domingo, 28 de septiembre de 2014

Francisco Acuyo

En su página de google 
dice:
Francisco Acuyo, (Granada, 1960). Cursó estudios de Derecho y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y del Arte en la Universidad de Granada (es doctor en esta última disciplina). Es director de las Revistas Extramuros de Literatura y Jizo de Humanidades, así como de las colecciones literarias del mismo nombre. Ha sido colaborador habitual del Grupo de Investigación Interlingüística de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada. Es asesor de la Revista Los Papeles Mojados de Río Seco, de Sevilla. Autor de más de una docena de libros de poesía y de numerosos artículos de divulgación literaria, poética y científica en muy diversas publicaciones. Es miembro investigador de la Fundación Internacional Artecitta, miembro de la Asociación Andaluza de Semiótica y del Grupo de Estudios Semióticos de la Universidad de Granada.
Se han vertido antologías de sus poemas al inglés, francés y polaco; y se preparan nuevas copilaciones de sus poemas al portugués y al ruso.

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De la métrica celeste

EL TIEMPO EN LOS ALERCES

Qué designio, cuál pregunta;
por qué guarda su secreto
la vida? ¿Dónde el vivir?
Vivir, morir con el sueño
que despierta a nueva vida.
El sentido pone cerco
al sentido sin sentido,
urge el deber de tenerlo.
El deber que no radica
en voluntad ni en efímero
conato o firme liturgia
que oficie tránsito eterno.
Tanta angustia contenida
en esta fuente de tiempo,
si la corriente infinita
quieta quedó, en movimiento.
Acaso cada mañana
en este jardín de invierno
con las guirnaldas despierta
la primavera del sueño.
La vida tiene el deber
sentido tras del espejo:
cual mendigo nos acecha
casi imagen con su espectro,
como miserable ungido
que detesta el somnoliento
perfume donde el nihilista,
embalsamador de viejos
afanes, y de banales
codicias, y de harapientos
mantos de almas consumidas,
realidad hace el deseo
manos de la cotidiana
inmundicia y del incierto
sentido, de la penumbra
entre tanto harapo viejo,
entre túnicas raídas
y entre carcomidos lienzos.
Deber sentido. Existencia,
existencia, sí, y silencio.
Y entre tantas flores tiernas
la abeja liba el concepto.
Corre el agua de la fuente
hasta llegar a su centro.
No se encuentra el manantial
en la oquedad del silencio,
y alienta el agua la fuente
hasta ganar el desierto.


MAL DE LUJO
«Matando, muerte en vida la has trocado»
SAN JUAN DE LA CRUZ:
«Llama de amor viva»

En el filo del tiempo transparencia
parece deslizar la poesía,
el silencio y la luz de la conciencia,
el ánima del astro y la armonía.
En el olvido, al borde de sí mismo
es amor el retraso fulgurante
que prolonga el principio del abismo
en el eterno vuelo del instante.
Mas yo sé que si me quisieras para
siempre infiel te sería, pues dos veces
no se da un mismo bálsamo en la vida.
Mi espíritu no duerme, atiende cara
a cara sobre el sueño que me ofreces,
y despierta en la luz que nos olvida.


NOCTURNO

Un copo, allí de luces
solicita, ya herida en tibio canto:
«Mirad las luminarias —me decía—
blanco vuelo de luz nunca accesible,
ved el agua de tanto
en tanto como rosa inmarcesible
que de la roca, salta recorriendo
por mezclar de su voz diverso estruendo».
En bullir silencioso se derrama,
sobre las flores muy despierto quien
de la luz y de amor está cubierto;
el tigre de ligera
claridad que ágilmente precipita
(aunque en más claridad
que el sol su avance sigiloso fuera)
la luna en los cristales,
y lo que arriba está de abajo hesita
pues, caza pierde cándido de cuando
en cuando y sin furor, tras la corza va saltando,
perdidiza que, con mayor carrera
cristalina de rosas desespera.
Noche, divino espejo
por el que imagen nunca hallare
en dar reflejo luz tampoco usada,
cual si hubiera de cada
sombra debajo un pétalo de amar e
insistiría en sufrido ramo hecho.
Y al lado —porque alumbre semejante—
un ángel, no exterior semblante
(ni fue jamás seguido)
de rosas y de nieve esclarecido.
En suspirar pretende tanto
que pueda hacer de conmovida sombra,
luciérnaga su llanto.
Y en mirando la imagen del querube
en este azul sumida,
tornó a cobrar la nube
en aire la razón, de amor debida.



LA SOLEDAD DEL BREZO 

Cielo de luz 

para la senda estrecho, 

donde abre un mundo 
tibio, propio, perplejo. 
Aquel deliquio 
de abejas y de pétalos, 
de tibios peces 
y pájaros pequeños. 
Frica del cauce 
con mecánico juego 
la luz que engasta 
en sus vividos émbolos. 
Bebe el espíritu 
tan subido deseo, 
bebe la carne 
sobre un mármol eterno. 
Cielo de luz 
para la senda estrecho, 
donde abre un mundo 
tibio, propio, perplejo. 



LLUVIA

Compás que oscila.
Pausa. Sobre la noche
estrecha, estrellas
de diversos colores.
El cielo vibra
cuando cae sin orden
de la onda el círculo
que precede al golpe.


ROMANCE DEL AVELLANO

Las hojas vierten destellos
y pájaros enlazados
que mueven entre las rosas
el aire tibio y los ramos.
Del árbol nudos deshecha
la fuente del avellano,
y en senda de ruiseñores
distiende el cáliz extraño:
ya conmueve los zarzales
de cristales y despacio,
transfigura con el agua
en espinas su descanso.
Triste de risas celestes
-murmura pálido un nardo—
el agua flores deshace
entre los senos de mármol.
Aquellos dedos de plata
un lirio casi han tomado,
por sus hojas cristalino
y sus pétalos sonámbulo.
Rosa blanca es blanca rosa
en el agua:
Yo te guardo
en la mano, y la corola
guarda, tuya, mi otra mano.
Traigo luces tibiamente,
y un deseo limpio traigo.
Mostraba con brisa tenue
la luz nocturna su claustro.
Despiértenme mariposas.
Palomas sueltas el ramo.
La rosa mueve a la rosa
y el aire apenas el tallo.
La mano finge del viento
el silbo suave llevando,
del llanto perlas al sueño,
del sueño perlas al llanto.


EL TIEMPO EN LOS ÁLAMOS

Memoria. Sol de los muros.
Ángel caído en la tarde:
entre ramos de azucenas,
entre jazmines galanes,
las palomas y las fuentes
de corolas y corales.
Tras del tópico del agua,
el arrayán y el estanque;
y las frutas en los frescos
y ataurique en los cristales.
El horizonte bermejo
sobre sueños verticales.
Tras de su huerto las fuentes,
aunque juguete de edades,
regresan donde el futuro
eternamente se sabe.
En derredor de sus muros
las nuevas antigüedades.
En el vértigo hacinados
proyecta el tiempo los valles:
el anónimo trasiego
de escogidos personajes.
El álamo cotidiano
y las prisas seculares.


FINALE

Del ángel soy naufragio de la ciencia
que a luz de mi reflejo suspendido
–aunque poeta, referidlo os pido–
tendrá matiz espejo toda esencia.
¡Cuánta los dulces términos ausencia
demuestra tanto coro trascendido!
desmayo abajo viendo que han subido
la luz y el alma, el aire y la conciencia.
A la luz donde duermo no escondida,
un ramo me recuerda destilado
en el vaso profundo de la vida.
Concentro en él mi ardor, y en él me inspiro:
y de la esencia púrpura turbado
se elevan los aromas, y suspiro.
La tranfiguración de la lira (1984)



NAUFRAGIO
Para Ramón Peregrina
Quiébrese entre relámpagos el cielo,
deshaga el firmamento los pedazos
al rayo resistentes y en sus brazos,
préndalos juntamente con el suelo.
Lleva noche dolor mi desconsuelo,
porque garza o paloma apenas lazos
olvidada pudiere de sus pasos
perderse en la memoria cada vuelo.
Mas de la mar se duerme aquella nave.
Y de mis labios supe que no sabe
si besé, la sazón de mi tristeza.
Como cuerpo con su alma despereza.
Viento y nave entre sí y la mar contienden
y ambos por entenderla no se entienden.
Cuadernos del ángelus (1992)


LABERINTO Y PLANETA

Ambigüedad esencial,
no dejaste alguna seña.

Difícilmente abandona

el lugar lo que tan cerca

del origen nos habita
en la fruición de la piedra,
o ese ciervo decisivo
entre las flores de estética;
así mismo nos explica,
el discurso y la vivencia
al beber del fresco arroyo
que no supo nunca de épocas,
que discurre entre cristales
todavía y entre arenas,
y sobre aquella colina
en verdad se manifiesta.
Amor que todo lo alcanza
no contiene donde empieza
el bosque, el astro, la flor:
La nada todo lo hereda.
Este juego no es muy serio.
El poeta no es el poeta,
mas el poeta, sin embargo,
fundió de toda materia
con su celeste albedrío
del espíritu la arena,
y sobre el mar nos aguarda
todo cubierto de estrellas.
Transitoria luz y tibia
deslizaron para el poeta
entonces miles de historias:
Y el hombre habitó en la tierra.

No la flor para la guerra 
(2ª edición, 1997)


A LA SOMBRA DEL ÁLAMO BLANCO

La vida sube la cuesta
pendiente de la calima,

potencia la luz que en acto

alza el mirador arriba;

arriba donde se gesta
el aliento y la fatiga,
donde sofoca caliente
vaho el soplo de la brisa.
Sube. Con la imagen sube.
Sube el espejo el estigma
hasta el alto promontorio
donde verá su caída.
Calienta estío. Crisol,
crisol en donde destilan
las rosas de los jardines
el cáliz de dulce alquimia.
El sudor desde la cuesta
precipitadas desliza
almas o luces al pozo
que las acopia y las cifra.
El aroma de la luz
sobre la rosa culmina
con fragancia que los astros
escancian de la pupila.
Aquí, algo en sí intolerable
pretendo hacer con mi vida.
Puedo masticar el tiempo,
puedo beber la canícula.
Puedo tocar el pasado,
puedo escuchar si crepita
el ascua desde el futuro
que regresa a su ceniza. 

Los principios del tigre 
(1ª edición, 1997)


TIEMPO IMAGINARIO

Se sonríe, y en silencio

mira, respira profundo,
cierra los ojos, proyecta
en derredor el influjo
de su presencia lejana. 
Y caminamos muy juntos. 
Sobre el eco de mis pasos 
ayer dilata el futuro. 
La calle no es solitaria 
hasta que el hombre la anduvo. 
EL silencio se ha medido 
para inscribir sin su nombre, 
grabado sobrio perfil, 
sobre las sombras de un molde. 
Si de sombras es albergue 
esta espesura del bosque, 
cobije luces el árbol 
y brille en ramos el orbe. 
¿QUÉ puede el hombre temer?
¿Salirse del justo medio?
En él está la verdad
y ellos deshacen el sueño. 
¿Qué puede el hombre perder? 
¿Sentirse donde el silencio? 
Mi interior contiene seres 
con un profundo secreto 
Vegetal contra mosaico (1994)



CAUCE DEL TIEMPO

Se arde la luz temporal,
la sombra yela en lo eterno.
Se comba cenit invierno,
se estira el alba estival.
No sabemos del umbral
si tiene final o asomos:
la puerta de etéreos pomos
abre la carne vivida,
sangre celeste es su herida:
¿es cierto incluso que somos?

El hemisferio infinito (2003)


EL HADA DE MI NIÑO

Cuando te sientas solo,
mi niño, ten presente

la mágica aureola

del hada de la nieve.

Su velo sobre pétalos
de rosa te protegen,
te acoge y de la sombra
como estrella de fuentes.
Cuando te sientas solo,
la ventana estremece
el cristal del invierno
con aliento sin dientes,
cuando la niebla o nube
sobre los muros vence
la soledad traidora
que desnuda su albergue,
su lecho de amapolas,
sus pétalos de leche
que tibios visten velo
entre nieve a la nieve.
Cuando te sientas solo,
la luz muestra el juguete
de querubes furtivos
que juegan con la suerte.
Mi niño en su palacio
de algodón transparente,
canicas y cristales
cuenta por capiteles,
y un cervatillo inquieto
sobre el lomo sostiene
las jambas y el dintel
de vidrio y cascabeles.
Bajo monte de pájaros
la imagen de la nieve.
Aleja. Lejos. Deja.
Deja que ella te bese,
y que ponga su magia
tu mejilla caliente,
que tenga de tus labios
el clavel, y en tus sienes,
mi niño, dos guirnaldas
con la luz de las fuentes,
con aroma de mirtos
y colores de peces.

Pan y leche para niños 
(1ª edición 2000)


         PÚBERES CRIATURAS
Para Magda, Brenda y Mara
Unos versos a  la luz y las sombras de estas púberes criaturas

Moi, j’ai la lèvre humide, et je sais la science
De perdre au fond d’un lit l’antique consciencie.
Yo, tengo húmedo el labio, y sé la ciencia
De perder en  el fondo de un lecho la antigua conciencia
Les metamorphoses du vampire
Charles Baudelaire

Si prímulas o alhelíes,
si jazmines o jacintos,
en el jardín de su origen
oscuro,  un fanal el símbolo
de sus púberes perfiles
proyecta el secreto  idilio
de las luces no invisible,
de las sombras fugitivo.
   Si cariz de tersos marfiles,
no sin insolencia, quiso
de la eternidad el límite
traer para el infinito;
así, traviesas, se fingen
entre rosas cristalinos
pétalos de cuya estirpe
se ofrecen eterna efímeros.
   Delicados colibríes
han por los labios subido
a besar en cada linde
de la boca al libertino
solitario ya partícipe
del límite y el infinito,
aquel que en sombras luz finge
y del silencio el sonido;
   aquel natural artífice
que se consagra lascivo
para la vida invisible
que a vuestro carnal recibo
ofrece inmortal estirpe.
Púberes criaturas, digo,
que prímulas o alhelíes,
que jazmines o jacintos,
   al destino sin origen
de vuestro sagrado círculo
muestran, certeza imposible,
donde  miraron los siglos
tejer la belleza su urdimbre
efímera en sacrificio
de ese nardo que pervive
a vuestros rostros sumiso.
Del libro inédito Poemas herméticos