domingo, 18 de marzo de 2018

Gandhi. Su herencia. Un hombre de oración.

 ORACIÓN de GANDHI

Señor, ayudame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayudame siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar como yo.
Enseñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuerdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enseñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito, dejame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente,dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
¡Señor... si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mi!.

Mohandas Gandhi
 
CREDO DE GANDHI

Creo en mi mismo. Creo en los que trabajan conmigo.
Creo en mis amigos. Creo en mi familia.
Creo que Dios me dará todo lo que necesito para triunfar, mientras que yo me esfuerce para alcanzarlo con medios lícitos y honestos.
Creo en las oraciones y nunca cerraré mis ojos para dormir sin pedir antes la debida orientación con el fin de ser paciente con los otros y tolerante con los que no creen en lo que yo creo.
Creo que el triunfo es el resultado del esfuerzo inteligente, que no depende de suerte, de magia, de amigos, compañeros dudosos o de mi jefe.
Creo que tomaré de la vida exactamente lo que en ella ponga. Y así siendo, seré cauteloso cuando trate a los otros, como quiero que ellos sean conmigo.
No calumniaré a aquellos que no me gustan.
No disminuiré mi trabajo por ver que los otros lo hacen.
Prestaré el mejor servicio de que sea capaz, porque me juré a mi mismo triunfar en la vida y sé que el triunfo es siempre el resultado del esfuerzo consciente y eficaz.
Finalmente, perdonaré a los que me ofendan, porque comprendo que hay veces que ofendo a los otros y necesito de perdón.




Reflexión sobre la oración

Si damos alimento a nuestro cuerpo que es perecedero, entonces, sin duda, nuestro deber principal es dar alimento a nuestra alma que es imperecedera y ese alimento se encuentra en la oración. 

El hombre de oración estará en paz consigo mismo y con el mundo entero. El hombre que se dedica a los asuntos del mundo sin un corazón piadoso será desdichado y también hará desdichado su mundo.

La oración es la llave de la mañana y el cerrojo de la noche. Uno pierde el dominio de si mismo si no se impone algún tipo de disciplina y la oración es ese tipo de disciplina espiritual necesaria.

Gandhi

 LA HERENCIA DE GANDHI

La India considera a Gandhi el padre de la patria, el hombre que les llevó a la libertad, y lo es; pero su figura desborda las fronteras de los dos países en los que desarrolló su acción: Sudáfrica y la India. Gandhi es uno figura universal, es patrimonio de la humanidad y una de los ejemplares que hacen sentir orgullosa a la raza humana.

Nehru dijo en sus funerales:
He dicho que la luz nos ha dejado, pero me equivoco. Porque la luz que alumbraba este país no era una luz común. La luz que ha iluminado este país durante muchos años lo iluminará aún durante muchos más, y después de mil años se podrá contemplar todavía, y el mundo la verá y dará calor a innumerables corazones. Porque aquella luz ha sido la verdad viviente y el hombre eterno que estaba con nosotros para recordarnos el camino justo, para alejarnos del error, para llevar este antiguo país a la libertad.

VERDAD

Quizá la primera definición factible de Gandhi es que fue una persona apasionada por la verdad. Él mismo afirma en su Autobiografía que sus obras eran experiencias con la verdad. Desde pequeño odiaba la mentira y desde joven se propuso firmemente ser una persona perfecta e irreprochable. 

No vacilo en unirme a los que dicen: “Dios es amor”. Pero en lo más profundo de mi mismo me digo que, si Dios en amor; es ante todo verdad. Si existe una palabra humana para describirlo de la forma más completa, la verdad es la que mejor le conviene. Yo llegué a la conclusión “Dios es verdad” y “la verdad es Dios” después de cincuenta años de búsquedas incesantes e incansables de la verdad. El amor y la verdad representan las dos caras de la misma medalla... Estoy seguro de que por medio de estas dos fuerzas se puede conquistar al mundo entero. 

La verdad es Dios y no existe ningún otro medio para encontrarla que seguir el camino de la no violencia. Me niego a servir a la India a costa de la verdad o de Dios. Pues aquel que empieza por sacrificar la verdad acaba traicionando a su país y abandonando incluso a sus propios padres y a los seres más queridos de su corazón.

No tengo nada nuevo que enseñar al mundo. La verdad y la no-violencia carecen de edad. He intentado simplemente poner en práctica con unos cuantos procedimientos experimentales esas dos virtudes, a una escala tan amplia como me ha sido posible.

Al obrar así, me he equivocado más de una vez, pero he aprovechado los errores para sacar de ellos la debida lección. De esta forma, la vida y sus problemas se han convertido para mí en otras tantas ocasiones para aplicar los principios de la verdad y de la no-violencia. Por instinto, ha sido la verdad lo que me ha atraído, no la no-violencia. En realidad descubrí la no-violencia buscando la verdad.

Entendió muy claramente que él mismo era el objeto de su lucha, el ser que había que transformar.

Como se ha visto, no fue una tarea fácil, su vida está llena de tanteos, de ir hacia atrás y hacia adelante, de actuar convencido de estar en la verdad y descubrir, al cabo de los años, que había estado en el error. Le pasó de forma especial con su mujer, con la defensa de la guerra y del Imperio Británico.
Descubrió en sí mismo defectos que no podía soportar y se propuso hacerlos desaparecer. Gandhi es el símbolo del ser humano que se rehace a sí mismo; él, que era un ser limitado y mediocre, llegó a ser luz para los demás por todo esto.
de internet


PLURALISMO

La India es un país donde conviven las religiones y las culturas, y Gandhi participaba de esta característica nacional. Apasionado por la Verdad, la buscaba en todas partes, bebió en las principales fuentes religiosas de la humanidad y en todas halló sabiduría: en los Viejos libros del hinduismo, en el Corán y en la Biblia. Admiró en particular a Cristo y la fuerza de su Sermón de la Montaña, pero no pudo entender nunca por qué los cristianos no amaban y vivían apasionadamente esta verdad; llegó a decir que se hubiera hecho cristiano si los creyentes de esta religión lo fueran las veinticuatro horas del día. No comprendía la incoherencia, ¿cómo se puede tener la luz tan cerca y vivir de espaldas a ella?

Gandhi se consideraba hindú, cristiano, musulmán y creyente de todas las religiones, precisamente porque buscaba la Verdad y a Dios, y esto le llevaba a ser pluralista, tolerante y ecuménico.

Si mirásemos imparcialmente a todas las religiones, no sólo no vacilaríamos en tomar de ellas todo lo que tienen de aceptable para enriquecer nuestra fe, sino que consideraríamos que nuestra obligación era precisamente ésa.

Cada religión tiene razón desde su propio punto de vista, pero es imposible que todo el mundo esté equivocado. De ahí la necesidad de ser tolerante, lo cual no significa ninguna indiferencia para con la propia religión, sino la obligación de comprenderla mejor y de amarla con un amor purificada. La tolerancia está tan lejos del fanatismo como el polo norte del polo sur: El conocimiento profundo de las religiones permite derribar las barreras que las separan.

NO-VlOLENClA

La palabra no-violencia siempre llevará el apellido Gandhi como signo de identidad. Aprendió este comportamiento en la historia y en la religión de su pueblo, en el ejemplo de Jesús de Nazaret y, como él mismo confiesa, en su propia esposa Kasturbai cuando respondía con el silencio a su pretensión de imponerle su voluntad:

Su abierta resistencia a mi voluntad, por una parte, y su tranquila sumisión a sufrir mi estupidez, por otra, acabaron por hacer que sintiese vergüenza de mi mismo y me sanaron de mi estupidez, de mi creencia de que había nacido para gobernarla; y por último, se convirtió en mi maestra de no violencia.

Asumir la no-violencia como Gandhi supone creer que el bien triunfará sobre el mal y la certidumbre de que los medios condicionan el fin, pues no es posible conquistar la paz auténtica por medio de la guerra, ni imponer el amor por medio del odio y la violencia.

La no-violencia no consiste en amar a los que nos aman. La no-violencia comienza a partir del instante en que amamos a los que nos odian. Toda mi vida he recurrido a este medio elemental para solucionar numerosos problemas. Esto no significa que haya solucionado todas mis dificultades.

Lo único que he conseguido es descubrir sencillamente que la ley del amor es más eficaz que la voz de la violencia.

La no-violencia es un instrumento al alcance de todos: niños, jóvenes o adultos, con tal que crean efectivamente en el Dios del Amor y saquen de esa fe un amor igual para todos. Si se acepta la no-violencia como ley de vida, afectará a todo el ser y no sólo a unos cuantos actos aislados.

Si queremos llegar a ser no-violentos, hemos de desear no tener en la tierra nada más que lo que tienen los más pequeños del mundo.

Se puede asegurar que un conflicto se ha solucionado según los principios de la no-violencia, si no deja ningún rencor entre los enemigos y los convierte en amigos. Yo he podido experimentarlo en África del Sur con el general Smuts. Enemigo irreductible al principio, es actualmente mi amigo más cordial.

La no-violencia no admite que se huya ante el peligro, dejando los bienes y las personas sin ninguna protección. No tengo más remedio que preferir la violencia a la actitud de los que huyen por cobardía. Resulta tan imposible predicarle la no-violencia a un cobarde como hacer que un ciego admire un hermoso espectáculo. No se puede enseñar la no-violencia al que tiene miedo de morir y no tiene la energía de resistir: La no-violencia es la cima de la valentía.

Mientras fui cobarde, mantenía en mi interior un rescoldo de violencia. Cuando, después de cierto número de años, logré superar toda cobardía pude vislumbrar el valor de la no-violencia.

FRATERNIDAD

Gandhi creía en la fraternidad y en la bondad de la naturaleza humana. Los últimos años de su vida fueron un testimonio continuo para demostrar con los hechos que se podía vivir como hermanos; que hindúes y musulmanes eran hermanos.

No toleró la injusticia de la segregación ni la marginación de los parias. No puede haber ninguna razón ni argumento, ni siquiera religioso, para justificar la humillación de unos seres humanos por otros y quiso hacer un mundo gobernado por el amor. Quizá fue un ingenuo, pero sólo gente inocente y crédula como él pueden lograr que el mundo tenga unos horizontes lo suficientemente amplios para que sean posibles las utopías. Dijo: Me siento hermano de todos los hombres y, para ser feliz, tengo la necesidad de ver feliz al más pequeño de mis semejantes.

Gandhi demostró con su propia vida que la única forma de lograr la fraternidad universal es ponerse a la altura de los más pobres. En sus años mozos acarició el sueño de ser como los grandes, como los poderosos, como los británicos, e intentó hacerse en todo como ellos imitándoles en el comer, en el vestir y en los comportamientos. Tardó mucho en darse cuenta de que ése no era el camino, pero al fin lo comprendió y se identificó hasta la médula con sus raíces de hindú; y sólo cuando vistió como el más humilde de su pueblo, cuando fue a los rincones de las aldeas donde nadie iba y cuando habló con los que nadie hablaba, sólo entonces, fue un hombre grande.

No siento ningún atractivo por el prestigio, simple ornato que le va bien a la corte de un rey. Yo soy el servidor de los musulmanes, de los cristianos, de los parsis y de los judíos, tanto como de los hindúes. Y para servir; lo que se necesita es amor; no prestigio. Mientras siga siendo fiel a la causa que sirvo, no habrá miedo de que me falte el amor:

En cierta ocasión un periodista le preguntó qué haría si fuese dictador durante un sólo día en la India. Respondió:
Yo no aceptaría tal responsabilidad. Pero si la aceptara pasaría el día limpiando las covachas de los harijans en Nueva Delhi y transformando el palacio del virrey en un hospital.
El periodista continuó: 

¿Y si su dictadura se prolongara un día más?
A lo que Gandhi repuso con una carcajada:
Ese segundo día sería una continuación del primero. 


BONDAD

Más allá de su obra y de su pensamiento, Gandhi es una figura humana que impresionó a quienes le conocieron y que sigue sorprendiendo a quien se asoma a su vida e historia. 

Jawaharlal Nehru, primer presidente de la India independiente, le conoció como pocos y decía de él:
Este hombre pequeño, de escasa fuerza corporal, tenía la dureza del acero, algo del granito; no cedía ante fuerzas terrenales por grandes que fueran. Pese a su presencia física insignificante, había en él una superioridad que forzaba a los demás a obedecerle espontáneamente.


Lleno de convicción y serena meditación, delicado, humilde, rebosaba no obstante fuerza y autoridad. Consciente de esto, era a veces lo suficientemente imperioso como para dar órdenes que exigían obediencia. Sus ojos serenos y profundos, cautivaban y sondeaban suavemente tu interior; su voz, clara y sonora, sabía sonar lisonjeramente en los oídos y suscitar una respuesta apasionada. Ya fueran sus oyentes una persona o mil, su encanto y su capacidad de seducción se apoderaban de ellos y cada uno tenía la sensación de ser su único interlocutor.

Una de las facetas más notables de Gandhi era y es su capacidad de atraer a sus oponentes a su causa, o al menos de desarmarlos.
Su lenguaje era sencillo y sin florituras, su voz y su apariencia serenas y desnudas de toda conmoción espiritual, pero tras esta capa de hielo externo, ardía un fuego abrasador de concentrada pasión: sus palabras penetraban hasta el más profundo rincón de nuestros cerebros y corazones, y provocaban allí una singular agitación. Predicaba un camino, que aunque duro y difícil, también era animoso, y llevaba, o al menos así parecía, a la tierra prometida de la libertad.
Infundió al pueblo indio valor y virilidad, disciplina y tenacidad, la fuerza para sacrificarse alegremente por una buena causa, y con toda su modestia, también orgullo.
Atraía a la gente, pero en última instancia era un convencimiento intelectual lo que la llevaba hacia él y la mantenía a su lado. Podían no estar de acuerdo con su filosofía vital o incluso con muchos de sus ideales; la mayoría quizá ni le entendiera, pero la acción que él proponía era algo palpable que podía ser captado y valorado con el entendimiento.

La bondad de Gandhi se plasmaba en acciones concretas. En muchos personajes llaman la atención sus teorías, pero sus vidas dejan que desear por no estar a la altura de sus ideas. Gandhi es lo contrario. Sus ideas no son brillantes, ni siquiera originales, ya se ha visto quiénes eran sus inspiradores, cómo leyó mucho y aquello que encontró saludable en los libros lo llevó a la práctica. Él se consideraba un idealista práctico. Para él la perfección estaba en la practica activa de los principios que gobiernan la vida y las personas; la verdad se actúa en la vida para que ésta sea manifestación de la divinidad.

La vida de la persona devota es ofrecer a la divinidad un cuerpo puro y sano como habitáculo y como medio de actuación. Las dietas vegetarianas, el lunes de silencio que hacía en el último período de su vida, el ayuno y la oración, tenían en Gandhi la finalidad de conjuntar todas las fuerzas espirituales para hacer brillar la fuerza de la verdad. Todas sus energías las orientaba hacia el fin común que había descubierto para todo ser humano: llegar a la completa madurez mental, moral y espiritual.

Gandhi sabía muy bien que la auténtica religiosidad, la verdadera adoración, son las obras, no las palabras:
Se venera el Gita, no recitando sus palabras como una cacatúa, sino aplicando sus preceptos. La recitación de un texto vale únicamente cuando se practica mejor lo que contiene su enseñanza.

EJEMPLO

Marcha de la sal

Gandhi no era alto ni guapo, medía 1,65 y era poco agraciado físicamente. Sin embargo la hermosura de su comportamiento le ha hecho mundialmente atractivo. Era un hombre bueno en un mundo donde muy pocos son capaces de resistir la corrosiva influencia del poder, las riquezas y la vanidad. Era honesto en un mundo de corrupción y de intereses.

Se sentaba allí, desnudo las cuatro quintas partes del cuerpo, en el suelo de una choza de barro en una diminuta aldea india, sin electricidad, radio, agua corriente o teléfono. Gandhi era una individualidad fuerte, su fuerza residía en la riqueza de su personalidad, no en el gran número de sus posesiones. La felicidad le llegaba a través de su propia realización, era un hombre del Ser, no del Tener. No temía nada, por eso pudo vivir con la verdad. No tenía nada, por eso pudo pagar por sus principios.
Como se dice al final de la película que lleva su nombre y en la que Richard Attenborough hizo una apretada e interesante síntesis de su vida, «él no se dio cuenta, pero cuando más lo necesitábamos ofreció al mundo una forma de salir de la locura.»
Nadie duda de que el Gandhi genial y el Gandhi sencillo, que gustaba de jugar con los niños y reír con ellos, es un hombre digno de veneración. Él dio ejemplo e invitó a todos:

Después de mi desaparición, no habrá ninguna persona capaz de representarme por entero. Pero seguramente una parte de mi mismo seguirá viviendo en cada uno de vosotros. El vacío se llenará en gran parte, si cada uno se borra delante de la causa a la que, siguiéndome a mi, quiere servir:
No me cabe la menor duda de que cualquier hombre o mujer puede llegar a los mismos resultados que yo, si realiza los mismos esfuerzos y tiene la misma esperanza y la misma fe.

Un hombre no recibe verdadera veneración más que cuando se sigue el ejemplo de sus cualidades, en vez de imitar sus puntos flacos. 

 Estas notas pertenecen al libro de:
 Antonio González
MOHANDAS GANDHI
EDITORIAL CCS