lunes, 22 de enero de 2018

Manuel Machado

(Sevilla, 1874 - Madrid, 1947). Poeta español. Hermano mayor del gran poeta Antonio Machado, es una figura representativa del espíritu modernista en la poesía española de su época. Su personalidad a la vez cosmopolita y andaluza se plasma en una lírica en la que el gusto modernista coexiste con los motivos populares.


Se trasladó con su familia a Madrid en 1883 y se formó en la Institución Libre de Enseñanza. Vivió largas temporadas en París, donde entró en contacto con la poesía simbolista francesa. En 1910 contrajo matrimonio con su prima Eulalia Cáceres, mujer profundamente religiosa, y trabajó como archivero y bibliotecario. Durante la Guerra Civil colaboró con el aparato de propaganda nacionalista y fue elegido miembro de la Real Academia Española (1938).

Dio sus primeros pasos literarios en la revista La Caricatura, fundada y dirigida por Enrique Parada, con quien colaboró en los poemarios Tristes y alegres (1894), y Etcétera (1895). Tras conocer a Rubén Darío, a quien consideró su maestro a partir de entonces, la estética modernista penetró profundamente en sus concepciones poéticas, forjadas también en el simbolismo francés finisecular.

La aparición de Alma (1902), Caprichos (1905) y La fiesta nacional (Rojo y negro) (1906) lo consagró como una de las figuras más sobresalientes de la nueva poesía, aunque más adelante buscó una formulación más personal y cercana a su talante andalucista con Alma. Museo. Los cantares (1907) y, sobre todo, a través de El mal poema (1909) y Cante hondo (1912), donde la musicalidad de sus versos se dirigió a la recuperación de la copla popular andaluza.

Junto a los indudables valores que ofrecieron estos libros y otros como Ars moriendi (1921) o Phoenix (1936), en la última fase de su trayectoria se pudo apreciar una propensión hacia una lírica superficial y tópica, especialmente con Horas de oro (1938), Cadencias de cadencias (1943) y Horario (1947). Publicó también la novela El amor y la muerte (1913) y los ensayos La guerra literaria (1914) y Un año de teatro (1918).
Asimismo, escribió en colaboración con su hermano Antonio varias obras de teatro en verso, entre las que destacan Juan de Mañara (1927), La Lola se va a los puertos (1929), La duquesa de Benamejí (1932) y El hombre que murió en la guerra (1940).

Esta reseña biográfica está tomada íntegramente de:
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/machado_manuel.htm

ADELFOS
A Miguel de Unamuno

Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
—soy de la raza mora, Vieja amiga del Sol—,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el alma de nardo del árabe español.

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna...
De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer.

En mi alma hermana de la tarde, no hay contornos...;
y la rosa simbólica de mi única pasión
es una flor que nace en tierras ignoradas
y que no tiene aroma, ni forma, ni color.

Besos ¡pero no darlos! Gloria... ¡la que me deben!
¡Que todo como un aura se venga para mí!
¡Que las olas me traigan y las olas me lleven,
y que jamás me obliguen el camino a elegir!

¡Ambición! No la tengo. ¡Amor! No lo he sentido.
No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud.
Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido.
Ni el vicio me seduce ni adoro la virtud.


De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo,
No se ganan, se heredan, elegancia y blasón...
Pero el lema de casa, el mote del escudo,
es una nube vaga que eclipsa un vano sol.

Nada os pido. Ni os amo ni os odio. Con dejarme,
lo que hago por vosotros, hacer podéis por mí...
¡Que la vida se tome la pena de matarme,
ya que yo no me tomo la pena de vivirl...

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna.
¡El beso generoso que no he de devolver!
París, 1899



LOS DÍAS SIN SOL
A. M. Leo Rouaner

El lobo blanco del invierno,
el lobo blanco viene,
con los feroces ojos inyectados
en sangre helada, fijos y crueles.
¡Maldito lobo invierno, que te llevas
los viejos y los débiles!

¡Reunámonos, que todos
tengan una familia,
un libro y fuego alegre!
Y mientras, fuera, el hacha
el tronco seco hiende,
que será rojo en el hogar, cerremos
la puerta y el balcón... ¡Dios no nos quiere!
¡Tregua! Seamos amigos;

La tibia paz entre nosotros reine
en torno de la lámpara, que esparce
la tranquila poesía del presente.



 EL JARDÍN GRIS
A Francisco Villaespesa

¡Jardin sin jardinero!
¡Viejo jardín,
viejo jardín sin alma,
jardín muerto”. Tus árboles
no agita el viento. En el estanque, el agua
yace podrida. ¡Ni una onda! El pájaro
no se posa en tus ramas.
La verdinegra sombra
de tus hiedras contrasta
icon la triste blancura
de tus veredas áridas...

Jardín, jardín! ¿Qué tienes?
¡Tu soledad es tanta,
que no deja poesía a tu tristeza!
¡Llegando a ti, se muere la mirada!
Cementerio sin tumbas...
Ni unavoz, ni recuerdos, ni esperanza.
"Jardin sin jardinero!
¡Viejo jardín,
viejo jardín sin alma!



 MARIPOSA NEGRA
A Rubén Darío

La hora cárdena... La tarde
los velos se va quitando...
El velo de oro..., el de plata.
La hora cárdena...                                     
                             «Aún es temprano».
«Nada veo sino el polvo
del camino...»                              
                            «Aún es temprano.»
«¿Gritaron, madre?»
                       «No, hija;
nadie habló... ¿Lloras?...»
                       «Lo blanco
del camino que contemplo
las lágrimas me ha saltado...»
«No es eso...»
                       «Yo no sé, madre.»
«El vendrá, que aún es temprano.»
«Madre, el humo se está quieto,
las nubes parecen mármol...,
y los árboles diríase,
que tienden abiertos brazos.»

Un mendigo horrible pasa
y hacia el castillo ha mirado.
Una negra mariposa
revolotea en el cuarto.
La hora cárdena... La tarde
los velos se va quitando...

El velo de oro, el de plata...,
el de celajes violados.
Y el sol va a caer allá lejos,
guerrero herido en el campo.

¡Mal hayan los servidores
que sin su señor tomaron,
los que con él se partieron
y traen, sin él, su caballo!.



OTOÑO

En el parque, y solo...
Han cerrado
y, olvidado
en el parque viejo, solo
me han dejado.

La hoja seca,
vagamente,
indolente,
roza el suelo...
Nada sé,
nada quiero,
nada espero.
Nada...

Solo
en el parque me han dejado
olvidado,
...y han cerrado.




OASIS

Sueña el león.
Junto a las tres palmeras
se amansa el sol. Existe
el agua. Y Dios deja un momento
que los pobres camellos se arrodillen...
Junto a las tres palmeras,
el árabe, tendido, al fin, sonríe
y suspira... Damasco
lejos aún le aguarda. Los confines
del horizonte brillan encendidos.
Un silencio terrible
llena el aire... En la arena
tiembla la sombra elástica de un tigre.



MELANCOLIA

Me siento, a veces, triste
como una tarde del otoño Viejo7;
de saudades sin nombre,
de penas melancólicas tan lleno...
Mi pensamiento, entonces,
vaga junto a las tumbas de los muertos
y en torno a los cipreses y a los sauces
que, abatidos, se inclinan... Y me acuerdo
de historias tristes, sin poesía... Historias
que tienen casi blancos mis cabellos.



ANTÍFONA

Ven, reina de los besos, flor de la orgía,
amante sin amores, sonrisa loca... '
Ven, que yo sé la pena de tu alegría
y el rezo de amargura que hay en tu boca.

Yo no te ofrezco amores que tú no quieres;
conozco tu secreto, virgen impura;
Amor es enemigo de los placeres
en que los dos ahogamos nuestra amargura.

Amarnos... ¡Ya no es tiempo de que me ames!
A ti y a mí nos llevan olas sin leyes.
¡Somos, a un mismo tiempo, santos e infames;
somos, a un tiempo mismo, pobres y reyes!

¡Bah! Yo sé que los mismos que nos adoran
en el fondo nos guardan igual desprecio.
Y justas son las voces que nos desdoran...
Lo que vendemos ambos no tiene precio.

Así, los dos: tú, amores, yo poesía,
damos por oro a un mundo que despreciamos...
¡Tú, tu cuerpo de diosa; yo, el alma mía!...
Ven y reiremos juntos mientras lloramos.

Joven quiere en nosotros naturaleza
hacer, entre poemas y bacanales,
el imperial regalo de la belleza,
luz, a la oscura senda de los mortales.

¡Ah! Levanta la frente, flor siempre viva,
que das encanto, aroma, placer, colores...
Diles, con esa fresca boca lasciva...,
¡que no son de este mundo nuestros amores!

Igual camino en suerte nos ha cabido,
un ansia igual nos lleva que no se agota,
hasta que se confundan en el olvido,
tu hermosura podrida, mi lira rota.

Crucemos nuestra calle de la amargura
levantadas las frentes, juntas las manos...
¡Ven tú conmigo, reina de la hermosura!
¡Hetairas y poetas somos hermanos!.





CANTARES

Vino, sentimiento, guitarra y poesía,
hacen los cantares de la patria mía...
Cantares...
Quien dice cantares, dice Andalucía.
A la sombra fresca de la Vieja parra,
un mozo moreno rasguea la guitarra...
Cantares...
algo que acaricia y algo que desgarra. 
La prima que canta y el bordón que llora...
Y el tiempo callado se va hora tras hora.
Cantares...
Son dejos fatales de la raza mora.
No importa la vida, que ya está perdida.
Y, después de todo, ¿qué es eso, la Vida?...

Cantares...
Cantando la pena, la pena se olvida.
Madre, pena, suerte; pena, madre, muerte;
ojos negros, negros, y negra la suerte.
Cantares...
En ellos, el alma del alma se vierte.
Cantares. Cantares de la patria mía...
Cantares son sólo los de Andalucía.
Cantares...
No tiene más notas la guitarra mía.


ENCAJES

Alma son de mis cantares,
tus hechizos...
Besos, besos r
a millares. Y en tus rizos,
besos, besos a millares.
¡Siempre amores! ¡Nunca amor!

Los placeres
van de prisa:
una risa
y otra risa,
y mil nombres de mujeres,
y mil hojas de jazmín
desgranadas
y ligeras....
Y son copas no: apuradas,
y miradas
pasajeras,
que desfloran nada más.

Desnudeces,
hermosuras,
carne tibia y morbideces,
elegancias y locuras...

No me quieras, no me esperes... ¡No hay amor en los placeres!
¡No hay placer en el amor!


  MADRIGAL

Y no será una noche
sublime de huracán, en que las olas
toquen los cielos... Tu barquilla leve
naufragará de día, un día claro
en que el mar esté alegre. Te matarán jugando. Es el destino
terrible de los débiles...
Mientras un sol espléndido
sube al cenit hermoso como siempre.



CASTILLA
A Manuel Reina. Gran poeta

El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los peras y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.

El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos,
—polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.

Cerrado está el mesón a piedra y lodo...
Nadie responde. Al pomo de la espada
y al cuento de las picas, el postigo
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!

A los terribles golpes,
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca,
en el umbral. Es toda
ojos azules; y en los ojos, lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.

«¡Buen Cid! Pasad... El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El Cielo os colme de venturas...
En nuestro mal, ¡Oh Cid! no ganáis nada.»

Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: «¡En marcha!»

El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
—polvo, sudor y hierro—, el Cid cabalga.



                                              ORIENTE

FLORES
A Ramón del Valle Inclán

Antonio, en los acentos de Cleopatra encantado,
la copa de oro olvida que está de néctar llena.
Y, creyente en los sueños que evoca la sirena,
toda en los ojos tiene Su alma de soldado.

La reina, hoja tras hoja, deshojando sus flores
en la copa de Antonio las deja dulcemente...
Y prosigue su cuento de batallas y amores,
aprendido en las magas tradiciones de Oriente...

Detiénese... Y Antonio ve su copa olvidada...
Mas pone ella la mano sobre el borde de oro,
y, sonriendo, lenta. hacia si la retira.“

Después, siempre a los ojos del guerrero asomada,
sella sus gruesos labios con un beso sonoro“,
Y da la copa a un siervo, que la bebe y expiran



ELEUSIS
A Miguel Sawa

Se perdió en las vagas
selvas de un ensueño,
y sólo de espaldas
la ví desde lejos...
Como una caricia
dorada, el cabello,
tendido, sus hombros
cubría. Y, al verlo,
siguióla mi alma
y fuese muy lejos,
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Se fue hasta el castillo
del burgrave fiero,
que está en la alta roca:
los puentes cayeron
y se despertaron
los sones del hierro
Pasamos... Mi alma,
tras ella corriendo,
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Se fue hasta las verdes
llanuras de Jonia; y el templo
cruzó de Partenes. Del mármol eterno dejó las regiones... Y se fue más lejos con mi alma, dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Oro y negras piedras,
y muros inmensos,
y tumbas enormes
—sepulcro de un pueblo
que mira hacia Oriente
con sus ojos muertos—.

Siguió... y arrastraba
mi alma más lejos,
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Siguió; entre menhires
pasamos y horrendos
despojos de fieras... Siguió; y a lo lejos, perdióse en las selvas
oscuras del sueño dejándome solo, no sé si dormido o despierto.



EL PRÍNCIPE

Siete soles forman
el solio del príncipe
de los siete soles.

Su cetro de oro
es un haz de llamas
de mil arreboles.

Su rostro, que nadie
miró porque ciega,
las nubes esconden.

Su imperio, los mundos,
El todo lo puede,
todo lo conoce...

Y en sus ojos, cuyo
mirar mata, brillan
¡todos los dolores!




WAGNER

Un reloj, que no sé dónde está, da la una
“corazón de la noche—, hora solemne y vaga
en que la luz penúltima de la Tierra se apaga,
para dejar la luz última, que es la Luna”.

Es la hora del príncipe que marcha peregrino
a sacar del encanto la encantada princesa,
mientras forjan escudo mágico a la alta empresa
el gnomo de los sueños y el hada del Destino”.

El silencio y la sombra se abrazan: han cesado;
el cantar de la fuente y el suspirar del viento.
Tiene en redor la Luna de ensueños un anillo.

Las ondinas y náyades despiertan. Ha llegado
el momento precioso en que el héroe del cuento
mata al dragón que guarda la puerta del castillo.



VERSAILLESA Enrique Gómez Carrillo

Cogí una hoja seca
del parque,
y entré en el Trianón,
con ella en la mano;
la hoja
de verde vistió.

«¡Los Reyes, los Reyes!»,
gritaron mil voces;
sonaron los ecos
de la marcha real,
y las alabardas el suelo tocaron.
¡Los Reyes! Luis, con su Corte,
surgió en el umbral.

Luis, Sol, Rey. Triunfantes
sus ojos tendieron la noble mirada
a todas sus gentes:
los nobles valientes,
las damas galantes,
los inteligentes
y los elegantes...
Pelucas rizadas...

Copian cornucopias
gracias exquisitas;
y las damiselas
y las princesitas
platican de amores,
de intrigas de amor,
cuando las envuelve
la ola de galanes;
y, entre brocateles y tandas y holanes,
pasan y se alejan
sonido y color.

Mas llegó la tarde... De los galanteos
y los discreteos
apaga el rumor
la hora tranquila de los camafeos.
Galanes y damas
se hablan al oído;
lágrimas sin causa,
suspiro perdido...,
elegante pena, galante dolor.

El cielo, en celajes
cortado, parece de encajes...
Y el Sol, que se acuesta en la porcelana
de unas nubes grana,
galán, a la Luna
el campo cedió.





Ars moriendi

 Morir es... Una flor hay, en el sueño
—que, al despertar, no está ya en nuestras manos—,
de aromas y colores imposibles...
Y un día sin aurora la cortamos.
II

Dichoso es el que olvida
el porqué del viaje
y, en la estrella, en la flor, en el celaje,
deja su alma prendida.

III

Y yo había dicho: «¡Vive!»
Es decir: ama y besa,
escucha, mira, toca,
embriágate y sueña...

Y ahora suspiro: «¡Muérete!»
Es decir: calla, ciega,
abstente, para, olvida,
resígnate... y espera.


IV

Era un agua que se secó,

un aroma que se esfumó,
una lumbre que se apagó...


Y ya es sólo la aridez,
la insipidez,
la hez...


V

La vida se aparece como un sueño
en nuestra infancia... Luego despertamos
a verla, y caminamos
el encanto buscándole risueño
que primero soñamos;
 y, como no lo hallamos,
buscándolo seguimos,
hasta que para siempre nos dormimos.

VI

¡Y Ella viene siempre! Desde que nacemos,
su paso, lejano o próximo, huella
el mismo sendero por donde corremos
hasta dar con Ella.

VII

Lleno estoy de sospechas de verdades
que no me sirven ya para la vida,
pero que me preparan dulcemente
a bien morir... 


VIII

 Mi pensamiento, como un sol ardiente,
ha cegado mi espíritu y secado
mi corazón...


IX

El cuerpo joven, pero el alma helada,
sé que voy a morir, porque no amo
ya nada.

 
de biografiasyvidas:  Los hermanos Antonio y Manuel Machado

 Otoño

II
 
Por ti, Georgina, que vivir es pena,
publicar he, si de tus ojos tanto
el éxtasis perdura y brota el llanto
como se filtra el agua entre la arena.

Pienso que piensa tu melancolía
que es tarde ya esta tarde a las pasiones...,
y que, ante nuestros yertos corazones,
la aljaba del Amor está vacía.

¡Pues miente del crepúsculo la estrella
si la noche te anuncial... La mañana
es, la mañana despeinada y bella,

la que ahora surge y se desborda y mana
nueva, riente..., y el Amor con ella,
del arco tenso y de la venda grana.



 


PIEDRA PRECIOSA

Acabe, como mustias las flores, como exhausto
el arroyo, a la hora del pleno sol de estío,
la canción empezada al alba con el fausto
primaveral. Y sea éste el instante mío.

Instante claro y puro, como cruel diamante
deslumbrador, de aristas duras, fascinadores
cambiantes, y facetas en donde, rutilantes,
brille el paisaje muerto y helados los amores.

Muera la dulce flora que germinó en el fondo
del alma inquieta —entonces jardín el alma era,
tendido a las caricias del astro matinal...

Ya es la hora en que cuaja del ánima en lo hondo
—en la terrible entraña de la dura cantera—,
con su eterna belleza geométrica, el cristal.




OCASO

Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde... El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.

Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,

para mi amarga vida fatigada...
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar y no pensar en nada!...




AGUAFUERTE

(FINISTERRE)

Negra es la noche, el cielo, el mar, y
El fósforo en los remos de mi barca
marca
su lento navegar.

Voy a salir del mundo al fin...
Cuando, al doblar el cabo Cruz,
el faro, como en sueños, se revuelve
y me envuelve
en un rayo de luz.



SEVILLA

Aire de luz y luz de aroma
embalsamaron el palacio...
Del torreón una paloma
voló indolente en el espacio...

Vino la noche... De la reja
colgó su oscuro crespón

—de sombra y sueños la madeja—
como los flecos de un mantón.

Calló en el patio escondido
de los crótalos el sonido...
Se apagó el último carmín...


Y ya se escucha —solamente
 el surtidor que alza la fuente
en la lujuria del jardín.
. . . . . .
  Mezcla plata, gloria,
risa, azul y sal...
y tendrás el cielo
de Guadalcanal.




  SOLEDADES

Árboles,  plantas — ¡mi campo!
 con vuestro secreto inmenso,
de magníficas latencias
y de implicaciones lleno,
acudidme, habladme. Dadme,
aguas, vuestro limpio espejo
para que yo alfin me vea,
que he vivido siempre huyendo
de mi mismo, y ya no sé
lo que soy ni lo que quiero...
Ayudad a que me encuentre,
que me he perdido, disperso
en la vida de los otros,
sin vivir... Dadme mi cuerpo,
que gasté en brazos de tantas
que no amé. Mis pobres nervios,
al placer y los dolores
de los demás siempre tensos...
Mis manos, que acariciaron
con afán todo lo bello,
sin hacer jamás su presa...
Mis pies, que al azar corrieron
por travesías sin rumbo
y callejas de un momento...
Pero dadme antes mi alma,
que hasta aquí fue sólo un eco
de otras almas, ebria siempre
de músicas y de besos.
Decidme quién soy, estrellas,
y a cuál de vosotras puedo
llamar mía... Descifrad
vuestra eterna queja, vientos...
Y tú, luna, a cuya luz
prestada endeché mis versos...
Decidme, en fin, la verdad;
decidme... Pero, ¿qué espero?
¡Si por no estar nunca solo,
vuestras soledades pueblo,
e insaciable de palabras,
que habléis aún vosotros sueño!



REGRESO

Largas tardes campestres;
alamedas rosadas;
aire delgado que el aroma apenas
sostiene de la acacia;
huerto, pinar... Llanuras de oro viejo,
azul de la montaña...
Esquilas del arambre
y balido, sin fin, de la majada,
en el silencio claro...
¡Adiós, adiós! ¡Que la ciudad me llama!

Maravillosa noche estremecida
por el rumor del agua
y el fulgor de los astros
—imán de la mirada
perdida en lo insondable
de la eterna pregunta—. (El grillo canta,
corre la estrella, el aire
suspira entre las ramas.)
Sueño tranquilo y sano,
velado por las plantas

humildes de la tierra y por el bravo
eucalipto que asoma a mi ventana...
Noche de paz y de salud y sueño...
¡Adiós, adiós! ¡Que la ciudad me llama!


Allegro matinal, tímida gloria
y milagro de nácar, '
a las corolas risa,
trino a las aves y delicia del alma,
aire en las sienes, despertar, eterna
juventud —¡oh! mañana
que abres los ojos y las rosas!—, dulce
y poderosa gracia...
Mañana de mi huerto, suave y pura...
¡Adiós, adiós! ¡Que la ciudad me llama!

¡Me llama la ciudad —que ignora el cielo
y la tierra y el agua
y el sol y las estrellas—,
febril y jadeante, apresurada,
con su aliento mefítico,
y su llanto y sus máquinas,
sonora de metales
infecta de palabras!
 



EL CABALLERO DE LA MANO AL PECHO
                                                      GRECO
 
Este desconocido es un cristiano
de serio porte y negra vestidura,
donde brilla no más la empuñadura
de su admirable estoque toledano.

Severa faz de palidez de lirio
surge de la golilla escarolada,
por la luz interior, iluminada,
de un macilento y religioso cirio.

Aunque sólo de Dios temores sabe,
porque el vitando hervor no le apasione
del mundano placer perecedero,

en un gesto piadoso, y noble, y grave,
la mano abierta sobre el pecho pone,
como una disciplina, el caballero.


 


LA HIJA DEL VENTERO 
“La hija callaba, y de cuando en cuando
se sonreía.” —Cervantes— Quijote.

“La hija callaba
y se sonreía...”

Divino silencio,
preciosa sonrisa,
¿por qué estáis presentes
en la mente mía?

La venta está sola.
Maritornes guiña
los ojos, durmiéndose;
la ventera hila.
Su mercé el ventero,
en la puerta, atisba
si alguien llega... El viento
barre la campiña.

...Al rincón del fuego
sentada, la hija
soñando en los libros
de Caballerías...
con sus ojos garzos
ve morir el día
tras el horizonte...

Parda y desabrida,
la Mancha se hunde
en la noche fría.




FRANCISCO FRANCO

Caudillo de la nueva Reconquista,
Señor de España, que en su fe renace,
sabe vencer y sonreír, y hace
campo de pan la tierra de conquista.

Sabe vencer y sonreír... Su ingenio
militar campa en la guerrera gloria
seguro y firme. Y para hacer Historia
Dios quiso darle mucho más: el genio.

Inspira fe y amor. Doquiera llega
el prestigio triunfal que lo acompaña,
mientras la Patria ante su impulso crece,

para un mañana, que el ayer no niega,
para una España más y más España,
¡la sonrisa de Franco resplandece!



¡PILARICA!

¡Capitana otra vez, Madre Divina!
Capitana otra vez, en la campaña,
¡siempre por Dios y siempre por España!
¡Puerta del Cielo, Estrella matutina!...

¡Tiéndenos otra vez tu regio manto,
tachonado de mundos a millares,
y bendice en tus hijos, militares,
del patrio amor el heroísmo santo!

España vuelve a pelear... Y, ahora,
para ser una y grande y libre, clama
al Pilar de firmeza adamantina...

España vuelve a pelear, Señora.
Y, en el espasmo de su Fe, te aclama
¡Capitana otra vez, Madre Divina!




A MARCELINO MENENDEZ Y PELAYO(In Memoriam)

Padre y Maestro, si el saber no fuera
la mejor gala de la estirpe humana,
de tu sabiduría sobrehumana
la suma gloria el mundo recibiera.

Cristiano y español, tu magisterio
hizo saber al Orbe, en maravilla,
que, mientras suena el habla de Castilla,
nunca se pone el sol en nuestro Imperio.

Eras tú cuando toda nuestra gloria
en tu obra ingente revivir supiste;
y cuando del claro ayer fuiste el espejo...

Cuando dabas lecciones a la Historia...
Y eras tú ¡todo tú! cuando dijiste:
“Yo guardo con amor un libro viejo...”






JUVENTUD DE LA PIEDRA.— SALAMANCA

¡Oh, piedras ejemplares
de la gloria de ayer y la de ahora,
que con vítores nuevos os decora!

No es la hiedra más joven que esta piedra,
aurirrosada al sol de la mañana,
que luce airosa su festón de hiedra.

No es la rosa que el muro más lozana
—pompón del muro- que parece en rosas
fabricado, infinitas, luminosas.

De la voz doctoral el timbre seco
solemnizó este aire en que floreces,
dorada Salamanca... Y, tantas veces,
“Decíamos ayer”... repite el eco.

Mas también de mancebos a millares
claras voces, delgadas y argentinas, '
impregnaron, ¡oh, piedras salmantinas!,
de eterna juventud estos sillares.




SINFONIA GALLEGA

Vais a oír la Alborada de Veiga... La Alborada
de Veiga es... ¡La Alborada!
Porque si en todas partes amanece,
nunca como en Galicia. Allí parece
que es un perpetuo amanecer la hora.

La gaita añoradora
va diciendo:

Verdores de los prados,
donde la vaca pace,
simbólica de toda la riqueza
que Dios permite, y yace
en la naturaleza.

El Césped joven, el maizal, la parra,
que sostienen pilares de granito;
la hiedra, que desgarra
el pétreo monte. El fresco huertecito...
Las carretas de heno,
con su chillar doliente y su olor bueno.

La aldea en romería...
(Matinales allegros).
Las largas trenzas y los ojos negros.
La suavidad dela melancolía
de una copla de cuna
y de un pálido sol, como la luna.

El robledal sagrado.
(La oscura carballeira).
En el aire mojado,
un cohete, cual lirio deshojado,
entre los sones cae de la muñeira,

y apenas detonado, se deshace
la luminosa sierpe, en tanto hace
a la Charanga popular sordina
la huata de la tépida neblina...
 

Dice la gaita el hórreo y la cabaña.
Los húmedos canchales...
El subir y el bajar de la montaña...
Los ríos torrenciales... _
El orballo que empapa los maizales...

Empieza allá en la cima
lejana —¿monte o nube?—.
Desciende al valle y sube
de nuevo... Se aproxima
y se aleja... Se apaga y se reanima.
Pasa de rayo a llama, a luz, a lumbre...
como pasa del trágico alarido
guerrero (con el céltico aturrullo)
al lamento, al quejido,
al suspiro, al arrullo,
al tierno llanto del recién nacido...

Oid, amigos, que es Galicia austera,
Galicia campesina y marinera,
la siempre verde en tierra y mar, la noble
tierra del heno humilde, el fuerte roble...
¡La España madre de la España entera!

Oid, que ya es muy vaga,
que ya es muy dulce, que se va y se apaga,
dejando entre las verdes soledades
¡saudades, y saudades, y saudades!



“DE PROFUNDIS”

Ya estás, amigo, más allá. Tú sabes
ya la palabra que jamás se escribe,
y desde lo que es a lo que vive
conoces ya las diferencias graves.

Pasamos como nubes, como naves,
o como sombras. Pero aquel pervive
a quien la Fama en su paladio inscribe
por hechos fuertes o por dichos suaves.

Aromas y sonidos y colores,
la senda encantan del vivir, de suerte
que a caminar a nuestro fin convida.

 Y, acabados, sabemos, sus verdores,
que es la vida el camino de la Muerte
y la muerte el camino de la Vida.



  SAN AGUSTIN
(El Santo amigo)

Amigo: es la palabra. Pero cuida
que “amigo” dice infinidad de amores
depurados en uno; flor de flores...
Y el regalo más dulce de la Vida.

Santo: mas luego de no serlo tanto...
para serlo mejor, y del profundo
alzar al Cielo un corazón, del Mundo
henohido ya por el desprecio santo.

Santos hay abogados, protectores...
Mandan, definen, dogmatizan otros,
muestran el premio, anuncian el castigo...

Remedio sin igual de pecadores,
San Agustín conversa con nosotros.
Es el amigo Santo, el Santo amigo.




TERESA DE JESUS
(Oración)
Vivo sin Vivir en mí
y tan alta Vida espero,
que muero porque no muero.
Santa Teresa

Morir de no morir ——¡qué bien decías!-
es mi pena también cuando en ti pienso.
Y, contagiado de tu amor inmenso,
Vivo sin mi cual tú sin ti vivías.

Y es mi pura pasión de tal manera,
de premio alguno ni merced avara,
que aun no siendo tan grande te admirara,
y aunque no fueras santa te quisiera.

De tu amor a Jesús maravillado,
de sólo verte amar enamorado,
como tú le llorabas yo te lloro.

Como tú suspiraste yo suspiro.
Como tú deliraste yo deliro...
Como tú lo adoraste yo te adoro.



ANTE UNA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA
DEL CARMEN, QUE SE VENERA EN BURGOS

Cuando de hinojos, Reina y Madre, miro
vuestra divina imagen, en madera,
barro y color, la propia vida diera
para dárosla a Vos, en un suspiro.

 Mas yo siento caer sobre mi frente
vuestra dulce mirada. Y un consuelo
infinito de amor me ofrece un Cielo
—que no sabré ganar
— eternamente.

Y, vuelta a mi la vista, al miserable
mundo en que nuestra vida apenas dura
—nave o nube- minuto despreciable:


“¡Triste —me digo—-— efímera criatura,
tú el insensible y muerto deleznable,
tú eres el barro, el leño y la pintura!”



LAS CONCEPCIONES DE MURILLO

De las dos Concepciones, la morena...
La de gracia celeste y sevillana,
la más divina cuanto más humana,
la que habla del querer y de la pena.

La pintada a caricias ideales...
La toda bendición, toda consuelo,
la que mira a la tierra, desde el cielo,
con los divinos ojos maternales.

La que sabe de gentes que en la Vida
van sin fe, sin amor y sin fortuna,
y en vez del agua beben el veneno.

La que perdona y ve... La que convida
a la dicha posible y oportuna,
al encanto de amar y de ser bueno.




ENEMIGOS DEL ALMA

¿Amor? ¡Lujuria y celos! Egoísmo
inconfesable. Presúnciones necias.
Agua ni pan, sino alcohol y especias.
Ni realidad, ni ensueños; ¡espejismo!

Pecado'torpe, piedra de sonrojo.
Inagotable fuente de amargura.
Improbo deshonor de la ternura.
Locura, antes. Y, después, enojo.

Es la enemiga carne, del gusano
pasto seguro. Cumpla su destino,
sin someternos a su imperio vano.

El venturoso amor, el peregrino
y grande amor, no puede ser humano.
¡El verdadero Amor sólo es Divino!





DOMINE, UT VIDEAM
II
Ya me mate a mí mismo, pues no quiero
con hombres nada y en Ti sólo fio,
y a tu infinita caridad confio
cuanto sólo de Ti, Señor, espero.

Sólo contigo familiar sería
si Tú me hablaras... Y ¡qué humildemente,
sin guardar nada, corazón y mente,
si los quisieras Tú, te entregaría!

¡Tómamelos, mi Bien, que esta jornada
correr, de todo peso libre, ansío,
porque en Tu Gracia pronto se concluya...

Yo sé de sobra que no valen nada.
Mas, pues dejé mi voluntad, Dios mío,
hazme saber al fin cuál es la Tuya.

III

¡Gracia, gracia, Señor, que el amor quiere
yo todo tuyo, mas 'Tú todo mío...!
Porque la mar lo espera corre el río.
Y a los besos del sol la rosa muere.

Amor, que a toda gloria se prefiere,
la muerte vence, mas no vence el frío...
Eco no halla la voz en el vacío.
No viva, Rey del alma, quien no espere.

Mas, si a vivir amando me destinas,
da pan al hambre mía, aunque sea poco;
agua a la sed en que me ves deshecho.

¡Del alma en sombras a las hondas minas
un rayito de sol...! —Y, El: “¡Calla, loco,
siempre el amor acaba satisfecho!”

 



I

Cuando iba Dios por el Mundo-
dice una leyenda clara
y verde y alegre, como
el campo por la mañana-
el Divino caballero
un escudero llevaba.

Con él partía su pan,
que era del cuerpo y el alma,
con él partía su vino,
con él su sal y su agua;
con él el dulce milagro
de su divina palabra.

Los dos iban tan contentos
sin curar de que las plantas
se disputasen humildes
la gloria de sus pisadas,
y el viento a escuchar sus voces
se parase entre la jara.

 II

Ya eran pasados los tiempos
de la Encarnación primera,
de los prodigios insignes
y las radiantes sorpresas...
Y ya se llama Cristiano
el Orbe y Santa la Tierra.

Ya a la Mar de Tiberiades
no se reduce la pesca,
que el pescador de Betsaida
del Cielo guarda las puertas...
Y ya sobre Pedro está
edificada la Iglesia.

III

Iba Jesús por el Mundo
en compaña de San Pedro,
añorando acaso el día
de su viaje primero,
lleno de amor por el hombre,
por la Tierra de amor lleno.

Ambos se habían escapado,
como chiquillos traviesos,
de la Mansión Celestial,
ansiosos de ver de nuevo
de la corta vida humana
el cotidiano momento.

Pasar un día en la Tierra
y luego volver al Cielo
donde no hay día, ni noche
y no hay espacio ni tiempo,
donde todo es infinito
y donde todo es eterno.

IV

Y era una mañana pura,
llena de sol y de trinos.
El sol besaba los campos,
el aire rizaba el río.
Las sabanillas de niebla
dejaban el prado limpio,
para arrollarse a los pies
del monte, ingente zafiro.

A lo lejos los rebaños
dilataban su balido,
como trompetas unánimes
de un himno de paz tranquilo.
Y los pastores, envueltos
en polvo, luz y rocío,
iban dorados y alertas.
—¿Qué te parece, Perico?
——Señor, aquí se está bien.
La Tierra es un paraíso.

V

Después del oro del día
fue la plata de la tarde.
El sol, la luna, la estrella
en el cielo. Y en el valle
un suspiro tan inmenso,
un silencio tan suave!...

Mas cuando llegó la noche
empezó el río a escucharse;
el viento a decir palabras
sueltas entre los boscajes;
el rocío y las luciémagas
a ser estrellas rampantes.

El ruiseñor en la rama
cantó hasta morir amante...
— Di, Pedro, ¿qué te parece?
— Señor, es cosa admirable.
Los seres que gozan de esto
no tienen por qué quejarse.

VI

Y aquí viene lo gracioso
de nuestra “leyenda áurea”...
Diz que tras la noche ¡claro!
vino el clarear del alba...
Y rompieron a cantar
los gallos de la comarca.
Y, cuando Jesús, riendo,
volvió a San Pedro la cara,
le dijo el santo bendito,
entre suspiros y lágrimas:

—Señor, vámonos de aqui,
volvamos a nuestra Casa,
que estos pícaros me acuerdan
de aquella hora tan mala
en que te negué tres veées
antes que el gallo cantara...!

Y es fama que, ya en el Cielo,
y la aventura pasada,
mientras Jesús se reía,
como un niño aún sollozaba
de aquel Divino Quijote
el divino Sancho Panza.



 AL MAESTRO D’ORS
A PROPOSITO DE MURILLO
                                       
Digamos, si el Arte es vuelo,
que Murillo no “despega”. 
Pero esto del vuelo llega
a lo mejor “hasta el suelo”.
Volando viene del cielo
el Arte a la realidad
y, apoyado en la verdad,
logra su esencia Divina...
no ya por lo que se empina
sino por su humanidad.


VINO ESPAÑOL
(DE UN “CANCIONERO AL VINO DE ESPAÑA”)

Vino español, néctar fuerte,
de oro de sangre licor,
que amalgamas el sabor
del Amor y de la Muerte…
Cuando tu fuego se vierte
en las entrañas, nos baña
el espíritu y la entraña
en una fiera alegría,
tan nuestra... que se diría
que nos bebemos a España.





A JOAQUIN RODRIGO Y SU MUSICA

Pero tú ves, Rodrigo!...
El mágico paisaje,
el supremo color... ¡El personaje
del misterio, que va siempre contigo!

...La suma Realidad, la Verdad pura,
que en el Reino Interior sólo florece...
La perfecta hermosura
que sólo en el jardín del alma crece.

No a los ojos Amor, no Poesía
se brindan como al Sueño. Y es soñando
como el Poeta crea. La harmonía
de Belleza y Verdad surge cantando.
Así tú de ese mundo inenarrable
el alma luz percibes,
y en arpegios magníficos la inscribes...
Y le das una voz y un colorido
única expresión de la inefable...

¡Ay, yo también, Rodrigo,
de eso que no se ve soy el amigo!




TANGO DEL QUERER

Como el vino está en la viña
y en la mina el mineral
así está en el corazón
un cariño de verdad.

 Pero hay que pisar la uva
y la tierra hay que cavar,
y, con dulces palabritas,
el corazón despertar.

¡Ya! ¡ya!
Ya llegó lo que yo temía,
ya está aquí lo que no se va,
ya me ahoga esta pena mía
si tú no la sientes conmigo a la par.
¡Ya! ¡ya!

El beso es una sed loca
que no la apaga el beber,
porque es la sed de otra boca...
que tiene la misma sed.

¡Pero tú vente conmigo
a gozar y a padecer,
de la raíz del suspiro
hasta la flor del querer!

¡Y en un beso partido a cachitos
—caramelo chupado entre dos—,
te daré, me darás vida y alma,
me darás, te daré el corazón!

 


ANTE LA EFIGIE DEL CRISTO DEL PERDON, DE
MARAVILLAS, BARBARAMENTE MUTILADO _UN‘ DIA,
Y YA TAN PIADOSA Y FELIZMENTE RESTAURADO
“QUE NI AUN PARECE RECORDAR LA HERIDA”

¡Perdón! Es la palabra. Del primero
que sabe perdonar es la victoria;
De odio y rencores en la negra noria
caber no puede triunfo duradero.

Herido y mutilado en el madero
vence siempre Jesús, porque su Gloria 

es toda Amor, y es el perdón la historia
de Cristo, Dios y Hombre verdadero.

Llanto de Amor, cual agua de la peña,
de nuestro corazón brote a raudales
grato a la Caridad que 'El nos enseña,

entre oraciones puras y sencillas,
para bañar las plantas divinales
del Cristo del Perdón de Maravillas.



LA ORACION DEL HUERTO

Y ya no pueden más... Mudos, rendidos,
al entrar en el Huerto, que destempla '
un soplo asolador, Jesús contempla
de pena a sus discípulos dormidos.

Y sólo El, en la terrible hora -
—la deleznable carne estremecida
al borde misterioso de la vida-
sobre la humilde tierra llora y ora.

En un sollozo trágico y sublime
— como candente flor que abre su broche-
el Hijo al Padre el corazón entrega.

Mientras el viento en los olivos gime
callada y negra, al fin, llega la noche.
 Y no es la noche sola la que llega.





ANTE JESUS CRUCIFICADO

¿Y fue, Señor, por mí, por esta podre,
ofensa de la luz, del aire estrago;
por este engendro deleznable y vago,
de vil materia repugnante odre?

¿Las torpes ansias de este bruto inerte

tal pudieron, Señor, que por él fuiste
eso tan espantosamente triste
que es, al morir, un condenado a muerte?

¿Que por mi en esa Cruz estás clavado?

¿Que por mí se horadaron tus divinas
manos y estás ahí desnudo y yerto?

¿Que por mi mana sangre tu costado?
¿Que por mí coronado estás de espinas?
¿Que por el hombre, en fin, Dios está muerto?



ASUNCION

Tendió la escala entre el Vivir y el sueño
el dorado Misterio refulgente...
De la Gracia a la Gloria, dulcemente,
pasó la Reina delmorir risueño.

Fue la Asunción. El Cielo la pedía,
la celestial Jerusalem la ansiaba.
Loco de amor el Hijo la esperaba
¡con los brazos abiertos de aquel día!

Ya mira la Divina redentora
con el Mal y la Muerte nuestra guerra
desde la diestra divinal del Padre.

Y no olvida la angélica Señora
que es la Reina del cielo ¡y de la Tierra!
Y es la Madre de Dios y nuestra Madre.




 EL NIÑO DIVINO
(VILLANCICO DE NAVIDAD)


De llanto y risa.
De risa y llanto.


Venid a ver el infante
que hanacido en el establo,
que por ser Rey de los Cielos
no quiso entierra palacios.

Es el niño más bonito
que nunca vieron humanos...
En la boquita y los ojos
tiene un indecible encanto,

de llanto y risa,
de risa y llanto.


Para que no sienta el frío
del mundo donde ha llegado,
una mulita y un buey
su aliento le están echando.

Tiene por lecho las pajas,
por techo el cielo estrellado...
De una claridad sublime
tiene el semblante bañado...

De llanto y risa.
De risa y llanto


Cuando el niño sea un hombre
lo llevarán al Calvario...
Pero su Padre Divino
lo arrebatará en sus brazos...

Como a la par llora y ríe,
al mover de uno a otro lado
la cabecita, en el aire
traza del Iris el arco...

De llanto y risa,
de risa y llanto.


ANTE EL NACIMIENTO
(VILLANCICO NUEVO)

¡Venid los pastores,
los Reyes también,
veníd a Belén!


Los pastores son de barro,
de barro los Reyes son,
los arroyuelos de vidrio,
las montañas de cartón.

Una estrella de oricalco
en un alambre temblón,
sobre el portal, del lucero
celeste imita el temblor.

En tomo las gentes cantan
los Villancicos al son
de panderos y zambombas
porque ha nacido el Señor.

¡Venid los pastores,
los Reyes también,
venid a Belén!


El niño no tiene cuna,
que en un pesebre nació.
La mula y el buey, de barro,
no pueden darle calor.

Porque el Niño no es de barro,
aunque en él se moldeó,
y, si en tomo todo es lodo,
él es cielo, y gloria, y Dios.

Y así, a la voz de la gente
que al nacimiento cantó
—de cartón y vidrio y barro—,
sonaba unida otra voz:

Veníd los pastores,

 los Reyes también,

 veníd a Belén!