jueves, 9 de mayo de 2013

José M. Caballero Bonald


Nació en Jerez de la Frontera en 1926. Su
padre era cubano y su madre pertenecía a una rama de la familia del vizconde de Bonald —el filósofo tradiciona- lista francés— radicada en Andalucía desde finales del XIX. Fue profesor de literatura española en la Universidad Nacional de Colombia y en el Bryn Mawr Collage y trabajó en el seminario de Lexicografía de la Academia Española. Ha obtenido los premios de poesía Platero, Boscán y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2004 al conjunto de su obra, los de novela Biblioteca Breve, Ateneo y Plaza y Janes. Recibió también en tres ocasiones el Premio Nacional de la Crítica, dos como poeta y una como novelista, y es Premio Pablo Iglesias de Literatura, Premio Andalucía de las Letras y Premio Nacional de las Letras 2005. Es autor de las novelas Dos días de setiembre (1962; Seix Barral, 2002), Ágata ojo de gato (1974), Toda la noche oyeron pasar pájaros (1981), En la casa del padre (1988) y Campo de Agramante(1992; Seix Barral, 2004). Su obra poética completa se ha publicado con el título Somos el tiempo que nos queda (Seix Barral, 2004). Es también autor de dos tomos de memorias: Tiempo de guerras perdidas (1995) y La costumbre de vivir (2001). Premio Cervantes 2013.




ENTRE DOS LUCES

Ví el reverso del aire, un largo velo
incoloro, un rastro de cenizas
pendiente del vacío,
un agujero sin sus bordes.
Otra cosa no había.
¿Ha valido la pena 
llegar hasta estas vecindades
inapelables de la incertidumbre
sólo para volver a constatar
que la nada colinda con la nada?
Detrás del aire, el aire.
De esta parte ¿qué queda?


VENID A LA LUZ DEL ALBA

Esa luz en que anidan las alondras,
Que irradia de la lluvia y del sudor
De los cuchillos, que incumbe
Al alba y a sus macilentas
Predicciones,
¿es la misma que ahora
arriba desde el mar, transita
entre los pájaros, profana
la intimidad de los cristales?
Sellan las sombras sus litigios
Y todo ronda al fin la mansedumbre.
Vida mía v mi descanso,
Venid a la luz del alba.


LA CLAVE VENTUROSA DE LA VIDA

Recuerdo paso a paso aquel camino
de tierra oscurecida por la lluvia, con charcos
despiadados, alambradas hirsutas
en las lindes y unos chopos sin hojas
afligiendo al paisaje.
Un lugar anodino,
difuso, apenas predecible, y sin embargo
dotado de una nítida hermosura,
no por ningún expreso ornato natural
sino porque precisamente allí, hace ya tiempo,
percibí de improviso una presencia
parecida a la plenitud, ese raudo bosquejo
que irrumpe en la memoria y se incorpora
ya para siempre a los indubitables
rudimentos de la felicidad.
Sólo eso:
unos ojos pendientes de los míos,
y en ellos, descifrándose,
la clave venturosa de la vida.


SOMBRAS LE AVISARON

Trémula sombra diurna, agreste
sombra servil saliendo
del fondo del desdén, entre tus piernas
procelosas, debajo
de los lívidos lienzos del otoño,
amparándose dentro de otra sombra.
Sombra que identifico con el tacto
Como si fuera un ciego, sombra
Que intento desplazar
Hacia las periferias del pasado
Y vuelve
y vuelve
y vuelve
como la enfermedad que padecí
cuando era joven y aún se anuncia
con un sabor de sangre en la saliva.
Sombra que acosa al tiempo y lo trastorna:
equidistancia entre mañana y nunca.


PRINCIPIO DE DEDUCCIÓN

Si es cierto que los sueños
son respuestas a todas las preguntas
que estuvimos haciéndonos
antes de nacer,
la poesía
vendría a ser como la réplica
a ese interrogante
que se ha quedado aún sin contestar.



CAMPOS DE CASTILLA

Se deslustran los verdes al borde
de la bruma y un vapor errabundo
traspasa la arboleda y deja un rastro
de figuras inciertas, discontinuas,
en el declive cereal del frío.
Por las lindes fluviales se atenúa
el religioso rojo de los álamos,
y las piedras de legendarias pátinas
emergen de los secarrales
por donde hay sombras que se hacinan
al filo del crepúsculo
y un sedicente tránsito de aves
inocula al viajero sus antiguas
contradicciones y melancolías.
Ninguna tradición me asocia a este paisaje,
pero he roto sus sellos, lo he vivido
como si mutuamente nos reconociéramos,
como si al fin me hubiese reencontrado
no a la vida, al amor, cerca del Duero.


LA TRANSPARENCIA

Como el cautivo que escucha desde su celda el paso de los trenes,
como quien busca cada noche empecinadamente algún rastro
perdido que no conduce a ningún sitio,
como el que se pasa media vida intentando atravesar la frontera
entre dos zonas igualmente prohibidas,
como el acróbata que piensa en sus últimos descalabros mientras
se esfuerza por mantener el equilibrio,
como el navegante que altera deliberadamente el rumbo
para poder naufragar sin temor a equivocarse, únicamente aquellos
que no afecten apenas a los turbios litigios del pasado.
La transparencia, Dios, la transparencia.


CANON

Esa argamasa o rémora del arte
que reproduce con fidelidad
malsana los ornamentos vacuos de la vida,
¿conduce a algo distinto al desaliento?
Pinturas, libros, músicas computan
las vagas señas de la realidad, urden
el testimonio de unos hechos
burdos por evidentes,
calcos al fin baldíos de la banalidad.
¿La vida es justamente su apariencia?
¿Nuestra ambición no es más que ese artificio
que emula la obviedad de la memoria?
¿Ya sólo significan las palabras
lo que en los diccionarios significan?
Todo está al fin surtido de facsímiles,
Todo hiede a retrato y a remedo.
No sin ser deformada
Puede la realidad exhibir sus enigmas.



DONDE HABITE EL OLVIDO

Horas de desamor,
hojas caducas
aventándose al borde
del recuerdo, ¿qué has perdido además
de aquella decorosa condición
de disponible?
Tantas
frutas prohibidas ¿a qué dioses
remiten? ¿En qué desarbolada
tierra de nadie han ido propalándose
sus hechizos y tretas, sus letargos?
Vida, delincuencia presunta,
pretexto inconfesable de la edad.
Donde habite el olvido,
también se habrá zanjado
la pugna del ayer con el mañana.
Ya sólo duras por lo que recuerdas.


ARRABAL DE SENECTUD

Tránsito monocorde de los días
de otoño,
cuando
la tez del mar vira hacia el malva
y los exhaustos árboles
diseminan sus últimos despojos
por los rezumaderos del jardín.
Los estragos del tiempo desdibujan
a rachas los confines
benevolentes del paisaje,
mientras
borran las nubes el verdor del día
y en algún sitio reaparecen
las acérrimas cifras del recuerdo.
Cada vez más las noches
Tienen ya algo de preámbulos.


VÍA MUERTA

Una mujer está esperando en el andén
de una estación vacía.
Detrás quedan
los montes, una mugrienta torre
de cemento, unos lienzos
de muro con graffitis,
las luces tristes de los corralones.
Hay un reloj parado
interceptando el tiempo desde la marquesina
y unos bultos de bruma
se hacinan en los bordes del silencio.
Esa mujer no espera a nadie.
Tiene la piel como investida
de herrumbre ferroviaria y por su rostro
corre una lenta arruga
que remeda el perfil de la inclemencia.
Ya nunca podrá irse
porque no sabe nadie que está aquí.


EL MIEDO IRRUMPE DE REPENTE

El miedo irrumpe de repente en medio
de las instalaciones de la vida.
No le impidas
el paso, tú que sabes
que todo es permisible, permutable
por todo. No pretendas
atajar el poder de quien incurre
en el mismo furor que sus contrarios.
Espiral apremiante, imán
del miedo que inusitadamente
quiebra lo cotidiano, lo desplaza
hacia un fondo erizado de barruntos
de culpas,
¿qué hacer cuando ya nada
deroga esos temibles edictos del desánimo?


CARTA DE AMOR

Complicidad famélica del viento
que engulle viejas páginas,
restos de historias preteridas, tenues
añicos de la decepción.
Cobíjate
donde no existan más que remembranzas
amatorias, las lentas letras vivas
de tantas precedencias anhelantes,
esa urgente escritura con boquetes
por donde se derraman las materias
prohibidas, los bulliciosos sueños
compartidos, la confabulación de los contrarios.
Oh contrición, epístola perdida
en las borrascas de la felicidad, palabras
que restauran la disfunción del tiempo,
papel afortunado donde por fin descubro
que eres tú quien escribe,
es decir, yo.


HUYO A VECES DE MI

Huyo a veces de mí sin darme cuenta,
huyo de mí a deshora
y a escondidas,
y a veces huyo sin saber adonde.
Casi siempre me acerco hasta algún súbito
reclamo del pasado y sin embargo
me pierdo en los penosos
suburbios de las negligencias,
allí donde conviven victimarios y víctimas
y nadie reconoce al fugitivo.
Quédate donde estás (me oigo decir), pero yo ya me he ido
del lugar en que estaba, aquel que a mi pesar
ocuparon mis propias deserciones.
Llego a un pulcro paraje de apocados,
de inocentes obtusos y seguros
culpables, llego también ufanamente
al territorio de los transgresores.
Allí vuelvo a escapar del que se escapa.
Mejor esa infidencia que ejercer de obediente.



A SILENTIO VINDICARE

La palabra que surca la memoria
polvo será y despojo
mientras viva,
la palabra más pura
de mi alma
ya estaba destinada a no ser más
que el rastro de las otras que me callo.

(CICERÓN, De oratote, 2, 7)


La noche no tiene paredes
La principal novedad es el empleo del versículo amplio en ciertos poemas de apariencia externamente narrativa, pero en realidad de contenido psicológico, existencial, filosófico o moral. Valiéndose de recursos como el aforismo, la paradoja, la ironía o la abstracción, el poeta crea un mundo propio en el que la palabra significa más de lo que significa en los diccionarios.
Seix Barral Los Tres mundos. Poesía.


NADIE

Me están llamando
¿y quién responde?
Grave y veraz, la piedra
sigilosa cimenta su mutismo.
Desoye el árbol las invocaciones
erráticas del viento, mientras
sus vacilantes cuencas enmudecen
frente a las desbandadas de la luz.
Como un vaho gravita el anhelante
oficio de estar vivo y en lo hondo
de los drenajes de la soledad
los pájaros silencian sus generaciones.
Me llamo Nadie, como Ulises.
¿Y quién responde?
Nadie:
una pared vacía, una página en blanco.


EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS

Si llega hasta tu casa el inocente y te pregunta
qué está pasando,
acógelo sin temor, siéntalo
entre los tuyos, condúcelo a la estancia
donde están hacinándose las terribles historias
que has vivido, los negros intersticios de esos días
cuyo nutriente fue la iniquidad,
y espera allí el momento en que se manifieste
esa atroz dependencia del pasado
donde se perpetúa
el corazón de las tinieblas.


MADRE

En el cercado prenatal del tiempo, allí
Donde se neutralizan los nombres de las cosas.
está la madre.
Observa
la trabazón de la cocina, el incoloro
significado de los desperdicios,
el granero agrietado de pura redondez.
La madre está alojada en su linaje,
habla de esponjas y alacenas, habla
de efigies, de pretéritos, de agujas,
sabe aislar las mentiras
que anidan de continuo en la verdad.
Cada vez más evoca a una madre primera,
tiene el rostro marcado
de una orfandad de hija y de recién parida,
no se equívoca nunca
porque nunca tampoco ha sabido quién era.



VENGO DE UNA PALABRA

Vengo de una palabra y voy a otra
errática palabra y soy esas palabras
que mutuamente se desunen y soy
el tramo en que se juntan
como los bordes negros del relámpago
y soy también esas beligerancias de la vida
que proponen a veces una simulación de la verdad.
Semejante a la noche, vengo
del negro y voy al blanco y busco
dispensarme de mí con ese blanco y nunca
llego a ser lo que yo más deseo:
esa palabra suficiente que precede a la última.
(Únicamente soy mi libertad 
y mis palabras. J.M.C.B.)


EL JUSTO

Aquel que edificó su casa
con nobles piedras y a su abrigo
vivió decentemente
sin mandar ni ser mandado,
aquel que obedeció los estatutos
de la naturaleza y así pudo
igualar con la vida el pensamiento,
aquel que compartió los venerables
ordenamientos de la soledad,
ése no podrá nunca ser vencido
porque nunca tampoco
usará contra nadie su poder.


CONTRA CASANDRA

Cuando las pulsaciones de la noche
se juntan y acompasan
a los latidos de tu corazón,
líbrate
de profetas, videntes, sacerdotes, huye
de aquellos que osan sin ningún temor
predecir el futuro.
No olvides nunca que esa codiciosa
incumbencia de dioses acabará implicada
en la enajenación.
La vecindad del caos
rondará tu conciencia
y nunca ya creerás en más augurios.
Ser más veloz que el tiempo
conduce sin remedio a su destitución.
Ni la vida es tan corta como pensó Casandra
ni está el mañana –ni el ayer escrito.


BORDES DEL SILENCIO

Las palabras con las que has convivido
durante tanto tiempo, ¿siguen
sirviéndote de algo? ¿Podrás valerte de ellas
cuando ya los antídotos
contra tu propia decepción
se hayan ido agotando?
Cueva nocturna, música
emborronada, opaco
embate agreste de la luz, herrumbre
de adjetivos que rondan
el marasmo, ¿con qué herida
coincidirán por fin los bordes del silencio?


FRENTE AL ESPEJO, 
LA AFANOSA MASCARA

Frente al espejo, la afanosa máscara:
los remisos bosquejos de los años
reproduciendo apenas una imagen
difusa, los trazos malogrados
del placer.
Ya no te reconoces
sino a ratos perdidos, humo tenaz
de esos cristales inclementes
empañando el pasado y el charquito del tedio
allí dentro embalsado como una decepción.
Oh dioses despiadados
que ciegan con engaños al vidente.
El negro espejo roto del recuerdo
en lo oscuro te observa
y allí descubres finalmente
el funeral reflejo de una máscara.


PÉRDIDA DE TIEMPO

En la palabra tiempo anida
una gran ave blanca, una consecutiva
privación de pretéritos
y ciertos excedentes de la fugacidad.
En la palabra tiempo se intercalan
otras palabras de su misma estirpe:
el lento mar perpetuo v su inconmensurable
usura, el azar siempre errático
y el sideral boquete de la luz.
La única estrategia que puede más que el tiempo
es conseguir perderlo impunemente.



LA GRAN CERTEZA

Qué palabra inhumana la palabra
dije en días aviesos,
cuando la magnitud
vibrante de la vida conculcaba
el veredicto de la muerte, y nada era posible
sino la condición inmune de lo cotidiano.
Ahora ya sólo alcanzo a vislumbrar
el confín inmutable de la gran certeza.


VIAJE A LA SEMILLA

La temeraria nave, gobernada
por aquel último y desmemoriado inquilino de la noche,
zarpó desde el ya nunca a ningún puerto.
Obstinada y magnífica, deriva
por esos derroteros que los cartógrafos ignoran
y apremiada tal vez por el decoro
que subyace en las zanjas del peligro,
aproa hacia un destino de siempre codiciado:
ser devorada propiamente
por ese mismo mar que le dio vida.



ELOGIO DE LA LOCURA

Lo perpetuo consiste en la contemplación
de la ceniza,
allí concurren los impares vértigos
que hacia el centro abisal arrastran,
ese azar insondable donde el tiempo prolonga
su razón de no ser, la curvatura
soberbia de lo nunca entrevisto, el vértigo más hondo.
Los pretéritos vuelven a su origen
y el futuro concuerda con la nada.
Quien mira al firmamento elige la locura.


LA NOCHE NO TIENE PAREDES

Doy la vuelta a la noche, entro
en su cámara inversa, en su hondonada
de humo, en la oquedad
contraria a la pared
del aire,
justo donde convergen
las distancias que nunca se han juntado,
las libertades más difíciles,
hasta que de improviso encuentro allí
consecutivamente el germen, la incitante
demarcación del laberinto
con su luz primordial, su punitiva
complicidad con la justicia,
esa insistencia
soberana
en la celebración de estar viviendo.


NADA QUE DECIR

Sal en la herida de los alfabetos,
palabra malquerida, impura cerrazón
de la sintaxis,
sal en la herida
de tu propia voz,
ya nada queda
para diagnosticar la pertinacia
de la demolición de lo ya escrito,
los condimentos con que se malogran
las volutas baldías de la imaginación.
Quien lo descubre también sabe
que a ese estupor lo llaman impotencia. 



DE DONDE NO SE VUELVE

No volveré ya nunca a Alepo, allí
donde florece cada día una bifurcación
inextinguible de mi historia
familiar, aquella travesía
de un linaje de mercaderes
por rutas perentorias, férvidas
trazas de un destino propicio donde
la incitación del Eufrates glorioso
se asociaba sin tregua y sin remedio
al arcaico esplendor del mar de Cádiz.
Ya no iré nunca a Alepo porque nunca
tampoco podré volver de allí.
Triunfante siempre frente a sus codiciosos
sitiadores, aún conserva entre las venerables
piedras de la ciudadela y el sapiente
cercado ajeno del caravansary
el eran secreto de las reclusiones
gozosas, esa enigmática fascinación
que le impide al viajero emprender el retorno.
Nadie que llegue a Alepo
después de haber vivido donde yo viví,
podrá escapar ya nunca de esa seducción.
(Halab)


ANIMAL SIN MEMORIA

Olvídate de la incoherencia
tan terca del pasado, animal
sin memoria,
                          olvídate
de esa premura acérrima si quieres
evitar el peligro
de volver otra vez al desgobierno
impredecible de la frustración,
demorado retorno a ese destino
que un día ha de lindar con la aridez.
Olvídate del más liviano indicio
potencial del pretérito,
                              pues nadie
morará finalmente
en aquella maldita encrucijada que acogía
lo más parasitario
de los años, y nadie ya tampoco
podrá ser inculpado por negarse a mirar
más allá de su propia constancia del presente.
Cuídate sólo de guardar
algún recuerdo hermoso de ese olvido.


SOMBRAS LE AVISARON

La sombra que se hacina en el tugurio
y embadurna los ojos de turbulencia tanta,
es muy distinta a la que se desploma
como un caballo extenuado
en mitad de la calle.
Tampoco se parece
a la que repta por la habitación
mientras la voluntad se va apagando
como un rescoldo que la lluvia lame
o como el detrimento de la luz
entre las angosturas de un granero.
                             Sombras dispares
que el tiempo reconcilia a duras penas,
pero que juntas van contribuyendo
a ejercer de benévolos augurios
de esas noches gozosas que te quedan de vida.