lunes, 17 de febrero de 2014

José Heredia Maya

José Heredia Maya nace en Albuñuelas (Granada) en el valle de Lecrín el 2 de Enero de 1947. Gitano, estudia en las escuelas del Ave María, fundadas por el padre Manjón en el Sacro Monte granadino. Y en la Universidad de Granada filología románica donde llega a ser catedrático. Muere en 2010 a los 63 años.
Su voz lírica presenta un carácter órfico, asumiendo —con todos los riesgos posibles- el aliento demiúrgico del pueblo gitano. "Estaríamos en el instante en que el poeta se instala en el fenómeno de transformación del Yo al Nosotros:  Nosotros y Nos-Otros. Éste es el hito fundamental de la conciencia del poeta: siempre la imagen del Otro. La otredad como raíz básica del discurso. Pero el principio de Otredad se encuentra en el concepto básico de la dignidad, algo que la historia parece haber sustraído tan aviesamente al pueblo gitano". (FIDEL VILLAR RIBOT)

Nicolás Guillen, Miguel Hernández, Blas de Otero, Gabriel Celaya y José Hierro, son manantiales en los que sacia su sed lírica. Descubre la obra de Leopoldo de Luis, Poesía social. Antología (1939-1968) en su segunda edición convirtiéndolo desde el principio en uno de sus libros de cabecera.
Seguidor de José Hierro en el que la poesía jamás se podrá convertir en un simulacro. Heredia es conforme a lo que afirmó Hierro en el Prólogo de sus Poesías Completas: «No creo en los versos de belleza aislada. Supedito todo el efecto del poema. Pienso que éste ha de ser arquitectura firmemente organizada y que cada verso prepara el siguiente y recoge algo del anterior. Si la poesía es arte en el tiempo, no del espacio, este orden temporal ha de ser cuidadosamente regido. De ahí las reiteraciones, que van teniendo distinto sentido conforme el poema avanza».


POEMA EN RITMO MENOR
DE «SONES SOLO»
Ah tierra pon tu cuerpo a tierra
tierra tierra gitano tierra comba
paraíso gitano luna siembra
siembra siembra gitano siembra sombra
Ah tierra pon tu cuerpo a tierra muerta
muerta gitano la esperanza muerta
gitano la esperanza muerta muerta
y la esperanza muerta muerta muerta
Ah pon tu cuerpo a tierra tierra tierra
y siembra siembra siembra siembra siembra-
te en el cuenco del ojo tierra tierra
en la limosna de las manos tierra
en la lengua el escupitajo ¡escúpeles
con asco el asco de tu tierra! MUERTA


Se tiene la edad
del sufrimiento que se vive.
E MAURIAC
Aunque sea reciente mi carnet
yo nací hace milenios:
cuando despacio al paso de la bestia
el horizonte se horadaba.
Cuando la muerte
era un signo de Dios omnipotente
y no un signo de Dios exterminando
(es posible que no existiera Dios
todavía en la mente de los hombres).
Cuando los niños
jugaban con la luna
y todos con la misma se acostaban.
Cuando decir yo espiga
o Federico era lo mismo.
Cuando el mar y su canto era la miel
de todo oído y paladar bien hechos.
Cuando Ulises y Sancho no existían.
Cuando la Tierra era una estrella
y no un soporte
de mendigos de muertos
de famélicas madres de animales terribles
y no un soporte digo
de negros de amarillos y de blancos
y dentro de los blancos
moros indios y gitanos entre otros.
Cuando las cosas eran más de Dios
y más de todos.
Cuando yo nací ya hace milenios
aunque sea reciente mi carnet
todo era mucho más hermoso
pero aquello duró
lo que un relámpago
o tal vez menos.


Después vino no el destierro
hégida desde siempre
por todos los caminos
proscrito
apátrida
de todas las coronas
acosado
por toda la jauría
vejado
fustigado
por decretos
cincelados a punta de desprecio.
Sembrada al paso de tu fusta
funiforme feroz furiosa furibunda
quedó visible
desde la India acaso
una larga cadena de horizontes.
¿Quién aceptó la calentura la pasión
de una moral extraña convertida en
borrico
bronce
vara
cante
escarnio sobre todo?
Ni Dios mantuvo su postura entonces
ni ese católico ademán de católicos reyes españoles y de papas
que fingen desde pulpitos sus secuaces todavía
sirvió para empapar este sudor
de pasos milenariamente sembrados de injusticia.
Yo no recuerdo tan siquiera el leve
apretón de otra mano fatigada.
Sólo el látigo
oh la espuma entre los belfos
pretendiendo enseñarme extraños ritmos.
(Pero cortemos ¡cercenen! esta escena
al público le importan problemas trascendentes).


Cuando en un universo de caminos
me siento jadeante, sin salida;
amoratado el cuerpo; anochecida
el ansia, con impulsos asesinos.
Señor, qué sed; qué duros estos vinos;
qué sórdida indigencia en la embestida;
y qué cuerno, en la muerte de la vida,
desgarrando cristales y destinos.
¡En pedazos de lágrima y de lumbre
Mi soledad inmune a lo marchito!
marcado de dolor y mansedumbre,
incandescente el lecho en el que habito,
mi condición, de reo y de herrumbre
desde una vejación de siglos, grito.


Con el sueño perdido por un sueño
y en el mirar el ansia de una fuente.
Con la frente esculpida en otra frente
y la muerte atajándome el empeño.
Con acoso de siglos en el ceño
y turgencias de amor inconsecuente,
gitano al fin, oh Dios, rabiosamente
tu justicia de látigo reseño.
Tu justicia brutal, enloquecida,
con túrdigas de sangre en la memoria,
madura el paroxismo de la vida.
Y ya es una blasfemia toda historia
porque es toda la Historia tu castigo.
Oh Dios, oh Dios, no soy ningún mendigo.


SONETO POR MIRABRÁS
A Vicente Aleixandre

Llegó la tarde en sombra y campanada
y el arcángel, cansado del sendero,
suave, dulce, posóse en el alero
con cálido rumor de ala plegada.
Y todo fue silencio, apenas nada
sino blondo plumaje, aquel reguero,
predio de luz y aroma y ventisquero
de lirios en la sangre enamorada.
Aréola y pezón, cumbre del beso,
amarilla tristeza fue posible
envidiada del más festero trance.
Qué pámpano de tierna brisa el peso
del asta de tu ausencia, irrepetible
entre verdes magnolias a mi alcance.


NEGLIGENCIA

El arcángel del llanto no venía
para regar el huerto y la azucena
y ensombrar con sus alas a la arena
del circo en el dolor del mediodía.
Sabemos que el arcángel poseía
una amante andaluza, tan morena,
ojos grandes, la boca, donde entrena
su odio mortal el dios de la alegría.
El arcángel borracho por la calle,
los hombres esperando su llegada,
y tú, con la ternura por el talle,
azul prendida, dejas la sonrisa
que ascienda como pájaro o mirada
a las dulces mansiones de la brisa.


DE TANTA NOCHE PRESUMIDA Y SOLA

Nido frutal tu risa si ofreciera
como cálido mar de transparencia
grises barcos cargados con la herencia
fugaz del ave en sombra, sueño y cera.
Oué noctámbula flor de primavera
la fiesta que viviste con mi ausencia
en soledad convierte la querencia
que le tiene tu amor a la quimera.
Hermoso arcángel, bello de tan triste,
de tanta noche presumida y sola,
de tan tierno repudio a la amapola,
qué tránsito de amor, qué verde tallo
ofreces en la brisa y se resiste
a este momento azul en que me callo.


ARCÁNGELES HUMANOS
A Juan Béjary Mari Carmen,
Después de una visita a su estudio

Llega el dolor o la ternura
por estas, nuestras cosas idas.
por el dulce camino de los grises
vuelve el pincel del reino, vuelve
donde el amor o la tristeza vencen
y se hermanan con el estar simétrico
de dos muñecas como dos palomas
delicadas heridas en el vuelo,
torcaces en el vuelo heridas.
Y están y estamos pendientes
y abocados al sepia último que les dieras.
Como una piedra cayera una manzana
vence la gravedad y los colores
de la izquierda jardín quisiera ser
para Giocondas consumadas desde
una inmensa alcazaba donde habita
—perenne alféizar
para la levedad de un bucle—
la humana soledad que se comparte.
Qué hermoso arcángel, bello como triste,
recorriera envidiando
ya la luz, ya el paisaje de estos lienzos
con un abrazo enorme que rodea
al anillo exterior del universo.


FINAL O ALGO COMO UN PUNTO

Hablar de ti, no verte arcángel mío
es la guasa de dios, la fea cara
del destino feroz, estar majara
casi tonto, atontao, entontencío.
No dicen en el pueblo mi apellío
que nombran a la luna, enseñan vara
de almendro las vecinas, nadie amara
a este vaina de Heredia aborreció.
Hablar de ángeles güele a cachondeo,
me llaman decadente y poco seno,
no les gusta, señor, mi canturreo.
Diera la vida, arcángel, por tenerte,
tanto, señor, me gusta el beaterío,
que no se lleve ahora es mala suerte.


SEGURO SEGUÍA GUIANDO EL CARROMATO

Feliz aquel a quien la vida amable
concedió que a los dioses recordara.
Fernando PESSOA
Hoy he perdido un carro que pasaba,
estuve a punto de subir en el estribo,
un no sé qué
caliente en la garganta
un instante me retuvo,
momento ése en que pasaba,
un carro esta mañana, un perro,
rabo alzado, y un tronco
de asno un tanto enfermo pero alegre si es posible.
Seguro un chaval guiaba esta carroza,
conocedor perfecto del horizonte que horadaba
y quise subir
pero algo
un instante me retuvo
y el tren he cogido equivocado esta mañana.
Por eso me siento molesto en este vagón sin desayuno,
como si fuera cobarde
cuando es verdad
que no lo soy
aunque haya perdido el carro de mi vida, estuve
a punto de subir esta mañana a su pescante, clara prueba
de mi valor y orgullo, pero
un no sé qué
caliente en la garganta
un instante me retuvo.
-Sacáronme vísceras y entrañas
de inertes materiales las rellenan—
yo era entonces una momia de mi abuelo que, conocedor
perfecto del horizonte que horadaba,
seguro seguía guiando el carromato.


VAN SACIANDO SU SED EN ESTA HISTORIA

Dijera basta
y el amor me persiguiera
arrebatadamente, escarnecidamente
hostil, perro famélico. Hostil, perro famélico.
Otoñece el dolor,
de orín cansado el mar se enturbia
y digo basta
pero la misma sombra que encubre el paisaje,
colmillo de lobezno,
como el amor me persiguiera,
como me persigo yo mismo con otra dentadura.
Dijera basta
y el caballo de la furia,
el trueno del mordisco, el mirlo de la rabia
ante mí se sorprendieran
insaciados. Como yugo aprietan.
Qué bárbaro el amor,
qué bárbara la sombra,
qué indómito el paisaje.
Vienen a mí, les digo basta
y obsesos me persiguen
como una pesadilla de la infancia.
Todos vienen y se van
pero ellos vinieron
y se quedan, aprietan y se quedan.
Vertiginosamente y sin sentido
van saciando su sed
en esta historia.


Si tanto te complace
ame, déjame, déjame,
lobo de penumbra, la voz
al descampado pero no canceles
la cuenta de luz de tu ventana
pon, si quieres, un ronco río
de rabia y lentas caracolas de sangre
entre el armazón de alas que te busca
y el ecuestre vaivén de tu sonrisa,
pero no me ofrezcas el pestilente repliegue del olvido.
Cómete mi corazón como una mora,
que al menos deje manchas de carmín entre tus labios.


LÚMBRICA LLAMA QUE BAILA

Lúmbrica llama que baila y llena de palmas de plata
el tropel de la prisa por prados de plácido alerce.
En sigilo a regiones de infancia y de fiesta,
con corros tranquilos de carros que cantan lumbrosos
regresan felices el vuelo y su norte.
No hay rosa más grande que la plaza del canto.
No hay estrella fugaz sino el rayo que baila.
El asombro es clavel en los ojos que miran.
Y las alas del alcohol en la noche
una luna de vino en los labios del beso.
¿Quién adornara de seda el misterio
como si harapos fueran aréolas,
pezones puntiagudos, abruptos cálices convexos?
Y fue posible el jardín en el suburbio.


ESTE VINO QUE HOY BEBEMOS

Este vino que hoy bebemos
es tan sólo un don de la pobreza,
un canto retráctil de moneda en suburbios,
un cálido amasijo heñido con puños de miseria candeal,
un pan cocido en horno crepitante de fatuos alcoholes.
Este vino que hoy bebemos, miércoles de otoño,
es un vino pobre de saliva y dentellada,
persiguiendo furioso al perro salvaje
callejero doméstico con pústulas sangrantes: cuánto
miedo en este vino que hoy bebemos
porque el mísero carro de la vida perdió su más querida rueda.
Corre el vino que bebemos como un indeseable
ante el misterio gozoso de la fiesta en círculos concéntricos de águila y paloma.
No más nadie que yo,
ni iracundo este vino que bebemos
como si el don de la pobreza
sólo fuera este sollozo del crepúsculo que llama a cirujanos
eléctricos, como si el cuchillo del gozo no fuera posible en el volcánico terror de la noche despierta.


LA MATERIA GRIS DEL UNIVERSO

La materia gris de Universo,
la espina dorsal de todo cuanto llora
es este niño perdido entre las tetas
de su madre a la que ya tan sólo queda
la enorme testuz del desamparo como único alimento,
como único tazón de desayuno, como único marjal a la cebolla
o cuadra donde kikirikí cante el gallo y la tormenta del hambre a medianoche.
Entonces uno va
y ordena, tirano taciturno,
quebrar el vuelo a las palomas que adornan todas las imágenes
y exige silencio al tren que pasa por el campo,
despavorido campo que corre, nadie sabe /hacia qué monte,
quebrada o cordillera, enajenado como un loco,
y además, impositiva la coherencia,
arrojamos al mar las llaves de todas las iglesias.


CHAROL

Ya no entiendo cómo viste zapato en esta calle,
de altos tacones en estos pantanales
y lunares en la falda de la luna lleva.
Y lunares en la raída de la luna
que un amante le trajera de Marruecos.
No comprendo cómo se casa y tiene hijos y los hijos
le apiñan junto al vientre y son felices si famélicos.
No sé qué extraño, maléfico,
rito le acelera las arrugas,
de llanto le inundara los surcos de la cara
y el Gólgota final del pensamiento
y llegan nietos a casa de la abuela
sin cocina
y los abreva en la bifurca fuente del odio y la ternura
y perpetúa el doble sollozo
que con la muerte les dejó la hija.
Ella no quiere,
se niega a acusar a verdugos
por si mata de una vez a la esperanza
que conduce al final de cada vida
cuando regresa su nieta
por esos pantanales en alto zapato de charol.


CON LA VOZ DE TERREMOTO DE JEREZ
(Siguirilla)

Pudo ser o no ser, no da lo mismo
un hombre atrás, sin horizonte, mano
sobre mano, putrificado, quise
decir y sin cintura, inmóvil, quieto,
quizás hasta profundo porque muerto,
u otro enfrente, dolido el gesto, fiero
el gesto y la mirada, en pie, de fiera.
La mirada solar de cicatrices,
mirada ignívomo lobaro Semper.
Pudo ser y se fue que se rebelo
un hombre, un dios para entendernos, solo
como un siglo milenio tras milenio,
pero llegara el mar que no viajero,
que como ritmo en olas y empellones,
veraz y eterno como un pueblo, como
un pueblo que respira, como un pueblo
ignívomo lobaro santo Semper.
Ignívomo el dolor, el pueblo late,
volcánico el latido, el pueblo avanza.
Semper lobaro el grito avanza el pueblo,
orillando de aromas el recuerdo,
avanza caudaloso como un río
ignívomo lobaro unido Samper
entre espinos que arrasa con su espuma.


¿QUÉ QUEDA?

¿Qué queda si el amor
desaparece tras la loma
como emigrante que regresa
al libre territorio
y hermosa patria de sus sueños?
¿Qué queda, sí, qué queda si el amor
toma el remonte del olvido,
cruza calles, veredas, mares
y enraiza donde quiere, justo?
¿Qué nos deja el amor cuando nos pasa?
¿Qué nos deja, sí, qué nos deja?
¿Nos deja una costumbre interrumpida,
la traición de los afectos
y una sábana blanca sin indicios?
¿El emigrante nunca deja huellas
en la boca segura del que queda?
¿Qué queda si el amor remonta lomas
y señala las puertas del infierno?
¿Sí, qué nos deja que nos deja
y vuela y se apresura libre,
como el amor que al fin
da media vuelta y deja en el juzgado
un gesto ausente?.
Amigo, dime, qué se fue.
Almería, 5 de diciembre de 1995


EN FIN
Para Sultana Wannon, admirado.

Modificas la estética del cuerpo,
devuelves a la usura de las almas
la generosidad de las ideas,
sitúas las ideas en su sitio
¡a veces cumplen, ríen, floran, viven!—
y te vas y compruebas, azorado
quizá,que el corazón no nace lejos
pero sí más allá de donde uno
estaba sin quererlo. El corazón
de la familia hermana y además
judío de injusticia y alegría.
¡Buscad el corazón! Está en los pueblos
donde el dolor y la costumbre viven.
Modificas la estética del gesto,
las drogas ideales, las ideas
se guardan lejos de la linde leve
de la vida, pues ciego el odio
cabalga sin conjura en contra.
Y entonces hay cabritos derramados
y fábulas que explican la barbarie
y tambores que obstruyen los oídos
y tocan sólo al corazón del miedo.
Son muchas cosas
las que explican el tono
amargo del poema.
Luego también tenemos la tristeza.
Granada, 8 de octubre de 1995


CINCUENTA AÑOS DESPUÉS DE EUROPA
Para Julio Iglesias de Ussel, fiel y sólido amigo

Europa ha sido muerte y la costumbre
de matar no resulta ya rentable.
;Qué rito, pues, se cumple cuando mata?
Günter Grass, el germánico escritor,
cuando matan con un tiro
encapuchados nietos de filósofos,
pregunta si controlan los virus de las guerras
los pueblos poderosos. Los acusa
y apenas si toleran sus sarcasmos.
Si Europa mató y mata sin desdoro
tonal de los violines de Salzburgo,
¿es un juego menstrual de loca música?
¡mata, acecha, en la noche las muñecas
y la unión de los brazos y las manos!
y las manos de omóplatos terrícolas
frías van con sudores de la muerte
y tocan angustiadas las aldabas,
ponen al norte el sur de las señales,
enseñan las encías como esclavos,
las manos, ya se sabe, y sus muñecas
son culpables, sin más. Lo firma enfermo
el corazón del hombre en nuestra Europa.
Herida piel de Europa pueblo,
no apuntes con el odio cierto, apunta
con el arco del puente y de la música,
no apuntes y les des a los amigos
en el centro del corro de la fiesta.
Hay tonos de la música de Europa
disonantes y armónicos del grito.
Lo proclaman los ojos de una niña
asesinada y seria, igual que ríe,
cogida de la mano, su muñeca.
Granada, 9 de octubre de 1995

ROCK AND ROLL DE LAS OCTAVAS IMPOSIBLES
Para Miguel Ríos, mi cercano Ulises

¿Quién no tiene un sentido de la música
en los ojos? Los dedos y la piel
cercana, con los labios cantan,
al ritmo en que plañían las vecinas
melodías estrechas de cintura.
El olfato es música en la Alhambra
donde se afinan rosa y jazmines
-¡como dejaron dicho los románticos!—
y construyes el reino de la dicha.
La música te invade el paladar
si comes lentamente lo que amas.
 (No siempre está la amada bien dispuesta
al cálido bolero de los senos.
A la sinfónica comida de los labios,
al postre de tu pie como una fuga,
al sabor de los dedos que señalan
el exacto lugar del tono puro.)
¿Quién no tiene un sentido de la música
corpóreo? En octavas de armonía
los dos guardaban íntimos secretos.
Granada, 8 de noviembre de 1995

HAY QUE ESTAR ALEGRE
Para Carlos Santos, sobrino mío
y para Fernando Palacios, que enseña música

Ves a los hijos defender al padre,
van y vienen, trajinan como pueden
-¡qué miseria tenemos en España!
el viejo odio fiscal… y la justicia
es chata, prevarica, es su costumbre
y privilegio, su poder, su madre
mala. Recuerdo que la Biblia, el libro
de Dios para el judío hermano, tiene
pasajes que denuncian lo que digo.
Y ves a los amigos cómo sufren
por el odio de un hombre contra ti.
—Los de siempre, no, nada dicen, miran,
como antes a otro lado—
la familia también sufre lo suyo:
la madre nada sabe —nunca fue
a la escuela— y el padre herido llora
cuanto puede –tampoco es muy letrado
yo sé que cuenta historias tristes este
amigo de la infancia al que repito
siempre: «¡Tú, nunca llegarás a nada!».
Almería, 9 de diciembre de 1995

TANGOS DE LA ANDALUCÍA LABRIEGA

La Andalucía que canto
no está en zambras ni está en fiestas,
ni la admiran los extraños
ni la cantan los poetas.
Es labriega de cortijo,
es mocita aceitunera
con mirar de calentura;
desengaño y hambre enseña.
Convivid en los cortijos
con esclavos de mi tierra;
con mujeres que en tinaos
paren lo mismo que bestias.
Con gañanes enfermizos
que viven bajo las cuevas;
con los niños harapientos
y sin maestro en la escuela.
Nunca durmieron en cama,
nunca comieron en mesa,
ni estrenaron nunca un traje
en un domingo de fiesta.
La Andalucía que canto
es la flamenca de veras,
que está llorando por dentro
y se rebela por fuera.


Tiene del roce el cuerpo electrizado
perdida la mirada, deja impreso
un no sé qué en el aire, deja un eso
en la atmósfera activo, el viento alado.
La soledad se habita en el tejado,
sobre tormentas quietas. Sin el beso
de mordiscos, la forma de tu peso,
los soles de tu encuentro: enajenado.
Al suceso del tiempo en el presente
ni las leyes se atienen ni los pactos
porque nada es igual eternamente.
Oh, piel de mis entrañas, dulce mía,
señora del planeta de los tactos
imposibles. ¡Qué bien con tu alegría!
  

De PENAR OCONO

Al corazón la pena me lo arrastra
tres leguas más allá donde me hallo.
una herrumbre de siglos configura
el gesto que me pongo a cada paso
este cielo que estreno a cada hora
este mísero grito que me nace
con rumor de palomos por la sangre.
Me decepciona
el alborozo que me achacan
(yo nací hace milenios ya lo dije
y mi cuerpo es de noche herida
por el único rayo de la luna).
Los pies no se me salen del camino.
Me rompo las camisas hacia el llanto.
Se ocasiona el inculto
con sólo que te midan con la vara
no florida que engendra el apellido.
Y porque tantas cosas te han vedado
las lindes de mi reino
el reino donde el ritmo es rama verdecida
y el mar menos viajero que mi raza.