta que soy, amando, calla. 
Y al besar el perfil de tu medalla, 
le revienta tu amor y se despliega. 



Tanto azul se concentra en tu mirada, 
que en el mar se acrisola tu figura. 
Al mástil singular de tu estatura 
puso proa mi ruta ambicionada. 
Te seguí, cual barquilla enamorada, 
y alcanzando tu misma singladura, 
el vértigo crispó mi desventura 
al borde de la costa deseada. 
Contemplamos, absortos, el paisaje, 
y en la playa quebré tu valentía, 
conquistando el placer con más coraje. 
Compartimos la ansiada celosía 
con la voz de cristal del oleaje... 
Desnuda eras más bella todavía. 


“INCOMPLETO AMOR” (1982) 

MORIR 

Es posible que muera sin hallar 
su completa ambición mi pensamiento, 
y al sepulcro devuelva el sentimiento 
que, en mi madre, no pude completar. 
¿Moriré sin poder saborear
lo que en otra mujer fue juramento...? 
Quizás pague a Dios aquel momento, 
pues las deudas se tienen que pagar. 
A fuerza de beber tanta amargura, 
de llorar como yo tanto desprecio, 
en la muerte refleje mi aventura. 
Por eso no la temo. Aunque el precio 
para hallar el amor, se me apresura 
que pago en sobriedad el ser tan necio. 


ANA 

Desnuda estás más bella todavía, 
y el fuego de la luna, me parece, 
riela por tu piel, que palidece 
la caricia que pudo ser la mía. 
El deseo enturbió la celosía 
con la misma razón que me estremece 
cuando estoy junto a ti... y no merece 
mi amor este desprecio, Ana María. 
Cuando a solas contemplo tu figura, 
vencida por la rigidez del sueño, 
me escuece a flor de labios la amargura. 
Elegí ser tu amor y no tu dueño, 
y, a pesar del deseo que me apura,
bien sé que he de morir en el empeño. 


MARÍA 

Surgiste en el recodo de mi vida 
como surgen los álamos al río, 
y te vi navegar, como un navío, 
por mi inquieta juventud adormecida. 
Sentí sobre mi carne dolorida 
el sueño redentor que tanto ansío... 
la sombra de tu cuerpo es para el mío, 
enramada de fruta apetecida. 
Te presiento, mujer, como un torrente
de aguas transparentes y lozanas, 
para saciar mi sed incandescente. 
Me sobran ilusión y fuerza y ganas, 
para adorarte, mujer, eternamente,
por más que me traicionen estas canas.


ADIÓS... 

Me dijiste adiós y en la vereda 
de mi humano vivir esperanzado, 
un remanso de amor ha despertado. 
Hecho piel de azabache y voz de seda. 
El poeta vibró en la arboleda 
de un encuentro fugaz y deseado... 
Hombre al fin, ni vencido ni humillado, 
compartiré la sombra que aún me queda. 
Se hizo luz la ilusión y la esperanza. 
Cabalgo en el ayer hacia el mañana, 
para olvidarte a ti...-Desesperanza 
que el recuerdo comparte en la ventana
del alma-. Y es ganar su confianza 
el premio de otra noble castellana. 


“SONETOS” (1983) 

Bien sé que partiré con mi equipaje 
de eterna soledad incomprendida, 
cuando venga la muerte presentida 
a cambiar el lugar de mi hospedaje. 
Volveré hacia Dios, con el bagaje 
de la triste aventura de mi vida... 
No deseo una larga despedida, 
ni nadie que me llore. Mi lenguaje 
ha sido el del amor. Por eso quiero, 
(como única verdad de mi esperanza), 
que mi madre me aguarde entre el romero. 
Este anhelo feliz me da templanza 
y reduce lo agraz de mi sendero... 
Saber que vuelvo a Dios, me da confianza. 



CANCIÓN DEL AVARO 

Estoy solo. Quizás porque yo quiero 
no tengo deliciosa compañía. 
Solamente persigo, noche y día,
el nido misterioso del dinero. 
Pienso en él y en lograrlo, desespero. 
La riqueza es, tal vez, mi cobardía... 
las monedas revisten mi alegría 
porque a ellas tan sólo soy sincero. 
No me importa el honor y la grandeza. 
La honradez, simplemente, es un tesoro 
para cubrir de lodo a la pobreza.
Ambiciono medrar, aupado en oro,
que es al fin y a la postre fortaleza... 
lo demás, son palabras sin decoro. 


LA CHOPERA 

La tarde, al declinar, tuvo el empeño 
de recoger su manto en la chopera: 
el viento despertó a la sementera, 
y el vuelo del gorrión fue más risueño. 
La sombra sobre el agua frunció el ceño
al dejar su cendal en la pradera... 
La tarde se durmió, -quién lo dijera-,
sin poder despertarse de aquel sueño.
Desde entonces, la noche está de ronda, 
imponiendo su paz al canto vivo 
del agua quejumbrosa y transparente. 
Cuando el aire,Jugando con la fronda, 
presume, con razón, de ser altivo, 
la chopera es un canto diferente. 


LA FUENTE 

Al borde de mi vida hay una fuente, 
con murmullo de voz confidencial, 
donde el agua desciende, lentamente, 
entre musgos y sombras, vertical. 
Muchas veces, huyendo de la gente, 
me asomaba a su mágico cristal, 
y al conjuro del agua transparente, 
esperaba su paso angelical. 
Muchas veces la noche hizo su ronda,
la luna despertó nuestro deseo, 
y el suspiro que nunca pudo ser... 
Hoy he vuelto... y el aire entre la fronda, 
como voz que presiento y que no veo. 
Me recuerda su nombre de mujer. 


TU ERES... 

El aire que despeina a la chopera 
humillando los juncos sobre el río... 
Ese grito perdido en el vacío 
que forman la montaña y la pradera. 
Esa gota de lluvia, en primavera, 
que aviva en el rosal su señorío. 
Ese rayo de sol que, en el estío, 
alegra la fecunda sementera. 
La curva del ciprés rozando el cielo. 
La nube traspasada por la luna 
que al álamo seduce y tornasola. 
El tumbo majestuoso de la ola 
que en la playa se cambia por espuma... 
La alondra que admiré alzando el vuelo.



NIEVES 

La tarde despereza su letargo 
por la voz de la lluvia en los cristales, 
y el viento que estremece los trigales 
acompasa su acento. Sin embargo, 
nada impide que insista en este largo 
camino de mil frondas desiguales: 
tu recuerdo se estrella en las triviales 
maneras de ir a ti. -Concierto amargo 
el que forman la lluvia y este viento 
caprichoso, que nace en la besana, 
para avivar la pena que ahora siento-. 
Se morirá la luz, y en mi ventana 
-testigo de mi eterno abatimiento-, 
el alba me dirá: “Tal vez mañana...” 



VÉRTICE DE LUZ 
(En la muerte de un amigo) 

El invicto ciprés de tu estatura 
cedió al huracán de la agonía, 
y el alma traspasó la celosía 
humana, liberando su atadura. 
A la tierra volvimos tu apostura 
para hacer realidad la profecía... 
En barro se transforma la osadía 
por quererse mirar en más altura. 
Sólo queda de ti nuestra conciencia,
que, aunque humana, es a un tiempo confiada, 
y sabe del dolor y de la ausencia. 
Tu senda es nuestra senda, desandada, 
en donde nos aguarda tu presencia, 
cual vértice de luz enamorada. 






Con tu nombre en los labios... Con tu nombre 
a flor de piel, vencido, no humillado, 
llegaré hasta la muerte enamorado, 
para rendir la vida como un hombre. 
Al sepulcro, -que espero no me asombre-, 
llevaré la ilusión que tú me has dado, 
y el afán de varón, irrealizado, 
pues la muerte no tiene otro pronombre. 
Y si el verso pusiera al descubierto 
el amor que por ti se enorgullece, 
no vengas a llorar... porque no espero 
que me lloren tus ojos cuando muerto... 
...Que en la tumba mi cuerpo se estremece 
si descubres, mujer, que aún te quiero. 


PÁGINA FINAL 

No quiero compartir en el sendero 
que conforman los días de mi vida 
aquello que se oponga, en mi partida, 
a pregonar mi paz. Lo que más quiero 
es vivir esta senda cual romero: 
Olvidar cada afrenta recibida, 
compartir con amor la ajena herida 
y encarnar en el hombre el Dios que espero. 
No ansío más. Si he compartido 
con quien menos tenía mi pobreza, 
he cumplido un deber y he recibido 
a cambio de mi entrega tal largueza 
que mereció la pena haber nacido 
por ser útil a Dios y a la belleza. 


'VERSOS PARA EL ATARDECER DEL ALMA' (1983) 

Versos para el atardecer del alma 
son estos que te ofrezco, buen amigo. 
Recuerdos que a la tumba irán conmigo, 
y que ahora conforman esta calma. 
Versos que nacieron sin la palma
de aquella realidad que aún hoy persigo. 
De aquella realidad que aun 
inquietud de un ayer que no se acalma. 
Versos para abrir la transparencia 
de la quietud soñada de la aldea,
remansando la paz de la conciencia. 
Mi poema es nostalgia... aunque no sea 
la palabra ajustada a la expresión. 
Si acierto en el afán... bendita sea. 


IV 

No busco presunción por ser humano, 
ni el requiebro halagador de la porfía. 
Y de hombre a varón, la vida mí
camina rumbo a un Dios ya más cercano. 
Me someto al amor con alegría 
por haberlo perdido muy temprano... 
Miro al hombre, tal vez, como a un hermano, 
y acepto en lealtad su compañía. 
Así voy por la vida. Humildemente 
ofrezco lo mejor de la cosecha: 
la amistad que perdura sin hablar. 
Devuelvo bien por mal a quien me acecha 
y pone en entredicho mi mordiente. 
Soy poeta, también, para olvidar.







Cantabria mira al mar y así mirando, 
a remo de los ángeles mi nave, 
se transforma en poesía porque sabe 
que el verso gana en fuerza, contemplando 
a esta tierra bendita... Y voy cantando, 
Laredo y Castro Urdíales... Todo cabe 
en versos de soneto, porque acabe 
de cantar, Santander me está esperando... 
Liébana y Santoña -mar y montaña
“tierruca” de mil hijos inmortales, 
luciendo tu blasón en tierra extraña. 
El poeta se acerca a tus umbrales 
para ensalzarte así, mirando a España, 
y por verme en tus frondas siderales
La luna penetró por mi alquería, 
grabando en la pared, celosamente, 
tu nombre, Noemí, y, nuevamente, 
el alma recordó que te quería. 
Mi cuerpo se agitó, porque sabía 
que serías un verso solamente... 
Un verso hecho mujer, calladamente, 
en labios de un poeta cada día. 
Y al despertar de nuevo la alborada, 
a través de los álamos y el río, 
te miré como sombra ambicionada.
Y el viento tempranero del estío, 
que besa majestuoso la enramada, 
a tu nombre entremezcla con el mío. 


VII

Si poeta nací y es mi aventura 
el proclamar a Dios en la belleza, 
no comprendo que exista más grandeza 
que tus ojos, Noemí. No me apura 
tu frágil juventud, pues la ternura 
que al nido de tus pechos despereza, 
me pide que respete la pureza 
del mágico cristal de tu hermosura. 
Y el lienzo virginal de tu inocencia 
que espera con rubor que alguien lo toque 
con el sabio pincel de la elocuencia, 
es mi orgullo total. Y en mi conciencia, 
-permíteme, mujer, que así la invoque-, 
veo a Dios en tu limpia transparencia. 


A UN POBRE 

Traspasa los umbrales de mi huerta 
y avanza sin temor, mi pobre hermano, 
que al igual que con ella sigue abierta
la palma temblorosa de mi mano. 
Se agitan los rosales que en mi huerta 
contemplan tu llegada, tan temprano, 
y al cruzar sus umbrales se despierta 
la esperanza de que eres soberano. 
Eres pobre y mendigo y Dios te envía, 
y a cambio del brevísimo hospedaje, 
se llena de ilusión esta alquería. 
Sentida bendición es tu lenguaje, 
porque siempre despiertas mi osadía 
de que al cielo entraré con tu ropaje. 


ANA MARÍA 

Mi cuerpo te buscó por ser doncella 
y a fe que consiguió lo que quería... 
En la dulce quietud de mi alquería, 
de rodillas juré ser fiel a ella. 
Mi vida te adoró porque eras bella 
además de saberte sólo mía... 
y en esta posesión, mi algarabía 
puso nombre a la luz: Ana María. 
Viví para este amor con ansia loca. 
Con entrega y pasión cada momento, 
y, a veces, con los puños en la boca. 
Tuyo soy por amor, que es sentimiento; 
y a pesar que tu orgullo me desborda, 
mi palabra y mi voz son juramento. 



Esos sauces que cuelgan sobre el río 
llenando de caricias la corriente, 
en preludio transforman la vertiente 
del rondó de un amor que no es el mío.
Cual guitarra de espuma suena el frío 
castellano y hostil sobre la fuente... 
El recuerdo se torna irreverente 
adorando la bruma del estío. 
Allí te contemplé por vez primera: 
desnuda como mística amapola, 
cual si fueras mi triste adormidera. 
Me esperabas allí... como se espera 
despedir para siempre, triste y sola, 
un amor que no tuvo primavera... 


ENCUENTRO 

Tuve miedo de amarte y he pagado 
con desprecio brutal mi cobardía... 
y, ahora que ya es tarde, Ana María,
volvemos a encontrarnos. Y he gastado 
los años de esta vida, que no es mía, 
en volver y volver a mi pasado... 
El niño que era ayer no te ha olvidado, 
porque el hombre te anhela todavía. 
Nos miramos de nuevo, como antaño, 
con más canas y espinas en las sienes, 
cual corona que ciñe la experiencia. 
Y al viejo que ahora soy le causan daño 
el temblor de tus manos... porque tienes 
mi nombre como cruz en tu conciencia. 



Las piedras de la calle en que nos vimos
relucen, cual si un ángel las pisara,
y en ellas se reflejan, de tu cara,
dos lágrimas azules. Despedimos
el amor que de niños prometimos
con un beso fugaz...Ay si hablara
el amplio ventanal que nos separa
del embrujo de cómo nos quisimos...
Treinta años soñando, como espuma
de triste manantial entre las manos...
Al volver a tu alféizar, es la bruma
del tiempo que envejece, al recordarnos,
quien pone la amargura en esta pluma
y en la herida del alma, al encontrarnos.. 




ESPAÑA 

Quisiera, paso a paso y trozo a trozo, 
sin prisas, por el valle y la montaña, 
recorrer los caminos de esta España 
que estremecen mi pena y son mi gozo. 
Quisiera convertir en alborozo 
el filo redentor de la guadaña, 
arrancando de cuajo la cizaña 
de aquellos que toleran su destrozo. 
Quisiera un pueblo en paz. Como gavilla 
que lanza al universo sus destellos 
en pie de amor, con próspera riqueza. 
Que al pronunciar su nombre, en maravilla, 
sin encontrar ni ricos ni plebeyos, 
el corazón latiese en su belleza. 


Contemplando el temblor de la amapola
que entre besos del viento se estremece,
tu recuerdo me acosa y se engrandece
cual murmullo sutil de caracola.
Al cielo castellano tornasola
la eterna placidez cuando oscurece...
El río es todo voz, cuando atardece,
y la senda del pueblo queda sola.
El viento de la tarde se recrea
jugando al escondite en la chopera,
con la paz sacrosanta de la aldea.
Una voz estremece la pradera,
un gorrión la gavilla picotea,
y una esquila se extiende en la ribera... 




Un lecho de amapolas he formado 
al borde del trigal y la chopera, 
donde el valle parece que estuviera 
compartiendo mi afán de enamorado. 
Y el umbral de la noche se ha mirado 
en tu cuerpo desnudo, incandescente... 
El placer destelló sobre tu frente 
en éxtasis mil veces deseado. 
El sauce penetró más sobre el río, 
silenciando su salmo de tristeza, 
para que nada enturbie nuestra cita. 
La luna desplazó su poderío, 
y al lejano ciprés dio más belleza, 
despeinando su luz sobre la ermita. 

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