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dice:Francisco Acuyo, (Granada, 1960). Cursó estudios de Derecho y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y del Arte en la Universidad de Granada (es doctor en esta última disciplina). Es director de las Revistas Extramuros de Literatura y Jizo de Humanidades, así como de las colecciones literarias del mismo nombre. Ha sido colaborador habitual del Grupo de Investigación Interlingüística de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada. Es asesor de la Revista Los Papeles Mojados de Río Seco, de Sevilla. Autor de más de una docena de libros de poesía y de numerosos artículos de divulgación literaria, poética y científica en muy diversas publicaciones. Es miembro investigador de la Fundación Internacional Artecitta, miembro de la Asociación Andaluza de Semiótica y del Grupo de Estudios Semióticos de la Universidad de Granada.
Se han vertido antologías de sus poemas al inglés, francés y polaco; y se preparan nuevas copilaciones de sus poemas al portugués y al ruso.
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De la
métrica celeste
EL TIEMPO EN LOS ALERCES
Qué designio,
cuál pregunta;
por qué
guarda su secreto
la vida?
¿Dónde el vivir?
Vivir, morir
con el sueño
que
despierta a nueva vida.
El sentido
pone cerco
al sentido
sin sentido,
urge el
deber de tenerlo.
El deber que
no radica
en voluntad
ni en efímero
conato o
firme liturgia
que oficie
tránsito eterno.
Tanta
angustia contenida
en esta
fuente de tiempo,
si la
corriente infinita
quieta
quedó, en movimiento.
Acaso cada
mañana
en este
jardín de invierno
con las
guirnaldas despierta
la primavera
del sueño.
La vida
tiene el deber
sentido tras
del espejo:
cual mendigo
nos acecha
casi imagen
con su espectro,
como
miserable ungido
que detesta
el somnoliento
perfume
donde el nihilista,
embalsamador
de viejos
afanes, y de
banales
codicias, y de
harapientos
mantos de
almas consumidas,
realidad
hace el deseo
manos de la
cotidiana
inmundicia y
del incierto
sentido, de
la penumbra
entre tanto
harapo viejo,
entre
túnicas raídas
y entre
carcomidos lienzos.
Deber
sentido. Existencia,
existencia,
sí, y silencio.
Y entre
tantas flores tiernas
la abeja
liba el concepto.
Corre el
agua de la fuente
hasta llegar
a su centro.
No se
encuentra el manantial
en la
oquedad del silencio,
y alienta el
agua la fuente
hasta ganar
el desierto.
MAL DE LUJO
«Matando,
muerte en vida la has trocado»
SAN JUAN DE
LA CRUZ:
«Llama de
amor viva»
En el filo
del tiempo transparencia
parece
deslizar la poesía,
el silencio
y la luz de la conciencia,
el ánima del
astro y la armonía.
En el
olvido, al borde de sí mismo
es amor el
retraso fulgurante
que prolonga
el principio del abismo
en el eterno
vuelo del instante.
Mas yo sé
que si me quisieras para
siempre
infiel te sería, pues dos veces
no se da un
mismo bálsamo en la vida.
Mi espíritu
no duerme, atiende cara
a cara sobre
el sueño que me ofreces,
y despierta
en la luz que nos olvida.
NOCTURNO
Un copo,
allí de luces
solicita, ya
herida en tibio canto:
«Mirad las
luminarias —me decía—
blanco vuelo
de luz nunca accesible,
ved el agua
de tanto
en tanto
como rosa inmarcesible
que de la
roca, salta recorriendo
por mezclar
de su voz diverso estruendo».
En bullir
silencioso se derrama,
sobre las
flores muy despierto quien
de la luz y
de amor está cubierto;
el tigre de
ligera
claridad que
ágilmente precipita
(aunque en
más claridad
que el sol
su avance sigiloso fuera)
la luna en
los cristales,
y lo que
arriba está de abajo hesita
pues, caza
pierde cándido de cuando
en cuando y
sin furor, tras la corza va saltando,
perdidiza
que, con mayor carrera
cristalina
de rosas desespera.
Noche,
divino espejo
por el que
imagen nunca hallare
en dar
reflejo luz tampoco usada,
cual si
hubiera de cada
sombra
debajo un pétalo de amar e
insistiría
en sufrido ramo hecho.
Y al lado
—porque alumbre semejante—
un ángel, no
exterior semblante
(ni fue
jamás seguido)
de rosas y
de nieve esclarecido.
En suspirar
pretende tanto
que pueda
hacer de conmovida sombra,
luciérnaga
su llanto.
Y en mirando
la imagen del querube
en este azul
sumida,
tornó a
cobrar la nube
en aire la
razón, de amor debida.
LA SOLEDAD DEL BREZO
Cielo de luz
para la senda estrecho,
donde abre un mundo
tibio, propio, perplejo.
Aquel deliquio
de abejas y de pétalos,
de tibios peces
y pájaros pequeños.
Frica del cauce
con mecánico juego
la luz que engasta
en sus vividos émbolos.
Bebe el espíritu
tan subido deseo,
bebe la carne
sobre un mármol eterno.
Cielo de luz
para la senda estrecho,
donde abre un mundo
tibio, propio, perplejo.
LLUVIA
Compás que
oscila.
Pausa. Sobre
la noche
estrecha,
estrellas
de diversos
colores.
El cielo
vibra
cuando cae
sin orden
de la onda
el círculo
que precede
al golpe.
ROMANCE DEL
AVELLANO
Las hojas
vierten destellos
y pájaros
enlazados
que mueven
entre las rosas
el aire
tibio y los ramos.
Del árbol
nudos deshecha
la fuente
del avellano,
y en senda
de ruiseñores
distiende el
cáliz extraño:
ya conmueve
los zarzales
de cristales
y despacio,
transfigura
con el agua
en espinas
su descanso.
Triste de
risas celestes
-murmura
pálido un nardo—
el agua
flores deshace
entre los
senos de mármol.
Aquellos
dedos de plata
un lirio
casi han tomado,
por sus
hojas cristalino
y sus
pétalos sonámbulo.
Rosa blanca
es blanca rosa
en el agua:
Yo te guardo
en la mano,
y la corola
guarda,
tuya, mi otra mano.
Traigo luces
tibiamente,
y un deseo
limpio traigo.
Mostraba con
brisa tenue
la luz
nocturna su claustro.
Despiértenme
mariposas.
Palomas
sueltas el ramo.
La rosa
mueve a la rosa
y el aire
apenas el tallo.
La mano
finge del viento
el silbo
suave llevando,
del llanto
perlas al sueño,
del sueño
perlas al llanto.
EL TIEMPO EN
LOS ÁLAMOS
Memoria. Sol
de los muros.
Ángel caído
en la tarde:
entre ramos
de azucenas,
entre
jazmines galanes,
las palomas
y las fuentes
de corolas y
corales.
Tras del
tópico del agua,
el arrayán y
el estanque;
y las frutas
en los frescos
y ataurique
en los cristales.
El horizonte
bermejo
sobre sueños
verticales.
Tras de su
huerto las fuentes,
aunque
juguete de edades,
regresan
donde el futuro
eternamente
se sabe.
En derredor
de sus muros
las nuevas
antigüedades.
En el
vértigo hacinados
proyecta el
tiempo los valles:
el anónimo
trasiego
de escogidos
personajes.
El álamo
cotidiano
y las prisas
seculares.
FINALE
Del ángel
soy naufragio de la ciencia
que a luz de mi reflejo suspendido
–aunque poeta, referidlo os pido–
tendrá matiz espejo toda esencia.
¡Cuánta los dulces términos ausencia
demuestra tanto coro trascendido!
desmayo abajo viendo que han subido
la luz y el alma, el aire y la conciencia.
A la luz donde duermo no escondida,
un ramo me recuerda destilado
en el vaso profundo de la vida.
Concentro en él mi ardor, y en él me inspiro:
y de la esencia púrpura turbado
se elevan los aromas, y suspiro.
que a luz de mi reflejo suspendido
–aunque poeta, referidlo os pido–
tendrá matiz espejo toda esencia.
¡Cuánta los dulces términos ausencia
demuestra tanto coro trascendido!
desmayo abajo viendo que han subido
la luz y el alma, el aire y la conciencia.
A la luz donde duermo no escondida,
un ramo me recuerda destilado
en el vaso profundo de la vida.
Concentro en él mi ardor, y en él me inspiro:
y de la esencia púrpura turbado
se elevan los aromas, y suspiro.
La tranfiguración
de la lira (1984)
NAUFRAGIO
Para Ramón
Peregrina
Quiébrese entre relámpagos el cielo,
deshaga el firmamento los pedazos
al rayo resistentes y en sus brazos,
préndalos juntamente con el suelo.
Lleva noche dolor mi desconsuelo,
porque garza o paloma apenas lazos
olvidada pudiere de sus pasos
perderse en la memoria cada vuelo.
Mas de la mar se duerme aquella nave.
Y de mis labios supe que no sabe
si besé, la sazón de mi tristeza.
Como cuerpo con su alma despereza.
Viento y nave entre sí y la mar contienden
y ambos por entenderla no se entienden.
deshaga el firmamento los pedazos
al rayo resistentes y en sus brazos,
préndalos juntamente con el suelo.
Lleva noche dolor mi desconsuelo,
porque garza o paloma apenas lazos
olvidada pudiere de sus pasos
perderse en la memoria cada vuelo.
Mas de la mar se duerme aquella nave.
Y de mis labios supe que no sabe
si besé, la sazón de mi tristeza.
Como cuerpo con su alma despereza.
Viento y nave entre sí y la mar contienden
y ambos por entenderla no se entienden.
Cuadernos del ángelus (1992)
LABERINTO Y
PLANETA
Ambigüedad
esencial,
no dejaste alguna seña.
Difícilmente abandona
el lugar lo que tan cerca
del origen nos habita
en la fruición de la piedra,
o ese ciervo decisivo
entre las flores de estética;
así mismo nos explica,
el discurso y la vivencia
al beber del fresco arroyo
que no supo nunca de épocas,
que discurre entre cristales
todavía y entre arenas,
y sobre aquella colina
en verdad se manifiesta.
Amor que todo lo alcanza
no contiene donde empieza
el bosque, el astro, la flor:
La nada todo lo hereda.
Este juego no es muy serio.
El poeta no es el poeta,
mas el poeta, sin embargo,
fundió de toda materia
con su celeste albedrío
del espíritu la arena,
y sobre el mar nos aguarda
todo cubierto de estrellas.
Transitoria luz y tibia
deslizaron para el poeta
entonces miles de historias:
Y el hombre habitó en la tierra.
No la flor
para la guerra
(2ª edición, 1997)
A LA SOMBRA
DEL ÁLAMO BLANCO
La vida sube
la cuesta
pendiente de la calima,
potencia la luz que en acto
alza el mirador arriba;
arriba donde se gesta
el aliento y la fatiga,
donde sofoca caliente
vaho el soplo de la brisa.
Sube. Con la imagen sube.
Sube el espejo el estigma
hasta el alto promontorio
donde verá su caída.
Calienta estío. Crisol,
crisol en donde destilan
las rosas de los jardines
el cáliz de dulce alquimia.
El sudor desde la cuesta
precipitadas desliza
almas o luces al pozo
que las acopia y las cifra.
El aroma de la luz
sobre la rosa culmina
con fragancia que los astros
escancian de la pupila.
Aquí, algo en sí intolerable
pretendo hacer con mi vida.
Puedo masticar el tiempo,
puedo beber la canícula.
Puedo tocar el pasado,
puedo escuchar si crepita
el ascua desde el futuro
que regresa a su ceniza.
Los
principios del tigre
(1ª edición, 1997)
TIEMPO
IMAGINARIO
Se sonríe, y en silencio
mira, respira profundo,
cierra los ojos, proyecta
en derredor el influjo
de su presencia lejana.
Y caminamos muy juntos.
Sobre el eco de mis pasos
ayer dilata el futuro.
La calle no es solitaria
hasta que el hombre la anduvo.
EL silencio se ha medido
para inscribir sin su nombre,
grabado sobrio perfil,
sobre las sombras de un molde.
Si de sombras es albergue
esta espesura del bosque,
cobije luces el árbol
y brille en ramos el orbe.
¿QUÉ puede el hombre temer?
¿Salirse del justo medio?
En él está la verdad
y ellos deshacen el sueño.
¿Qué puede el hombre perder?
¿Sentirse donde el silencio?
Mi interior contiene seres
con un profundo secreto
Vegetal contra mosaico (1994)
CAUCE DEL
TIEMPO
Se arde la
luz temporal,
la sombra yela en lo eterno.
Se comba cenit invierno,
se estira el alba estival.
No sabemos del umbral
si tiene final o asomos:
la puerta de etéreos pomos
abre la carne vivida,
sangre celeste es su herida:
¿es cierto incluso que somos?
El hemisferio infinito (2003)
EL HADA DE
MI NIÑO
Cuando te
sientas solo,
mi niño, ten presente
la mágica aureola
del hada de la nieve.
Su velo sobre pétalos
de rosa te protegen,
te acoge y de la sombra
como estrella de fuentes.
Cuando te sientas solo,
la ventana estremece
el cristal del invierno
con aliento sin dientes,
cuando la niebla o nube
sobre los muros vence
la soledad traidora
que desnuda su albergue,
su lecho de amapolas,
sus pétalos de leche
que tibios visten velo
entre nieve a la nieve.
Cuando te sientas solo,
la luz muestra el juguete
de querubes furtivos
que juegan con la suerte.
Mi niño en su palacio
de algodón transparente,
canicas y cristales
cuenta por capiteles,
y un cervatillo inquieto
sobre el lomo sostiene
las jambas y el dintel
de vidrio y cascabeles.
Bajo monte de pájaros
la imagen de la nieve.
Aleja. Lejos. Deja.
Deja que ella te bese,
y que ponga su magia
tu mejilla caliente,
que tenga de tus labios
el clavel, y en tus sienes,
mi niño, dos guirnaldas
con la luz de las fuentes,
con aroma de mirtos
y colores de peces.
Pan y leche
para niños
(1ª edición 2000)
PÚBERES CRIATURAS
Para Magda,
Brenda y Mara
Unos versos
a la luz y las sombras de estas púberes criaturas
Moi, j’ai
la lèvre humide, et je sais la science
De perdre au
fond d’un lit l’antique consciencie.
Yo, tengo
húmedo el labio, y sé la ciencia
De perder
en el fondo de un lecho la antigua conciencia
Les
metamorphoses du vampire
Charles
Baudelaire
Si prímulas
o alhelíes,
si jazmines
o jacintos,
en el jardín
de su origen
oscuro,
un fanal el símbolo
de sus
púberes perfiles
proyecta el
secreto idilio
de las luces
no invisible,
de las
sombras fugitivo.
Si cariz de tersos marfiles,
no sin
insolencia, quiso
de la
eternidad el límite
traer para
el infinito;
así,
traviesas, se fingen
entre rosas
cristalinos
pétalos de
cuya estirpe
se ofrecen
eterna efímeros.
Delicados colibríes
han por los
labios subido
a besar en
cada linde
de la boca
al libertino
solitario ya
partícipe
del límite y
el infinito,
aquel que en
sombras luz finge
y del
silencio el sonido;
aquel natural artífice
que se
consagra lascivo
para la vida
invisible
que a
vuestro carnal recibo
ofrece
inmortal estirpe.
Púberes
criaturas, digo,
que prímulas
o alhelíes,
que jazmines
o jacintos,
al destino sin origen
de vuestro
sagrado círculo
muestran,
certeza imposible,
donde
miraron los siglos
tejer la belleza
su urdimbre
efímera en
sacrificio
de ese nardo
que pervive
a vuestros
rostros sumiso.
Del libro inédito Poemas herméticos